Ana Esther Ceceña es economista e Investigadora Titular en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente coordina el Grupo de Trabajo en Hegemonías y Emancipaciones del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y dirige el Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, dedicado a investigar los procesos de militarización en el continente.
Autonomía no es aislamiento.Reflexiones acerca de la situación actual de los movimientos sociales
Ana Esther Ceceña
Ana Esther Ceceña es economista e Investigadora Titular en el Instituto de InvestigacionesEconómicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente coordina el Grupode Trabajo en Hegemonías y Emancipaciones del Consejo Latinoamericano de Ciencias Socia-les (CLACSO) y dirige el Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, dedicado a investigarlos procesos de militarización en el continente.
Cuando hablamos de autonomía es bueno saber dónde estamos parados.Sin pensar que estamos en una guerra, aunque a veces se tiene la sensaciónde que efectivamente estamos en medio de una que no está explícitamentedeclarada, sería pertinente imaginar quiénes son nuestros enemigos. Desdeun contexto laboral, a primera vista el enemigo podría ser el patrón. Sinembargo, las actuales instancias de producción indican que ese patrón, a suvez, está subordinado a ciertos condicionamientos que lo hacen dependientede muy variadas circunstancias que ya no dependen de él, sino del Estadoprovincial o nacional. Pero el Estado nacional tampoco es autónomo porquedepende también de otras instancias como el Banco Mundial o el FondoMonetario Internacional.La cuestión es que estamos insertos en un universo complejo y enma-rañado. Vistos desde esta perspectiva, movimientos como el de Zanón, elde General Mosconi o el de los mapuche de la Patagonia, por nombrar só-lo a algunos, enfrentan hoy un proceso emancipador de gran complejidad.Durante mucho tiempo los movimientos sociales estuvieron concentradosen sus problemas locales, inmediatos, partiendo de la convicción de que,una vez resueltos esos problemas, se podría pasar a instancias más amplias.Hoy en día, parece que esa diferencia, esa distancia entre el relato local yel global ya no existe.Si entendemos a las repercusiones que tienen las medidas adoptadas enlos centros de poder (empresas multinacionales, organismos multilateralesde crédito, gobiernos, etc.) como “lo global”, percibimos que lo global querepresenta al sistema, está instalado en cada pedacito del planeta. En este
152El trabajo por venir. Autogestión y emancipación socialsentido, cada lugar del planeta es universal porque en él se manifiestantodas las contradicciones y tensiones que el sistema presenta en su conjunto.Este punto de partida es sumamente importante para encarar hoy en díalas estrategias emancipadoras. Es cierto que recrear las relaciones internasde un movimiento es una construcción que debe hacerse permanentemen-te, pero debemos cuidar que esa tarea no se transforme en exclusiva y quealterne con la atención y la mirada en las condiciones globales. Perder laconciencia de la situación global nos hace construir burbujas. El capitalis-mo se rearticula de manera continua; en este momento existe una suerte dedesguace de la fase neoliberal y, ante esto, no podemos distraer la energíacon cuestiones internas. Esta nueva fase del capitalismo conlleva una agre-sividad y una aceleración brutal a través de empresas que no vacilan enaplicar cualquier método para expandirse. Y en esa expansión destruyen,una vez más, territorios materiales y simbólicos que consideramos propios.La ofensiva proviene no sólo de las empresas, sino también de los Es-tados capitalistas que impulsan políticas y reglas de juego que imponenpatrones de desarrollo social adecuados a sus intereses. Un ejemplo de éstoes el así llamado “desarrollo sustentable”. Todo el mundo parece estar deacuerdo con este precepto, sin embargo se trata de un concepto vacío que,en realidad, sólo apunta a un fin: desarrollo sustentable implica entregar lanaturaleza para ser valorizada, para ser desapropiada, para desposeernosuna vez más de aquello que nos pertenece.Junto con esta ofensiva –mucho menos evidente por su carácter– existede hecho una situación de guerra. No podemos pensarnos hoy en el mundocomo si no fuéramos parte de una guerra en pos del acceso indiscriminadoa todos los recursos. Si bien se trata de un propósito que genera focos deresistencia en todas partes, posee un arsenal en materia de mecanismos paraimponerse. Dentro de este marco general, toda problemática que tiendareflexionar exclusivamente las relaciones entre lo local y lo global –si bienfue beneficiosa en otro tiempo– se transforma hoy en una trampa que nostiende el enemigo para que no salgamos del encierro. Esto puede pareceruna provocación, pero yo conozco movimientos que reflexionan mucho sobresu propia construcción y que no saben qué está pasando, por ejemplo, enIrak o cuál fue la última medida tomada por las asambleas constituyentesen Bolivia o por qué se cayó un avión, etc. Se trata de la ignorancia acercade eventos que no dicen nada por sí solos sino que cobran sentido dentrodel contexto global.
Autonomía no es aislamiento. Reflexiones acerca…153Cuando nos referimos a las grandes transnacionales, a las políticas delBanco Mundial, a los planes militares de los Estados Unidos, uno pare-ce chocar ante escollos insuperables. Sin embargo, en los últimos tiemposse pudieron articular experiencias que, al menos en parte, lograron de-rrotar esas grandes estrategias. Está el ejemplo de la “guerra del agua”en Cochabamba (Bolivia), que pudo desarticular los planes de una grantransnacional, muy poderosa no sólo porque está vinculada con el equipogobernante de los Estados Unidos. Una transnacional protegida por todo elsistema bélico que lleva adelante la guerra de Irak pudo ser derrotada poruna población que se levantó sin armas, una población que simplementedijo “no, hasta aquí, de aquí no me mueven hasta que el problema no seresuelva”.La “guerra del agua” no es el único ejemplo. Hay otros, que tal vezno sean de la misma envergadura. Pero es muy importante saber que esepoder, que se siente como inexpugnable, al mismo tiempo es muy frágilcuando se enfrenta a los colectivos que deciden no aceptar reglas del juego.De esto se trata, de no aceptar las reglas del juego. Decir no, más alláque un convenio firmado permite que la Patagonia sea entregada a cambiode deuda externa, por ejemplo. Si el pueblo se planta y no deja que esoocurra, en fin, o los matan a todos o el problema tendrá que encontrar uncauce. En este momento es muy difícil concebir procesos emancipadoresanticapitalistas. Sabemos que el capitalismo no tiene soluciones para losreclamos de los movimientos sociales, pero tampoco sabemos cuál es lasalida. El desafío inmediato es cómo evadir estas reglas del juego. Porqueen la medida que se acepten los esquemas propuestos por el propio capitalpara hacerse funcional, para reorganizarse o para canalizar el descontento,se reproduce el circuito y no hay cambio posible. No hay que aceptar lasficciones del financiamiento de una ONG o de una Fundación para hacerpequeños proyectos. Estas ficciones no hacen más que resolver la existenciainmediata, pero no son parte de un cambio a largo plazo.Otro de los factores centrales del desafío inmediato es la construcción dela autonomía. Cuando se entra en un proceso de emancipación en el ámbitopolítico es necesario tener resuelta la cuestión material. No hay inserciónpolítica sin resolver previamente la cuestión material. Porque hay una grandiferencia entre quienes se proponen armar un proyecto productivo comoúnico fin y quienes pretenden lograr un proyecto de subsistencia para re-formular la existencia en su conjunto, como proyecto político, como unamanera de asumir la unidad en la diversidad, para reconocernos diferentesy, al mismo tiempo, capaces de crear instancias de diálogo con los otros,
154El trabajo por venir. Autogestión y emancipación sociallos que no son como nosotros, los que tal vez tengan nuestro mismo ob-jetivo pero no piensan como nosotros. Las diferencias no se resuelven enla introspección, no se resuelven en el aislamiento, sino en la claridad delitinerario histórico. Cuando el horizonte es el mismo, el principal desafíoes la creación de una plataforma de diálogo aunque esto sea difícil o pormás que sistemáticamente el capitalismo nos fragmente, nos divida y nosponga a unos contra otros.Está comprobado que es más fácil pensar y lograr la autonomía en unmedio rural donde se dispone de un territorio que permite manejar la pro-ducción directa de la existencia. En la ciudad no sólo se es víctima de lamarginación, no sólo hay precariedad en todos los estamentos de la vidacotidiana, sino que no hay lugar para sembrar. En medios urbanos, sobretodo en las grandes ciudades, la autonomía debe pasar por otro lado. Talvez tiene que transitar las rutas que nos lleven a disolver la frontera entrelo rural y lo urbano. Tenemos que resolver esta distancia entre los diferen-tes tipos de movimientos. En este momento hay que replantear la relaciónentre los movimientos sociales, de manera que tanto los rurales como los ur-banos resuelvan sus necesidades materiales construyendo posibilidades dedesarrollo que incluyan a los dos. Es decir, es necesario construir un espaciotangible entre los diferentes grupos que participan de procesos emancipa-dores para que todos resuelvan sus necesidades materiales sin ceder a lapresión que ejerce el sistema para fagocitarlos. De esta manera, se man-tiene la autonomía pero al mismo tiempo se construye una articulacióntransversal.En teoría toda esta cuestión parece fácil, sin embargo soy conscientede la dificultad que significa. En México, el Zapatismo lleva doce años deexistencia y hasta la fecha no ha logrado diseñar una estrategia que permitatrasladar la autonomía indígena a la autonomía urbana o mestiza. No hayproyectos de esa naturaleza, tal vez porque ello implica vencer fronterassimbólicas, culturales, políticas y materiales. Éste es todavía un terrenosin arar: lograr una apertura hacia los otros movimientos sin quebrarsehacia adentro.En vista de las circunstancias históricas y sociopolíticas de América Lati-na, la combinación de itinerarios históricos diferentes con horizontes seme-jantes, es otro objetivo a tener en cuenta. Por ejemplo, se puede compararlas diferencias entre algunos movimientos autónomos como el zapatista o elde los trabajadores desocupados de la Argentina, con procesos como el deBolivia, donde los movimientos lograron poner a un representante propioen la presidencia y transitan, lo quieran o no, el camino del Estado. El
Autonomía no es aislamiento. Reflexiones acerca…155horizonte lejano de los tres movimientos que puse como ejemplo es similar,por más que estén en situaciones históricas diferentes. Es muy difícil poneren relación los itinerarios históricos, los caminos precisos por los que obje-tivamente cada movimiento está transitando. Este es un tema pendiente yhabrá que resolverlo, de lo contrario, el capital seguirá arremetiendo.Esta fragmentación no sólo proviene de las políticas neoliberales o delmercado, sino de un sistema de presiones económicas plurales que van ala par de presiones militares, jurídicas y policiales. Como factor crecientedentro del entorno social, el tema de la inseguridad es una cuña entre unmovimiento y otro. Tal como parece, el capitalismo está muy incómodo conexperiencias como la venezolana o la boliviana. £Hasta dónde son nuestrasesas experiencias? £Hasta qué punto forman parte de nuestro propio acervoemancipador? Si las consideramos ejemplares, habrá que sumarse a ellas,no de una manera acrítica, pero sí acompañándolas de alguna manera. Estees otro desafío, es otro punto polémico y complicado.Otro elemento a tener en cuenta es el análisis de los conceptos y lascategorías que manejamos. El movimiento de trabajadores desocupados hainiciado un proceso emancipador que no pretende volver atrás. No quierenregresar al trabajo anterior, pero tampoco pueden vivir sin trabajo. Estoes inherente a la guerra: la mejor estrategia para derrotar al enemigo esquitarle el agua al pez, en este caso, quitarle las condiciones que lo hacenposible como ser humano. Debemos reflexionar sobre el trabajo en térmi-nos de lo que significa para nosotros en el presente. Si estamos pensandoen emancipación, el problema es saber si en la oferta de trabajos existentesse promueven vínculos que desarticulan y que desmovilizan o si se tratasimplemente de vínculos funcionales a la necesidad material de la subsis-tencia. Si verdaderamente se apunta a la autonomía, a la autogestión, eltrabajo debe ser creativo y colectivo, diferente en el sentido de proponeruna relación con la naturaleza que no repita los cánones de la depredación.Esta lucha tenemos que darla también en el terreno de las ideas. El hechode tener certezas acerca de qué mundo queremos o cómo nos representamosen él, nos permite avanzar en este proceso de construcción descolonizadora,que al mismo tiempo es anti–imperialista y anti–capitalista porque en elproceso nos estamos recreando a nosotros mismos. Los reclamos de los pue-blos indígenas son una materia imprescindible para que tomemos concienciade cómo se piensan ellos mismos y cómo piensan el territorio. Podremosfascinarnos con las cosmovisiones indígenas, pero tenemos que crear lasnuestras. Por más atractivas que sean, las cosmovisiones indígenas no sonlas cosmovisiones mestizas, no pueden serlo. Este desafío, que engloba a
156El trabajo por venir. Autogestión y emancipación socialtodos los demás, es tal vez el más ambicioso porque pasa por reconocerlos problemas en su conjunto, por saber en qué situación se encuentra elcapitalismo hoy y cómo se mueve. Si sabemos a ciencia cierta qué somosen el mundo y qué queremos de él, podremos ir recorriendo estos nudoscríticos, puntos de desafío que nos permitirán, no sé cuándo pero será enalgún momento, avanzar en la construcción de ese otro mundo en el quecaben todos los mundos.