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De como un viejo comunista sincero pasa a ser colaborador activo del zapatismo

La Haine :: 04.09.20

El artículo en La Haine del mexicano Luis Hernández Navarro lleva por nombre “Que la tristeza nunca sea unida a mi nombre” relacionado con las carcajadas de Gilberto López y Rivas en sus visitas a Chiapas y el relato de su transición de comunista de la vieja guardia a la comprensión del papel fundamental de la autonomía indígena en los procesos actuales de nuestro continente Abya Yala, tema que la mayor parte de las izquierdas aún no quiere comprender o que manipulan descaradamente. Al mismo tiempo se acompañan diversas opiniones del libro “Pueblos indígenas en tiempos de la Cuarta Transformación” que cuestiona severamente el neoindigenismo del presidente mexicano López Obrador.

Que la tristeza nunca sea unida a mi nombre

x Luis Hernández Navarro 
La Haine
 
Sobre el libro de Gilberto López y Rivas “Pueblos indígenas en tiempos de la Cuarta Transformación”, obra que desmonta críticamente el neoindigenismo del nuevo gobierno.

Hay libros que condensan experiencias y obra de toda una vida. Libros que son, simultáneamente, herramienta para comprender parte de la realidad contemporánea, resumen del trabajo teórico de años, síntesis de años de participación política y destilado de experiencias vitales. Pueblos indígenas en tiempos de la Cuarta Transformación, de Gilberto López y Rivas, es uno de ellos.

López y Rivas nace en 1943. Vive parte de su infancia en una vieja privada en la colonia Santa María la Ribera de la Ciudad de México, con tres cuartos y sin regadera. Estudia el bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria, a la que ingresa un año después de llegar del puerto de Veracruz para estudiar. En la prepa sufre una drástica transformación. Su timidez provinciana desaparece, al tiempo que se afilia a la Juventud Comunista y al grupo cultural Pablo Neruda.

Originalmente estudiante de la Facultad de Economía de la UNAM, la abandona para inscribirse en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Se integra a un grupo armado, formado por viejos jaramillistas, maestros del MRM y algunos asesores sindicales, en el que atiende células obreras en los barrios alrededor de la Cervecería Modelo.

Presidente de la sociedad de alum­nos de la ENAH, participa en el movimiento de 1968. Sale vivo de la masacre del 2 de octubre. Elabora su tesis de maestría sobre los chicanos. Se forma en el socialismo ortodoxo, el odio al imperialismo estadunidense, la admiración a la revolución cubana y el apoyo a la Unión Soviética.

Emigrado en Canadá, trabaja como obrero de la construcción, jardinero, cargador de tráileres y pizcador de tabaco. Viaja a EEUU. Ironías de un ateo, en Utah, donde se gradúa como doctor en antropología, los mormones le proponen un cargo en la Iglesia de los Santos de los Últimos Días.

En la ENAH (de la que, años después, sería director) se engancha a las luchas indígenas. Es parte de un grupo generacional que critica el indigenismo y rechaza la utilización de la antropología como disciplina justificadora del colonialismo interno, que da a luz una corriente etnomarxista.

En junio de 1978, regresa a México de manera forzada junto con su esposa y sus dos hijos, por su compromiso internacional con la causa socialista. Se involucra entonces en la solidaridad con las luchas de liberación nacional en Centroamérica. En 1980 participa en la Cruzada de Alfabetización en Nicaragua, en un proyecto de historia oral de la revolución popular sandinista, y después en el traslado de población misquita de la frontera hacia zonas seguras. Comienza a trabajar la cuestión étnica. En 1984, es incorporado a un grupo de análisis sobre las experiencias autonómicas en el mundo que colabora con la dirección del FSLN. De allí surge una propuesta de Estatuto de Autonomía, que se integra en 1987 a la Constitución nica.

Simultáneamente, en 1980, en un seminario sobre la cuestión nacional en el que participa, nace el Consejo Latinoamericano de Apoyo a las Luchas Indígenas. Forma parte de un equipo que investiga la labor contrainsurgente del Instituto Lingüístico de Verano.

En el marco del Movimiento 500 años de lucha y resistencia del movimiento negro, indígena y popular confronta la idea de que el proceso de conquista y colonización de América es un encuentro entre dos mundos. Anima y sistematiza reuniones internacionales sobre autonomía, efectuadas en Nicaragua, claves para pensar la problemática indígena en el continente.

Su paso por la política institucional de izquierda, en la que fue diputado federal y jefe delegacional de Tlalpan, no mella su espíritu crítico ni su compromiso con las luchas emancipadoras.

Cuando estalla el levantamiento zapatista, López y Rivas se convierte en interlocutor natural de los rebeldes. El EZLN lo invita a ser uno de los asesores en los Diálogos de San Andrés. Él pone a disposición del proceso su pericia y reflexión, al tiempo que se abre de lleno al aprendizaje de nuevas experiencias.

Sus viajes junto a otros asesores a La Realidad, Chiapas, entre 1995 y 1997, se hacen frecuentes. Allí, junto al sonido de gallos anunciando el nuevo día, y el de los insectos craqueando, se escuchaban las sonoras carcajadas de López y Rivas.

Para alguien que supone que el buen humor es un estado de ánimo que llega con el sol en el cenit y considera que las primeras horas de la mañana están hechas para ser vividas con seriedad, resultaba poco menos que incomprensible la jovialidad matutina del antropólogo. Sus risotadas se oían cuando apenas despuntaban los primeros rayos de sol, después de una breve noche de mal dormir. Afortunadamente no duraban mucho tiempo, porque Gilberto se marchaba al río para bañarse, rasurase y recibir su bautismo matutino.

Su vivacidad no desaparecía ni con las largas esperas ni con la falta de comodidades; perduraba hasta que la noche caía. Durante el día, López y Rivas entonaba canciones de la guerra civil española, le reclamaba cariñosamente a los curas sus padecimientos en las escuelas religiosas por las que pasó y narraba todo tipo de anécdotas.

¿De dónde venía esa energía inagotable? De un hecho simple y llano. Gilberto encarna plenamente la frase de Julius Fucik, en Reportaje al pie de la horca, que se convirtió en lema de su generación: Que la tristeza nunca sea unida a mi nombre. De este material está hecho su libro Pueblos indígenas en tiempos de la Cuarta Transformación, obra que desmonta críticamente el neoindigenismo del nuevo gobierno.

@lhan55

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Los pueblos indígenas y el giro colonial de “la cuarta transformación”
 
Por Alejandro Díaz, Isabel Orizaga y Rita Muciño
https://www.animalpolitico.com/blog-invitado/los-pueblos-indigenas-y-el-giro-colonial-de-la-cuarta-transformacion/
19 de agosto, 2019
 
 La ausencia de garantías efectivas para implementar procedimientos de consulta previa a los pueblos indígenas, de acuerdo con lo previsto por el artículo 2º de la Constitución Federal, y el Convenio 169 de la OIT “Sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes”, ha sido la marca del Gobierno de la República.
 

Ha transcurrido un poco más de un año del triunfo electoral que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la silla presidencial. Aquel día, más de 10 mil personas se reunieron en el Zócalo para presenciar su discurso, al tiempo que en las calles los claxons de los coches acompañaban la celebración.

Desde su campaña, la afirmación era categórica y con una especial carga simbólica: “se harán valer los acuerdos de San Andrés Larráinzar y habrá justicia para los pueblos indígenas”1. De esta forma, frente a colectivos indígenas, AMLO prometía, combatir las desigualdades existentes en las comunidades. Parecía entender que el despojo de sus territorios, la criminalización de las y los defensores de sus tierras, las prácticas de asimilación forzada, la negación de toda forma de libre autodeterminación, entre otras, son realidades que hasta la fecha han erosionado de manera profunda sus derechos.

Sin embargo, paulatinamente las políticas sobre los pueblos indígenas han tomado un giro, que parece adoptar un camino sin retorno. Estas acciones serían más compatibles -vaya paradoja-, con los valores del neoliberalismo, aquel que él mismo prometió “acabar” con la ética y los derechos humanos -siguiendo a Sartori-.

Los proyectos de gran escala que durante el primer semestre del sexenio se tienen previstos, como el tren maya, la refinería de “Dos Bocas”, el tren transítsmico, la termoeléctrica en Morelos y otros procesos recientes como la “Consulta para la Reforma Constitucional y Legal sobre Derechos de los Pueblos Indígenas y Afromexicano”, dan cuenta de los aspectos que hasta ahora, han caracterizado la interacción del gobierno federal, con los pueblos indígenas.

La ausencia de garantías efectivas para implementar procedimientos de consulta previa a los pueblos indígenas, de acuerdo con lo previsto por el artículo 2º de la Constitución Federal, y el Convenio 169 de la OIT “Sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes”, ha sido la marca del gobierno de la República.

La importancia de garantizar el derecho a la consulta y consentimiento de los pueblos indígenas tiene relación con la salvaguardia de múltiples derechos adicionales, como el ejercicio de la libre autodeterminación, la tierra y territorio ancestral y en gran medida para asegurar la pervivencia cultural de la propia comunidad.

En este contexto, es necesario crear un ambiente propicio para la interlocución, en el que sea posible conciliar la visión que los pueblos indígenas tienen del desarrollo y la que el titular del Ejecutivo intenta someter a consulta. Sin embargo, en los procesos antes mencionados, la legitimidad ha sido sustituida por la promesa de cercanía y horizontalidad del actual presidente, lo que los ha trivializado y reducido a planteamientos dicotómicos entre el “sí estoy de acuerdo” o “no estoy de acuerdo”.

Asimismo, se ha asumido -como si fuese obvio-, que las necesidades de los pueblos indígenas del país pasan por la construcción de un tren, una refinería o una termoeléctrica; lo anterior desde una concepción de “desarrollo” predominantemente occidental, la cual excluye el diálogo intercultural e implícitamente niega a estos el derecho de autodeterminarse de acuerdo con su propia cultura y cosmovisión.

En esta línea, el gobierno mexicano ha partido de la premisa equivocada. No parece entender que de acuerdo a las normas de derechos humanos, la decisión final de efectuar o no cualquier medida legislativa o administrativa susceptible de afectarles directamente, debe sujetarse al resultado de la consulta y consentimiento de las comunidades indígenas.

Así también, no queda queda clara, la forma en cómo durante las etapas, se ha asegurado la participación de las mujeres indígenas y afromexicanas. Sobre el particular el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, manifestó su preocupación al advertir “el escaso respeto del principio del consentimiento libre, previo e informado y el hecho de que no se consulte a las mujeres indígenas y afromexicanas”, por lo que recomendó al Estado mexicano, establecer “un marco jurídico para regular los proyectos de desarrollo, (…) y garantizar que solo puedan ejecutarse con el consentimiento libre, previo e informado de las mujeres indígenas, las afromexicanas y las mujeres del medio rural afectadas”2.

Rechazo común

La ausencia de consultas que se ajusten a los estándares internacionales en la materia han dado paso a un reclamo inmediato y tajante de activistas y colectivos indígenas. Diversas declaraciones de ejidatarios y activistas mayas coinciden en los daños graves que el proyecto del tren maya representará para la flora y fauna de la región, mientras que integrantes del EZLN han salido en defensa de la selva Lacandona calificando la consulta como una “burla”3.

La oposición a la construcción de la refinería de “Dos Bocas” en Tabasco sin apego a la normativa ambiental, ha traído consigo la presentación de una denuncia, por parte del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA)4. A ello se suma, la aparente existencia de una versión no pública, de un estudio de impacto ambiental realizado por PEMEX donde se indican daños severos en la calidad del aire de entrar en funcionamiento la refinería5.

En contraste, aunque el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, y otras dependencias federales involucradas, en el discurso han prometido realizar “consultas”, en realidad pareciera que la decisión ya está tomada. El tren maya o la refinería “Dos Bocas”, se realizarán sin importar lo que las comunidades indígenas afectadas tengan que decir al respecto. El presidente ha dejado claro que dichos proyectos son insignias de su mandato y los hará a toda costa.

Por lo que refiere al tren transítsmico, a pesar de que las autoridades de los pueblos y comunidades indígenas han avalado el proyecto en las Asambleas Regionales Consultivas, también solicitaron que la realización del mismo se adecue a sus necesidades y vocación de sus tierras.

A principios de 2019, la consulta realizada para el Proyecto Integral Morelos (PIM), que incluye la construcción de una termoeléctrica en Huexca, Morelos, ha estado rodeada de disturbios y del asesinato de uno de los principales opositores. De ahí que el Congreso Nacional Indígena haya expresado que “esas consultas están hechas a modo para concretar el despojo y llevar la muerte a territorios”6. Cabe destacar que tanto el tren maya como este último proyecto, tampoco han sido sometidos a consulta y consentimiento indígena, de acuerdo con el Convenio 169 de la OIT “Sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes”.

Las acciones de la cuarta transformación se han convertido en una especie de construcción de la identidad estratégica que propugna acuñar uno de los más característicos discursos del colonialismo: el asumir el poder de hablar por los otros. Bajo esta óptica, habida cuenta de la desventaja socioeconómica en que los pueblos indígenas se encuentran, el Estado mexicano ha insistido por adoptar posiciones paternalistas que solo han constituido formas sofisticadas de asimilación forzada, sin que esto represente para los pueblos indígenas de México, la posibilidad de conducirse conforme a su propia visión y de constituirse como sujetos plenos de derechos.

Es deseable que el gobierno federal, en un ejercicio de reflexión y retroalimentación, evalúe los procesos que hasta ahora se han llevado a cabo e identifique las buenas prácticas y aspectos a mejorar, esto con miras a cumplir plenamente con las obligaciones que derivan de este derecho, en aras de proteger a los pueblos indígenas.

De no modificar sustancialmente lo hasta ahora hecho, el porvenir no resulta alentador. Ante la existencia de una abierta desconexión entre la práctica y el discurso político, invariablemente la colonización discursiva seguirá teniendo un profundo efecto sobre las vidas, las luchas y los derechos de los pueblos y comunidades indígenas del país.

* Alejandro Díaz Pérez es Maestro en Gobernanza y Derechos Humanos por la Universidad Autónoma de Madrid. Isabel Anayanssi Orizaga Inzunza tiene un Máster en Protección Constitucional y en el Sistema Interamericano de los Derechos Fundamentales por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y la Universidad Complutense de Madrid. Rita Astrid Muciño Corro es Maestra en Derechos Humanos y Democracia por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Abogada en el Círculo Feminista de Análisis Jurídico.

 

1 Boletín de campaña número b 12-00022, 13 de enero de 2012. Disponible aquí.

2 Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW). Observaciones finales sobre el noveno informe periódico de México. CEDAW/C/MEX/CO/9 (2018).

3 Ángeles Mariscal, “EZLN ‘frena’ a López Obrador y se opone a proyectos como el Tren Maya”, El Financiero, Sección Nacional, 01 de enero de 2019. Disponible aquí.

4 Gloria Ruiz, “Admiten denuncia presentada por CEMDA respecto del desmonte de vegetación para la refinería en Dos Bocas”, Greenpeace, Sección Biodiversidad, 09 de diciembre de 2018. Disponible aquí.

5 David Alire García, “Exclusive: Pemex study details ‘severe’ air quality impact from Mexican refinery”, Reuters, Environment, June 27, 2019. Disponible aquí.

6 Comunicado del Congreso Nacional Indígena, “Concejo Indígena de Gobierno en contra del Proyecto Integral Morelos y la simulada consulta anunciada por el president de la República”, 10 de febrero de 2019. Disponible aquí.

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Autor:

Ahí donde no pudieron Porfirio Díaz ni Carlos Salinas de Gortari, Andrés Manuel López Obrador dice: “Me canso ganso”. Textual. Una sola vez utilizó una expresión coloquial en la toma de protesta como presidente de la República el 1 de diciembre pasado, ante el Congreso de la Unión. Fue para asegurar que se realizarán completamente los megaproyectos propuestos para su gestión.

“Se construirá el Tren Maya. Se sembrarán un millón de árboles frutales y maderables en el Sur-Sureste […]. En el Istmo de Tehuantepec, se promoverá la creación de una vía férrea para un tren de contendedores de carga y se ampliarán los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos para comunicar, en menos tiempo, a los países de Asia con la costa Este de Estados Unidos. En este corredor habrá energía eléctrica y gas a precios bajos, así como subsidios fiscales para la instalación de fábricas y la creación de empleos. En 3 años estará funcionando, me canso ganso, además del actual, el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México con dos pistas adicionales en la base Aérea de Santa Lucía.”

Aplausos, euforia y consignas, sobre todo de las bancadas de los legisladores del Movimiento Regeneración Nacional (Morena).

Más tarde, en el Zócalo de la Ciudad de México, López Obrador dio una versión de su discurso de toma de posesión, pero ahora para la plaza. Se organizó la entrega de “El Bastón de Mando de los pueblos indígenas de México”, un instrumento que no existe. Ni siquiera la organización indígena con más presencia en el país, el Congreso Nacional Indígena (CNI) se ha arrogado la representatividad de todos los indígenas de México ni ha generado un “bastón de mando” de todos los pueblos, naciones y tribus de México.

En el performance que se organizó para “la toma de posesión del México de abajo” (así lo dijeron los cronistas del nuevo gobierno), participaron líderes indígenas comunitarios, incluso algunos de ellos hasta hace poco convergieron en el CNI. También había indígenas de la antigua estructura priísta ya con experiencia en entregas de “bastones de mando” a cada gobernador del otrora partidazo luego de cada elección. Y finalmente había otros disfrazados de indígenas, luciendo sus galas folclóricas para la ocasión.

Respaldado por todos ellos, desde el templete, Andrés Manuel López Obrador señaló:

“Se construirá el Tren Maya para comunicar por este medio de transporte rápido y moderno a turistas y a pasajeros nacionales. También va a haber un tren de carga que va a utilizar esa misma vía. Va utilizarse esa misma vía nueva para tres cosas. Para un tren rápido con un desplazamiento hasta de 160 kilómetros por hora para el turismo […]. Van a llegar muchos turistas. Todos los que lleguen a Cancún van a poder introducirse a estados como Yucatán, como Campeche, como Tabasco, como Chiapas; esto va a significar muchos empleos. Pero también el pueblo va a tener este medio de transporte. Van a haber trenes de pasajeros con más estaciones en toda esta región, porque son mil 500 kilómetros de vías que se tienen proyectadas. Y se le va a dar también el uso para la carga, para que de esta manera se trasladen las mercancías en Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Se creará también un corredor económico comercial en el Istmo de Tehuantepec. Vamos a construir, igual, una vía para un ferrocarril que va a unir el puerto de Salina Cruz [Oaxaca] con el puerto de Coatzacoalcos [Veracruz]. En esa parte nuestro país es estrecho. Es la parte más estrecha de todo lo que es el territorio nacional. Y esto nos da la ventaja de que sólo hay 300 kilómetros para unir el Pacífico con el Atlántico: los países de Asia con la costa Este de Estados Unidos. Y en todo ese corredor va a haber gas, energía eléctrica a precios bajos; y vamos también a dar incentivos fiscales para que en ese corredor se instalen plantas ensambladoras: fábricas, y que haya mucho trabajo en el Istmo de Tehuantepec. Todo eso se va a hacer consultando a las comunidades, consultando a los pueblos y sin afectar al medio ambiente.”

Sonido de caracoles y aplausos, tanto de los que presiden el templete como del público.

En pocas palabras: vivan los negocios en los territorios indígenas. El presidente que se asume de izquierda promete su mayor empeño en introducir el capitalismo en las regiones donde la propiedad es comunal; en abrir para los empresarios la explotación de tierras, aguas y demás recursos naturales. Eso sí, con la consulta a los pueblos. Porfirio Díaz no pudo hacer el tren ni arrebatar el Istmo a los pueblos originarios. Tampoco Salinas. López Obrador dice que él sí tiene la llave para vencer la resistencia indígena en Oaxaca y Veracruz.

La respuesta vino unos días después desde Chiapas, a nombre del CNI, el Concejo Indígena de Gobierno (CIG) y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Del pronunciamiento de la Segunda Asamblea Nacional del CIG, citamos sólo un párrafo:

“Pero abajo, no tenemos más que defender la vida con o sin las mentiras del gobierno que sale, del gobierno que entra, porque las palabras sobran cuando se amenaza a los pueblos Binniza, Chontal, Ikoots, Mixe, Zoque, Nahua y Popoluca del Istmo de Tehuantepec con sus proyectos transístmicos y la expansión de las Zonas Económicas Especiales; a los pueblos Mayas con su proyecto de tren capitalista que despoja y destruye a su paso la tierra. Las palabras sobran ante la anunciada siembra de un millón de hectáreas con árboles frutales y maderables en el sur del país, ante la ilegal y amañada consulta para la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, o ante la oferta para que sigan invirtiendo las empresas mineras que tienen concesionadas grandes extensiones de los territorios indígenas. Las palabras sobran cuando sin consultar a nuestros pueblos el futuro gobierno impone la creación, al estilo del viejo indigenismo, del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, comandado por los desertores de nuestra larga lucha de resistencia.”

Es claro. La confrontación de López Obrador con la derecha es porque ésta no desea rebajar sus privilegios ni dejar de beneficiarse de la corrupción. Pero la confrontación de fondo, sistémica, será con la izquierda social, en especial con la de los pueblos indígenas del país. Aquí sí hay dos modelos contrapuestos.

La sangre derramada que logró la Independencia fue principalmente indígena. La intervención francesa fue parada por indígenas y la principal cuota de vidas en la lucha entre conservadores y liberales fue cubierta por los pueblos indios. En la Revolución, otra vez los indígenas se batieron en los frentes en la búsqueda de un mejor país. En cada uno de esos procesos, las elites –una vez resueltas sus disputas militares por el poder– se dedicaron a lo suyo: gobernar y enriquecerse. Y mandaron a los indios a lo “suyo”: la servidumbre y la imposibilidad de decidir su propio destino. A 25 años del alzamiento indígena del EZLN, la “Cuarta Transformación” no ha empezado con signos distintos.

Zósimo Camacho

 

 


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