Hernán Ouviña

https://gramscilatinoamerica.wordpress.com/2020/09/25/rossana-rossanda-teoria-marxista-y-comunismo-radical-en-el-largo-otono-caliente/

 

La madrugada del pasado domingo 20 de septiembre falleció Rossana Rossanda, una de las marxistas más originales y relevantes de la segunda mitad del siglo XX. Nacida en 1924 en Pula, actual territorio croata, adquiere sus primeras armas intelectuales de la mano del filósofo Antonio Banfi, quien oficia de puente para su acercamiento al universo de las ideas y la militancia de izquierda. En 1943 se incorpora a los 19 años a la Resistencia partisana en el norte del país, lo que la lleva a sumarse al Partido Comunista Italiano tras la culminación de la guerra. En él cumple diversas tareas y asume crecientes responsabilidades: además de ser la única mujer que integra su comité central, ejerce el rol de editora del seminario Rinascita, la dirección de la política cultural de la organización a nivel nacional (previa coordinación de la Casa de Cultura en Milán) y el cargo de diputada a partir de 1963.

Este derrotero inicial no está exento de polémicas y sinsabores, que la ubican siempre en el ala izquierda del PCI, ante eventos trágicos como la crisis de 1956 (generada por la rebelión húngara y el XX Congreso del PCUS), o luchas políticas internas precipitadas por un movimiento de masas donde, en sus propias palabras, “la oposición ya no fue entre la paz y la guerra, democracia y derecha, sino entre la clase obrera y el gran capital, en su expresión ‘democrática’ y ‘coexistencial’”.  

Dicha conjunción, acicateada por la agudización de la lucha de clases a nivel internacional y en la propia Italia, da lugar al surgimiento de lo que se conoce como ingraísmo (en alusión a Pietro Ingrao, dirigente de enorme respeto y gravitación en las filas del PCI) una corriente de contornos difusos unificada más por el espanto ante el ala derechista del partido, liderada por Giogio Amendola, que por sus propuestas concretas en una clave afirmativa. “Ingraianos fueron los muchísimos que le tenían como referente, por sus intervenciones en las que siempre había la afirmación de un principio y el reconocimiento de la complejidad, la percepción aguda e interrogativa del cambio que se estaba produciendo a nuestro alrededor, la otra parte que nunca habría flirteado con los socialistas y no se habría enrocado en el pasado”, recuerda Rossanda en su magistral autobiografía.

 

Tiempos de rebelión y ruptura

El conflicto chino-soviético, la proliferación de guerrillas y movimientos de liberación en América Latina, África y Asia, así como la “revolución cultural” impulsada por Mao y un avivado “retorno” a Marx ante el descubrimiento de muchos de sus borradores heréticos, hacen resquebrajar aún más la hegemonía de la URSS en materia teórico-política. A ello se suma la ebullición fabril y un creciente descontento obrero, amplificado por un relevo generacional a través del cual numerosos jóvenes se fogonean en asambleas, acciones directas, huelgas salvajes y disputas antiburocráticas.

No obstante, el verdadero vendaval acontece en 1968. Es por supuesto el año del mayo francés y de otras protestas callejeras en Europa Occidental y el Tercer Mundo, pero también el de la Primavera de Praga, que culmina con la invasión de Checosvolaquia por parte de las tropas rusas. En Italia la revuelta tiene al movimiento estudiantil como protagonista descollante de manifestaciones callejeras, ocupación de facultades, “contra-cursos” y confrontaciones con la policía, lo que descoloca a un esclerosado PCI, que desestima los acontecimientos y sólo tardíamente decide intervenir en ellos. Cuba, Argelia y Vietnam fungen de referencia emblemática para este ciclo de luchas. Mientras tanto, Rossana Rossanda, rigurosa conocedora de la problemática educativa, elabora un minucioso análisis desde las entrañas de este proceso, que publica en formato de libro bajo el título de El año de los estudiantes.