Rackets
F. Palinorc (1)
Comunizar
Los humanos que desmantelarán al sistema capitalista en colapso tendrán que ser los mismos que emanciparán una alternativa adecuada a los humanos. Son quienes hoy están ‘integrados’ al capitalismo porque todo el mundo lo está. En nuestro tiempo, no hay cabida para bandas nihilistas de ‘outsiders’ o ‘bárbaros’ que destruyen al sistema en colapso desde tierras foráneas, como ocurrió con la caída del imperio romano occidental. Solo de este modo desaparecerán los rackets por siempre.»
Como las clases, los rackets (2) son un producto de la dominación. Emergieron probablemente cuando por primera vez conspiraron chamanes, jefes militares o patriarcas de clan en contra de otros humanos de sus propias comunidades u otras próximas. El pillaje, la guerra y la esclavización disolvieron las comunidades primitivas, y en aquel proceso violento se formaron rackets. Las relaciones mercantiles, el surgimiento de la división del trabajo, de las clases y el Estado modificaron fundamentalmente a los rackets. Pero no discutiremos esta evolución ahora; lo que nos concierne es la existencia y persistencia de los rackets en la modernidad, en la sociedad capitalista. Hablaremos de los rackets en su sentido político, especialmente en las organizaciones marxistas. [Ver: Karl Marx, «Yo no soy marxista«. NdE]
Hoy por hoy es común entender, estrechamente, por racket, una organización ilegal montada para obtener ganancias, para la extorsión, la protección y el fraude. Esta definición jurídica tiene su origen en los Estados para la criminalización de sus rivales menores. En casos específicos, como los carteles de droga, los rackets pueden adquirir inmenso tamaño e influencia, filtrándose en la estructura del Leviatán. No hay nada más ‘normal’ que un racket.
Lo que a los rackets estatales les frena del exterminio mutuo es su consciencia de que la cohesión y el auto-control asegura su supervivencia mutua. Bajo ellos se encuentra la masa de la humanidad encerrada en la explotación y las fronteras nacionales. Los rackets dominantes han aprendido a negociar y a tolerarse, coexistiendo en el Estado. El rol de la mediación nacional altera su actividad, que va desde el saqueo privado a la administración a gran escala y el acceso burocrático (y legal) al tesoro nacional. Es así que los políticos y funcionarios modernos se compran un linaje nacional, legitimidad e ingresos. Pero el racket sigue siendo la unidad estatal de fondo. Las clases dominantes los secretan constantemente, y, en una democracia, esta tendencia se generaliza en la sociedad civil. La fragmentación de la sociedad mercantil y su consecuente ‘guerra de todos contra todos’, crea un suelo fértil para los rackets. Mientras éstos no perturben ni socaven a un Leviatán fuerte, los rackets son tolerados aún si están legalmente proscritos.
Los rackets políticos son cuerpos especialistas informales, usualmente legales y aspirantes a la dominación estatal. Sin embargo, su tamaño reducido les fuerza a una existencia inestable y precaria. Como mucho, se convierten en grupos de presión de los partidos que ya han pasado la etapa de racket. Mientras más grande el racket, más se aproxima a un partido, el cual contiene en sí unos cuantos rackets denominados tendencias o facciones. Sólo los eventos mundiales y nacionales extraordinarios propulsan a los rackets a la conversión en partidos masivos e incluso a la conquista del poder estatal. Pero esos momentos son pocos y distanciados. La mayoría de los rackets tienen corta existencia. Algunos duran unos años, constituyéndose en cámaras de tortura para sus miembros.
Los rackets carecen de un sistema de justificación ideológica significativo y visible. Lo que son, lo ocultan bajo muchas capas. Los Leviatanes tienen una larga lista de ideólogos, desde Platón a Hobbes, Locke, Jefferson, Hegel e incluso Schmitt. Hasta donde se sabe, los rackets no tienen tales apologistas. Hay muchas doctrinas que justifican a los Leviatanes, pero los rackets carecen de esta armadura. Su actividad real de dominación es incógnita.
EL TEXTO COMPLETO
http://www.left-dis.nl/uk/rackets.htm
Al castellano: @rebeldealegre
Como las clases, los rackets [§] son un producto de la dominación. Emergieronprobablemente cuando por primera vez conspiraron chamanes, jefes militares opatriarcas de clan en contra de otros humanos de sus propias comunidades u otraspróximas. El pillaje, la guerra y la esclavización disolvieron las comunidadesprimitivas, y en aquel proceso violento se formaron rackets. Las relacionesmercantiles, el surgimiento de la división del trabajo, de las clases y el Estadomodificaron fundamentalmente a los rackets. Pero no discutiremos esta evoluciónahora; lo que nos concierne es la existencia y persistencia de los rackets en lamodernidad, en la sociedad capitalista. Hablaremos de los rackets en su sentidopolítico, especialmente en las organizaciones marxistas.Hoy por hoy es común entender, estrechamente, por racket, una organizaciónilegal montada para obtener ganancias, para la extorsión, la protección y el fraude.Esta definición jurídica tiene su origen en los Estados para la criminalización de susrivales menores. En casos específicos, como los carteles de droga, los racketspueden adquirir inmenso tamaño e influencia, filtrándose en la estructura delLeviatán. No hay nada más ‘normal’ que un racket.Lo que a los rackets estatales les frena del exterminio mutuo es su conscienciade que la cohesión y el auto-control asegura su supervivencia mutua. Bajo ellos seencuentra la masa de la humanidad encerrada en la explotación y las fronterasnacionales. Los rackets dominantes han aprendido a negociar y a tolerarse,coexistiendo en el Estado. El rol de la mediación nacional altera su actividad, que vadesde el saqueo privado a la administración a gran escala y el acceso burocrático (ylegal) al tesoro nacional. Es así que los políticos y funcionarios modernos secompran un linaje nacional, legitimidad e ingresos. Pero el racket sigue siendo launidad estatal de fondo. Las clases dominantes los secretan constantemente, y, enuna democracia, esta tendencia se generaliza en la sociedad civil. La fragmentaciónde la sociedad mercantil y su consecuente ‘guerra de todos contra todos’, crea unsuelo fértil para los rackets. Mientras éstos no perturben ni socaven a un Leviatánfuerte, los rackets son tolerados aún si están legalmente proscritos.§Nota del traductor: Rescatamos la definición de racket señalada por Federico Corriente en una notade su texto Jacques Camatte y el eslabón perdido de la crítica social contemporánea, donde escribe: “La vozinglesa rackett [sic] se refiere, en principio, a cualquier agrupación mafiosa dedicada al crimen organizado,pero por extensión puede considerarse que encarna el prototipo del modo de funcionamiento real y necesariode toda «organización» en el marco de la sociedad existente.”
Los rackets políticos son cuerpos especialistas informales, usualmente legalesy aspirantes a la dominación estatal. Sin embargo, su tamaño reducido les fuerza auna existencia inestable y precaria. Como mucho, se convierten en grupos depresión de los partidos que ya han pasado la etapa de racket. Mientras más grandeel racket, más se aproxima a un partido, el cual contiene en sí unos cuantos racketsdenominados tendencias o facciones. Sólo los eventos mundiales y nacionalesextraordinarios propulsan a los rackets a la conversión en partidos masivos eincluso a la conquista del poder estatal. Pero esos momentos son pocos ydistanciados. La mayoría de los rackets tienen corta existencia. Algunos duran unosaños, constituyéndose en cámaras de tortura para sus miembros.Los rackets carecen de un sistema de justificación ideológica significativo yvisible. Lo que son, lo ocultan bajo muchas capas. Los Leviatanes tienen una largalista de ideólogos, desde Platón a Hobbes, Locke, Jefferson, Hegel e incluso Schmitt.Hasta donde se sabe, los rackets no tienen tales apologistas. Hay muchas doctrinasque justifican a los Leviatanes, pero los rackets carecen de esta armadura. Suactividad real de dominación es incógnita.Aunque los rackets políticos rara vez alcanzan su meta, el poder estatal, suorganización interna imita a las funciones estatistas. La membresía del racket es suproletariado, y los líderes constituyen una suerte de mini-estado portable. Losrackets son esencialmente conservadores, aún si algunos de ellos, los marxistas yanarquistas, chorrean mensajes radicales o emancipadores.Pero unirse a un racket es usualmente estimulante en un comienzo, cuando elnuevo recluta está convencido de que su participación moldeará la historia y deque se está uniendo a una aventura colectiva para ayudar a la humanidad. Sienteademás que ha hallado una comunidad heróica de camaradas de ideas afines.Unirse a un racket tiene esta dimensión libidinal oculta, lo que explica el enormeapego y fanatismo de los miembros. Al comienzo, el recluta no es consciente de queserá persuadido a perder la mayor parte de su individualidad y tiempo libre, y deque la falsa comunidad del racket sólo acentuará su alienación.Será útil citar a unos cuantos escritores y críticos políticos que han intentadoanalizar el fenómeno del racket.Maquiavelo (1469-1527) temía a los rackets pues veía en ellos la disolucióndel Estado virtuoso. Su El Príncipe es una descripción de un Estado Renacentistaideal. Maquiavelo no describe los rackets en detalle, pero éstos están presentessiempre de fondo. La paranoia de El Príncipe brota de la aguda preocupación deMaquiavelo de que a menos que un príncipe virtuoso consolidase el Estado, estamáquina fuese devorada por facciones despiadadas y sin principios para su propiobeneficio y no para el ‘bien común’. Maquiavelo comprendía bien los rackets, habíaestudiado cuidadosamente cómo surgieron desde éstos los Estados Renacentistas.Llamó a domar el espíritu racketerista, esperando que así ‘el país’ se beneficiase delgobierno de príncipes virtuosos. De modo utópico, Maquiavelo pensó que la
codicia autodestructiva de los rackets podía ser neutralizada y puesta bajo controlpor el Estado moderno.Advirtió a los príncipes: “… quien introduce esta nueva forma [de gobiernovirtuoso] se hace enemigo de todos aquellos que se beneficiaban bajo la formaantigua, …” Estos enemigos reúnen fuerzas desde “una facción unificada”. La únicamanera de vencer este peligro es que el Príncipe use la fuerza: “… todos los profetasarmados son victoriosos y los sin armas son destruidos. … las gentes son pornaturaleza volubles. Es fácil persuadirles de algo, pero difícil asegurarles en talconvicción. Por esta razón vale la pena estar organizados de tal modo que, cuandolas gentes ya no creen, puede hacérseles creer por la fuerza.” [1] En el fluido uso deestrategias de persuasión y del terror contra la sociedad civil, los rackets y losLeviatanes difieren sólo en escala. Maquiavelo fue ciego a la realidad de que losrackets y los Estados operan en acuerdo, y comparten una sinergia básica puestoque ambos dependen de la dominación.Un crítico notable es Etienne de La Boétie (1530-1563). En su Discurso de laservidumbre voluntaria no se preocupa de aconsejar príncipes, sino de reprender lapredisposición de la humanidad a la ‘servidumbre voluntaria’. De acuerdo a LaBoétie, este servilismo es lo que mantiene a los príncipes en el poder. A pesar de lamoralización circular, tiene una profunda penetración de entendimiento sobre lanaturaleza de los rackets:”Quien crea que las alabardas, los centinelas, la colocación de vigilantes,sirven para proteger y escudar a los tiranos está, a mi juicio, completamenteequivocado. … No son las tropas de caballería, no son las compañías en marcha, noson las armas lo que defiende al tirano.” Luego explica que si seis racketeros queposeen el oído del tirano reclutan a 600 adeptos, éstos tienen a su vez a 6.000 bajoellos. “La consecuencia de todo esto es ciertamente fatal…” observa La Boétie,señalando que los tiranos con frecuencia destruyen a su propios seguidoresserviles. “… quien se plazca en desenredar la madeja observará que no son 6.000sino 100.000, e incluso millones, los que cuelgan del tirano por esta cuerda a la queestán atados.” [2] Ese es el verdadero baluarte de la tiranía: la fragmentación de lasociedad en serviles cómplices del poder y líderes de bandas. En otras palabras,rackets. La Boétie pensó que en una tiranía había casi tantas personas corrompidaspor ella como personas para quienes la libertad les parecía deseable. Aquí lasociedad aparece subsumida en rackets, posiblemente porque en el siglo dieciséis lasociedad civil estaba relativamente indiferenciada en términos de estructura declases.Georg Simmel (1858-1918) escribió copiosamente sobre los grupos y lassociedades secretas. Captó bien la sinergia persecutoria entre el Leviatán y el racket:”la sociedad secreta es considerada tanto como enemiga del poder central que,incluso a la inversa, a todo grupo que es políticamente rechazado se le denominasociedad secreta”. [3] Los grupos y rackets secretos existen debido a la carencia de
subjetividad y autonomía individual provocada por la división del trabajo. Losindividuos intentan compensar esta carencia ingresando voluntariamente acomunidades donde hay una apariencia de individualidad, por el mero hecho deno ser parte de lo establecido. Simmel es uno de los escritores más importantessobre los rackets, y sus escritos sobre los grupos, la subordinación y la dominaciónson profundamente pertinentes.Max Weber (1864-1920) escribió sobre la burocracia, las castas, las sectas, laracionalidad, el carisma, el poder y la autoridad, lo cual ayuda a comprender losrackets. En sus escritos, Weber apoya la ‘racionalidad’ capitalista contra formas nodesarrolladas de dominación pre-capitalista. Fue un leal y consistente apologista delos Leviatanes, y, como Simmel, se convirtió en ferviente patriota alemán en laPrimera Guerra Mundial.TW Adorno (1903-1969), como Max Horkheimer y Herbert Marcuse de laEscuela de Frankfurt, analizó cómo se dañaba a los individuos bajo una sociedadcada vez más administrada. Sin embargo, los escritos de Adorno sobre los rackets(él utilizaba el término) parecen estar, en inglés, esparcidos e inconclusos. Deacuerdo a Rolf Wiggerhaus, la teoría de los rackets desarrollada por Horkheimer yAdorno quedó como un ‘torso inconcluso’. Es una lástima. Sin embargo, a lo largode mucha de la densa prosa de Adorno capturamos joyas como: “Quien quieracambiar el mundo no debe por ningún motivo terminar en la ciénaga de los ruinesrackets donde languidecen los adivinos con sectarios políticos, utopistas, yanarquistas.’ [4] Han sido advertidos.En Adorno, los rackets parecen ser principalmente criminales(económicamente), y el modo de operar de aquellos que son rackets políticos no setrata con claridad. Pero, muchos de los discernimientos sobre los rackets en MinimaMoralia son mini-concentrados, ricos en significado.El, así llamado, situacionismo, especialmente Guy Debord, ha contribuídoenormemente a la crítica de los rackets. En La sociedad del espectáculo de Debord hayconmovedoras percepciones sobre la horrorosa pérdida de individualidadmediante la separación en la sociedad capitalista. En Debord encuentra uno temasprofundamente elaborados sobre la alienación, desde textos de Marx, Adorno yprobablemente Simmel. Pero, el grupúsculo mismo en torno a Debord parecehaberse involucrado en varias actividades tipo racket, incluyendo la megalomaníagrupal y las usuales expulsiones izquierdistas.Las Diez tesis sobre la proliferación de egócratas de Fredy Perlman fueroninfluenciadas por el situacionismo y por un temprano Baudrillard. Sus tesis sonconcisas y no quieren tener nada que ver con las ‘organizaciones militantes’, esdecir, rackets, incluyendo los situacionistas.Jacques Camatte ha escrito extensamente sobre la base social (¡o asocial!) delos rackets. Sus perspetivas sobre los rackets (gangs) se encuentran concentradas enel largo ensayo-carta ‘Sobre la organización’ (1969). Es una exposición devastante
sobre los rackets, y superior al trato de Adorno en que Camatte disecciona losrackets políticos (principalmente los de izquierda-ultraizquierda) de maneraexhaustiva y extendida, ligándolos a la dominación total del capital.El bolchevismo, como el marxismo en general, tiene poca comprensión de losrackets. El bolchevismo mismo surgió como un racket político, y trepó hacia elpoder estatal tras convertirse en un partido templado en movilizaciones de masascontra el régimen zarista. Esto le dio el ‘derecho natural’ para más tardedesmoralizar y aplastar al proletariado y campesinado insurgentes. Tal vez porestas razones los teóricos bolcheviques más famosos, como Bukharin, Rakovsky yTrotsky, fueron incapaces de ser autocríticos al confrontarse al despliegue delestalinismo. Ninguno pudo aceptar que el bolchevismo había dejado suelto a unEstado capitalista renovado en Rusia, con un estrato totalitario que efectivamenteera una clase dominante estatal. Rakovsky se acerca más a admitirlo en 1928, peroretrocede ante esta conclusión.Podemos decir que los rackets políticos modernos tienen las siguientescaracterísticas generales:— Giran en torno a un gurú, un líder carismático (Weber) o un ‘egócrata’(Perlman). El gurú es usualmente varón, aunque se han conocido rackets lideradospor gurús femeninas;— El gurú fomenta y controla una jerarquía centralizada y despótica. Secimenta sobre una facción interna de conspiradores, quienes tramanpermanentemente contra la membresía del racket. Ningún racket es gobernado porconsenso ni por métodos participatorios transparentes;— Los rackets tienen una plataforma política o programa, usualmente de tipomesiánico. Una de las tareas del gurú es heredar o bosquejar y sostener estaplataforma. Los rackets intentan influir en el mundo a su alrededor publicandoregularmente (o manteniendo un sitio web). Para ellos influir en los demás quieredecir reclutar, no contribuir a una constante clarificación de consciencia;— Los rackets reclutan individuos que voluntariamente se unen y que sonsistemáticamente persuadidos por la infalibilidad del gurú. Una vez reclutados, lafinalidad del racket es alienar más a los individuos haciéndoles cortar con muchosde sus lazos con la sociedad. Esto no es una conspiración consciente, sino unproceso en el que recluta y reclutado se engañan a sí mismos y unos con otros. Elprimero mediante su negación de lo que ocurre en el racket, y el segundo mediantesu suspensión del pensamiento crítico;— Los rackets se esmeran por volverse permanentes pero sonconstantemente interrumpidos por el disenso interno, las escisiones y lacompetencia con rackets rivales. Las divergencias políticas son tratadas rara vez —son reemplazadas por el faccionalismo personal y la competencia por posiciones enla jerarquía. De ahí el extendido uso del chivo expiatorio y de ataques ad hominem;
— Paradójicamente, la supervivencia de los rackets depende delfaccionalismo interno y de los enemigos externos. El clima de paranoia y búsquedade chivos expiatorios fortalece el control del gurú. Se ve reforzado por recurrentespurgas. Los nuevos rivales, a menudo conformados por los miembros expulsados,concentran los instintos de supervivencia del racket, creando paroxismos de odio yfomentando un estado de mentalidad de asedio. Estas ‘crisis’ centrípetas ycentrífugas, ambas cuidadosamente orquestadas, ayudan a la supervivencia delracket;— Los rackets más virulentos intentan organizarse de modo militar. Dichamovida les ilegaliza y les sitúa en confrontación directa con el Leviatán. Esto tiendea mermarles de miembros femeninas y a incrementar la disfunción de los militantesenormemente. Estos rackets tienden a existir más en las periferias del sistema,donde los Leviatanes son débiles y dependen mayormente del terror desnudo parasobrevivir. Este método de gobierno desata una guerra indiscriminada entre losLeviatanes y los rackets opositores, donde el terror y el exterminio son los únicosmétodos para afirmar la dominación;Pero ¿de dónde vienen los miembros de los rackets? Durante el Renacimiento y laIlustración la creciente división capitalista del trabajo dejó estratos de gentesprofesionales y cultas ya no más beneficiarias de la iglesia o del patronaje real. Algunos de estos estratos fueron empleados como funcionarios de Estado.Un número de ellos siguió desempleado, o subempleado. Estos estratos ‘flotantes’son la principal base social para los rackets políticos. Históricamente, aspiraban a:— influir en la política de Estado;— ser empleados por el Estado;— tomar el Estado para hacerlo funcionar de acuerdo a su ideología ydoctrina.El Estado ya no era más atributo de la realeza, sino ‘del pueblo’. Con la tendenciadel capitalismo de Estado, el Estado mismo se volvió una inmensamente codiciadaunidad del capital. Su capacidad como recolector de impuestos, administrador dela banca nacional y del presupuesto, además de empresas estatales, le tornó en unconglomerado capitalista ideal. Se formaron rackets de toda índole para alcanzar elestatus de partidos, paso necesario para alcanzar el poder estatal y llegar a las arcasestatales.El poder estatal es además el fin último de los rackets políticos. Trotskyintenta decir esto cuando dice: “Toda tendencia política seria se esmera enconquistar el poder [estatal]”. [5] El sociólogo liberal italiano Gaetano Mosca (aprobado más tarde por losfascistas) observó que “La idea de que cada individuo separado deba tener igualparte en el ejercicio de la soberanía pudo haber surgido solamente después de que
el absolutismo burocrático quebrase a los antiguos grupos y destruyese todos lospoderes soberanos intermedios entre el Estado y el individuo”. [6] Esta concepcióndel individuo igual y soberano es el corazón de la política burguesa, y está ligada auna sociedad de producción generalizada de mercancías.El capitalismo requirió desde el comienzo muchos de estos individuosseparados y entrenados. El desarrollo científico y tecnológico del sistema requirióvastos números de especialistas. Max Nomad, discípulo de Waclaw Machajski [uncrítico de los rackets marxistas] tuvo esto que decir de ellos:”Atrapado entre los capitalistas y los obreros manuales ha emergido unestrato siempre creciente de neo-burgueses o todavía-no-tan-burgueses embarcadosen ocupaciones mentales o casi-mentales. ‘Trabajadores intelectuales’, ‘empleadosprivilegiados del capital’, ‘nueva clase media’ — son los diversos términosutilizados intercambiablemente para esta sorprendente variedad de personas:oficinistas, profesores, profesionales, técnicos, cléricos, expertos comerciales yfinancieros, periodistas, escritores, artistas, políticos, agitadores y revolucionariosprofesionales, organizadores de sindicatos y demás. En resumen, una ampliamuchedumbre de personas educadas o semi-educadas, todas ‘sin propiedad’, quepueden o no tener un título universitario, pero que pueden sustentarse sin recurriral trabajo manual o clerical inferior”.Pero éstos tenían una perspectiva conservadora, no estaban dispuestos aperturbar la paz social y poner en peligro sus propios ingresos privilegiados.Contra estos defensores del status quo, se despliegan los “…‘excluidos’, losdesempleados o malpagados periodistas, conferencistas, estudiantes y egresadosuniversitarios, los ‘abogados sin clientes y doctores sin pacientes’ [Marx], ex-obreros educados en busca de una posición de cuello blanco — en resumen todo elsurtido ejército de intelectuales sin dinero o con hambre, quienes estáninsatisfechos con el sistema existente y muy a menudo son militantemente activosen los diversos movimientos radicales o fascistas. Son los miembros de este grupoquienes tienen la ambición de eliminar la clase capitalista de consumidoresparásitos y de establecer su propio gobierno en un sistema basado en el control o lapropiedad gubernamental de las industrias, y en una distribución desigual de losingresos”. [7]No hay para qué avenirse a la agria descripción conspirativa de Nomad paraconcordar ampliamente con esta definición. Estos individuos atomizados hanprovisto la base social para los rackets políticos y sus gurús.A fines del siglo diecinueve, el marxismo se convirtió en la ideología de lafacción más extrema y consistentemente radical de los especialistas políticos. Trasconstantes derrotas y masacres, el proletariado aprendió a ser cauteloso de lospequeño-burgueses radicales (1830-1848 en Francia y Europa Central). Otrosideólogos reemplazaron a estos rackets recuperados. En estos países los partidos ysindicatos marxistas y anarquistas se las arreglaron para implantarse en una
minoría del proletariado. En 1914 la mayoría de estas organizaciones apoyaron asus propios Estados en la Primera Guerra Mundial. Hicieron lo mismo en laSegunda, cuando el estalinismo comprobó conclusivamente que la revolución deoctubre había terminado en una catastrófica contra-revolución.Estas derrotas históricas confirmaron que el proletariado no requiere departido político alguno. Su emancipación puede hacerse realidad mediante laglobal, y coordinada, trascendencia del valor y la disolución de la propiedadprivada (incluída la estatal). Las necesidades del proletariado contradicen a laexistencia de las clases sociales y de toda dominación política. Afirmar que elproletariado requiere de ‘partidos revolucionarios’ contradice a la naturaleza deesta clase, que está destinada a autodisolverse en la emancipación comunista de lasociedad. La existencia de rackets, que hablan en nombre del proletariado, es porende un remanente regresivo de un período de derrota histórica y delirio masivo.En La Revolución Socialista, Kautsky observó que: “Mientras más pequeño elnúmero de individuos que toman parte en un movimiento social dado, menosaparece este movimiento como un movimiento de masas — luego menos sonevidentes lo general y necesario entre ellos, y más predominan lo fortuito y lopersonal”. Kautsky se refería a las sectas socialistas, sin sospechar que estefenómeno, donde ‘predominan lo fortuito y lo personal’, se volvería común en lasociedad una vez que se generalizara la atomización. Los individuos desafectos seven más atraídos por los rackets, y no por las grandes corporaciones Leviatánicascomo los partidos, las iglesias y sindicatos oficiales.La forma partido político es una forma ideal de dominación de clasecapitalista. Las clases dominantes presentes tienen un ala política — es decir,partidos, pues sólo una minoría de especialistas ha de gobernar para estas clases(producto de su propia división del trabajo). Asumir esto para el proletariado estábasado en una analogía falsa. Vale decir, que una minoría del proletariado puedatambién representar a toda la clase, como ocurre con la clase capitalista. En estaclase explotada y comunista, todo partido que clame representarla se vuelve unestrato extraño por sobre ella, ligado a la sociedad dominante. Esta justificación noes un error ‘sustitucionista’ sino una expresión de necesidades explotadoras.A veces la necesidad del partido se justifica con la ‘heterogeneidad’ de laconsciencia de clase del proletariado. Esto es engañoso, porque la fragmentaciónsocial del proletariado, y por ende sus diversas falsas visiones bajo el capitalismo,no pueden ser resueltas por una minoría permanente de especialistas. Estajustificación leninista pretende que la división del trabajo del capitalismo, la que haproducido la heterogeneidad, tiene un potencial emancipatorio. Sin embargo, lafragmentación puede solamente ser reducida y finalmente resuelta mediante luchasexplícitas y en expansión por el comunismo. Sólo éstas permitirán la más ampliaparticipación activa no sólo dentro del proletariado sino también de toda lahumanidad yendo más allá del valor y del Leviatán.
Aún si fuésemos a concordar en que la fragmentación proletaria produce unaconsciencia ‘teórico-práctica’ especializada en una minoría, de esto no resulta quetal minoría sea una ‘vanguardia política’. Por el contrario, la experiencia históricaconfirma que estas ‘vanguardias’ son rackets dada su estructura militarizada, susprácticas cultistas, su fragmentación y aislamiento del proletariado como un todo.Su ideología permite al capital recuperar estos rackets tan pronto como se forman.La idea de que estos rackets expresan el pensamiento y las necesidades de la clasetrabajadora es un cliché de omnipotencia, ocultando apetitos destructivos dentro deestos rackets. Con un fino instinto, reconocen en el proletariado su carne de cañónpara apocalípticos baños de sangre (la toma de la Bastilla o del Palacio de Invierno).Octubre de 1917 como mitología está inscrito en todos los rackets leninistas.Una vez que la idea de un partido proletario se acepta, la idea de que será elpartido de Estado que gobierna también se acepta. El leninismo fue siempre unaideología Leviatánica.Incluso el intento de crear mediaciones y colchones sociales mediante unaseparación de poderes en ‘el período de transición’ es irrealista. Las tensionescentrípetas al centro de todos los Leviatanes en nuestro período capitalista estatalunificará las funciones políticas, y las movilizaciones fanáticas de masas queapoyen la guerra serán indispensables. El partido proletario es una organizaciónideal para centralizar e inspirar estos espectáculos. El solipsismo entonces no seresuelve — hasta el final, los hijos de Lenin y Bordiga defenderán su sangrientoderecho natural — ‘El Estado somos nosotros’.Si un partido proletario nacional es posible, los diversos partidos proletariosalrededor del mundo son posibles. O bien se reagruparán a largo plazo o seexterminarán unos a otros. Estos partidos, o rackets, replican una tendencia propiade las firmas capitalistas —la dinámica totalitaria es inherente a ellos. Estaantropofagia permanente es visible internamente: no se permiten realmentefacciones o tendencias. Además, es suficiente con imaginar el tamaño de dicho‘partido revolucionario’ mundial para captar la visión bizantina de los racketsizquierdistas y de ultraizquierda. Una maquinaria con labores de ‘elevación deconsciencia’ y de organización de masas tendría que ser un partido centralizado demuchos millones de miembros. Las únicas técnicas operativas abiertas a talmaquinaria Leviatánica en hibernación serían militares, totalitarias, terroristas.La atomización y la pasividad crecientes en la sociedad civil proveen de unsuelo fértil para los rackets y los futuros totalitarismos. 1984 nunca se ha ido. Laviolencia estatal fascina a muchas personas, y en vez de controntarla colectivamenteun día — se someten, esperando congraciarse. Sin embargo, la pasividad no tienesu raíz en la estupidez, sino en una compulsión esquizoide y temerosa por evadirverdades barbáricas. Mientras los cuerpos son explotados y sus mentesfragmentadas, prefieren a los infantiles y espectaculares íconos de los mass media,hediendo en sentimentalismo y en reconfortante mala fe. ¿Cómo pueden hallar
alguna solidaridad y comunidad los individuos atomizados en la zona de guerradel todos contra todos? La realidad aparece como un laberinto con infinidad deseparaciones y pantallas opacas. Enfrentar las verdades, que toma tiempodesenterrar, y no dejar que la resistencia se torne en aguda desesperación ocinismo, es una prueba diaria para cada humano pensante. La razón por sí sola, conel perdón y la persistencia, pueden iluminar el camino hacia adelante. Que estarazón, en su decidida intransigencia, contiene una empatía por todos los seres, demás está decir. Pero no es fácil resistirse al encanto de los rackets, religiosos opolíticos.La consolidación de un Estado renovado basado en el absoluto terrorobviamente atrajo a un aparatchik sanguinario como Stalin. Fue una situación sinprecedente europeo moderno (excepto quizás las cortas dictaduras jacobina ytermidoreana). El bolchevismo bajo Stalin fomentó un aparato — como un antiguodespotismo asiático o incaico, dotado de poder total y arbitrario. El arresto yejecución de quien se opusiese al régimen de Stalin se volvió una opción natural eirresistible. ¿Quién lo iba a detener? Nadie, como nadie pudo haber detenido aLenin una vez en el poder. ‘De la revolución proletaria al Lubianka’ — no era unaprogresión imposible. El declive comenzó muy temprano, desde 1917. Marc Ferro,y otros, domentan esta abdicación del poder por parte de los consejos y comités defábrica.Los rackets religiosos reclutan víctimas presentándose en camuflaje. Supropósito a largo plazo puede ser el poder mundial pero el propósito cotidiano deextraer el máximo de dinero de sus devotos es lo principal. De ahí su sofisticadamanipulación y uso de técnicas de marketing de masas. En contraste, los racketspolíticos no están ahí para amasar dinero. En el caso de los rackets izquierdistas yde ultraizquierda, apuntan al poder sólo en circunstancias sociales específicas. En elintertanto están condenados a estancarse y descomponerse, en parte porque notienen flexibilidad alguna ni ‘técnicas de marketing’ al día que les permitan crecer.Por el contrario, insultan a todo el mundo, dando la (correcta) impresión demarginales lunáticos aislados. En períodos de contracción social esta tendencia‘sectaria’ se hace muy manifiesta. Si las circunstancias sociales cambian, dichosrackets puede que estén demasiado aislados para tener alguna influencia. Estos sonlímites objetivos al tamaño e influencia de los rackets políticos como los reciénmencionados. Pero la historia también da muchas sorpresas. Debemos aspirar al día en que la transformación social, y la visión ‘utópica’de una sociedad emancipada, pueda discutirse sin el estigma del bolchevismo. Ellotomará cierto tiempo, pues tales mitos tienen una poderosa base irracional en lasociedad. La evidencia factual es un débil antídoto, pues los hechos pueden sernegados o desechados con astucia. La escuela izquierdista y ultraizquierdista de lahagiografía bolchevique fue iniciada por el Partido Bolchevique en el poder, y losbordiguistas — como todos los defensores del Octubre — se tragaron acríticamente
esa mitología. Fue suficiente que un partido de la izquierda Zimmerwald-Kienthaltomase el poder para que todo pensamiento crítico se tirara por la ventana. Nadatiene tanto éxito como el éxito. Incluso Luxemburgo se autoengañó, cuandocongratula al bolchevismo por haber ‘salvado el honor del socialismo international’(en instancias más sobrias, su crítica al bolchevismo es mordaz).El proceso de acumulación/valorización del modo de producción capitalistapuede todavía tener importantes consecuencias para una consciencia comunista. Lacrisis puede sugerir un colapso entrópico de las partes constituyentes militarizadasdel Leviatán. Esto permitiría a las fuerzas unificadas de la sociedad civil ‘abandonareste mundo’ (Camatte) con un mínimo de destrucción y violencia, que, si permea ala sociedad, afectaría mayormente al proletariado. Perlman describe cómo losTaboritas, en su defensa contra el Leviatán, lo reconstruyeron al interior de suspropias filas. Es una advertencia trágica. Los bolcheviques hicieron lo mismo, enparte porque su propia ideología defendía el jacobinismo, y porque el Leviatánruso tenía necesidades que el bolchevismo expresó inconscientemente desde uncomienzo (Lenin: ‘nos convertiremos en defensistas sólo cuando estemos en elpoder’). ‘Nosotros’ por supuesto no era el proletariado sino un partido sirviendo alLeviatán.De acuerdo a Marc Ferro, los soviets/comités de fábrica dejaron de funcionaren 1918. El libro de Maurice Brinton sobre el control obrero lo confirma. La eradorada de la ‘democracia soviética’ de Victor Serge es una fábula. Tal vez la‘democracia’ [es decir, el faccionalismo de rackets] sí sobrevivió al interior delPartido por un tiempo más (¿unas semanas más? ¿Hasta 1921?). Es un asuntoformal si uno rechaza que los intereses históricos del proletariado puedan serrepresentados por algún partido o Estado.Para los rackets de ultraizquierda, su devoción por el bolchevismo de 1917 es‘lealtad a las posturas revolucionarias’, o a un ‘Estado socialista’, pero no a losincontables individuos — trabajadores o quien sea — que fueron sacrificados por elLeviatán bolchevique. Entonces Kronstadt en realidad no importa; es un ‘error’provocado por quién sabe qué (no por las posturas revolucionarias claro, éstasnunca fallan). Pero Kronstadt lo usamos aquí como taquigrafía — la perfidia anti-humana comenzó mucho antes de 1921. La capacidad del aparato bolchevique —de ambos, partido y Estado — de traicionar y aterrorizar a defensores y neutralescomenzó desde el primer día. Una vez que las formas de masas que el proletariadoy la sociedad habían creado para emanciparse fueron subvertidas, el movimientocomunista en gestación fue abortado. Ahí mismo, probablemente a comienzos de1918. El proletariado, y la humanidad, se vió en una trampa en 1917. Y pagó muycaro por ello, y la trampa puede ser reactivada 80 años más tarde.Al leer la correspondencia Serge/Trotsky de 1936, nota uno una actitudrelacionada al racketerismo. Con frecuencia, Serge menciona que su esposa,exiliada con él en Bruselas, sugre de esquizofrenia. Trotsky, a su crédito, pregunta
por ella y ofrece consejos. Serge nunca elabora; sólo menciona lacónicamente queestá empeorando. Serge describe las terribles condiciones de los opositores en elgulag con mucho mayor detalle y candidez que la pesadilla interminable de suesposa. Cuando su hijo de 16 años quiere enrolarse y luchar por la EspañaRepublicana, nunca se menciona lo que piensa su madre (Serge le disuadió, porrazones de edad). Es inquietante, tan… ‘macho’. Y así sigue, carta tras carta, conuna línea o dos de Serge sobre su enfermedad en deterioro… y ¿qué ocurrió al final?¿Escapó ella con él a México? ¿Y qué pasó con su niña de 18 meses? Nunca se nosdice. Las sospechas se refuerzan — estos grandes revolucionarios carecían deempatías elementales, y así las grandes escenas históricas, los pastiches,compensaban esta carencia. Nunca lo hacen.En El GPU y el movimiento trotskysta de Georges Vereeken, se lee el siguiente,escalofriante, pasaje: “Lo que siempre viene a mi mente, casi obsesivamente, es laejecución de dos amigos, ambos ladrones. Murieron sin mostrar temor, encarando alos rifles, y gritaron: ‘Viva la CNT’… eran dos buenos compañeros.” (p. 138)Es de una carta de un joven compañero belga de Vereeken, escrita desde lastrincheras españolas en 1936. Este militante se había unido a las milicias de la CNT.Los ‘revolucionarios’ de la CNT dispararon a los ladrones, por supuesto, y lospobres y amistosos desdichados incluso saludan a sus ejecutores — Ave CNT,morituri te salutant — algo que sólo ‘dos buenos compañeros’ harían. Vereeken noofrece crítica, tampoco lo hace el joven escritor de la carta. No hay indicación deque el joven ‘amigo’ de los ladrones intercediera por ellos. Tal era la moral dealcantarilla de aquellos años. Después de todo, Trotsky introdujo la pena de muerteen el Ejército Rojo, y el Terror Rojo prosperó sobre ejecuciones sumarias y toma dereenes. ¿Por qué no en España, en nombre del anarquismo y del POUM?Naturalmente, la participación de la CNT en el gobierno republicano no fue un actoque mereciera alguna rauda retribución draconiana. A tartufianos y asesinos deEstado, eso terminó defendiendo el glorioso cenetismo.El apego neurótico y obsesivo a la ‘política’ sólo como posturas y programases un ardid para ocultar las reales actividades de un racket. Bajo esta negación ycamuflaje, maniobras y trucos —la cosa real de la política, el arte de lo posible y delo rancio — pueden tomar lugar sin impedimentos. Todos los rackets se embarcanen ellos, pero niegan que estas prácticas ocurran. O acusan a otros rackets, peronunca a sí mismos, de estas prácticas. Admitir abiertamente que ocurren seríaadmitir el engaño y la bancarrota moral. Sin embargo, un crítico externo debeanalizar cuidadosamente por qué los rackets actúan de esta forma. La preservacióndel poder es por supuesto el componente principal de estas prácticas. Pero paramuchos marxistas, críticos expertos del ‘poder burgués’, este aspecto del poder noes política. No cuenta.En el número de agosto de 1995 del Comunismo del GCI, un racket deultraizquierda, clon inmediatista y mesiánico del CCI, el ensayo ‘Características
generales de las luchas actuales’ comienza muy interesante pero pronto degeneraen lo predecible: “El mundo de hoy se caracteriza por las consecuencias de latrágica carencia de asociación permanente del proletariado: no hay núcleopermanente, no hay centro de reunión, no hay prensa clasista masiva, no hayorganización internacional del proletariado capaz de reunir a la vanguardia de estacomunidad de lucha que se muestra por aquí y por allá. Por lo tanto, [aquícomienza un largo sinsentido] la importancia de la actividad militante permanente,de la acción comunista directamente internacionalista (?) centrada en un programade acción revolucionario, (?) de organización, de perspectivas como aquelladesarrollada por nuestro pequeño grupo [!] de militantes — a pesar de nuestrasmuy débiles fuerzas, se hace clara”. (p. 44)Tales fantasías trivializan un problema social de dimensión gigantesca,pretendiendo que un racket puede ser el eslabón perdido de la consciencia de lahumanidad y la emancipación global.El GCI condimenta sus publicaciones con imágenes de saqueos, de ‘TerrorRojo contra el Terror Blanco’ (mostrando a un oficial del ejército chino quemado porproletarios en Beijing en junio de 1989), como si esto no expresara el barbarismogeneral y la confusión de la humanidad de este momento. Los sueños de algunosmilitantes recrean las peores pesadillas del siglo veinte. Toda visión socio-políticaselecciona un marco apropiado. Aparte de la necrofilia social, es difícil saber quédefiende el GCI, pero el futuro nos lo dirá. Sea lo que sea, dudo que sea positivo.¿Por qué Lenin y Trotsky ocultaron sus intenciones de poder total antes deOctubre? Ciertamente lo hicieron. Sabían que los soviets proletarios y comités defábrica hubiesen ignorado, si no resistido, una toma del poder bolchevique. Pero lapregunta importante no es ‘por qué’ sino CÓMO se las arregló el bolchevismo parapersuadir al proletariado hacia un experimento que sólo podría terminar en unaderrota mundial del comunismo. Si se devela el mecanismo de engaño e influenciamasiva, tal vez podamos contribuir a una consciencia más elevada para el mañana.Los individuos disfuncionales pueden solamente reproducir — porsublimación — las familias de las que son producto. Que la sublimación seenganche a una política de disgusto y odio enmascarado como ‘amor a la especiehumana’ está destinado a conducir, una vez que su objeto — ‘la clase’, esa categoríametafísica — ignora el mensaje, a un disgusto y odio por los correligionarios. Laexogafia se convierte en endofagia. Los Cristos se devoran unos a otros.Los impulsos destructivos son transferidos a la sociedad por medio de lahegemonía ideológica del Leviatán. El subsuelo es la peculiar alienación delcapitalismo, aquella completa desposesión espiritual y material de los humanos.Este empobrecimiento en medio de la abundancia potencial es un procesohistóricamente acumulativo. Debemos asumir además que hay un crecimientogeométrico de material mental violento y represivo. En el proletariado, estematerial opera en sí mismo mediante la aceptación del trabajo asalariado, la familia
nuclear, la nación y el Leviatán. Hasta ahora, esto ha paralizado y desviado a laúnica clase social capaz de liberar a una humanidad sin clases. Esto neutraliza ydispersa sus capacidades emancipatorias. La integración es un proceso violento, ycrea una actitud mental de pasividad y hace hervir la rabia inconsciente en miles demillones de individuos atomizados.En momentos de crisis profunda, el Leviatán canaliza estos impulsosdestructivos en acciones, desde espectáculos electorales para apoyar soluciones‘autoritarias’ como el fascismo, ‘guerras humanitarias’ o diversas demagogiaspopulistas en las periferias. Los rackets religiosos y el fundamentalismo estatal sehacen cargo de otros millones de atomizados. Los chivos expiatorios son uncomponente clave en estas estrategias.Enfrentada a estas iniciativas leviatánicas, la humanidad sigue teniendotareas prácticas decisivas y urgentes. Muy vital es la necesidad de entender que elcapital y el Leviatán no son invencibles — de ahí la necesidad de ver la crisis(económica-social) en términos históricos. La ‘crisis’ no comenzó hoy. Comenzó conla disolución de las comunidades humanas primitivas. Hay una necesidad urgentede emanciparse hacia algo superior, a nivel planetario. No un retorno, como a vecesPerlman-Camatte parecen defender. No un ‘abandono de este mundo’ sino laemancipación de una comunidad global, utilizando la razón, la ciencia, la empatíay el amor individual/social. El comunismo ‘libera’ a la humanidad como puedapotencialmente ser.Históricamente, diversas capas de la clase obrera han consentido y apoyadoal Leviatán y el Capital. Pero esto no se trata de culpar o moralizar. Si esta clasetiene un potencial emancipatorio, entonces puede tener, en ciertos momentos, lahabilidad esencial de escoger la vida contra la necrofilia. Y, dado que tiene estaopción, sus errores, rebajamientos y auto-traiciones pueden entenderse ytrascenderse en la práctica. Los rackets y partidos que mantienen a los leviatanes notienen la capacidad de auto-reflexión. Están estructuralmente ligados al poder, ysolamente un proletariado emancipado puede sacar a aquellos individuos de estatrampa, mostrándoles un nuevo modo de vivir (sin trabajo asalariado ni estados-nación), desarmándolos sin retribuciones y con el menor baño de sangre posible. Elproletariado en movimiento tendrá que mostrar una salida a millones de personasahora atrapadas y empleadas por los leviatanes. La transformación colectiva de lahumanidad no tiene necesidad alguna de venganza ni terrores rojos. El enemigosiempre han sido las relaciones sociales, no los humanos.Dicha postura hacia el resto de la humanidad aparece como posibilidad parael proletariado en momentos de inminente desintegración universal. En aquellasocasiones el proletariado mostrará si es capaz de liberar a la sociedad, de modo quelos individuos cambien para permanecer humanos. Antes de eso, los individuosque toman parte de visiones críticas pueden solamente esperar diseminarlas enpequeños círculos de discusión. Esto no requiere de ninguna estructura formal, ni
‘membresías’, ni agendas de poder sin escribir. El principio racketero se rompe enestos proyectos holgados, transitorios, pero comprometidos. El bolchevismo nunca entendió esta necesidad de responsabilidad individualy colectiva y por ende mostró a las masas sólo el decreto homicida del impulso y laacción destructivas. El pensamiento, que incluye una preocupación por la vidahumana y la responsabilidad individual, debe interponerse entre los impulsosirracionales y la acción. La tendencia histórica a castigar al disidente, al chivoexpiatorio, es uno de los principales factores que destruyen a las revolucionesproletarias desde dentro. El ‘terror rojo’ de Lenin-Trotsky-Dzerzhinsky ejemplificaesta tendencia. En Rusia los terratenientes y capitalistas expropiados fueron loschivos expiatorios ideales y se siguió una guerra de exterminio supuestamente ensu contra, siendo la vasta mayoría de las víctimas obreros y campesinos. Estatendencia a arrasar con civiles estuvo ya presente en la Revolución Francesa de1789. Estas atrocidades simplemente han de deprimir la consciencia a escala masivay desarmar a la humanidad de sus recursos espirituales y su solidaridad.Hacia potenciales reclutas y círculos, los rackets siempre aparecen benignos,abiertos, incluso serviles… al comienzo. Los cultos religiosos se comportan similar.Las peleas entre facciones de los rackets comparten algo — expresan una dinámicatotalitaria intrínseca en la vida hoy. En el análisis final, esta dinámica refleja lanecesidad y preservación de dominación. Los gurús de los rackets de izquierda yultraizquierda defienden una cosmovisión profundamente totalitaria. Laconstrucción de rackets, que contiene las semillas de la construcción de partidos,sigue un método gerencial. Es un sistema de control mental. Lenin fue ciertamenteEL maestro constructor de la tradición de esta dinámica, pero ya existían elementosde ésta en varios movimientos del siglo diecinueve. John Zerzan afirmapersuasivamente que Marx participó en actividades de rackets. El ambiente deultraizquierda, en menor (la izquierda holandesa) o mayor (la izquierdaalemana/italiana) medida, compartían esta tradición con el leninismo.Los rackets son incapaces de ver la lógica completa de la organización. Es supunto ciego. Algunos de sus análisis son interesantes y muestran un esfuerzoteórico genuino, aún si siguen atrapados por los dogmas del leninismo y porpolémicas manipuladoras. Tomemos el ejemplo de octubre de 1917, el íconoprinicpal de estos rackets. ¿Cuáles son las ‘lecciones’ del Octubre? La evidenciasugiere que la ‘comuna rusa’ murió al nacer. Pero eso crea un insostenible dilemapsicológico para los rackets: ¿cómo vamos a defender las ‘tradiciones de partido’ sien el Octubre hay casi cero? Esta resistencia obstinada confirma que las leyendas y‘tradiciones’ engañosas son cruciales para la construcción de rackets. Proveen de unconsuelo, de una seguridad teleológica, de una continuidad y legitimidadhistórica… algo como la ‘misión’ de una compañía. Pero éstas son todas mentiras,mentiras sociales.
Sin embargo, sólo porque el marxismo terminó siendo ‘el útlimo refugio de laburguesía’ (Mattick) eso no significa que la humanidad no pueda aprenderinmensamente de muchos de los discernimientos de Marx y Engels, y de muchospensadores de esa tradición. Como puede también hacerlo y debe hacerlo de Hegel,Weber, e incontables otros. Es así que la contribución e importancia de la Ilustraciónaún no termina.No hay nada malo en formar círculos de lectura y estudio, o núcleosinvolucrados en el intercambio de ideas y discusiones. Lo que debilita es la nociónracketera de que todo esto es un ‘deber’ con un destino histórico, o aún más, un roltan vital que el destino de la humanidad depende de él. La idea del partidomundial yace tras esta noción de omnipotencia. Que un partido como ese emerjaahora es casi improbable, y si fuese esencial, hemos perdido el bote por más de 150años. En cualquier caso, no hay nada que uno pueda hacer por ello ahora. Elproletariado mundial no tiene ninguna relación duradera y genuina con ‘susminorías’, y no la ha tenido por generaciones. Lo que sugiere que la humanidadtendrá que vérselas sin ellas – sin los muchos partidos mundiales – cuando llegue elmomento. ¿Tal vez las fracciones revolucionarias fueron siempre innecesarias, opueden generarse durante la revolución misma? En un movimiento de miles demillones, tales asociaciones pueden aparecer simultáneamente por todas partes, yno portarán el virus racketero.Históricamente, las motivaciones nobles y las intenciones proclamadas porpartidos e individuos, e incluso por las masas, no son garantía alguna ni criterios ensí mismos. Se debe juzgar los resultados, a corto y largo plazo, de las accionessociales. Todas las ideas revolucionarias pueden degenerar y servir al Leviatán, yéstas prueban ser realmente humanas cuando toda la humanidad se involucra ensu auto-emancipación. Una prueba de que las ideas son revolucionarias (queniegan al Leviatán y la ley del valor) es que la población misma comprende, adoptae implementa en la práctica tales ideas. Después de todo, estas ideas brotan de lapráctica histórica, cuando las comunidades previas han intentado revertir ladominación del Leviatán. Esto es posible sólo durante un período revolucionario, ya escala mundial. Antes de eso, las masas de la población sufren cierta suerte deestupor, y están por ende bajo la influencia psicológica y material del Leviatán y dela atomización implícita en la dominación global del valor.Un nuevo movimiento revolucionario — lo que quiere decir: la mayoría de lahumanidad en movimiento — puede surgir solamente en un períodorevolucionario. Este período es una posibilidad, no una inevitabilidad. Asumiendoque este período llegará, las ideas racketeras del bolchevismo, aún siendoduramente reformadas, pueden ser uno de los más formidables enemigos de estemovimiento, porque el bolchevismo, en sus innumerables formas, se enmascararáde ‘resurgimiento’ de una larga y válida tradición. Esta tradición es ciertamenteun jacobinismo, un temprano militarismo vengativo burgués, pero tomado
históricamente, es milenios de dominación. Los individuos pueden contribuir a laemancipación de la humanidad si ayudan a esclarecer los fines generales de unacomunidad mundial (comunismo) durante un período revolucionario. Su rol no esconducir o crear un partido. Son parte de la población que se está volviendorevolucionaria como un todo. Antes de tal período, deben intentar esclarecer entresí las cuestiones básicas sobre el Leviatán y el comunismo. Deben intentar anticiparlo que el futuro pueda traer. Los revolucionarios pertenecen a la humanidad, y susideas —si son verdaderas — pertenecen a la cruzada de la humanidad por labiofilia y pueden contribuir a y apresurar la consciencia comunista masiva.Pertenecer a un racket no suma nada a esta cruzada. Por el contrario, todos losrackets ‘revolucionarios’ son campos de entrenamiento para futuros policíasorwellianos.Que sean absorbidos individuos por rackets es un lamentable desperdicio depotencial humano. Pero la situación en las periferias es monstruosamente trágica entanto inmensos números de jóvenes son reclutados por rackets militares que operanen conjunto con leviatanes genocidas. Niños como pretorianos de señores de laguerra y ministros africanos (Congo, Somalía, etc.), niños como paramilitares ysicarios de rackets de drogas en Colombia, niños como olas humanas en las guerrasde Irán-Irak y Etiopía-Eritrea, niños como torturadores y fuerzas comando en losBalcanes, niños como sádicos, violadores y drogadictos, y coordinadores de racketsa nivel base de estas actividades necrófilas interminables. Pocas realidadesexpresan tan brutalmente la decadencia de un sistema social basado en unainhumanidad predatoria. Es durante este declive que los rackets militares alcanzansu máxima expresión, procesando la miseria humana y los cuerpos humanos a granescala, arrasando con toda la vida que los leviatanes dejan en su camino deexterminio y caos.Los rackets expresan una necesidad de acceso personal a la comunidad. Peroen las zonas de guerra éstas son falsas comunidades, pesadillas posando de sueños.Los rackets resultan de la descomposición de la sociedad, y además contribuyen aella, incautando las soluciones humanas, mediante la destrucción de todaesperanza en el futuro.Los humanos que desmantelarán al sistema capitalista en colapso tendránque ser los mismos que emanciparán una alternativa adecuada a los humanos. Sonquienes hoy están ‘integrados’ al capitalismo porque todo el mundo lo está. Ennuestro tiempo, no hay cabida para bandas nihilistas de ‘outsiders’ o ‘bárbaros’ quedestruyen al sistema en colapso desde tierras foráneas, como ocurrió con la caídadel imperio romano occidental.Solo de este modo desaparecerán los rackets por siempre.