Quien tiene la posibilidad de tener su independencia alimentaria y auto-sustentabilidad no sufrió tantos impactos para protegerse de la enfermedad y asegurar el sustento necesario de su familia. No tuvieron que mendigar o esperar una ayuda del gobierno, pues se aislaron las aldeas y se bloqueó la entrada y la salida de personas.
Hasta la colonización y una de sus mayores violencias que sufrimos hasta hoy, la fragmentación de nuestro territorio en pequeñas demarcaciones (I) que perjudica nuestras siembras, nuestras pescas y nuestras cacerías, los pueblos indígenas siempre tuvimos asegurada nuestra soberanía alimentaria. Por causa de esas violencias, quedamos tan fragilizados que pasamos a luchar por nuestra seguridad alimentaria: pero lo que queremos y por lo que hemos trabajado es para recuperar nuestra soberanía alimentaria. Al final del artículo se hace hincapié en la preocupación por las inversiones y gastos de recursos públicos, inversiones que podrían ser usadas de una forma más sólida y concreta fortaleciendo la agricultura familiar en las aldeas, reafirmando la cultura alimentaria, revitalizando los trabajos colectivos garantizando que todos podamos tener dignidad y auto-sustentabilidad como pueblos indígenas sin necesidad de vivir a merced de programas sociales y políticas gubernamentales.
Tradicionalmente el pueblo Mura no tenía la costumbre de plantar. Vivía básicamente de la recolección de frutos silvestres encontrados en la selva, la caza y la pesca eran apenas para el sustento básico del día a día. Mis antepasados eran nómadas: ser nómada era un factor que motivaba a los Mura a vivir lejos de la costumbre de plantar. La harina de mandioca, que era la base de toda y cualquier alimentación siempre era adquirida por medio de intercambios con otros pueblos o, en otros casos, robada.
Esa costumbre fue mudando conforme el pueblo Mura fue teniendo contacto con los no indígenas y con la relación y convivencia con otros pueblos indígenas como ocurrió después de la Cabanagem (II). Los Mura iniciarían el hábito de almacenar alimentos y eso tuvo varios impactos en la cultura de mi pueblo, primero porque fue necesario aprender a conservar los alimentos y quedaron presos a las plantaciones para cuidarlas, el hábito de criar y domesticar animales también se convirtió en una alternativa alimenticia. Fueron aprendiendo diferentes técnicas para lidiar con la agricultura y fueron haciéndose más sedentarios.
En esa época, la mejor táctica de guerra eran las “trincheras de paracuúbas (III)” fijadas en el lecho de los ríos. Las trincheras tenían el objetivo de impedir la entrada de las embarcaciones con soldados que venían a atacar las aldeas Mura. En diversas ocasiones el pueblo Mura resistió y luchó, no solo para proteger el territorio, sino también por todo lo que allí se encontraba, incluyendo sus plantaciones.
Otro momento importante que cambió la historia de la soberanía alimentaria del pueblo Mura fue un periodo bien reciente que denominamos “el periodo del caucho”, durante la convivencia con algunos nordestinos(IV) que migraron para la región atraídos por el alto lucro del caucho. En esta época, los Mura aprendieron a construir los paióis(V), iban retirando los alimentos de acuerdo con el consumo y la necesidad del día a día. O sea, el paiol era nada más (o nada menos) que la despensa de almacenamiento de los alimentos, en algunos casos, el uso del paiol era colectivo. Los antiguos cuentan que nadie podía dejar que el paiol se vaciase. El primer trabajo en el inicio de cada año era recolectar frutos y las plantaciones, cazar y pescar para abastecer el paiol, después de que este estaba lleno, los hombres y mujeres Mura cuidaban de otras cosas, preparar nuevas plantaciones, construir casas, canoas, remos y otras actividades.
Un paiol abastecido facilitaba la resistencia contra los ataques de los no-indios y otros enemigos. Tener alimento suficiente también era la garantía de resistir las plagas y enfermedades que muchas veces afectaban a las aldeas del pueblo Mura. Uno de los ejemplos fue el brote de fiebre amarilla que afecto a nuestra región. Conocida por los Mura como sezão, esa enfermedad sacudió las aldeas Mura y de otros pueblos indígenas. En el periodo de la enfermedad, la familia o aldea que estaba con su paiol abastecido conseguía recuperarse rápidamente, pues conseguían mantenerse aislados evitando el aumento del riesgo de contagio. Actualmente es difícil encontrar un paiol en alguna aldea Mura.
La soberanía alimentaria siempre fue producto de las formas de vivir y de organizarse de los pueblos indígenas. Con el pueblo Mura no es diferente y claramente es necesario repensar cómo los Mura están organizados sobre la seguridad alimentaria (por lo menos) de sus familias y aldeas y para luchar por condiciones para su soberanía alimentaria.
Uno de los factores que llevaran al debilitamiento de la soberanía alimentaria fue la entrada del capitalismo en las aldeas: cuando el único poder de adquisición de alimentos era la producción o el intercambio de productos, todo el pueblo de una aldea tenía siempre lo necesario en casa
Ya quedó claro que uno de los factores que llevaron al debilitamiento de la soberanía alimentaria fue la entrada del capitalismo en las aldeas: cuando el único poder de adquisición de alimentos era la producción o el intercambio de productos, todo el pueblo de una aldea tenía siempre lo necesario en casa. Cuando nuestra organización social sufre, nuestras formas de pescar, recolectar, plantar, cazar y distribuir los productos son afectadas; la distribución de productos alimenticios y de las plantaciones pasan a estar intermediadas por dinero.
La educación indígena tradicional que se pasaba de padre a hijo fue debilitándose y eso también contribuyó al debilitamiento de la cultura de producir los propios alimentos y a la perdida de varias técnicas de construcción de viviendas; navegación por los ríos, lagos riachuelos; etc.
Antiguamente, cuando un joven se casaba, en el primer año de matrimonio tenía que tener listos su plantación, canoa y utensilios de caza y pesca. Al principio, los familiares del joven matrimonio les ayudaban por medio de puxirum o ajuri (VI), o sea: todos los habitantes de la aldea se reunían para ayudar en la construcción de una plantación, de una vivienda y, a veces, incluso en la hora de recolectar la siembra. Ese trabajo no era un favor, sino que era considerado un intercambio de días trabajados, es decir uno ayudaba a otro sin cobrar ningún dinero. Cuando comenzó el pago de jornales por servicios a terceros, todo cambió, pues aquel que tenía condiciones de pagar por el día trabajado del otro no necesita ayudarle a preparar su plantación. Infelizmente quien cobra por el día trabajado no tiene tiempo para su propia plantación y depende de otra persona para sobrevivir y sustentar a su familia. Ni siempre quien vive de jornales diarios consigue llevar a su casa una buena alimentación y acaba comprando comida industrializada, que nos deja enfermos.
Quien planta siempre tiene la esperanza de recoger lo que plantó, va a tener lo necesario para su familia. Pero, lamentablemente, desde hace menos de dos décadas, la costumbre de los intercambios por medio de puxirum o ajuri fue siendo sustituida por pagos en dinero. Eso ha tenido un impacto negativo en la sociedad Mura, dando inicio a un periodo de desigualdad social, produciendo falta de alimentos para todos, incluso para los que tenían recursos financieros.
Actualmente, podemos observar que, mientras unos tienes lo suficiente para su familia, otros no consiguen ni lo básico y eso es totalmente contrario a las formas de vivir y los saberes Mura. Todo eso ha contribuido al surgimiento de actividades ilegales dentro de las comunidades indígenas como alcoholismo, tráfico y consumo de drogas, deforestación, pesca y caza descontrolada, robos e, infelizmente, asesinatos. Con la división en la adquisición de alimentos, se debilitó la convivencia colectiva dentro de la aldea, iniciándose una carrera de poder y cargos remunerados.
Muchos Mura dependen actualmente de los auxilios y beneficios sociales del gobierno con los que consiguen sobrevivir con lo básico, sin embargo pocos son aquellos que plantan o crían animales domésticos
Muchos Mura dependen totalmente de los auxilios y beneficios sociales del gobierno, como el programa Bolsa Familia(VII) con los que consiguen sobrevivir con lo básico, sin embargo pocos son aquellos que plantan o crían animales domésticos. Depender de auxilios y beneficios es un hecho que causa preocupación en cuanto a la auto-sustentabilidad de los pueblos indígenas, pues una vez que estos dejan de garantizar su propio sustento, por medio de costumbres tradicionales, quedan a merced del gobierno, poniendo en riesgo nuestra soberanía alimentaria. Si el gobierno entra en colapso y no consigue mantener (o decide no hacerlo) los programas sociales, ¿cómo quedarán los que dependen de ellos? Ese es un tema que necesita ser discutido entre la sociedad mura.
A pesar de los impactos negativos ocurridos durante todo el periodo de contacto con la sociedad envolvente, que tienen su reflejo en los cambios culturales, abandono de costumbres tradicionales y pérdida de saberes que eran la garantía de nuestra soberanía, los territorios habitados y protegidos por el pueblo Mura todavía tienen una gran cantidad de recursos naturales, mantenidos por las familias que aún conservan la tradición de cultivar y producir su propio alimento.
En concreto los Mura de Careiro da Várzea están intentando organizar una cadena de producción en su territorio: las áreas que se inundan con la subida estacional de los ríos son conocidas por su gran potencial de pesca y están siendo preparadas para organizar la gestión pesquera, el objetivo no es otro que garantizar la soberanía alimentaria del pueblo Mura, manteniendo sus costumbres y tradiciones sobre su auto-sustentabilidad por medio de la pesca en la región. Las aldeas que quedan localizadas en las Tierras Indígenas Gavião, Ponciano, Sissaíma, Apipica y Bom Futuro están siendo preparadas para el aumento de la producción de la agricultura familiar, turismo ecológico comunitario, expansión de la producción de artesanías y gestión y extracción de madera sostenible.
Sabemos que hay un largo camino a ser recorrido, pero los Mura ya comenzamos a retomarlo en nuestro día a día.El gran objetivo de los Mura de Careiro da Várzea es fortalecer su soberanía alimentaria reconociendo su condición y desafíos actuales, y reconociendo que no basta con producir alimentos solo para sobrevivir, es necesario retomar las condiciones sociales y políticas que garanticen la distribución de los saberes, de las herramientas, de las formas de cultivar y recolectar.
Sobrevivir es tener todos los días lo básico para el sustento diario y eso pone en riesgo la manutención física y cultural del pueblo Mura frente a un colapso o una pandemia como la actual.
No basta con producir alimentos solo para sobrevivir, es necesario retomar las condiciones sociales y políticas que garanticen la distribución de los saberes, de las herramientas, de las formas de cultivar y recolectar
Varias cosas quedaron claras en este periodo: Quien tiene la posibilidad de tener su independencia alimentaria y auto-sustentabilidad no sufrió tantos impactos para mantenerse inmune a la enfermedad y asegurar el sustento necesario de su familia sin tener que mendigar o esperar una ayuda del gobierno, pues se aislaron las aldeas y bloqueamos la entrada y la salida de personas.
Quedó claro también, que nuestros antepasados siempre fueron más evolucionados que los colonizadores, no es que nuestro pueblo sepa huir de las epidemias, nosotros siempre supimos vivir y relacionarnos con el ambiente y los seres de una forma que las epidemias no aparecían o no azotaban tan duramente: nunca vivíamos mucho tiempo en un mismo lugar, nunca vivíamos todos juntos, nunca deforestábamos ni contaminábamos: siempre cuidamos de nuestros cuerpos y aldeas y plantaciones siguiendo las reglas que nuestros sabios conocían.
También caímos en la situación desafiadora actualmente vivida por el pueblo Mura: ya no vivimos como nos gustaría o como deberíamos y nos dimos cuenta de eso drásticamente cuando, aislados en la cuarentena, notamos que ya no producimos nuestros propios alimentos de manera soberana y se hizo patente la desigualdad introducida por los salarios y los cargos, aliada de la división creada por los no-indígenas al demarcar tierras minúsculas, separadas y rodeadas de grandes haciendas, y en no demarcarlas todas.
Hoy sabemos que lo esencial que deseamos para todas las familias Mura es “súper-vivir” para definitivamente garantizar la manutención de la soberanía alimentaria, no se puede afirmar que un pueblo tiene su autogobierno solo por la garantía de sus derechos al territorio y a su protección. Tener autonomía está totalmente ligado a la auto-sustentabilidad, que a su vez está constituida por partículas encontradas en el territorio indígena como caza, pesca y acceso a los recursos naturales sin que estos sean escasos y limitados. Autogobierno significa mesa llena y llena de productos hechos, cultivados y recolectados por nosotros mismos.
La mayor arma de destrucción masiva de cualquier sociedad es el hambre. La táctica más eficaz para combatir este arma destructiva es la unión de todos en la producción colectiva de nuestros propios alimentos pues si todos lo hiciésemos, el riesgo de ser afectados por el hambre o por la proliferación de cualquier enfermedad durante una pandemia sería mucho menor.Mientras la televisión mostraba tristes realidades de familias y comunidades enteras pasando necesidades sin tener nada que comer durante la cuarentena, el pueblo Mura, a pesar de los desafíos que mostré anteriormente, tuvo caza y pesca en sus aldeas. Era común ver familias Mura recogiendo frutos de la selva, cultivando y recolectando sus plantaciones y huertas y criando sus animales domésticos. Vemos eso como un punto muy positivo pero, aun así, se hace necesario profundizar en la soberanía alimentaria de nuestro pueblo y de los pueblos indígenas como un todo.
La mayor arma de destrucción masiva de cualquier sociedad es el hambre. La táctica más eficaz para combatir este arma destructiva es la unión de todos en la producción colectiva de nuestros propios alimentos
Pero los desafíos son grandes. En medio a tantas turbulencias, presenciamos cómo los órganos del gobierno entraron diversas veces en colapso sin saber qué hacer frente a una gran pandemia que afectó al mundo y, en algunas regiones, directamente a algunos pueblos indígenas, principalmente aquellos que dependen totalmente de los auxilios de emergencia que producen filas y muchas aglomeraciones facilitando el contagio de muchos parientes(VIII) que transportaran la contaminación a sus aldeas.
El gobierno gasta miles de millones de reales con la salud indígena con el objetivo de salvar vidas pero infelizmente los órganos como la SESAI, FUNAI(IX) y otros no se dan cuenta de que salud de calidad significa tener una buena alimentación, tener abundancia significa tener salud, ser inmune a las enfermedades pasa por la garantía diaria de la soberanía alimentaria. Lo que vemos es una realidad contradictoria, se invierte en dar medicinas para enfermedades que son fruto de problemas estructurales. Si queremos garantizar la sobrevivencia física y cultural de los pueblos indígenas con una salud de calidad, pienso que es necesario repensar las políticas públicas ofrecidas a los pueblos indígenas.
Es necesario y urgente retomar la garantía y protección de los territorios indígenas, crear o reactivar programas de incentivos a la agricultura familiar sustentable.
La medicina: aislamiento, pero aislamiento de las amenazas, presiones, chantajes de los gobernantes, que crean condiciones de hambre para ofrecer programas sociales como moneda de cambio para hacernos rehenes y, así, tornarnos dependientes y enfermo
Generar riqueza es garantizar que todos puedan tener una mesa llena por medio del esfuerzo colectivo y socialmente organizado de cada pueblo. Necesitamos valorizar nuestros conocimientos tradicionales sobre el uso sustentable de la tierra, reflexionar sobre los días pasados, sobre la realidad actual y sobre cómo será en el futuro de forma que podamos garantizar nuestra soberanía alimentaria.Esa es la medicina: aislamiento, pero aislamiento de las amenazas, presiones, chantajes de los gobernantes, que crean condiciones de hambre para ofrecer programas sociales como moneda de cambio para hacernos rehenes y, así, tornarnos dependientes y enfermos, aglomerados en grandes aldeas con poca caza y pesca, haciendo plantaciones en tierras yermas y viviendo de prestado en nuestros propios territorios ancestrales.
Esa es la peor pandemia y el medicamento contra ella es fortalecer la autodeterminación de los pueblos indígenas para continuar luchando por nuestra soberanía alimentaria. El pueblo Mura lo tiene claro: es necesario fortalecer las trincheras, crear nuestros protocolos de consulta (X), y asegurar nuestra soberanía territorial, cultural, política y, así, alimentaria.
Kwekatu reté!(XI)