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Palestina, las cosas por su nombre: De pesebres y vacunas, o del empeño en hacer invisible a un pueblo


María Landi :: 02.01.21

Ese pueblo resiste con cada célula de sus cuerpos castigados, con cada inhalación y exhalación del aire que respiran (muchas veces tóxico por los gases lacrimógenos), con cada olivo arrancado que vuelven a plantar, con cada bebé que vuelven a parir las mujeres que tienen a otros tras las rejas o bajo tierra, con cada estudiante o militante de base que sale de la cárcel y vuelve a la universidad o al campo de refugiados para retomar la lucha, con cada comunidad pastoril que vuelve a reconstruir su mezquita, su escuela, sus casitas y corrales de ovejas, su pozo de agua o panel solar, para reafirmar su voluntad porfiada de permanecer en su tierra, a cualquier precio. Porque “existir es resistir” no es una simple consigna: es una actitud vital, visceral.


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