La pandemia COVID19 y la experiencia del confinamiento han evidenciado la urgencia de cambios profundos en la organización de la ciudad. Para hacer frente a futuras pandemias y contrarrestar la grave crisis climática que afecta al planeta es impostergable sustituir la mercantilización de la ciudad por la centralidad de la vida en todas sus formas.
«La pandemia COVID19 y la experiencia del confinamiento han evidenciado la urgencia de cambios profundos en la organización de la ciudad. Para hacer frente a futuras pandemias y contrarrestar la grave crisis climática que afecta al planeta es impostergable sustituir la mercantilización de la ciudad por la centralidad de la vida en todas sus formas».
Esta oportunidad única para reorganizar la sociedad está siendo desaprovechada. Debemos actuar enérgica y sinérgicamente para enfrentar los problemas estructurales que la pandemia ha claramente confirmado.
Cualquier enfoque cuantitativo representa más de lo mismo. La única vía para enfrentar la situación que estamos viviendo es un cambio cualitativo: reorganizar radicalmente la sociedad y la ciudad, a través de un proceso de transición de la economía neoliberal a una economía centrada en la vida. Colapso ecológico y desigualdad extrema, explotación de la naturaleza y justicia social, están estrechamente relacionados y son la consecuencia de una economía que está devastando nuestra sociedad, el ambiente y está amenazando la misma existencia del género humano.
La presente pandemia ha claramente demostrado la necesidad urgente de crear economías, y ciudades, cuyo centro sea la vida. Sin embargo hemos visto el aumento de las desigualdades, una mayor concentración de la riqueza, el rescate de aerolíneas, industria del automóvil y sanidad privada —precisamente algunos de los elementos más responsables de los problemas. El colapso ecológico no ha sido, y no está siendo, considerado como una emergencia. A nivel urbano se están llevando a cabo algunos tímidos cambios cuantitativos, medibles en centímetros o kilómetros: nuevos carriles bici, aceras más anchas, etc., que resultan ser irrelevantes. La presente condición urbana requiere cambios cualitativos radicales. Algunos de ellos han sido brevemente sintetizados en el Manifiesto en cuatro puntos: reorganización de la movilidad, (re)naturalización de la ciudad, desmercantilización de la vivienda y la ciudad, decrecimiento.
La creación de la llamada nueva normalidad —una repetición hipnótica de instrucciones para los ciudadanos— es claramente una forma de imponer un gobierno más autoritario y distraer de los problemas reales, cuya solución requiere un enfoque completamente distinto, que contraste la naturaleza destructiva de la economía neoliberal.
Esta oportunidad única para reorganizar la sociedad está siendo desaprovechada. Debemos actuar enérgica y sinérgicamente para enfrentar los problemas estructurales que la pandemia ha claramente confirmado. Estimular el debate se vuelve esencial. Más adelante puede ser demasiado tarde.
Han pasado cinco meses desde que publicamos el Manifiesto por la Reorganización de la Ciudad tras el COVID19, un documento nacido por la urgencia de cuestionar los fundamentos de la ciudad neoliberal cuyos problemas estructurales han sido visibilizados durante la pandemia y el confinamiento. El Manifiesto ha sido firmado por más de 2000 personas, entre las cuales académicos (más de 160), profesionales (entre ellos más de 250 arquitectos) y sociedad civil.
El Manifiesto se fundamenta en cuatro elementos clave:
A pesar de estar enfocado en Barcelona y dirigido a la Alcaldesa, es un documento que se puede adaptar al contexto específico de la mayoría de ciudades occidentales y su verdadero destinatario son las personas que habitan la ciudad. Su principal objetivo es estimular un debate acerca de los fundamentos de la ciudad, una ciudad construida colectivamente.
El Manifiesto ha inspirado iniciativas en varias ciudades: Granada, Zaragoza, Guadalajara, País Vasco y la iniciativa Ciudades Sostenibles y Justas.
Texto del Manifiesto: https://manifiesto.perspectivasanomalas.org
Enlace para firmar: https://manifiesto.perspectivasanomalas.org/firmar/
Autor del Manifiesto: Massimo Paolini
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El presente texto fue publicado originalmente en inglés en el sitio web de Volume Magazine.
Reorganización de la movilidad · (Re)naturalización de la ciudad · Desmercantilización de la vivienda · Decrecimiento
La pandemia COVID19 y la experiencia del confinamiento han evidenciado la urgencia de cambios profundos en la organización de la ciudad. Para hacer frente a futuras pandemias y contrarrestar la grave crisis climática que afecta al planeta es impostergable sustituir la mercantilización de la ciudad por la centralidad de la vida en todas sus formas.
Estimada Ada Colau
Alcaldesa de Barcelona
20 de abril de 2020
Estimada Alcaldesa,
Nos dirigimos a Usted para expresar nuestra fuerte preocupación con respecto al futuro de la ciudad tras la trágica experiencia de la pandemia, para que la ciudad se prepare urgentemente para el período post-COVID19 y, más en general, para hacer frente a futuros eventos nefastos, tanto sanitarios como derivados de la crisis climática, un problema que nos preocupa especialmente.
A la luz del período de confinamiento que estamos viviendo debido al COVID19, considerando la dramática situación desde un punto de vista tanto sanitario como social, han ido emergiendo problemas estructurales en la organización de la ciudad que han agravado sensiblemente los efectos de la epidemia en las condiciones de vida de las personas.
Barcelona es una de las ciudades más contaminadas de Europa occidental y no cumple la (poco exigente) normativa europea. Estudios prestigiosos relacionan la mortalidad por COVID19 con los niveles de contaminación atmosférica: un reciente estudio de la Universidad de Harvard indica que un incremento de sólo 1 microgramo/m3 de PM2.5 produciría, tras una exposición a largo plazo, un incremento de la mortalidad por COVID19 del 15%. Un reciente estudio publicado por el New England Journal of Medicine confirma el aumento de la mortalidad como efecto de una breve exposición a partículas en suspensión (PM10 y PM2.5). Con respecto a la crisis climática, la concentración de CO2 ha alcanzado el nivel de 416ppm. Son datos alarmantes que deben impulsar medidas urgentes y drásticas para reducir sensiblemente la contaminación y las emisiones de gases de efecto invernadero en tiempos muy breves, con la rapidez de actuación necesaria ante las emergencias.
Durante el estado de alarma y el consiguiente confinamiento se ha producido un importante descenso de la contaminación y del ruido de la ciudad, en gran medida debido a la disminución del transporte privado [automóvil y moto], y hemos experimentado los efectos positivos de la ausencia del vehículo motorizado en la ciudad. Además, el retorno de la naturaleza en la ciudad y la ausencia del turismo han creado condiciones beneficiosas para la vida de todas las personas, con especial énfasis en la reapropiación de la calle y la posibilidad de desarrollar el juego infantil en la ciudad que podrían producirse en cuanto termine el confinamiento.
Por otro lado estamos viviendo un incremento de las desigualdades, que la epidemia se limita a amplificar visibilizándolas. Las personas más frágiles están viendo su precariedad, agravada por la crisis de 2008, convertirse en derrumbe. Un número creciente de familias no pueden hacer frente al pago de cuotas de alquiler que ya antes de la epidemia constituían un problema importante, debido a los precios inflados por la presencia en la ciudad de fondos de inversión (los fondos buitre) que regulan el mercado de manera artificial. Miles de personas en Barcelona no tienen un hogar, hecho que les impide no sólo defenderse de la epidemia durante el confinamiento, sino también, más en general, reorganizar su propia vida después de la epidemia. Hemos perdido a una generación, las personas mayores que han muerto en su mayoría en las residencias. Hemos perdido nuestro pasado debido a que en la sociedad neoliberal las personas, una vez que ya no produzcan, son consideradas un problema en lugar de ser consideradas las depositarias de la memoria.
El post-COVID19 es una oportunidad única para impulsar medidas —permanentes— para devolver la ciudad a las personas, reorganizar la movilidad, (re)naturalizar y desmercantilizar la ciudad, impulsar el decrecimiento urbano. El presente Manifiesto nace por la urgencia de dar vida a cambios estructurales profundos en la organización de la ciudad que sustituyan la actual mercantilización de la ciudad, de sus habitantes y de la naturaleza por la defensa de la vida en todas sus formas y la igualdad de oportunidades, fundamentándose en cuatro elementos clave:
Los firmantes demandamos que se realicen las siguientes medidas de manera urgente:
REORGANIZACIÓN DE LA MOVILIDAD, REDUCCIÓN DRÁSTICA DE LA CONTAMINACIÓN, REAPROPIACIÓN DE LA CALLE
(RE)NATURALIZACIÓN DE LA CIUDAD PARA GARANTIZAR LA SALUD Y EL BIENESTAR HUMANO E INCREMENTAR LA BIODIVERSIDAD URBANA
DESMERCANTILIZACIÓN DE LA VIVIENDA
DECRECIMIENTO