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El capital se mueve

John Holloway :: 16.09.20

El capital se mueve. Esta afirmación es tan obvia que parece que no tiene sentido escribirla,mucho menos dedicarle el título de un capítulo. Sin embargo…En la interpretación obvia, de sentido común, esta frase es comparable con la que enuncia que el perro se mueve. El perro puede estar quieto, pero también se levanta y semueve. El capital, habitualmente asentado en un lugar, se levanta y se mueve. El capitalbritánico se transfiere como inversión en el África. El capital japonés sale del Japón y fluye hacia los Estados Unidos.

El capital se mueve

John Holloway

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Nueva edición ampliada y corregida del texto publicado en Keynesianismo: una peligrosa ilusión. Unaporte al debate de la teoría del cambio social, Buenos Aires, Ediciones Herramienta, 2005. Eloriginal inglés fue publicado en 1995, “Capital Moves”, en Capital & Class (Edimburgo, Conferenceof Socialist Economists), núm. 57 (septiembre-diciembre), págs. 137-144.1

 

La relocalización del capital

El capital se mueve. Esta afirmación es tan obvia que parece que no tiene sentido escribirla,mucho menos dedicarle el título de un capítulo. Sin embargo…En la interpretación obvia, de sentido común, esta frase es comparable con la que enuncia que el perro se mueve. El perro puede estar quieto, pero también se levanta y semueve. El capital, habitualmente asentado en un lugar, se levanta y se mueve. El capitalbritánico se transfiere como inversión en el África. El capital japonés sale del Japón y fluye hacia los Estados Unidos. El capital, como el perro, se entiende como algo en principio fijo pero capaz de moverse. Es así como la empresa alemana Volkswagen tiene una fábricaautomotriz en Puebla (México), pero sabemos que la puede cerrar e irse a otro lugar. Elcapital es capaz de moverse, pero se define en primer lugar en términos de su ligazón: con unaempresa (Volkswagen), con una rama económica (la industria automotriz) y con un lugar(México, Alemania y otros). Siguiendo el mismo razonamiento, el capital invertido en laindustria textil se conoce como capital textil, el capital invertido en la banca como capitalbancario, el capital que es propiedad de los mexicanos como capital mexicano, el de losestadounidenses como capital estadounidense. Aunque no se pone en cuestión la capacidaddel capital de moverse, de desligarse de un propietario en particular o de una rama económicaespecífica, el movimiento del capital se considera como secundario con relación a sudefinición inicial en términos de su ligazón o inmovilidad.En estos ejemplos el capital está tratado como una cosa, algo que puede ser lapropiedad de alguien, que habitualmente está vinculado a un lugar específico, a una empresa,una rama de actividad económica, que puede ser movido de un lugar a otro, de una empresa ode una rama económica a otra.Esto es obvio, pero una vez que tratamos de quitarle al capital su cualidad de ser unacosa se vuelve algo no tan obvio. ¿Por qué quisiéramos quitarle al capital su cualidad de cosa?¿Por qué no sería suficiente el análisis elemental del movimiento del capital? Depende de loque se quiera entender. Si queremos considerar el desarrollo capitalista tal como lo entiendenlos economistas, o cómo el capital domina a la sociedad, entonces probablemente no hayaninguna razón para cuestionar el carácter de cosa del capital. No obstante, si queremoscomprender no la dominación y la reproducción del capital, sino la vulnerabilidad y la rupturadel capital, si –en otras palabras–, queremos entender no cómo funciona el capitalismo, sinocómo puede ser destruido, entonces tenemos que abrir el capital como cosa, romper la ilusión/realidad de que el capital es, el capital se mueve, el capital domina, de que el capital es algoque es así y punto. Fue por eso que Karl Marx dedicó gran parte de su vida para demostrarque el capital no es una cosa, sino una relación social, una relación social que existe en laforma fetichizada de una cosa.Si el capital es entendido como una relación social y no como una cosa, entonces, ¿quésignifica decir que el capital se mueve? La respuesta es ahora menos obvia: ¿cómo puedemoverse una relación social? Así, el movimiento del capital solo puede referirse a lamovilidad, o tal vez mejor, al flujo o a la fluidez de las relaciones sociales del capitalismo, delas relaciones de poder en el capitalismo.El significado de la movilidad de las relaciones sociales del capitalismo puedevisualizarse mejor al contrastar el capitalismo con el feudalismo. Durante el feudalismo larelación de dominación-explotación era una relación directa y personal. El siervo estabaligado a un señor en particular, y el señor estaba limitado a la explotación de los siervos quehabía heredado o que podía subyugar. Ambos lados de la división de clases estabanvinculados: el siervo lo estaba a un señor, y el señor a un grupo determinado de siervos. Si el

señor era cruel el siervo no podía decidir irse y trabajar para otro señor. Si los siervos eranperezosos, sin preparación o incluso si se insubordinaban, el señor podía intentardisciplinarlos, pero no podría, simplemente, despedirlos. La relación entre siervo y señor teníaun carácter fijo, inmóvil. El descontento que era consecuencia de la relación se expresabamediante revueltas y fugas de los siervos, y la búsqueda por parte de los señores de otrasformas de expandir su poder y su riqueza. La relación personal e inmóvil de la servidumbrefeudal se mostró inadecuada como forma de contener y explotar el poder del trabajo. Lossiervos huyeron a las ciudades, los señores feudales aceptaron la monetización de las nuevasrelaciones de dominación.La transición del feudalismo al capitalismo fue, por lo tanto, un movimiento deliberación por ambos lados de la divisoria de clases. Ambos bandos huyeron el uno del otro:los siervos de los señores (el aspecto que enfatiza la teoría liberal), pero también los señoresde los siervos, mediante el movimiento de su riqueza monetizada. Los dos escaparon de unarelación de dominación que se había revelado como una forma de dominación inadecuada:huyeron hacia la libertad.La huida hacia la libertad es la esencia de la transición del feudalismo al capitalismo.Pero, por supuesto, aquí hay dos sentidos de la libertad diferentes y opuestos (un dualismoque es la contradicción central de la teoría liberal). La huida de los siervos fue la huida de lasubordinación al señor, la fuga de quienes, por una razón u otra, ya no aceptaban la antiguasubordinación: los insubordinados huyendo de la subordinación. La huida de los señores fuetodo lo contrario: cuando convirtieron su riqueza en dinero estaban huyendo de lainsuficiencia de la subordinación, estaban huyendo de la insubordinación. Por un lado la huidade los insubordinados, por otro lado y en oposición la huida de la insubordinación: visto desdecualquiera de los dos lados, la insubordinación del trabajo fue la fuerza motriz de la nuevamovilidad de la relación de clase, es decir, de la huida mutua de siervos y señores.La huida de los insubordinados y de la insubordinación del trabajo, la repulsión mutuade los dos actores sociales no disolvió, por supuesto, la relación de clase. Para ambos, siervosy señores, la huida hacia la libertad se enfrentó con la reafirmación del vínculo dedependencia mutua. Los siervos liberados encontraron que no tenían la libertad para dejar detrabajar bajo mando ajeno, ya que eso hubiera significado el hambre. Visto que los antiguossiervos no disponían de los medios de producción se vieron obligados a trabajar para el dueñode esos medios. Para sobrevivir tuvieron que subordinarse de nuevo. Sin embargo, eso no fueun retorno a la vieja relación: ya no estaban vinculados a un amo en particular, sino que teníanla libertad de moverse, de abandonar a un amo e irse a trabajar para otro. La transición delfeudalismo al capitalismo conllevó la despersonalización, la desarticulación o licuefacción delas relaciones de dominación. La relación de dominación no fue abolida con la disolución delos vínculos de servidumbre personal, pero sí sufrió un cambio fundamental en su forma. Laligazón que vinculaba al siervo a un amo determinado fue disuelta y reemplazada por unarelación en movimiento de subordinación a la clase capitalista fluida y desarticulada. La huidade la subordinación entra en la definición misma de la nueva relación de clases.En el otro lado de la sociedad, los antiguos señores que habían convertido su riquezaen dinero encontraron también que la libertad no era lo plena que habían imaginado, ya quetodavía dependían de la explotación y, por lo tanto, de la necesidad de subordinar a losexplotados, los trabajadores, sus antiguos siervos. La huida de la insubordinación no es unasolución para los señores convertidos en capitalistas, ya que el crecimiento de su riquezadepende de la subordinación del trabajo. Tienen la libertad de abandonar la explotacióndirecta de cualquier grupo de trabajadores (con variados argumentos, ya sea de pereza, decapacitación inadecuada u otro similar) y pueden establecer vínculos directos de explotación3

con otro grupo de trabajadores o, simplemente, participar por medio de la inversión noproductiva en la explotación global del trabajo. Cualquiera que sea la forma de su relaciónespecífica con el proceso de explotación del trabajo, la expansión de su riqueza no puede sermás que una parte total de la riqueza producida por los trabajadores. Cualquiera que sea laforma de dominación de clase, el trabajo sigue siendo el único poder constituyente. Al igualque en el caso de sus antiguos siervos, la huida hacia la libertad se revela como una huidahacia una nueva forma de dependencia.De la misma manera que la huida de los siervos de la subordinación los devuelve a unanueva forma de subordinación, la huida de los señores de la insubordinación los lleva a lanecesidad de enfrentar esa insubordinación. Sin embargo, la relación ha cambiado, ya que lahuida del capital de la insubordinación se ha convertido en un elemento central de su luchapara imponer la subordinación (como se puede ver, por ejemplo, en la amenaza siemprepresente del cierre o quiebra de una fábrica). La huida de la insubordinación se ha convertidoen una característica definitoria de la nueva relación de clase. La insubordinación del trabajoes, pues, el eje sobre el que gira la definición del capital como tal. El desasosiego que provocala insubordinación es lo que genera el movimiento del capital.Desde el principio, la nueva relación de clase entre capitalistas y trabajadores –o mejor(ya que se trata de una relación despersonalizada) la que se da entre el capital y el trabajo– esuna relación de huida y dependencia mutua: la fuga de los insubordinados y de lainsubordinación y, al mismo tiempo, la dependencia de la nueva subordinación. El capital, porsu propia definición, huye del trabajo insubordinado en la búsqueda incesante de cada vezmayor riqueza, pero nunca puede escapar de su dependencia de la subordinación del trabajo.El trabajo, desde el principio, huye del capital para buscar autonomía, sosiego, humanidad,pero solo puede escapar de su dependencia y de su subordinación al capital si logra destruirlo,eliminando la apropiación privada de los productos del trabajo y destruyendo así su propiaexistencia como trabajo. La relación entre el capital y el trabajo, por lo tanto, es de huida ydependencia mutua, pero no es una relación simétrica: el trabajo puede escapar, el capital no.El capital depende del trabajo de la misma forma que el trabajo no depende del capital. Elcapital sin el trabajo deja de existir; el trabajo sin el capital se convierte en creatividad, enpráctica fecunda, en humanidad.Tanto el siervo (ahora trabajador) como el señor (ahora capitalista) siguen siendo lospolos antagónicos de una relación de dominación y lucha, pero esta relación ya no es lamisma. La insubordinación del trabajo ha entrado en la definición misma de la relación comoinquietud, movilidad, liquidez, cambio, fluidez, huida constante. La relación de clase se haconvertido en una relación que cambia en permanencia, en constante movilidad, en la que loscapitalistas de conjunto participan en la explotación de la totalidad de los trabajadores y estos,a su vez, contribuyen a la reproducción del capital y, a modo de un caleidoscopio, se efectúaun cambio constante en los modelos de explotación.Con la transición al capitalismo la dialéctica de la insubordinación-subordinación, quees el núcleo de cualquier relación de clase, adquiere una forma distintiva: el movimientoantagónico de la huida de los insubordinados y de la insubordinación hacia la subordinaciónrenovada. Este movimiento antagónico se expresa en las categorías familiares de la economíapolítica: en la existencia de la fuerza de trabajo y de los productos del trabajo comomercancías, en la existencia del valor, del dinero, del capital. Estas categorías expresan elcarácter indirecto o desarticulado de la dominación capitalista: explicitan el hecho de que enel capitalismo la subordinación del trabajo está mediada por la libertad –ya sea esta la deltrabajador o la del capitalista–, en otras palabras, la huida de la insubordinación. Por lo tanto,estas categorías, que muchas veces son entendidas como la expresión de la llamada legalidad4

del desarrollo capitalista, manifiestan, de hecho, la presencia definidora de la insubordinacióndel trabajo en el seno de la relación capitalista de subordinación, es decir, del caos en elcorazón de la dominación capitalista.Todo parece estar cabeza abajo. No estamos acostumbrados a pensar en el valor, porejemplo, en estos términos. Es más común pensar en el valor como el establecimiento delorden (la ley del valor), como el vínculo social en una sociedad de productores autónomos.Esto es cierto, pero solo si el énfasis está puesto en la crítica a la teoría liberal. El concepto dela ley del valor, en efecto, dice que a pesar de las formas, los productores que en aparienciason autónomos de la sociedad capitalista están vinculados por una conexión social que opera asus espaldas, la ley del valor. Si, por el contrario, partimos no de la apariencia delindividualismo fragmentado sino de la irrupción histórica de la insubordinación del trabajo,entonces, el valor expresa la fragmentación impuesta por esta irrupción sobre la dominaciónmás cohesiva del feudalismo. La ley del valor es, al mismo tiempo, el desorden anárquico delvalor, la pérdida de cualquier control social sobre el desarrollo de la sociedad, la presencia dela insubordinación en el seno de la subordinación. El valor es la categoría de la economíapolítica que sintetiza la huida contradictoria de los insubordinados y de la insubordinación,por parte de la patronal, de la misma forma que la libertad es la expresión categorial de lamisma huida en la teoría política liberal.El valor, en la forma de dinero, es la nueva fluidez de la relación de clase. El hecho deque las relaciones sociales llegan a ser establecidas a partir del dinero es lo que hace posibleque el trabajador se desplace de un amo a otro, en cada caso vendiendo su fuerza de trabajopor una cantidad de dinero. El hecho de que el señor convertido en capitalista puede cambiarsu riqueza en dinero es lo que le hace posible abandonar a un grupo de trabajadores ycambiarlo por otro, y participar en la explotación global del trabajo.El dinero no solo produce la licuefacción de la relación de clase: al mismo tiempo latransforma y la fetichiza. Le otorga su propio color, dando a la relación de subordinación-insubordinación la apariencia de una relación entre ricos y pobres, una relación entre aquellosque tienen y aquellos que no tienen dinero en lugar de una relación de antagonismo.Transforma la relación antagónica de subordinación-insubordinación en una relaciónmercantil, transforma la huida de los insubordinados y de la insubordinación que define larelación capital-trabajo en un movimiento de dinero, es decir, en un movimiento del capital(entendido como fenómeno económico).La frase trivial con la que empezamos este artículo –el capital se mueve– ha adquiridoahora un nuevo sentido. Es una tautología: no significa que el capital habitualmente estéquieto y ahora se mueve, sino que el movimiento es parte inherente del capital.La fluidez de la relación capital-trabajo y la inestabilidad de las relaciones capitalistas de poderA primera vista, sin embargo, la relación capital-trabajo no es tan fluida. A pesar de que lostrabajadores tengan la libertad de vender su fuerza de trabajo al explotador que ellos escojan,no pueden transformar esto en un movimiento perpetuo: muchas veces están empleados porun determinado capitalista durante meses o años. Aunque el capitalista tenga la libertad demover su capital adonde quiera, buena parte del capital está vinculado a fábricas, amercancías, al empleo de trabajadores específicos, invertido en lugares o ramas económicasconcretas, relacionado con empresas determinadas. Si bien la relación entre el trabajo y elcapital es aterritorial, la mayoría de los trabajadores y de los capitalistas pasan gran parte desu vida en un lugar dado y tienen vinculaciones territoriales. Si enfocamos una empresa o unsector económico o un área productiva, si consideramos a un trabajador o a un grupo de5

trabajadores, entonces, el capital no aparece como noción pura: aparece como algo fijo perocon capacidad de movimiento.La relación capital-trabajo, en otras palabras, existe en una forma institucional oestática. Los trabajadores no tienen una relación inmediata con el capital como tal, en general,sino con un determinado capitalista que, habitualmente, es una empresa. De igual modo, lasempresas no explotan de modo directo o inmediato al trabajo como tal sino a los trabajadoresque emplean. La noción pura de la relación capital-trabajo existe en una forma que parecedetenerla, congelarla, una forma que la institucionaliza. El poder en la sociedad capitalista noparece ser la expresión de una relación de huida y dependencia entre el capital y el trabajo: elpoder parece como adherido a empresas, grupos empresariales, personas específicas, estados yotras instituciones. Quienes detentan el poder, por más nebulosos que se nos aparezcan, tienenuna identidad: aun los más ocultos pueden ser identificados por un investigador perseverante.Si el poder existe en una forma institucional, entonces el argumento de que la relacióncapital-trabajo es constitutivamente fluida se puede entender solo como crítica, como unacrítica explosiva y destructiva.Si regresamos a la frase inicial, el capital se mueve, la primera interpretación (elcapital –antes quieto o afincado de alguna manera– se mueve) conlleva una visióninstitucional del poder. El capital se define por su encuadramiento institucional (laVolkswagen, el capital estadounidense, u otros), es decir, por su falta de movimiento, antes deque su propio movimiento sea puesto en consideración. Se estima que el marco institucional(la empresa o el Estado) tiene prioridad sobre el movimiento del capital. Así, por ejemplo, lanoción de capital mexicano comporta una definición previa de México, que establece unmarco de autoridad dentro del que se puede hablar de esa noción de dicho capital. A Méxicocomo categoría social (como conceptualización de las relaciones sociales) se le da prioridadteórica sobre el concepto de capital, y aunque esto sea asumido de modo habitual, se expresao es teorizado con poca frecuencia. La primera interpretación de que el capital se mueve no dasolamente cierta definición del capital, sino que conlleva una visión más general de lasrelaciones sociales, una visión que define las relaciones sociales en términos de suinstitucionalización.La visión institucional del poder (como vinculado con, o como la propiedad dedeterminadas instituciones) comporta una interpretación del poder desde el arriba que mirahacia abajo: el poder sería algo que algunas personas tienen y del que otras están excluidas.Así, por ejemplo, en la tradición leninista, se asume que el Estado tiene poder, un poder quepuede ser tomado por la clase trabajadora. La visión institucional del poder está vinculada consu comprensión como dominación o subordinación.La segunda interpretación (es decir, aquella que sostiene que el capital está constituidopor el movimiento) no es simplemente diferente de la primera, sino que la hace estallar.Sostiene, en efecto, que –contrariamente a las apariencias– las relaciones sociales (lasrelaciones de poder clasistas) no son institucionales. El capital está constituido por sumovimiento, por la movilidad de las relaciones sociales. Todas las instituciones que parecentener poder son simplemente el modo de existencia de una relación social sobre la que notienen ningún control: la relación de huida y dependencia es la relación entre el capital y eltrabajo. Todas las grandes instituciones de poder que parecen ser tan sólidas están flotandosobre una relación móvil en la que el trabajo es finalmente todopoderoso. Decir que el capitalestá constituido por el movimiento es criticar la autopresentación institucional del poder.En otras palabras, asumir la comprensión del capital como movilidad es partir no de laestabilidad sino de la inestabilidad de las relaciones capitalistas de poder. Si la primera6

interpretación entiende al capital en términos de la subordinación del trabajo, la segunda loentiende en términos del movimiento antagónico de la insubordinación-subordinación deltrabajo. Una vez que la insubordinación está colocada en el centro de la imagen, una vez quese entiende que la insubordinación define al capital y la forma de la subordinación, una vezque se ve que la huida de los insubordinados y de la insubordinación constituye al capital,entonces se hace claro que no es posible entender el poder solo como una relación hacia abajoni como ligado a una institución específica. Si la insubordinación define la forma de lasubordinación, entonces nunca es posible discutir la insubordinación y la subordinación porseparado.Esto se puede expresar en los términos más tradicionales de la relación entre laproducción y la circulación. La primera interpretación da prioridad a la producción (lainmovilidad del capital) y asume que la circulación es secundaria y externa a la producción; lasegunda interpretación entiende al capital en términos de la unidad interna entre circulación yproducción (la unidad de la huida de los insubordinados y de la insubordinación y de laimposición de la subordinación).La distinción se puede ver también en términos de la definición de clase. Laconcepción que ve la producción como primaria y la circulación como secundaria tiende aconducir a una definición de la clase trabajadora como aquella de los subordinados en laproducción, es decir, el proletariado industrial. Si el capital se entiende en términos de launidad de la producción y la circulación (o la unidad de la huida de los insubordinados y de lainsubordinación), entonces la imagen que se presenta es otra. El capital vive subordinando yluego huyendo de la insubordinación (que es su contrario inseparable de la subordinación):devora el trabajo para explotarlo y lo vomita por indigesto. El antagonismo que define a laclase trabajadora no es el antagonismo de subordinación, sino de subordinación-insubordinación: los trabajadores no son las víctimas subordinadas sino los insubordinadosque repelen al capital y a quienes este tiene que subordinar. Si el capital vive devorando yvomitando, entonces la clase trabajadora puede ser definida precisamente como los devoradosy expulsados de la tierra.La crítica es la expresión teórica de la incertidumbre de la insubordinación. Ya que lacrítica es el establecimiento teórico de la interconexión entre los fenómenos sociales, y lahuida de los insubordinados y de la insubordinación (el movimiento del capital) es elestablecimiento práctico de la misma interconexión, la crítica es nada más que la expresiónteórica de esta huida. Prácticamente, el movimiento sin sosiego del capital destruye sin fin lasinstituciones del poder. Teóricamente, el marxismo, como expresión más desarrollada de lainsubordinación del trabajo, destruye sin fin las categorías del pensamiento.Empresas y Estado, la acumulación del capital y su huida de la insubordinaciónEl argumento desarrollado aquí conlleva una crítica a muchas de las categorías de análisisempleadas por la tradición marxista ortodoxa.Ha sido común en aquella tradición analizar el capital en términos de su inmovilidad oafincamiento, y no en términos de su movimiento. Esto se refleja, por ejemplo, en el conceptode capital nacional, tal el caso, por ejemplo, del capital estadounidense, el capital japonés o elmexicano. El concepto de un capital nacional desempeña un papel central en las teorías delimperialismo, que habitualmente está entendido en términos de la dominación del capitalestadounidense (u otro) o del conflicto interimperialista (como en el conflicto entre el capitalestadounidense y el capital japonés, por ejemplo) o en términos de la exportación del capitalde los países centrales a los países periféricos.7

Estos análisis se construyen sobre un concepto del capital definido en términos de suinmovilidad. Por el contrario, si la fluidez es parte constitutiva del capital es difícil ver cómose pueden defender estas categorías. Si el movimiento del capital es la unidad contradictoriade la huida de los insubordinados y de la insubordinación y la resubordinación del trabajo,entonces, no es obvio por qué o cómo debería de ser analizado este movimiento limitado porun ámbito nacional. Desde el principio, el movimiento de los trabajadores ha sido undesplazamiento que cruza fronteras en búsqueda de otros ambientes de explotación. Desde elprincipio, la huida del capital del trabajo insubordinado para buscar medios de expandirse hasido un movimiento mundial. La búsqueda internacional de ganancias más altas por parte delcapital comporta la existencia de una tendencia mundial a la equiparación de las tasas deganancia o, en otras palabras, una repartición mundial de la plusvalía producida por lostrabajadores del planeta. En este contexto no tiene sentido tomar un concepto como capitalnacional (o economía nacional) como base para entender el desarrollo del capitalismo.El concepto de capital nacional solo se puede justificar en la medida en que existenobstáculos al flujo global del capital, es decir, a la repartición global de la plusvalía,obstáculos a la huida de los insubordinados y de la insubordinación. Los estados son elelemento más importante de estos obstáculos. Cuando el modo feudal de subordinar al trabajose derrumbó significó no solo la liberación del siervo y el señor, sino también el colapso delmodo establecido de mantener el orden social, sin el que una sociedad de clases no se puedeconcebir. El nuevo modo de mantener el orden (el Estado) se desarrolla separado del procesoinmediato de producción, como condición necesaria para la existencia del trabajo libre.Históricamente, se organiza sobre una base territorial. Los estados capitalistas se desarrollaronsobre todo como medio de imponer restricciones territoriales a la huida de los trabajadores dela subordinación, por medio de la legislación y la administración de las leyes mediante elcontrol de lo que se definió como vagabundeo (la huida irrestricta de los insubordinados).Los nuevos aparatos de orden público (los estados) se desarrollaron como conjuntosmás o menos coordinados de obstáculos al movimiento del trabajo y el capital. Las leyessobre el vagabundeo tienen su equivalente moderno en las leyes que controlan la migración(y, por lo tanto, la ciudadanía) y en todo el arsenal de regulaciones que restringen o inhiben deuna manera u otra el movimiento de los trabajadores (y sin las que el capitalismo hoy,probablemente, no podría sobrevivir). La restricción territorial es un principio central delmantenimiento del orden en la sociedad capitalista.Las restricciones al movimiento del capital han tomado formas diferentes. Ya que elconjunto de los estados dependen para su propia reproducción de la acumulación del capitalcomo fuente de ingresos (mediante los impuestos) y como base del orden social, la totalidadde los estados compiten para atraer o retener el capital en su territorio. Mientras lasrestricciones estatales al movimiento de los trabajadores (la huida de la subordinación)aspiran en general –no siempre– a excluir los trabajadores, las restricciones al movimiento delcapital (la huida de la insubordinación), habitualmente, tienen como objetivo atraer o retenerel capital. Restricciones de este tipo incluyen medidas que obstaculizan directamente elmovimiento del capital (obstáculos a la exportación de capitales o valores, por ejemplo), pero,en general, toman la forma de medidas que promueven condiciones favorables a lasubordinación del trabajo y la acumulación del capital dentro del territorio estatal: lasupresión de la oposición, la regulación de los sindicatos, la imposición de aranceles, laconcesión de contratos para obras públicas, el pago de subvenciones, la protección demonopolios, la promoción de los intereses de las empresas que operan en el territorio nacionalpor medios diplomáticos y militares. Todas estas medidas tienen como objetivo asegurarcondiciones particularmente favorables para la acumulación del capital en el territorio estataly son, por lo tanto, intervenciones en la nivelación mundial de la tasa de ganancia (la8

repartición mundial de la plusvalía). Estas son medidas que adquieren su significado en elmovimiento mundial del capital. Los estados nacionales se pueden entender como losobstáculos al flujo mundial del capital, como compartimientos que entran en competenciaentre sí tratando de atraer y retener el flujo mundial en su propia dirección. Como válvulasque intentan aprovechar el movimiento de un flujo que ellos no controlan.En la medida en la que los estados obstaculizan el flujo del capital (la huida de lainsubordinación), se forman lazos entre capitales específicos y estados nacionalesdeterminados. Estos lazos tienen muchas veces algo que ver con el origen nacional de lospropietarios del capital en cuestión, pero no es exclusivamente así. Muchas grandes empresasmantienen vínculos muy estrechos con varios estados: eligen según sus intereses, no segúnsus sentimientos nacionales. Los estados actúan en consecuencia: en general, no discriminanentre capitales según su origen o la nacionalidad de sus dueños sino de acuerdo con suspropios intereses. Los vínculos que existen entre empresas y estados pueden tener unainfluencia importante en las acciones de las empresas y de los estados, sin embargo, estehecho no constituye a los capitales como capital nacional. Por necesidad, las empresas y losestados son mucho más oportunistas que lo que sugiere el concepto de un capital nacional.Las empresas, para sobrevivir, tienen que tratar de aumentar sus ganancias al máximo. Por logeneral, eso significa invertir su capital en varios países: lo hacen y buscan y reciben el apoyodel conjunto de los estados interesados. Los estados, para mantener el orden y sus ingresos,tienen que tratar de atraer y retener el capital dentro de sus fronteras: la nacionalidad delcapital es, en general, una cuestión de absoluta indiferencia. Las empresas que actúan por unsentimiento nacional simplemente no atraen una parte proporcional de la plusvalía global. Losestados que confunden sus intereses con los de los capitalistas locales (lo que pasa confrecuencia donde hay vínculos estrechos entre sectores políticos y capitalistas) habitualmenteencontrarán que llegan a ser menos atractivos como sedes para la acumulación del capital. Lasalianzas entre estados y grupos específicos de capitalistas (de cualquier nacionalidad) puedendesempeñar un papel importante en la competencia mundial para atraer una parte de laplusvalía total producida, pero tales alianzas son inevitablemente inestables y, de todasformas, no pueden ser tomadas como base para la explicación del desarrollo capitalista.El capital no reconoce bandera, ni himno patrio, ni sentimiento nacional si no estápuesto a su servicio como instrumento para imponer la subordinación del trabajo. Todocapital se nutre de la extracción mundial de la plusvalía: no hay otra fuente posible para laexpansión capitalista. Las empresas atraen una porción de esa plusvalía o desaparecen. Losestados compiten para atraer y retener una porción del capital a partir de la creación decondiciones favorables a su acumulación o caen en crisis y en el caos. La nivelación mundialde la tasa de ganancia (la repartición mundial de la plusvalía) no está controlada por ningunaempresa ni Estado: el conjunto de las empresas, los estados y los políticos son sirvientes delcapital.Ni el Estado nacional, ni la rivalidad entre estados es, por lo tanto, una categoríaadecuada para entender el desarrollo del capitalismo, ni en el ámbito mundial, ni en cualquierterritorio local (Estado, región, provincia u otros). La única manera de entender el desarrollocapitalista (sea político o económico) es a partir de la comprensión de lo que es la extracciónde la plusvalía o, en otras palabras, la lucha de clases, que es la unidad contradictoria entre lahuida de los insubordinados, y la de la insubordinación y la subordinación del trabajo.Trabajo abstracto y trabajo vivoEl movimiento del capital es la unidad dialéctica de la huida de los insubordinados y de lainsubordinación y la imposición de la subordinación. Es más común expresar esto como launidad dialéctica de la circulación y la producción, pero estos términos no ponen énfasis en el9

hecho de que ambas, tanto la circulación como la producción, son lucha de clases,diferenciadas en el tiempo y en el espacio. La huida de los insubordinados y de lainsubordinación y la imposición de la subordinación son hechos crucialmente diferentes entérminos temporales y espaciales: esto es fundamental para cualquier discusión del desarrollohistórico del capitalismo.La existencia del capital depende de la subordinación del trabajo. Para que el capitalexista, el trabajo abstracto –productor de valor– tiene que ser impuesto al trabajo vivo. Eltrabajo tiene que estar subordinado al mando capitalista y producir plusvalía en cantidadsuficiente para asegurar la reproducción expandida del capital. Los períodos de acumulaciónsostenida son períodos de subordinación sostenida del trabajo.En tales períodos de acumulación-subordinación sostenida, la insubordinación deltrabajo y, por lo tanto, la huida del capital están presentes, por supuesto, pero su importanciaes menos obvia. Con todas las reservas que una generalización de este tipo conlleva, se puededecir que es la combinación de acumulación y subordinación la que da su color al período y alas concepciones de la sociedad y del desarrollo social que predominan. En particular, laimportancia relativa de la subordinación del trabajo (y por consiguiente del capital en suforma productiva) sustenta la comprensión institucional del capitalismo, según la cual elcapital (y el poder, en general) se entiende como básicamente estático.El período de expansión de la posguerra (aproximadamente, entre 1945 y 1974) es elejemplo más obvio de un período de este tipo en el que la subordinación del trabajoprevalecía. La insubordinación previa (el largo período de conflicto en la primera parte delsiglo XX, en el que 1917 fue la luz más brillante) había sido superada finalmente por lacombinación de la depresión económica, el fascismo y la guerra. La nueva subordinaciónestablecida creó las bases para la acumulación renovada del capital que, a su vez, fue el sosténpara el mantenimiento de la subordinación (o al menos la contención de la insubordinación),que era característica de esos años. Con el tiempo la explotación del trabajo llegó a ser cadavez más costosa para el capital (lo que Marx denomina aumento en la composición orgánicadel capital) y la contención de la insubordinación llegó a ser cada vez menos efectiva. Elmovimiento de Mayo de 1968 fue la segunda gran huida de la subordinación en el siglo XX, yel capital respondió como tenía que responder: huyendo, a su vez, de la insubordinación deltrabajo.A partir de los últimos años del decenio de 1960 y principios del siguiente, la huida delos insubordinados y de la insubordinación se establece como momento dominante deldesarrollo capitalista. El capital se convierte en su forma líquida de dinero, rompe susvínculos institucionales (con fábricas, estados, ramas de actividad económica) y se mueve porel mundo en la búsqueda de medios para expandirse. No hay internacionalización niglobalización del capital –ya que el capital es de por sí mundial–, pero sí una intensificacióndel malestar mundial del capital que aparece como globalización. Los vínculos entre gruposcapitalistas y estados específicos se rompen, la política de la economía nacional (elkeynesianismo, las políticas de sustitución de importaciones) es abandonada, la totalidad delos conceptos políticos, económicos y culturales que eran parte del modelo previo, de pronto,quedan como fuera de moda o parte del pasado. El dinero –la forma del capital en toda supureza líquida y obscena– reina supremo, como norma cultural, como dogma económico,como principio de la organización del Estado y la sociedad. El torrente de capital líquidodestruye el mundo decrépito, ahogando en el proceso toda la vieja charlatanería criminal delllamado socialismo (o liberación) en un solo país.La huida de la insubordinación no es, sin embargo, lo mismo que la reimposición de lasubordinación. Entre 1917 y 1945 se impuso una realidad mundial de tragedia y de muerte sin 10 precedentes: nunca antes la reestructuración del capital había costado tanto horror. La huidadel capital que ha moldeado el mundo en los últimos decenios no parece haber logrado unanueva subordinación del trabajo que sea suficiente para crear las bases de un nuevo período deexpansión capitalista. A pesar de todo lo que se dice de la reestructuración del proceso deltrabajo y de la nueva sumisión del trabajo, la importancia del flujo de capital líquido y laexpansión continua del crédito y de la deuda como forma de mantener el capitalismo sugierenque la sociedad (todavía) no ha sido reestructurada lo suficiente como para asegurar un nuevoperíodo de subordinación y acumulación. Lo que el triunfo de esta reestructuración podríasignificar para la humanidad está graficado –en pequeña escala– por los horrores de los añosnoventa (por ejemplo, en Rwanda y Bosnia, entre otros). Posiblemente, la única forma deevitar un desarrollo de este tipo sea a partir de la realización teórica y práctica del poder deltrabajo insubordinado, la fuerza del ya basta mundial.11

 

Referencias bibliográficas

BONEFELD, Werner. 1993. The recomposition of the British State during the 1980s. Aldershot (Reino Unido), Dartmouth.HOLLOWAY, John. 1994. “Dinero y lucha de clases”, en J. ARZUAGA y J. HOLLOWAY(directores): Dinero global y Estado nacional. México, Editorial Coyoacán.HOLLOWAY, John. 1992. “La reforma del Estado: capital global y Estado nacional”, Perfiles Latinoamericanos (México, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales), núm. 1, diciembre, págs. 7-32.MARX, Karl. 1991. El Capital, vol. III, cap. 10. México, Editorial Siglo XXI.


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