Roberto Espinoza
Servindi
17 de octubre, 2020
Tras años de lucha, el pueblo guaraní Charagua Iyambae se convierte en la primera autonomía indígena originaria campesina de Bolivia.
Los Estados Nación uniculturales no pasaron la prueba en 200 años y su fracaso es evidente, y mucho más en la Amazonía. Fueron imposiciones eurocéntricas heredadas desde la colonia, y es inevitable construir otras formas de autoridad pública plurinacionales y pluriculturales basadas en los autogobiernos territoriales. Será inútil querer construir algo nuevo y cambiar los resultados, insistiendo en las mismas herramientas que no han funcionado.
Vuelven los torbellinos electorales, y con ellos, las ilusiones, ingenuidades, ambiciones y confusiones sobre las opciones del cambio social. Vuelve esa interrogante central: ¿Cambio social desde arriba, desde el Estado, o desde abajo, desde “la forma comunidad” (pueblos indígenas, originarios, afro descendientes, comunidades en las selvas o ciudades) de los pueblos-territorios, o desde ambos niveles?. Lamentablemente son pocos aún los balances y debates al respecto, y predominan las aventuras de tiempo en tiempo.
Siguen unas breves líneas de lecciones que van dejando los procesos, y el aprendizaje de experiencias internacionales; que vienen desde muy atrás, como las de la CUAVES (Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa el Salvador) y el CAH (Consejo Aguaruna y Huambisa), ambas en el Perú; hasta otras, en los de tiempos recientes, como la de los pueblos Nasa y otros del CRIC (Colombia), Miskitos (Nicaragua), Qhara Qhara y TIPNIS (Bolivia), Kaapor (Brasil), Purépecha (Cherán y otros de Michoacán), Tzotzales y Tojolabales de Chiapas (México), Wampis y Achuar (Perú), entre tantos otros.
La experiencia histórica demuestra que el autogobierno comunitario, indígena o popular, es una opción social y política muy distinta que la del gobierno local o municipal o de la representación parlamentaria
La experiencia histórica demuestra que el autogobierno comunitario, indígena o popular, es una opción social y política muy distinta que la del gobierno local o municipal o de la representación parlamentaria, y lejana también de las estructuras políticas llamadas “partidos”. Se pueden quizás, entrecruzar, coexistir, ir paralelos o converger pero tienen contenido propio, caminos distintos y perspectiva histórica diferente, y a largo o mediano plazo, suelen terminar contrapuestas.
En varios países, los partidos vinculados a los poderes, sean municipales, regionales, y peor los estatal nacionales, presionaron por alinear a líderes indígenas y populares para su “causa” y servir a la “continuidad” de dichos poderes, que era supuestamente un objetivo “superior” y que sirvió para terminar paralelizando y dividiendo a las organizaciones, y subordinando a los pueblos a los intereses y poderes estatales. Poderes, siempre extractivistas, aunque con envolturas retóricas de “modernidad, desarrollo” e incluso de supuesto “cambio social” o de “izquierda”.
La errónea experiencia de mantener las viejas estructuras verticales y autoritarias, del Estado a nivel municipal o regional, y convertirlas en supuestas “autonomías” o “autogobiernos”, tan solo por el cambio externo superficial del nombre a “municipio autónomo o de autogobierno”, pero sin cambiar su estructura interna de funcionamiento.
Las duras lecciones de las crisis de los llamados gobiernos “progresistas” y sus maquinarias partidarias, y “teorías” tramposas de “ir al buen vivir con más extractivismo”, “re-re-relección como derecho humano”, “nacionalismo sometido al capital chino-ruso-gringo”; que produjeron en los pueblos y comunidades (indígenas o urbanos) asistencialismo, clientelismo, cooptación, divisionismo y represión, para sostener el capitalismo de estado y la corrupción de nuevas mafias y burguesías de explotación y opresión capitalista extractivista “desarrollista” desde los Estados, mientras las sociedades seguían reproduciendo el racismo, ecocidio, etnocidio y violencia patriarcal.
Son mayores los casos de experiencias políticas indígenas y populares “proto Estado” (municipales, parlamentarias) negativas, que las positivas. Procesos de construcción de poder comunitario autónomo muy cerca del autogobierno, que luego fueron minados desde los municipios y la competencia partidaria dando lugar su retroceso y destrucción. Al inicio se respetaba la pre-selección comunal de las candidaturas, pero luego pudieron más las disputas por la reelección, las que sumadas al clientelismo y asistencialismo, socavaron la fuerza unitaria autonómica.
La lección principal es que es imposible cambiar cualquier nivel de la sociedad “desde arriba”, desde el Estado (moderno-colonial, capitalista extractivista, racista y patriarcal) y mucho menos como congresistas, ministros o alcaldes. El cambio social solo puede sostenerse “desde abajo” con el fortalecimiento, paciente y permanente, del autogobierno territorial, autónomo, de libre determinación, como otro tipo de poder colectivo y social. Para avanzar sin extraviar ese norte, siguen algunas reflexiones, solo enumeradas por la brevedad del espacio:
- Los autogobiernos territoriales comunitarios son conquistas permanentes, estructurales y para el futuro. Lo electoral partidario estatal, es pasajero, superficial y de corto plazo.
- Los autogobiernos funcionan y se expanden, siendo falso que son aislados y en extinción.
- Necesitan del gobierno autónomo y la libre determinación de sus pueblos y comunidades.
- Necesitan de economías que mantengan su base natural territorial sin el ecocidio.
- Exigen participación y movilización colectivos, lejos del elitismo y burocratismo.
- Exigen consensos pacientes y colectivos y se debilitan con los divisionismos partidarios.
- Requieren formación política de sus miembros, para la acción política pública y externa, ante el estado y los partidos, en defensa del autogobierno.
- Hacen acción política local-global y desmienten que lo “político está afuera, en el Estado”.
- Tienen relaciones externas con actores políticos y estatales, con convergencias o negociaciones, pero basadas en el respeto a los planes y decisiones de los pueblos.
- Necesitan de la socialización del poder, democracia directa y renovación del liderazgo.
- Trabajan para ser asumidos como gobierno local, sin la duplicidad de los municipios, y ejecutando el mismo presupuesto público como ya se viene logrando.
Cuidar la salud de los autogobiernos, requiere también de prevenciones o cuidados especiales en épocas de convulsiones electorales estatales partidarias, donde emergen ambiciones, oportunismos y corrupciones, mezcladas con “buenas intenciones” de todo tipo. Por ello, siguen algunas reflexiones, basadas en experiencias, sobre cómo cuidar lo principal (los autogobiernos) de lo secundario (lo electoral estatal):
- Utilización de los partidos, municipios, parlamentarios y candidaturas, para los propios fines de los autogobiernos, en lugar que ocurra al revés, con la subordinación.
- Compromisos de candidatos en asambleas de autogobiernos, firmados, públicos y exigibles.
- Compromisos de que las decisiones de los autogobiernos se traduzcan, formalicen y respeten en decisiones estatales municipales, regionales o nacionales.
- Autoridades con planes de socialización del poder y democracia directa que modifiquen las estructuras verticales y elitistas de gobierno municipal, regional, nacional.
- Acuerdos para que de ser elegidos, la mitad de sus equipos será seleccionado por los autogobiernos a quienes piden respaldo y ofrecen de todo.
- Compromiso público de que las reuniones y decisiones de concejo municipal se adoptarán delante de las comunidades involucradas en los autogobiernos.
- Compromisos que los electos trabajarán para que los autogobiernos no sean duplicados por municipios y asuman sus funciones y presupuestos estatales.
- Compromisos de los partidos y sus candidatos a respetar y acatar las decisiones de los autogobiernos, y no dividir a la población y comunidades según su agenda particular.
Los Estados Nación uniculturales no pasaron la prueba en 200 años y su fracaso es evidente, y mucho más en la Amazonía. Fueron imposiciones eurocéntricas heredadas desde la colonia, y es inevitable construir otras formas de autoridad pública plurinacionales y pluriculturales basadas en los autogobiernos territoriales. Será inútil querer construir algo nuevo y cambiar los resultados, insistiendo en las mismas herramientas que no han funcionado.
(escrito el 13 de octubre).
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* Roberto Espinoza es miembro de la Red Descolonialidad y Autogobierno.