Los investigadores sociales Luis Tapia y Marxa Chávez establecen que el régimen de dominación que el gobierno de Evo Morales instauró con los excedentes de la exportación de hidrocarburos ha afectado seriamente la legitimidad de las organizaciones sociales de base.
Los investigadores sociales Luis Tapia y Marxa Chávez establecen que el régimen de dominación que el gobierno de Evo Morales instauró con los excedentes de la exportación de hidrocarburos ha afectado seriamente la legitimidad de las organizaciones sociales de base.
Luego de un periodo inicial de tensiones sociales y políticas en Bolivia, el gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS) se alió con las clases históricamente dominantes y prebendalizó a las organizaciones sociales para consolidar un régimen de dominación, de acuerdo con la investigación: “Producción y reproducción de desigualdades: organización social y poder político” elaborada por Luis Tapia y Marxa Chávez que fue presentada por el CEDLA el pasado 8 de julio por la noche.
“El excedente económico de la producción de hidrocarburos le ha permitido al gobierno del Movimiento Al Socialismo financiar su régimen de dominación”, dijo Luis Tapia durante el evento virtual de presentación. El investigador argumenta que la hegemonía del MAS, sostenida por la bonanza económica, ha terminado por secuestrar la voz de las organizaciones populares de base.
Aunque en el periodo estudiado se produjo una mayor visibilidad de las organizaciones sociales en la esfera pública y política, “la amplísima capacidad deliberativa de las organizaciones sociales de Bolivia se vio hondamente sofocada por una monopolización a ultranza de la voz por parte del gobierno del MAS”, según Raquel Gutiérrez, investigadora social que comentó el libro.
Despolitización resultante de la división y cooptación
Marxa Chávez, coautora del estudio, complementó la idea al exponer que la cooptación de las organizaciones sociales, sobre todo campesinas, por parte del partido gobernante, ocasionó rupturas profundas en el llamado “Pacto de Unidad”.
“A partir del conflicto por el TIPNIS se produce una ruptura del Pacto de Unidad, que está representada en el alejamiento de los pueblos indígenas de la CSUTCB, pero que se replica en las comunidades de base. La ruptura orgánica ha causado un terremoto en las organizaciones campesinas”, afirmó durante su exposición.
“La despolitización de las organizaciones sociales es una marca constitutiva del gobierno del MAS”, apuntó Huáscar Salazar, en sus comentarios sobre la publicación, preguntando “¿qué pasó con las luchas que entre el 2000 y el 2005 pusieron patas arriba el país y cómo terminamos como terminamos?”.
Acerca de la despolitización de las organizaciones sociales, Luis Tapia señaló que: “Por mucho tiempo, un modo de los movimientos sociales de hacer oír su voz ha sido la organización colectiva. El MAS ha hecho una red de alianzas corporativas que ha funcionado como mecanismo de silenciamiento de los movimientos sociales”.
Agregando Marxa Chávez que la desmovilización política de las fuerzas populares no fue gratuita porque responde a un viraje del gobierno a favor de los intereses de las oligarquías: “Paradójicamente, mientras en las calles se articulaba la lucha de resistencia para defender la Asamblea Constituyente, todas las leyes aprobadas a partir de 2007 buscaban consolidar el modelo de dominación preexistente”, concluyó.
Si bien la perdida de voz de las organizaciones sociales, de acuerdo a Raquel Gutiérrez, “…termina reforzando las coaliciones empresariales contra las que se inicialmente se disputó cierta capacidad de mando”, hoy se presenta el desafío de lograr una mayor autonomía de las organizaciones que conlleve la politización de las organizaciones desde su capacidad de lucha y deliberación.
Los autores y los comentaristas coinciden en que es imperativo que la sociedad delibere, y que la investigación presentada, realizada en colaboración con el CEDLA, se inscribe en ese horizonte.