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A propósito del trabajo de Silvia Federici: Colocar la reproducción material y simbólica de la vida social y la capacidad humana de producir lo común como punto de partida para la refexión crítica y la práctica política

Raquel Gutiérrez Aguilar :: 06.12.20

Deshilvanar para fines analíticos, en pocas páginas, algunos de los hilos más coloridos, enérgicos y resistentes del pensamiento de Silvia Federici ha sido el desafío que me han lanzado los editores del primer número de El Apantle. ¡Difícil tarea la que me han encomendado! Lo complicado del encargo no reside en la enumeración de los argumentos de la querida Maestra Federici, cuya diáfana claridad a la hora de desplegarse asombra y seduce, simultáneamente, a la razón y a la emoción. La dificultad está en brindar una plataforma que haga justicia a la enorme cantidad de asuntos que Silvia critica e ilumina, al tiempo que sugiere pistas al pensamiento crítico

A propósito del trabajo de Silvia Federici: Colocar la reproducción material y simbólica de la vida social y la capacidad humana de producir lo común como punto de partida para la refexión crítica y la práctica política

Raquel Gutiérrez Aguilar

Deshilvanar para fines analíticos, en pocas páginas, algunos de los hilos más coloridos, enérgicos y resistentes del pensamiento de Silvia Federici ha sido el desafío que me han lanzado los editores del primer número de El Apantle. ¡Difícil tarea la que me han encomendado! Lo complicado del encargo no reside en la enumeración de los argumentos de la querida Maestra Federici, cuya diáfana claridad a la hora de desplegarse asombra y seduce, simultáneamente, a la razón y a la emoción. La dificultad está en brindar una plataforma que haga justicia a la enorme cantidad de asuntos que Silvia critica e ilumina, al tiempo que sugiere pistas al pensamiento crítico y guía los pasos de quienes tratamos de seguir su febril ritmo creativo. 

Pongamos manos a la obra y confiemos enque esta breve reseña no se quedará corta ni deslucirá la fuerza de lapropuesta crítica de Federici.

Son dos los asuntos centrales a los que, a mi juicio, el pensamiento y la práctica de Silvia nos convocan. En primer lugar, en tanto feminista de y por lo común, está su empuje por visibilizar y volver audible, una y otra vez, los pensamientos de las mujeres en los ámbitos doméstico y público, sus prácticas y sus saberes cotidianos y estratégicos. En tal sentido, ella siempre enriquece y amplía el acercamiento a la teoría crítica en tanto pone atención en lo que desde otras perspectivas analíticas es catalogado como no relevante o es soslayado como particularismo descartable. Desde sus primeros trabajos en la campaña “Salario para el trabajo doméstico”, Federici, junto con algunas de
sus colegas, se esforzaron por llamar la atención hacia la esfera de la reproducción material de la vida social. 

Desde entonces, Silvia ha perseverado en ahondar las posibilidades críticas que desde ahí se iluminan, abriendo los conceptos –como el de “trabajo doméstico”– y contribuyendo a la renovada comprensión y organización de la experiencia fruto de la lucha: un esfuerzo serio y potente por mover el punto de partida de la reflexión crítica. Por desplazarlo desde el canónico sitio de la producción y reproducción del capital hacia el
subversivo ámbito de la producción y reproducción de su “mercancía” más preciosa y necesaria: la fuerza de trabajo. Y, en dicho tránsito,
alumbrar otras posibilidades para pensar la transformación social, la revolucionarización de lo existente, las luchas en defensa de la vida, de los medios de existencia  y de las riquezas sociales todas, humanas y no humanas.

La recuperación y militante visibilización de las experiencias e
ideas de la amplísima constelación de mujeres que ha ido conociendo
a lo largo de su trabajo académico y político, llevó a Silvia a realizar la
investigación histórica sobre la caza de brujas durante los siglos XVI
y XVII cuyos resultados fueron publicados como Calibán y la bruja.
Mujeres, cuerpo y acumulación originaria3
.
1 En su juventud, Federici participó junto a Mariarosa Dalla Costa y Selma Jones
de la campaña “Salario para el trabajo doméstico”; la cual fue una de las derivas
prácticas de feministas marxistas italianas en los años 70. María Rosa Dalla Costa
es autora del clásico libro El poder de las mujeres y la subversión de la comunidad que
abrió un importante debate –actualmente muy descuidado– sobre la relevancia del
“trabajo doméstico” para la producción y reproducción del capital.
2 Massimo De Angelis, compañero de Federici en la revista Te commoner, convoca
a distinguir entre medios de producción –de capital– y medios de existencia –para
la vida, para garantizar la existencia– a fn de no confundir aquello que está siendo
expresado (De Angelis, 2012).
3 Desde su primera edición como Calibán and the witch. Women, the body and
Vayamos brevemente sobre esta obra fundamental. ¿Es Calibán
y la bruja un libro feminista? O, más bien, ¿lo debemos inscribir
en cierta veta herética dentro de la tradición del marxismo crítico?
¿Acaso es un libro de historia? ¿Es las tres cosas a la vez? A mi juicio,
Calibán y la bruja constituye, antes que nada, una apuesta por
subvertir y desordenar, de manera radical, el orden íntimo y complejo
del pensamiento masculino dominante que es, a la vez capitalista y
colonial. De ahí la centralidad de su discusión con Marx a quien
critica, con justicia, haberse desentendido del vasto y heterogéneo
mundo de la reproducción material de la vida social invisibilizando
–y negando– el amplio abanico de actividades y prácticas cotidianas
y cíclicas implicadas en la conservación y ampliación de la vida.
El mundo capitalista, señala Federici, no puede ser comprendido
a cabalidad –para avanzar en su crítica– si únicamente se miran
los bucles de la producción de mercancías, de su distribución y
consumo, es decir, de lo que suele llamarse “reproducción del capital”.
Existe otro gran ámbito de la vida social que se ubica más allá, por
debajo, adentro, en contra y más allá4
 de los incesantes procesos de
“producción y reproducción del capital”: son los múltiples mundos
siempre regenerados por los esfuerzos incesantes hechos sobre todo
por mujeres –aunque no únicamente– por mantener y sostener la
vida, por ampliar sus posibilidades de gozo y disfrute, por reproducir
material y simbólicamente la vida humana y no humana, día tras día,
año tras año, generación y generación.
Este lúcido punto de partida incomoda a casi todos. Los marxistas
se apuran a señalar que estos polimorfos mundos de la vida cotidiana
donde se produce incesantemente la reproducción material de la vida
primitive acumulation, Autonomedia (Federici, 2004), este libro ha sido traducido a
diversos idiomas y publicado una y otro vez en diversos países. En México, Calibán
y la Bruja fue publicado en 2013 como coedición de Tinta Limón, Buenos Aires y
Pez en el Árbol, editorial autónoma mexicana a la que Silvia autorizó gratuitamente
la re-impresión de la edición Argentina (Federici, 2013a).
4 La idea de comprender las luchas como esfuerzos colectivos que van en contra y
más allá del capital es un punto central del argumento de John Holloway (2008).
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se ajustan tanto y tan bien al incremento y acumulación del capital,
que no vale la pena reflexionar sobre lo que ahí ocurre, a no ser como
una derivación de los procesos de acumulación del capital. Niegan la
creativa posibilidad de autonomía material, fundamento de cualquier
autonomía política, que desde ahí pudiera brotar.
Ciertas feministas liberales, por su parte, se escandalizan del
enérgico llamado que hace Federici a pensar la transformación social
desde el ámbito de la reproducción, alegando que una infinidad
de mujeres en lucha, desde mediados del XIX y a lo largo del siglo
XX, nos ha dejado una herencia de esfuerzos por salir de ese lugar.
Olvidan, sin embargo, los ubicuos modos en que hemos quedado
atrapadas –en muchas ocasiones– en el laberíntico juego de espejos
en el que nos atrapa el falaz “horizonte de la igualdad” que a lo
más alcanza a ofrecernos ser parte de una agobiante sociedad de
individuos abstractos y formalmente equiparables, cuya existencia
se basa en la mercantilización completa de las actividades conexas
a la reproducción cotidiana de la vida: sociedades de votantes que
consumen o de consumidores que votan. Forma social, por lo demás,
hoy en ruinas. También están quienes piensan –y no tanto practican–
lo relativo a la “descolonización”, que ignoran el conjunto de aportes
que Federici brinda para pensar lo común como condición material
de la producción y reproducción de un horizonte de vida buena,
que transite vías y caminos de emancipación. Claro, es mucho más
cómodo elaborar teorías centradas en la crítica de determinados
marcos epistemológicos, en vez de meter la cabeza y las manos en
las prosaicas disputas por cuestiones materiales y en los muy difíciles
equilibrios en/para el usufructo colectivo de lo disponible. La veta
crítica a la práctica colonial que Federici sugiere camina justamente
por este angosto sendero, aunque sin duda no es algo en lo que ella
haya concentrado su atención.
Resulta entonces que el pensamiento y los argumentos de Federici
no son cómodos para nadie que se haya labrado un pequeño –o
grande– nicho de poder desde el cual asegurar privilegios y ventajas.
Las palabras y razones de Silvia, siempre como un alud o a la manera
de un tornado, arrastran y demuelen viejas creencias de esas que
aportan seguridad al tiempo que estancan la acción política. Silvia
confronta, desafía con su voz cultivada y armoniosa de mujer madura:
no hay otro punto de partida para ir paulatinamente disolviendo
las relaciones capitalistas, para confrontar los peores agravios que
impone el capitalismo que el arco-iris de prácticas, esfuerzos, saberes
y experiencias cotidianas desde donde reproducimos material y
simbólicamente la vida social. Desde ese lugar eleva su voz femenina
y convoca a los varones a sumarse. No es, por tanto, una feminista
que piense o hable únicamente para las mujeres, aunque nunca olvida
el tono de voz distinguible y las experiencias diferenciadas que se
encarnan en los cuerpos nuestros, de compañeras.
En segundo lugar Silvia es una comunera. Su otra gran apuesta
política y teórica es mostrar que lo común, los bienes comunes
naturales y también la riqueza social disponible a partir de su
producción como tal, como riqueza común, son el fundamento,
la condición necesaria –aunque no suficiente– para la lucha social
contra y más allá del capital, de la dominación masculina y de la
colonialidad que impregna la vida pública y privada. Y es mucho
lo que en este otro terreno ella nos enseña. Calibán y la bruja es, en
este terreno, de manera análoga a su heterodoxo feminismo, un texto
pionero e inspirador. Su tesis del desarrollo del capitalismo como una
contrarrevolución organizada por aristócratas y grandes comerciantes
contra la dificultosa autonomía que desde abajo desafiaba el régimen
feudal, es completamente indigesta para quienes hoy enarbolan la
bandera del desarrollo del capital adornada con colores “progresistas”
o “pluriculturales”. Y dicha tesis se despliega a partir de entender
la manera múltiple como, en cada nuevo ciclo de acumulación
ampliada de capital, se agrede, se destruye o se despojan los bienes
comunes –tierra, agua, derechos consuetudinarios a la leña, a las
plantas medicinales, a las bayas y frutos de los árboles, a espacios
para criar animales domésticos; pero también, de manera más
cercana en el tiempo, seguridad social, derechos laborales básicos,
escuelas y hospitales no privados y toda clase de redes de soporte 
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para la reproducción de la vida social. Todos estos comunes –como
los llama Silvia- son sostén y fundamento para la reproducción
cotidiana de quienes “viven por sus manos” y en particular, de las
nuevas generaciones cuyas madres hoy, como las viejas brujas de hace
siglos, son achicharradas en las temibles hogueras del interminable
trabajo precario, de la desigualación estatalmente administrada, de
la violencia masculina desatada. Hoy, como ayer, nosotras quedamos
colocadas en la trampa mortal de la escisión vital de tiempos y de
espacios, labrada en siglos anteriores. Nuestros compañeros también,
aunque con mucha frecuencia, lamentablemente, ellos se esfuerzan
en no verlo.
Así, la comunera feminista que es Silvia Federici, más allá de
Calibán y la bruja, una y otra vez, se empeña en mostrarnos nuevas
formas de criticar el mundo y la vida que el capital nos hace vivir,
de luchar contra las obscenidades que éste genera. En La revolución
feminista inacabada. Mujeres, reproducción social y lucha por lo común
–libro publicado en México por la Escuela Calpulli, que contiene
algunos de los ensayos publicados previamente como Revolution
at point zero5 (Federici, 2012; 2013b)–, Federici nos da pautas
renovadas para la crítica del neoliberalismo contemporáneo desde
la perspectiva teórica que ha cultivado durante años. Afianzando la
mirada en la perspectiva que convoca a no desdeñar la experiencia
femenina y a estar pendiente de la continua y sistemática creación
y re-creación colectiva de comunes, que una y otra vez son agredidos
por la voracidad capitalista, Federici consigue hilar, creativamente,
cuestiones y asuntos económicos y políticos que por lo general
quedan escindidos y desconectados si son analizados desde otros
marcos analíticos. Asuntos que adquieren una nueva y fértil claridad
desde la deriva de Silvia son las luchas por la defensa de los territorios
colectivos y/o comunes bajo amenaza de despojo, privatización y
destrucción, que son –o pueden ser– comprendidas como esfuerzos
distintos aunque emparentados con las luchas por –o en defensa de–
5 En 2013, Revolution at point zero fue traducido y publicado en España por
Trafcantes de Sueños.
derechos sociales consagrados, por respeto a la dignidad personal,
por ampliación de libertades. Así, una vez más, Silvia Federici no
“entra al aro”, por expresarlo coloquialmente: se escapa y se resiste a
las rígidas segmentaciones que la dominación masculina capitalista
y colonial, una y otra vez, introducen en el pensamiento, haciendo
alarde de su prerrogativa de clasificar y de juzgar; de establecer los
marcos canónicos del pensamiento y de marcar y fijar rígidamente,
por tanto, sus límites.
Una última clave, que para mi es esencial para comprender la
relevancia y originalidad del pensamiento de Silvia Federici, está en
su fértil crítica a las separaciones impuestas como mecanismo básico de
la dominación y de la explotación. Federici, entre otras cosas, llama
la atención una y otra vez, acerca de la sistemática producción de
separaciones que el capitalismo –y el Estado que es su forma política
por excelencia– introducen en la vida social: desde la rígida separación
sexo-genérica moderna que consagró a los varones en el lugar de
lo público, separándolos del mundo de la reproducción donde
se confinó a las mujeres, hasta las separaciones entre propietarios
y trabajadores, entre expertos y obedientes, entre trabajadores
manuales e intelectuales, etc. Dispositivo práctico de reiteración de
separaciones fácticas y a la vez imaginarias, es decir, conducente a la
consolidación del específico orden simbólico masculino-dominante,
abstracto-capitalista y ferozmente jerarquizante que compartimos en
tanto sujetos modernos.
Silvia Federici, en su trabajo político, en sus aportes académicos
y en su vida cotidiana es, ella misma, una fuerza de disolución de
todas esas separaciones. De ahí su capacidad para servir de puente
entre diversas tradiciones de pensamiento, para enlazar y vincular los
esfuerzos críticos y las luchas tan diversas que inundan este tiempo que
llamamos presente. La amplia y versátil riqueza de su pensamiento de
comunera feminista y de feminista comunera que comparte, siempre,
con una calidez inagotable, es una fuerza inmensa en la producción
cotidiana y estratégica de lo común.
Puebla, mayo de 2015.
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Bibliografía
De Angelis, Massimo (2012) “Marx y la acumulación primitiva:
el carácter continuo de los ‘cercamientos’ capitalistas” en Revista
Theomai (Buenos Aires), N° 26, noviembre.
Federici, Silvia 2004 Calibán and the witch. Women, the body and
primitive acumulation (Nueva York: Autonomedia).
Federici, 2012 Revolution at point zero. Housework, Reproduction and
Feminist Struggle (Nueva York: PM Press).
Federici, Silvia 2013a Caliban y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación
originaria (México D.F.: Tinta Limón/Pez en el Árbol).
Federici, Silvia 2013b La revolución feminista inacabada. Mujeres
reproducción social y lucha por lo común (México D.F.: Escuela
Calpulli).
Holloway, John 2008 Cambiar el mundo sin tomar el poder (Madrid:
El viejo topo).


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