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Como se ha transformado un guerrillero izquierdista en defensor del libre mercado: Joaquín Villalobos, un Diacono Incorregible

Posta Porteña :: 27.09.20

Este trabajo es una primera entrega de respuesta al ensayo publicado a partir de julio de este año por Joaquín Villalobos, (San Salvador, 1951) un exguerrillero y político salvadoreño, fundador y máximo dirigente del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) una de cinco organizaciones que conformaron en 1980, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, durante la Guerra Civil de El Salvador. Actualmente consultor en seguridad y resolución de conflictos y asesor del gobierno de Colombia para el proceso de paz, nos presenta la primera de dos notas sobre el tema.

Joaquín Villalobos, un Diacono Incorregible
 
Por Tato López

Posta Porteña

26.SEP.20

(Este trabajo es  una primera entrega de respuesta  al ensayo publicado a partir de julio de este año por Joaquín Villalobos, (San Salvador, 1951) un exguerrillero y político salvadoreño, fundador y máximo dirigente del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) una de cinco organizaciones que conformaron en 1980, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, durante la Guerra Civil de El Salvador. Actualmente consultor en seguridad y resolución de conflictos y asesor del gobierno de Colombia para el proceso de paz, nos presenta la primera de dos notas sobre el tema. Posta )

„Se dice que hay varias maneras de mentir; pero la más repugnante de todas es decir la verdad, toda la verdad, ocultando el alma de los hechos. Porque los hechos son siempre vacíos, son recipientes que tomarán la forma del sentimiento que los llene“

                                                                             Juan Carlos Onetti-El Pozo

 Desde hace un par de meses, me había propuesto reflexionar con cuidado, sobre dos extensos artículos que realizo Joaquín Villalobos, investidos como un solo ensayo. A saber :Cuba el final de la utopía y el segundo, Cuba: Defensa y Agonía

Su autor, tuvo incidencia decisiva en la conducción de la guerra en el Salvador, teniendo meritos inapelables que contribuyeron en elevar la dimensión de la confrontación y su relación de fuerzas, con operaciones tan audaces como  la Batalla de El Moscarrón del 5 al 20 de junio de 1982, que creó una zona liberada en Morazán posterior al fracaso de la ofensiva final y a la masacre del Mozote, que elevaron la moral combativa de la guerrilla, haciéndola crecer y posibilitar el repliegue del enemigo a posiciones más estáticas,  dándole a la guerra un salto cualitativo que le permitió al FMLN estatuto de fuerza beligerante e interlocutor legitimo a nivel internacional.

 Sus cualidades ya eran perceptibles en los primeros episodios de la guerra, a menos de un mes del fracaso de la llamada ofensiva final de 1981, donde el incipiente FMLN hizo visible su fragilidad endémica para actuar unificado; el canibalismo político de los dirigentes involucrados en la Dirección Nacional Unificada(DRU) del FMLN lucha y sus tensiones, les hacia sobredimensionar permanentemente las fuerzas propias al servicio de las intenciones hegemónicas  de cada organización, y las capacidades de incidencia territorial, extremo que estuvo presente en otras operaciones conjuntas que costaron muy caro en vidas, dislocando tropas sobre mapas tácticos u operativos de Estado mayor que no se correspondían con el despliegue sobre el terreno, con las maniobras que eran incapaces de ejecutar con fuerzas vivas, básicamente por la exageración de sus plantillas de efectivos y por la ineptitud de eslabones medios de mando .

La guerra, es una expresión  lucida y brutal que puede crear condiciones de posibilidad a la política, a contrapelo de la afirmación de Clausewitz, es su continuación, pero también puede ser su imposibilidad, paga al contado y con vidas, revelando de manera inmediata que toda batalla todo conflicto es un campo de percepción. El campo de batalla es, en primer lugar, un campo de percepción.

Ver venir, saber que el otro va a atacar, en el Salvador, se vivía en zozobra, sin espacios, pegado al enemigo, en un permanente cerco táctico u operativo.

La guerra del Salvador, modificó radicalmente los campos de percepción de la clásica guerrilla, la descripción de la guerra, que Villalobos expone en breves pasajes con elocuencia, no aparecían en ningún manual, comparto su apreciación, y su caracterización de empate con los acuerdos de paz de Chapultepec, sin embargo, esa década de lucha armada, puso al conjunto de la sociedad, en los umbrales de un desastre irreversible.

Hasta aquí los acuerdos y el reconocimiento a Joaquín Villalobos, en el marco de un desacuerdo personal irredimible.

Leer este material induce efectos aleatorios, por un lado, resulta tranquilizador observar que el autor, evita hacer uso de las frecuentes maniobras de giro de converso para simular un proceso adaptativo como “hombre de izquierda”, extremo muy difundido por postulados ex-guerrilleros que usando para rédito personal, un distorsionado soporte místico del pasado, para ser cooptados por el progresismo institucionalizado y la indignidad de la representación, eso le da crédito para tomarlo en serio y evitar un agotador y arrogante debate semiológico sobre el marxismo, reconoce que perdió sus convicciones iníciales, y que se abraza con la misma consecuencia que en su anterior trayectoria insurreccionalista y marxista a la religión del libre mercado.

El 2 de setiembre de 1945, cambio el ordenamiento general de transito y se paso a circular por la derecha, sin que esta operara un cambio en los dispositivos de conducción  de los vehículos, algo de esto resulta articulable con el ensayo de marras. Lo que me inquieta de su exposición, no son sus móviles, estos resultan subsidiarios y visibles accediendo a su codificación y sus propósitos, su lectura permite observar que está estructurada como una pulp novel de la saga beatnik, o un libreto de Jean Luc Godard, se puede leer empezando por el final o por el medio, dicho esto sin ninguna ironía, pues el autor, luego de registrar una taxonomía confusa de sospechas sobre su representación de la izquierda latinoamericana contemporánea, donde en su relato Evo Morales resulta un exponente de todas las negatividades de la extrema izquierda y del triangulo del mal, luego de dejarse correr a “toallazos mojados” por un opaco golpe de Estado, dejando a sus seguidores, haciendo “viento con las pelotas”, y  enuncia al final de su ultimo articulo ”Uno de mis objetivos en este ensayo es provocar a la izquierda para que deje de creer que el cielo existe, abandone la defensa de lo que no funciona, mande al infierno la religión marxista y a todos sus santos, y regrese a la tierra. Procediendo a la inversa de un portero de cine que no recibe propina, y al dar la espalda dice “él asesino es el mayordomo”.

El autor nos pone permanentemente ante alternativas binarias, en virtud de las cuales debemos de optar entre la cientificidad del marxismo clásico, con su ficción de régimen de verdad o un retorno secular al pensamiento burgués y sus dispositivos e instituciones que constituyen otro régimen de verdad, perfectamente articulable con el primero, que de acuerdo a nuestra percepción, están investidas ambas, por una vieja impronta positivista, que no ha roto con la modernidad.

El relato trata de exponer  la incapacidad que tiene la izquierda, o las izquierdas, el marxismo, o los marxismos, para acceder a un régimen de verdad en el cual la exposición de sus miserias ante verdades fácticas, que la colocan ante  un umbral de problematizaciones y obstáculos epistemológicos infranqueables, por las irreductibilidades de su positivismo, donde una autocritica visible chocara siempre contra un muro de aporías que se rechazaran como “hacerle el juego al enemigo”.

Sin embargo, desde la misma estructura de pensamiento en que fueron formados los esquemas perceptivos del autor, constituidos en los dogmas del marxismo, ubica una disposición estratégica de su  discurso que intenta ponerse por fuera de cualquier régimen de verdad, o se sirve de un dispositivo para inducir efectos de verdad  que prefiguren algo que no existía todavía, es decir nuevas ficciones-sin que necesariamente sean falsas, y que se parecen más a un alegato de apertura fiscal, que a un ensayo político con rigor de historicidad-

La meta inmediata del autor, disponiendo las palabras para crear sentidos, a veces ocultando veladamente sus intenciones e intereses, y en otras ocasiones, sin percatarse siquiera de que lo que hace, es apenas una muestra de la situación en la que se encuentra, sin que necesariamente, sea consciente de esas pulsiones, replica lo mismo que pretende denostar, un discurso que siendo ideología, pretende instituirse como saber inapelable.

 Esta actitud presuntuosa y autoreferenciada, comienza a mostrar fisuras cuando los datos empíricos, y testimonios  que expone, se someten a un elemental rigor histórico, derrapando a posiciones teleológicas.

El autor cree que tiene el privilegio de, usando el método que se le ocurra, pueda  producir verdad, enunciarla y exponerla como incontrovertible y cuando pretende darle un marco de historicidad a su relato, su discurso es invadido de actitudes dogmáticas y de justificaciones universales.

Salvo algunos pasajes que provocan hilaridad sobre las miserias de la izquierda, el abuso a la interpelación binaria del lector, muestra las dificultades de la cultura occidental, que cuando se muestra incompetente para enunciar en términos de bien o de mal algunas problematizaciones en interior de su discurso, recurre a la normalidad o a la anormalidad, sobre lo que es saludable o lo que resulta malsano.

                                      EL PODER, UNA BESTIA MAGNIFICA…

La verdad no pertenece al orden del poder y en cambio posee un parentesco originario con la libertad: otros tantos temas tradicionales en la filosofía, a los que una historia política de la verdad debería dar vuelta mostrando que la verdad no es libre por naturaleza, ni siervo el error, sino que su producción está toda entera atravesada por relaciones de poder.                                                                                                                           Michel Foucault

Seleccionando algunas pocas afirmaciones del autor ,creo reconocer que su alejamiento de los dogmas marxistas, en particular los de la izquierda salvadoreña, fuertemente sujeta a la academia de ciencias de la URSS, sumado a la vocación de abrazar apostolados, lo llevan de la mano a deslumbrarse ante las positividades que han mantenido en el poder a la burguesía por más de tres siglos, que goza además, de amplios consensos, induciendo inversión de deseos, produciendo cosas, creando placer, formas de saber, y sobre todo produce discursos; es una gran red productiva que pasa a través de todo el cuerpo social en lugar, velando instancias negativa que tiene por única función la represión,el “régimen de verdad” del capitalismo no se remite exclusivamente a lo ideológico o súper estructural; fue una condición de la formación y desarrollo del capitalismo.

El autor inicia su artículo con una digresión de Slavoj Zizek, de inspiración marxista lacaniana, con una impronta humanista y llena de optimismo sobre las condiciones de posibilidad postpandémicas en la construcción de nuevo sujeto, como disparador de el discurso de apertura fiscal, que solo demuestra la inconsistencia de la llamada” intelectualidad orgánica” al interior del marxismo.

Actualmente, durante esta maniobra higienista que ha inducido la OMC ,reeditando la ficción del Ministerio del Miedo, se ha producido una nueva reconfiguración y concentración de la riqueza, pero seguimos teniendo la percepción aproximada de quién explota, hacia dónde va el beneficio, por qué intermediaciones discurre y dónde se reinvierte, y esta certidumbre queda expuesta recién en el siglo XIX por Marx, transcurrieron casi cuatro siglos de explotación capitalista, y un siglo mas, desde  la revolución burguesa, para saber cómo se sustanciaba la plusvalía, cuáles eran las reglas de su constitución.

En cuanto al poder,…que sabemos? si bien inteligimos perfectamente que no son los gobernantes quie­nes detentan el mismo, la noción de “clase dominante o dirigente” no está ni muy clara ni muy elaborada. “dominar”, “dirigir “, “gobernar “, “grupo del poder”, “apa­rato de Estado “., aquí hay todo un conjunto de presupuestos que piden ser analizados por fuera del marxismo.

Decir que el marxismo- leninismo es el stalinismo, no es una perfomatividad ramplona, decir que el marxismo, y sus diferentes grupos confesionales lo son, sería un reduccionismo malicioso, sin embargo, los efectos coercitivos del stalinismo, no le permitieron durante varias décadas, alejarse de su férula, por temor a quedar a la intemperie.

Nunca sentí la pulsión de abrazarme al marxismo para tener certidumbres de pertenencia o de identidad, desde Ignacio Ellacuria(a quien menciona el autor) hasta Carlos Cabarrus, toda la iglesia del tercer mundo, hasta la teoría de la liberación y los Jesuitas de Morazán, me resultaban tan creíbles como los marxistas, en tanto la ideología era una constatación de su lucha cotidiana, pero al igual que en la iglesia hay diferentes grupos confesionales, los que predican la resistencia y los que predican la sumisión, algo articulable sucedió con el marxismo cuando tuvo que optar por el Estado o por la Revolución.

El 21 de enero de 1924 muere Lenin, en marzo del mismo año, Stalin presenta nueve conferencias seguidas en la Universidad de Sveldrov, que se compilarían luego como Fundamentos del Leninismo.

En 1889 Lenin escribe el Desarrollo del Capitalismo en Rusia, cuando aún era poco conocido, salvo en los cenáculos marxistas rusos, en el mismo, sostiene que en la hipótesis de que un desenlace revolucionario en la Rusia Zarista, sus características serian eminentemente de base campesina.

 Asimismo, sería preciso saber hasta dónde se ejerce el poder, mediante qué relevos y hasta qué instancias, a menudo ínfimas, de jerarquía, control, vigilancia, prohibiciones y coacciones.

Todo el bagaje conceptual de la experiencia socialista de la URSS, tiene su soporte conceptual en la obra de Lenin, hasta una maniobra visiblemente pragmática de la nueva política económica (NEP) aprobada en el X congreso de la URSS(que Ernesto Guevara observa con valentía intelectual en los cuadernos de Praga),como un giro regresivo hacia el capitalismo.

La propia estructura conceptual del “Partido de nuevo tipo”,(entiéndase  Partidos Comunistas) es un ditirambo positivista que no admite ningún nivel de problematizaciones sobre el poder, en todo caso, vuelven más áridos al interior de sus mecanismos de funcionamiento cualquier matiz de diferenciación, no ya disidencia, pues el partido se postula como una organización a partir de la cual el proletariado accede a una conciencia de clase, pasando las voluntades individuales y subjetivas a una especie de voluntad colectiva.

 A partir de este mecanismo, la clase se constituye en sujeto, entendiéndose como un sujeto individual, de la cual elpartido expresa su conciencia. Es decir que el partido es conciencia y condición de conciencia a la vez.

En segundo lugar, como el partido es una organización con jerarquía estratificada que actúa excluyendo y prohibiendo esto o aquello, excluye a los elementos heréticos, en un intento por concentrar una voluntad monolítica, que finaliza siendo la voluntad burocrática de los dirigentes. Por último, la teoría que hace las veces de verdad produce el ocultamiento de la dimensión burocrática bajo la máscara del cálculo racional y económico presentado como las “relaciones sociales de producción”.  Esta triple dimensión de discurso científico, profecía y filosofía de Estado (o ideología de clase) implican una problemática difícil de superar al interior del marxismo, debido a la fuerza de la verdadoperante allíqueocasiona, en principio un empobrecimiento de su pensamiento político, y finalmente su parálisis.

El chantaje del “stalinismo post-stalinista, opero con tanta fuerza, aún dentro del marxismo disidente, que lo impulso a eliminar del discurso marxista todo aquello que no sea una repetición pusilánime de pago de peajes de lo ya previamente dicho, no permitiendo su avance en los umbrales inexplorados del desarrollo de nuevas disciplinas con estatuto de cientificidad, en tanto su carácter de ideología científica lo preservaba de ese esfuerzo

El precio que los marxistas pagaron por su obsecuencia al viejo positivismo fue el de una reticencia  recurrente a toda una serie de de investigaciones operadas desde dentro de la ciencia, la URSS rechazo el psicoanálisis hasta la década de los 60’s, abrazándose al conductismo.

Hasta Jean Paul Sartre, a pesar de ser denostado por la academia de ciencias de la URSS, como portavoz del estructuralismo inspirado en Heidegger, como una tendencia pequeño burguesa y contra revolucionaria, se ve urgido a salir a cajas destempladas en defensa de su andamiaje conceptual, calificando a Foucault como el “último baluarte que la burguesía ha erigido contra Marx”, elocuente demostración del temor a ser sospechado de herético.

Ahora bien, esa modalidad que instala el marxismo investido como ideología científica, es el resultado de asumir las tensiones desde las cuales era interpelado para el control del Estado Zarista que se desmoronaba con la revolución de octubre, que a contrapelo del 18 Brumario, donde Marx solo puede referirse como hipótesis al mismo, encuentra a Lenin y sus adláteres, ante la necesidad de dispensarle soportes “teóricos”

En una demostración elocuente de la sujeción del autor, a los conceptos de los que sigue constituido como ex marxista disidente, para referirse al régimen impuesto por el socialismo soviético por más de siete décadas, expresa:

”El llamado “socialismo real” o “comunismo” empezaba a agonizar en Europa y Asia. Aunque la intención fuera otra, la comparación de esa agonía con el final de un sistema de creencias religiosas no pudo ser más elocuente.”

La política de las comillas en alusión al socialismo soviético, a su despliegue entre mística y terror, no merece comillas infamantes e irónicas que rescaten como propósito virginal, al bue­no, al verdadero socialismo, el cual sería el único en dar el punto de vista legítimo para hacer una crítica políticamente válida a sus dispositivos de encierro y represión que impuso el pensamiento único.

 De hecho, el úni­co socialismo que merece las comillas despectivas, es el que desde nuestra representación imaginaria, llevaría la imagen de nuestros ensoñadores deseos.

Interpelar a sus dispositivos de encierro como los Gulags, a sus purgas sucesivas, a sus planes quinquenales estajanovistas en situación de semi esclavitud ,es irreductible a partir de los textos de  Marx o de Lenin, preguntándose por medio de qué error, desviación, o distorsión especu­lativa o empírica, la teoría ha podido ser distorsionada has­ta tal punto.

Se trata, por el contrario, de interrogar todos estos discursos a partir de sus materialidades.

La cuestión del Gulag, o de los juicios sumarios, no debe plantearse en términos de error (conversión teó­rica) sino de realidad.

Hacer de estos episodios, una especie de forúnculo degenerativo, desde esa coartada, opera también el stalinismo en relación a Lenin, y sus sucesivos grupos confesionales. Se lo piensa únicamente de modo negativo; como un obstáculo a eliminar, un disfuncionamiento que corregir.

Es casi imposible para el marxismo y sus subsidiarias, sustraerse a la interrogación únicamente al nivel de las causas, Si nos preguntamos: ¿Cuál es la causa del terror como pretexto del retraso del desarrollo en Rusia, la transformación del partido en burocracia, las dificultades económicas propias de la URSS, que reduce a sus dispositivos de encierro, como una especie de enfermedad degenerativa.

Se lo piensa únicamente de modo negativo; como un obstáculo a eliminar, un disfuncionamiento que corregir, es demostrativo de la imposibilidad que enfrentamos al no entender su régimen de verdad, sus positividades para el funcionamiento del poder.

Irónicamente, detrás de las negatividades visibles, de la exposición taxativa de la prohibición del socialismo real, funcionó un conjunto de positividades que fueron el vis a vis de los sistemas de occidente de secuestro, prohibición y disciplinamiento que operaron de forma ascendentemente más sutil ,pero no menos alienada en la historia del capitalismo. El Estado y la Revolución de Lenin, reducen la lógica del poder al Estado, al igual que un yunque y un martillo, no sería más que un instrumento, y lo único realmente importante sería en manos de quien está. “… entre el análisis del poder en el estado burgués y la tesis de su desaparición fatal, se resienten de una carencia: el análisis, la crítica, la destrucción, la inversión de los mecanismos de poder.

Reduciendo las tensiones generadas durante la ruptura, a la necesidad de otra carta magna de libertades, o de una nueva declaración de los derechos tan retorica como inoperante

. Si el socialismo, o los socialismos, pretenden ser deseados y no decepcionar más, debe de responder a la cuestión del poder y de su ejercicio. Tienen que inventar un ejercicio del poder que no se asiente en la prohibición y el miedo, quiénes los han intentado, fueron excluidos de formas más o menos incruentas

El  poder se caracteriza por su capacidad de “inducir”, de encauzar las conductas en una dirección que, lejos de vulnerar su reproducción, se convierta en su condición misma. Implica destruir los aparatos institucionales represivos, pero también todas las estructuras y de producir subjetividades.

El fin  de la utopía de Joaquín Villalobos se remite a la edad de sus prejuicios, y de su propia experiencia, que según el Bismarck ,solo los necios se refieren a ella como criterio de verdad.

La izquierda a la que interpela de manera genérica, ya no tiene estatuto de existencia, no necesita su convocatoria al abandono,  aparenta aquiescencia al soporte místico del pasado, como  vehiculizador místico de algo que ya no existe, y en consecuencia no amenaza con un régimen de verdad que perturbe, como la revolución cubana en su inicios, y ha  sufrido sucesivas metamorfosis, previas a la reconversión religiosa del autor, en ejercicios de gobierno, de marcada cooptación cultural, y ha devenido no ya en funcional, sino en necesaria para el sistema capitalista para resolver crisis transitorias del sistema, disciplinando y desmovilizando cualquier tensión generada en sus ciclos de crisis.

Una de las preocupaciones injustificadas del autor, están vinculadas a sus aprehensiones sobre todo aquello que se sustraiga a los cambios operados tras el disciplinamiento de esta izquierda institucional, que le hace los deberes a la gobernabilidad burguesa, a veces simulando enfado, pero es subsidio y sostén normalizador, mediante el contubernio y amancebamiento con el sistema que antes cuestionaba.

Convocatoria estéril en su vocación de iconoclasta, para esa izquierda, que ya no cree en santos ni demonios, y hace décadas perdió su alma, y comparte sus mismos desvelos, con una fuerte vocación de frenar cualquier expresión de “rebeldía inorgánica”, por fuera de su control.

“En el 2019, en los casos de Ecuador, Colombia y Chile no hubo represión letal que justificara la violencia. Esta no fue espontánea, lo masivo fue simultáneo con lo violento, no fue reactiva sino organizada, premeditada y dirigida”

El autor se desvela por toda forma de autosugestión que rompa con la sumisión, se trata de poner el lomo al garrote, en “un día de furia”, para resignarse al siguiente, a las instancias de alternancia de la democracia representativa, que no se organice por fuera de su tutelaje, púes allí hay condiciones de posibilidad de hablar y actuar por sí mismos, desconociendo representaciones embrutecedoras, en consecuencia, sediciosas., análoga actitud de la ex izquierda alternante, que solo apela a convocatorias de masas como “fin preservativo” usadas solo para el acto, cuando necesita negociar algún espacio en el sistema, o se entroniza en convocatorias autónomas, para meterle un freno desde su interior.

La revolución burguesa del siglo XVIII y comienzos del XIX fue la invención de un nuevo tipo de poder, del que las disciplinas constituyen aportes esenciales.

Uno de los problemas centrales que debió de superar el sistema capitalista, investido como capitalismo de Estado, o de libre mercado, fue la acumulación originaria de capital, el salto al desarrollo de las fuerzas productivas a partir de materias primas, índice poblacional, y extensión territorial.

Las metrópolis centrales de occidente, lo hicieron a partir de la destrucción de la débil capacidad productiva de la periferia, por la invasión directa o por la cooptación de burguesías locales, el neo-colonialismo funciono sobre la fragmentación de Estados-Nación, productores de materias primas que aseguraran su desarrollo y capacidad de consumo.

Esta afirmación es algo reduccionista, aunque esto será un poco mas sustanciado en el segundo artículo, pero es menester reseñar que tales efectos de dominación, en el orden cultural, operaron sobre la estructura de deseo, y estereotipos de felicidad, investidos como mercancías, así lo aprecia maravillado, con algo de impudicia nuestro Diacono:

“…Vietnam no renunciará a los progresos que ha logrado….símbolos de utopías fallidas “enriquecerse ha sido glorioso”; la colección de whisky más cara del planeta, valuada en 14 millones de dólares, pertenece a un millonario vietnamita que vive en la ciudad Ho Chi Minh. En las calles donde antescaían bombas estadunidenses ahora transitan vehículos Ferrari, Aston Martin y hay tiendas de Oscar de la Renta, Louis Vuitton, Gucci, relojes Patek Phillipe y joyerías de Tiffany.”

Ahora bien, hay acontecimientos menores, que podrían pasar totalmente desapercibidos en la voluntad de construir una historización del poder, que son registrados por esa sutil mirada arqueológica y documentalista, de la cual Michel Foucault fue uno de sus precursores.

Se trata de registros despreciados por el historicismo clásico, pero dan cuenta de forma elocuente, cuál fue el padrón de acumulación de capital de la Rusia Soviética, y el anclaje en el propio Estado del Imperio Zarista, del cual, fue su prolongación para el desarrollo de las fuerzas productivas, y cuál fue la particularidad en su acumulación originaria de capital:

“….hacia el año 1890, cuando se multiplican los congresos de criminología, hay uno que se celebra en San Petersburgo, en 1892 (1891-1893…), y en él, un tal señor Léveillé — era francés— declara a los rusos: nosotros los europeos tenemos muchas dificultades para tratar a estos individuos, que son criminales, pero que ante todo son enfermos mentales — criminales en cuanto enfermos mentales, y enfermos mentales en la medida que son criminales— y no sabemos bien qué hacer, ya que no disponemos de estructuras para acogerlos. Pero vosotros, que disponéis de grandes tierras vírgenes en Siberia, podríais muy bien, con la misma gente que nosotros confinamos en Cayetana o Nueva Caledonia, podríais muy bien organizar grandes campos de trabajo, vosotros que tenéis la Siberia, para todos esos individuos, entre la medicina y la penalidad. Los dedicaríais a estoy valorizaríais estas tierras de riqueza prometedora. El bueno de Léveillé había definido el Gulag.”

Michel Levele, era un psiquiatra sin mayor relevancia ante Philipe Pinel, Jean Esquirol o Baillarger y sus sucesores, que ya eran psiquiatras que perfeccionaron el dispositivo  de esta disciplina y sus  estructuras de encierro, valiéndose de ella y dispositivos de indagatoria medica, patologizando la locura mediante el análisis de sus síntomas, etiologías y síndromes, precursores de ese dispositivo bifronte que integra  la función médica de la psiquiatría  y la función propiamente represiva de la policía, con un dislocamiento, que no se  localiza en sus sedes visibles, el hospital o en una comisaria, como una función médica o represiva, para ir generalizándose luego, extendiéndose al cuerpo social entero, desde el principio, la psiquiatría tuvo como proyecto ser una función de higiene social, reforzando sus mecanismos coercitivos con una pasmosa economía política de fuerzas, con la conducción rectora de la OMS, durante este año en curso, dónde el imaginario de Jeremías Bentham resulta un rupestre aprendiz, ante este panoptismo por servidumbre voluntaria.

En esa concepción a la vez técnica positiva y política de la normalización, de lo normal (la que siempre actúa, pero parece en suspenso, investida como premio esperanzador en nuestro diacono),el poder no es sustancialmente un método negativo de represión, su función es proteger, conservar o reproducir relaciones de producción, y no es superestructural, el sistema disciplina ,durante el siglo XVIII y XIX, fue la expresión de un poder que no está ligado a la ignorancia y solo funciona a condición de producir saber.

En una visión especular del poder, una inversión formal, en la ex Unión Soviética, por sus propios postulados de gobierno proletario, donde las disidencias, se reducen a enemigos de la clase. El emplazamiento de sus efectos positivos debieron de permanecer ocultos, pues en el Gulag se producía además de miedo y  prohibición, muchas positividades veladas, la acumulación originaria de capital investido en planes quinquenales e industrialización forzosa, en la misma geografía en la cual el zarismo, no era capaz de producir valores en términos de acumulación.

En occidente en cambio, deberían velarse esos dispositivos, bajo el manto del deseo y la circulación de mercancías, forjadas en la apropiación de valor de los países periféricos, que facilito el desarrollo de nuevas tecnologías y avances científicos .

Es por eso que el capitalismo occidental, no es el poder lo que más claramente se muestra, es lo que mejor se esconde y que conocemos hace más de un siglo, como  “vida política”, el modo que tiene el poder de travestirse en representación. No es ese, el sitio engañoso donde creemos que se  instala, menos cómo funciona el poder. Las relaciones que lo constituyen, están tal vez entre lo más oculto del cuerpo social

 Durante siete décadas, o quizás más, ante las aporías de la derecha, que no se planteaba el poder, más que en términos de constitución, de sobe­ranía, en términos jurídicos; y del lado del marxismo, en términos de control del aparato de Estado.

El modo cómo se ejercía concretamente y en el detalle, con su especificidad, sus técnicas y sus tácticas, no se buscaba.; bastaba con denunciarlo en el   “otro”, en el adversario, de un modo a la vez polémico y global: el poder en el socialismo soviético era denominado por sus adversarios totalitarismos; y en el capitalismo occidental, era de­nunciado por los marxistas como dominación de clase, pero nunca se analizaba la mecánica del poder.

Si el poder se hubiera instalado solamente en la prohibición, sería poco menos que imbécil creer que llegaríamos a obedecerlo.

Si la miseria obrera hizo girar el pensamiento político del siglo XIX en torno a la economía, hay un silencio cómplice, entre derecha e izquierda, en torno al fascismo y el stalinismo, como hijos vergonzosos, sin paternidad, presentados en el mejor de los casos, como síntomas febriles 

La aquiescencia del marxismo con el socialismo real y su implosión, nos debe de recordar que es la política la que está siempre en función de la revolución., esa amnesia pone en incertidumbre la existencia actual de la propia izquierda. .El retorno de la revolución es nuestro problema. Es cierto que sin él la cuestión del Stalinismo no pasaría de ser una simple cuestión académica a un sencillo debate intelectual de quienes no lo experimentaron en su experiencia social, o personal.

El problema que hoy se plantea es el de si la revolución, el horizonte socialista, es deseable por los oprimidos..

 Vivimos en el umbral del fin de la política, la misma se ha visto desplazada por una mala prótesis de su pasado, y se asocia con quienes viven de ella, si bien es verdad que la política es un campo abierto por la existencia de la revolución, y si la pregunta en torno a la revolución no puede ya plantearse en semejantes términos, entonces la política corre el riesgo de desaparecer, junto con la izquierda y su crisis de historicidad.

 


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