Las tres propuestas que llegan al pueblo se orientan por los partidos que nos llaman a formar una Convención Constituyente, aunque algunos optarán por la Convención Mixta, otros prefieren la Asamblea Constituyente y están los que sostienen que una nueva constitución será finalmente igual a las anteriores.
Los tres bloques de la izquierda con sus sindicatos se dividen en socialdemócratas, que sólo quieren mejorar el estado, en reformistas que quieren cambiarlo de a poco hasta llegar al socialismo y quien sabe cuándo al comunismo, y en extraparlamentarios que no creen en la vía parlamentaria y se preparan para el asalto al poder.
El bloque socialdemócrata en masa apoya la Convención Constituyente, aunque algunos personeros pololean con la Mixta y otros con la AC debido a algunas influencias bacheletistas y del saco de plomo de Gustavo Ruz Zañartu, socialdemócrata que pololea con la Surda (y sus derivados autodenominados “autónomos”) y la masonería, a través de los cuales ha tenido buena llegada a la Facultad de Derecho de la U de Chile.
El bloque reformista se divide en dos: los reformistas pequeños burgueses, que quieren un nuevo país dirigido por sectores medios e inteligentes de elite universitaria y campeones de las ONGs como los partidos Comunista, RD, Liberal, grupo de Boric, Humanistas, grupo de Sharp, MEO y un montón de otros grupos y grupitos.
Los reformistas obreros, que asientan sus bases en sectores populares para llevarlos al estado conducido centralmente por el partido proletario que orientará la construcción del capitalismo de estado colocando sus piezas en los productores de plus-valía que es el eje de la ganancia, lo constituyen partidos y grupos como Igualdad, corrientes alrededor de Cuevas, grupos salidos del PC, grupos escindidos del Frente Amplio y grupos salidos de la UNE y admiradores del gurú de esa organización estudiantil Gabriel Salazar, así como grupos derivados del MIR, como los de Demetrio y el grupo poblacional Ukamau.
Los reformistas pequebú se orientan más a la Convención Constituyente y los reformistas obreros más a la AC, pero en la práctica les ha costado establecer unidad por arriba y se reparten por diversas propuestas.
De esa manera constatamos que ni el plebiscito, ni las formas de hacer una nueva constitución han logrado la unidad del pueblo, más bien incorporan nuevos factores de división, por lo que la unidad no hay que buscarla por ahí y no hay que ahondar divisiones discutiendo unos con los otros.
La conclusión es que debemos buscar la unidad del pueblo lejos del tema plebiscitario, ya que escribir Apruebo en todos lados no le sirve a nadie dado que hasta los derechistas están por el apruebo y a nosotros nos está dejando como cómodos, que nos basta decir Apruebo para engañarnos a nosotros mismos evadiendo las tareas del cambio.
Y la respuesta la tiene y la aplica el pueblo mismo, ya que los del Apruebo, los de la Convención Constituyente, los de la Asamblea Constituyente y los que no quieren estado, participan todos ellos en las tareas barriales de producción de alimentos directamente de la madre tierra y la distribución de los alimentos preparados en común.
Así de sencillo, así de pequeño, así de grandioso.
Queda claro que hacer más ollas y más huertas en un proceso constante de multiplicación es una acción que profundiza en dos vertientes: Re-conexión con la madre tierra, la madre de todos, y re-conexión entre nosotros, la comunidad destruida por el surgimiento histórico del patriarcado.
Y el plebiscito…. bueno, hay para escoger entre varias verdades verdaderas, pero el pueblo ya escogió su camino y sin discutir ha echado a andar, muchos detendrán momentáneamente ese andar para ir a la urna y volverán sin aspavientos a seguir sacando las papas, revolver la olla y compartir la comida, la mirada y el afecto, a seguir el camino. Vamos a caminar!
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