Estamos frente a la disputa de dos proyectos civilizatorios antagónicos, uno que se basa en un modo de producción-destrucción y otro que opta por la sostenibilidad de la vida.
LO COMUNITARIO, ALGUNAS PREGUNTAS SOBRE SU DESCOLONIALIDAD
Nury García Córdova,
PerúSocióloga y activista de organizacionessociales
Revista digital de la red Descoloniadad del Poder y Autogobierno Social
Introducción
El caos acentuado por la pandemia del Co-vid-19 lleva a buscar salidas diversas para superar sus causas o adaptarse y sobrevivir. En todo caso se dice que nada será igual y que no se debe volver a la “normalidad” de antes, pero ¿qué entendemos por el no re-torno a la normalidad? Para algunos implica transformar al capitalismo, que sea menos dañino, más humano, más amigable con la naturaleza, con mayor “responsabilidad so-cial”. Para otras y otros, en cambio, significa el fin del sistema, liberarse de ella. En este ensayo hablaremos de ambos rumbos, que se enmarcan en dos proyectos civilizatorios diversos. El primero acrecienta el desarrollo del capitalismo, cuyo modo de producción es destructivo y mata, como la pandemia; el otro proyecto afirma la integralidad y sostenibilidad de la vida. Estamos en un momento en que el termi-no capitalismo vuelve a aparecer, incluso la narrativa oficial la nombra y se suma a la demanda de su transformación. Sin em-bargo, tras la supuesta coincidencia se es-conde la neutralización y desarme de una crítica emancipadora, así como la instru-mentalización de las salidas que las clases populares y trabajadoras intentan llevar a cabo. Esta alerta es el objetivo de la presen-te reflexión.Para desarrollar lo planteado, como primer punto se mostrará las respuestas que el go-bierno ha dado a las demandas de las clases populares, como es el bono universal y la apertura de los comedores populares para enfrentar el estado de emergencia frente al covid-19. Desde una mirada que aporte a la descolonialdad de lo comunitario, vere-mos que tras el discurso del gobierno que plantea no volver a la normalidad capita-lista y hacer todo lo posible para salir del caos, se refuerzan medidas que destinadas a que el modo de producción-destrucción siga igual. Para ello, parte de su estrategia es apropiarse, deformar e instrumentalizar las propuestas populares. Como segundo punto, se plantearán algunos elementos de lo que llamaremos lo comunitario-popular para evaluar hasta qué punto las propues-ta de apertura de los comedores popula-res pueden mantener su potencialidad de cuestionamiento de fondo y una posible ruptura de la normalidad que no quere-mos. Como último punto se presentarán algunas conclusiones. Se espera que las reflexiones sirvan para el debate en la bús-queda de profundizar y fortalecer la acción transformadora.1.- Hicimos todo lo posible Si bien el coronavirus ataca sin hacer di-ferencias sociales, políticas o económicas; las condiciones de enfrentarlo son más du-ras para las clases explotadas y oprimidas, debido a las condiciones de desigualdad e injusticia que el sistema genera. El capita-lismo, como modo de producción, no sólo económico, sino de relaciones sociales so-metidas a la mercantilización, se basa en un régimen extractivista, de acumulación por despojo, de apropiación de la riqueza y privilegios que quitan derechos, como es el derecho a la salud¹. Tal es así que, en com-plicidad con el Estado, los bienes y servicios como la alimentación, la salud, los cuida-dos, se han ido privatizando y puestos a disposición de quienes lo pueden pagar.
4041Decíamos que la crisis periódicas del sis-tema imperante la pagan con su vida los explotados y oprimidos Con la llegada de la pandemia se ha hecho más evidente tal condición y su relación con la precariza-ción de los servicios públicos para atender a millones de afectados por el virus. Para mostrar que ello es consecuencia de un proyecto civilizatorio antagónico con la sostenibilidad de la vida, en pro del lucro y su acumulación a continuación, señala-remos algunos aspectos que ha seguido la política fiscal tributaria en el país. Se tra-tan de medidas que no sólo ven la gene-ración y recaudación de ingresos, sino que supuestamente deben corregir la desigual-dad de ingresos entre los ciudadanos de un territorio. Dicha corrección podría traducir-se, por ejemplo, en una inversión oportuna en un sistema de salud pública, de sobe-ranía alimentaria, en políticas de cuidados; sin embargo, eso no ha ocurrido ya que se priorizan los intereses privados.1.1 La vida al servicio del mercadoDesde que en 1990 se constitucionalizó el neoliberalismo en el Perú, se introdujeron una serie de cambios estructurales orienta-dos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para integrarnos a la economía glo-bal y salir de la recesión e hiperinflación. Es así que con las reformas fiscales, pensiona-rias, la apertura de los mercados, la promo-ción de la gran inversión, se logró reacti-var la economía, hasta lograr la estabilidad económica con con tasas de crecimiento del PBI superiores al 5%². Sin embargo, el supuesto goteo de los beneficios hacia las clases populares no se dio y, por el contra-rio, tales medidas implicaron programas de ajuste, mayor desprotección laboral, am-biental, social, así como mayor destrucción de los territorios, los recursos naturales y el ecosistema. Todo eso sólo acentuó las dife-rencias y desigualdad sociales.En los periodos de bonanza, como del 2003 al 2013, en que el país tuvo ingresos signi-ficativos, hay que advertir que se debieron sobre todo a los altos precios de las mate-rias primas, y no por las necesarias y urgen-tes reformas económicas y fiscales, como hubiera sido comenzar con el cambio de la matriz productiva e ir superando la de-pendencia como país primario exportador. En vez de ello, el llamado “milagro perua-no”, de haber logrado un 5% anual frente al 2,7% de la región, fue logrado por la conti-nuidad de una política fiscal de apertura a las inversiones extractivas, otras, de buscar sólo el crecimiento inmediato, no en me-jorar las oportunidades de vida digna para todos. El resultado fue que los recursos su-mandos hasta el 2019 no implicaron un cie-rre de brechas de desigualdad³.Cuando terminó el tiempo de bonanza, la débil capacidad para generar mayores in-gresos fiscales, entre otras mudanzas es-tructurales, llevó a la estrategia de ahorrar; es decir, ajustar el gasto público en secto-res como la salud. Esto explica, en parte, que hoy no contemos con un soporte de salud pública suficiente para enfrentar la pandemia. Lo alarmante es que pudiendo recaudar más ingresos para no sacrificar los servicios públicos, los sucesivos gobiernos no lo hicieron porque las políticas tributa-rias y de redistribución de la riqueza han seguido subordinadas al gran capital. Así por ejemplo, del 2005-2015 el Estado dejó de recaudar S/ 93 mil millones gracias a 78 privilegios tributarios a favor de las gran-des empresas⁴ del rubro agroexportador, educativo, bancario, petrolero y minero⁵. El 2018, casinos y tragamonedas, que gozan desde 1999 de exoneraciones, no pagaron S/16.498 millones y durante la última déca-da, 41 universidades privadas se ahorraron S/ 1.469 millones en Impuesto a la Renta, sin contar el no pago de IGV e ISC⁶. Además, desde entonces, y hasta hoy, los multimillo-narios han seguido incrementando su for-tuna que llega a 4,000 millones de dólares y, sin embargo, son los que menos tributan y hasta por vías legales, como la evasión y la elusión (reducir tributos manipulando las normas, pero sin quebrantarlas). Para tener una idea del daño social de estos dos me-canismos, ambos habrían sumado un 7,5% de PBI que hubiera podido cubrir dos veces todo el presupuesto para salud y educación pública. En vez de ello, hasta la llegada de la pandemia, el presupuesto destinado sólo a salud era de 2,3 % del PBI; es decir que solo 2.30 soles de cada 100 soles del presupues-to iban dirigidos para salud.Por lo expuesto, es posible desmentir a los gobiernos cuando refieren que no había dinero para que hoy pudiéramos salvar las millones de vidas que se han perdido. No es cierto que no había recursos, sino que se prefirió proteger a la gran inversión y la reproducción de un modo de produc-ción-muerte.1.2 ¿El bono que pidió la gente?El coronavirus llegó al país en una situación de desigualdades estructurales, expresadas en un sistema de salud precarizado, 75% de informalidad, subempleos, desocupados, altos índices de precariedad laboral, pobre-za y extrema pobreza, entre otros aspectos políticos, económicos, sociales y ecológicos. En este sentido las clases trabajadoras y po-pulares demandaron al gobierno una serie de medidas para poder cumplir con el esta-do de emergencia y la cuarenta obligatoria. Una de esas medidas ha sido el bono uni-versal personal y mensual, que durara todo el estado de emergencia; sin embargo, es un punto aún en disputa ya que el gobierno no lo considera posible por falta de recursos.Lo que el gobierno ha establecido son subsi-dios focalizados, como el bono familiar uni-versal, para casi 7 millones de hogares⁷, para que pudieran quedarse en sus casas y ba-jar la curva de contagios. Tal subsidio sería dado por única vez, con un monto de 760 soles (223 dólares). Para ello se destina-ron 5,168 millones de soles. Dicha medida llegó tarde y hasta ahora no se termina de distribuir, pero además ha dejado fuera a millones de peruanos que habían perdido el trabajo y porque el monto de 760 soles, para cubrir tres meses de aislamiento, no ha logrado que la gente se quede en sus casas.El gobierno justifica su negativa a las de-mandas populares, aduciendo “falta de fondos”. Sin embargo, como hemos visto, ello expresa la continuidad de una política de ahorro, de austeridad para las pobla-ciones en pobreza, mientras se mantienen Foto: Martin Mejía, AP News
4243privilegios fiscales para los ricos y las gran-des empresas. Además, no es cierto que no haya fondos. Hay una reserva de casi 190, 000 millones de soles. El bono universal real supondría cerca de 16, 000 millones de soles y dice no tener recursos, pero ha destinado, por ejemplo, 60,000 millones de soles para los bancos, con intereses casi cero⁸, para dar créditos al pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, no hay más condiciones ni control sobre lo dado así que los bancos co-bran intereses de hasta casi 10% y si alguno no pagara, el Estado lo cubrirá. Es decir, pro-tección total a sus ganancias y con recursos públicos.De acuerdo a lo presentado, podemos decir que para el gobierno el bono familiar es un subsidio para mantener la pobreza que lejos de pretender corregir brechas de desigual-dad, ni siquiera permite mínimas condicio-nes para cumplir con el encierro obligatorio. En el discurso se busca mostrar el esfuerzo de un “buen gobernante” que “se ha hecho todo lo que se ha podido”, y que en el fondo es lo que ha permitido el poder que una éli-te tiene sobre quienes gobiernan para que sirvan a sus fines. 1.3 ¡Que se reactiven los comedores populares! Por mandato del gobierno los comedores populares se han reactivado en el mes de junio para proveer de almuerzos a quienes no puedan solventarla. Se espera que en Se-tiembre los casi 14,000 comedores en todo el país se encuentren operativos. Para ello se destinarán 190 millones de soles del pre-supuesto que manejan los municipios, los cuales comprarán y repartirán los alimentos, además de encargarse de su supervisión.Los comedores populares nacieron en la dé-cada del 70 como organizaciones de base autogestionarias, lideradas por mujeres que de manera comunitaria buscaron responder frente a las diversas crisis económicas del país. Fueron, y lo son en algunos casos, re-ferente de poder popular contra la ofensiva neoliberal. Un problema es que con el tiem-po fueron institucionalizados por el Estado y enmarcados en las políticas de protección social de “combate a la pobreza”, según el enfoque del FMI y del banco mundial. Sin entrar en mayor detalle, por cuestión de es-pacio, podemos decir que la tendencia de los gobiernos de turno fue la cooptación de dichos espacios con el fin de reorganizarlos bajo los parámetros de la administración, control, disciplinamiento y uso clientelar.En estos momentos de aguda crisis una sa-lida de los de abajo ha sido los comedores populares, a pesar de la cuarentena, comen-zaron a salir de manera autónoma y auto-gestionaria. Sin embargo, el gobierno, con su discurso de no contar con fondos, ha visto en dicha salida una oportunidad para seguir con sus “apoyos” a medias, como el raquítico subsidio del bono familiar y, de al-gún modo, seguir negando demandas po-pulares como la bono universal real, men-sual y por el tiempo que dure la cuarentena y protecciones laborales⁹. Tras el subsidio a los comedores, se compensa lo no dado, se refuerza la política de la austeridad y ahorro pero una vez más a costa del trabajo y los esfuerzos comunitarios de la gente, sobre todo de la labor de cuidados realizados por las mujeres.Los comedores populares surgieron por ini-ciativa propia de las mujeres de los sectores populares, no por decreto ni orden estatal. Su valoración, desde lo comunitario-popu-lar (los llamaremos así para diferenciarlo de lo comunitario colonizado), no pasó por los criterios del mercado capitalista sino como modos de vida que justamente lo cuestio-nan al crear condiciones de transformación de relaciones sociales que ponen en el cen-tro la sostenibilidad de la vida. Son espa-cios que se crearon no solo para procurarse alimentación sino mutuo cuidado, oportu-nidad de aprendizaje y despliegue de la ca-pacidad de tomar decisiones sobre sus te-rritorios-cuerpo. Espacios para reflexionar y enfrentar opresiones, poder gestionar re-cursos públicos con reales fines de bien co-mún y poner en cuestión a un estado-mer-cado patriarcal, capitalista, racista y colonial.Por el contrario, en la llamada de reapertu-ra de los comedores populares, por parte del gobierno, lo que podríamos encontrar es lo comunitario colonizado, que reprodu-ce el conveniente rol natural de la mujer de cuidar a otros, de limitarse a las actividades reproductivas como las tareas domésticas, la atención del marido e hijos, etc. Natura-lizar y romantizar su labor y ubicarla fuera del mercado laboral, como no trabajo, per-mite ignorar su aporte a la economía y no reconocerle derechos, como un seguro de salud, una pensión, un bono universal. De este modo, el gobierno, que debe priorizar el gasto en reactivar la economía y proteger la inversión privada, se exonera de compro-misos y descansa en el tiempo de trabajo no pagado de las mujeres, limitándose con dar subsidio en alimentos. Es de seguro que un gran porcentaje de las mujeres que integran los comedores popu-lares no hayan recibido algún bono y si lo recibieron no ha sido suficiente. Es probable también que la mayoría siga reclamando por un bono universal real así como políticas de cuidado que las reivindiquen. Sin embargo, el gobierno aduce que no cuenta con recursos, que hace todo lo que puede; por lo tanto, los de abajo deberán seguir asumiendo los cos-tos no sólo de su sobrevivencia sino subven-cionando, de alguna manera, la situación de privilegio de los que más tienen.2.-La descolonialidad de lo comunitarioEl bono universal real y los comedores po-pulares son necesarios en estos tiempos de pandemia y son aún más necesarios si cues-tionan la potestad del estado para compartir la riqueza, o mejor dicho, los bienes comu-nes. Se trata de cambiar las relaciones en-tre estado y comunidad, en que ésta última deje de ser negada y ello implica de romper el monopolio de lo público bajo el dominio de intereses privados. En el caso del bono universal real, se pro-pone que sea personal y por el tiempo que dure el estado de emergencia. El objetivo es la tranquilidad alimentaria y cubrir gastos básicos. Sin embargo, deberá apuntarse al quiebre del actual sistema fiscal, así como replantear de qué riqueza se habla, cómo y para qué se produce. Un paso complemen-tario sería, en un horizonte de largo plazo, una renta básica universal , que no esté con-dicionada a si la persona trabaja. El principio orientador es que se reciba por el sólo he-cho de ser integrante de una comunidad, lo que prima es el derecho a una vida digna, de establecer condiciones para ir transforman-do el mundo del trabajo capitalista.No volver a la normalidad implica contar con condiciones materiales que posibiliten autonomía y autodeterminación para que otro modo de producción y reproducción de la vida siga surgiendo. En ese sentido ¿El bono y la renta básica universal¹⁰ podrían contribuir con las luchas emancipatorias? Y ¿Qué relación tendrían con las iniciativas como los comedores populares? Es algo abierto al debate.Respecto a los comedores populares, tie-nen el desafío de no ser opciones margi-nalizables, dirigidas y tuteladas por un es-tado-mercado patriarcal y colonizador. En estos momentos en que aumenta el desem-pleo y no habrá posibilidad de crear nuevos puestos de trabajo, no es posible negar la importancia de ciertas políticas sociales. Sin embargo, ello no significa no advertir que pueden ser usadas para instrumentalizar y ahogar las alternativas comunitarias, para compensar (pero no detener) los estragos que el sistema produce, para apaciguar la insumisión. Ahora que la prioridad es la re-activación económica, la ofensiva es más fe-roz pero bajo la política de dar un dedo para no perder la mano.Los comedores populares son espacios de disputa donde las mujeres enfrentan el desa-fío de poner límites y condiciones para que
4445no debiliten su auto organización, autono-mía, para ser consultadas y decidir sobre los recursos públicos, sobre sus territorios-cuer-pos, sobre la posibilidad de multiplicar rela-ciones de reciprocidad y que sus aportantes al cuidado sean reconocidos. Pero no se trata de políticas de un programa sectorizado ni focalizado y regido bajo la misma normali-dad, sino de una apuesta de sociedad diversa que no podría venir sino desde abajo, en la transformación de modos de vida concretos.Conclusiones Hay la necesidad de disputar narrativas y deslegitimar mitos opresores, como que no hay más alternativa que un capitalismo humanizado. Hoy más que nunca hay que evidenciar las mentiras del estado-merca-do cuando, por ejemplo, dicen que hacen todo lo posible para superar la pandemia, pero no dicen que lo posible está supedita-do al poder que una élite tiene sobre quie-nes gobiernan para que sirvan a sus fines. Un ejemplo de ello son las políticas fiscales y distributivas de la riqueza, que limitan mor-talmente a las clases populares para poder enfrentar la pandemia. Estamos frente a la disputa de dos proyec-tos civilizatorios antagónicos, uno que se basa en un modo de producción-destruc-ción y otro que opta por la sostenibilidad de la vida. Esta última es constantemente ne-gada, bajo mecanismos de despojo y apro-piación de alternativas como los comedores populares y el bono universal. Hay que ad-vertir las consecuencias de tal colonialidad para que no terminen por ser funcionales en mantener la normalidad que no queremos.
El informe “Privilegios que niegan derechos” mues-tra el contraste de la extrema riqueza de nuestros países con la baja inversión en salud.(https://www.oxfam.org/es/informes/privilegios-que-niegan-de-rechos)https://marcelramirezlt.wordpress.com/2020/01/23/los-costos-de-tres-decadas-sin-reformasídemhttps://ojo-publico.com/320/los-millonarios-im-puestos-que-no-cobra-el-estadoEn los últimos años, las devoluciones fiscales o tri-butarias se incrementaron drásticamente. Del 2016 al 2018 sumaron S/ 50 mil millones. El principal beneficiado es el sector minero, en los últimos tres años se le reintegró más de S/ 15 mil millones.ht-tps://propuestaciudadana.org.pe/comunicaciones/gpc-en-medios/sunat-devolvio-a-mineras-15-mil-millones-de-soles/https://ojo-publico.com/998/congreso-busca-am-pliar-beneficios-tributarios-favor-de-empresas-uni-versidades-y-gruposhttps://elperuano.pe/noticia-gobierno-estable-ce-bono-familiar-universal-760-soles-para-68-mi-llones-hogares-94846.aspxhttps://andina.pe/agencia/noticia-gobierno-apro-bo-ampliar-s-30000-millones-mas-programa-re-activa-peru-796642.aspxAdemás de las protesta por leyes como la de Sus-pensión Perfecta de Labores, que permite a las empresas enviar a los trabajadores a sus casas sin pago alguno durante tres meses. Esta medida su-puestamente salvaría a las microempresas de la quiebra, Sin embargo, más del 76% de los trabaja-dores afectados provienen de las grandes empresas que en los últimos años son las que más utilidades han logrado.En el contexto de la pandemia, distintos países alrededor del mundo están discutiendo al respecto. Una de las fuentes es el economista Guy Standind