Michael Roberts es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajado 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.
El Reino Unido finalmente abandona la Unión Europea el 31 de diciembre, después de 48 años como miembro. La decisión inicial de marcharse, tomada en el referéndum de junio de 2016, ha tardado más de cuatro tortuosos años en implementarse. ¿Qué significa el acuerdo alcanzado para el capital y los trabajadores británicos?
Para los fabricantes británicos, se ha mantenido el régimen libre de aranceles del mercado interior de la UE. Pero el gobierno británico tendrá que renegociar nuevos tratados bilaterales con gobiernos de todo el mundo, mientras que antes estaba incluidos en los acuerdos de la UE. La gente ya no tendrá derecho a trabajar libremente en ambas economías, para cruzar las fronteras todos los bienes requerirán un papeleo adicional importante y algunos serán revisados exhaustivamente para verificar que cumplen con los estándares regulatorios locales. El comercio sin fricciones ha terminado; de hecho, incluso entre Irlanda del Norte y la Gran Bretaña continental separadas por una nueva frontera aduanera a cada lado del Mar de Irlanda.
Y eso solo el comercio de mercancias, a pesar de que la UE es el destino del 57% de los bienes industriales británicos. El gobierno británico luchó con uñas y dientes para proteger la industria pesquera (y fracasó), pero solo aporta el 0,04% del PIB del Reino Unido, mientras que el sector de servicios aporta más del 70%. Por supuesto, la mayor parte no se exportan, pero las exportaciones de servicios siguen contribuyendo un 30% al PIB del Reino Unido. Y el 40% de ese comercio de servicios se realiza directamente con la UE.
De hecho, si bien el Reino Unido tiene un enorme déficit comercial de bienes con la UE, eso se compensa en parte con un superávit en el comercio de servicios. Este superávit corresponde principalmente a servicios financieros y profesionales en los que lidera la City de Londres. Las exportaciones de servicios financieros del Reino Unido tienen un valor de £ 60 mil millones anuales en comparación con las importaciones de £ 15 mil millones. Y el 43% de las exportaciones de servicios financieros van a la UE.
El acuerdo sobre el Brexit con la UE no ha hecho nada por este sector. Los proveedores de servicios profesionales perderán automáticamente la posibilidad de trabajar en la UE porque el acuerdo del Brexit no ha logrado el reconocimiento mutuo paneuropeo de las cualificaciones profesionales. Esto significa que los profesionales británicos, desde médicos y veterinarios hasta ingenieros y arquitectos, deben revalidar sus cualificaciones en cada estado miembro de la UE en el que quieran trabajar.
Y el acuerdo no cubre el acceso de los servicios financieros a los mercados de la UE, que aún debe negociarse en un proceso aparte en virtud del cual la UE otorgará unilateralmente “equivalencia” al Reino Unido y sus empresas reguladas o permitirá que las empresas soliciten permisos en cada estado miembro de la UE. Es posible que durante el próximo año se produzcan paulatinamente acuerdos comerciales en estas áreas. Pero el sector de servicios del Reino Unido saldrá claramente perjudicado en cuanto a sus exportaciones en comparación con su anterior situación dentro de la UE.
Y eso es grave porque el Reino Unido es una economía “rentista” que depende en gran medida de su sector de servicios financieros y empresariales. Los servicios financieros aportan el 7% del PIB del Reino Unido, un 40% más que en Alemania, Francia o Japón.
El Reino Unido es un país de banqueros, abogados, contables y medios de comunicación, en lugar de ingenieros, constructores y fabricantes. El Reino Unido tiene un sector bancario enormemente pesado, pero un sector manufacturero pequeño en comparación con otras economías del G7.
¿Cuáles son las consecuencias para los trabajadores? Al salir de la UE, lo poco que la mano de obra británica ha ganado con las regulaciones de la UE estará en peligro dentro de un país que ya es el más desregulado de la OCDE. Las reglas de la UE incluían un máximo de 48 horas semanales (plagado de exenciones); regulaciones de salud y seguridad; subsidios regionales y sociales; financiación de la ciencia; controles ambientales; y por supuesto, sobre todo, la libre circulación de mano de obra. Todo eso desaparece o se minimiza.
Alrededor del 3,7% de la población activa total de la UE (3 millones de personas) trabaja ahora en un estado miembro distinto del suyo. Desde 1987, más de 3,3 millones de estudiantes y 470.000 docentes han participado en el programa Erasmus de la UE. Ese programa excluirá a los británicos de ahora en adelante. La inmigración al Reino Unido desde países de la UE ha sido significativa; pero también ocurre al revés, con muchos británicos trabajando y viviendo en Europa continental. Con el Reino Unido fuera de la UE, los británicos estarán sujetos a visados de trabajo y otros costes que serán mayores que el dinero total por persona ahorrado de las contribuciones a la UE.
En resumen, los inmigrantes de la UE (de hecho, todos los inmigrantes) han contribuido más a la economía del Reino Unido en impuestos (ingresos e IVA), ocupando puestos de trabajo mal pagados (hospitales, hoteles, restaurantes, agricultura, transporte) de lo que han recibido (coste adicional de escuelas, servicios públicos, etc.). Esto se debe a que la mayoría son jóvenes (a menudo solteros) y ayudan a pagar las contribuciones para la pensión de los británicos jubilados. El referéndum sobre el Brexit ya ha provocado una fuerte caída de la inmigración neta al Reino Unido desde la UE, 50-100.000 y sigue cayendo. Lo que solo puede aumentar la pérdida de ingresos nacionales e ingresos fiscales en el futuro.
La mayoría de las estimaciones sobrias del impacto de la salida del Reino Unido de la UE sugieren que la economía de Gran Bretaña crecerá más lentamente en términos reales de lo que lo habría hecho si hubiera permanecido como miembro. Las principales instituciones económicas, incluido el Banco de Inglaterra, estiman que habrá una pérdida acumulada del PIB real del Reino Unido en los próximos 10 a 15 años de entre el 4 y el 10% del PIB tras la salida de la UE; o alrededor de 0,4 puntos porcentuales del crecimiento anual del PIB. Eso supone una pérdida acumulada del 3% del PIB per capita, equivalente a alrededor de £ 1000 per capita anuales.
La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria del Reino Unido calcula que un tercio de esta pérdida relativa ya se ha producido debido a la reducción en el ritmo de la inversión empresarial desde el referéndum, ya que las empresas nacionales dejaron de invertir significativamente, debido a la incertidumbre sobre el acuerdo del Brexit, junto con una fuerte caída de la inversión extranjera entrante.
Y la pandemia de COVID ha diezmado la actividad empresarial. En 2020, el Reino Unido sufrirá la mayor caída del PIB entre las principales economías, además de España, y se recuperará más lentamente que otras en 2021.
El capitalismo británico ya estaba en caida mucho antes de que golpeara la pandemia. Su déficit comercial con el resto del mundo se había ampliado a alrededor del 6% del PIB; y el crecimiento del PIB real había retrocedido de más del 2% anual a menos del 1,5%, y la producción industrial se situaba en un mero 1%. La economía del Reino Unido ya tenía un crecimiento débil de la inversión y la productividad en comparación con la década de 1990 y con otros países de la OCDE .
La inversión en tecnología e I + D ha sido escasa, menos de un tercio del promedio de la OCDE.
Y la razón no es evidente. La rentabilidad media del capital británico ha ido cayendo. Incluso antes de que golpeara la pandemia en 2020, la rentabilidad media (según las estadísticas oficiales) era un 30% inferior a la de finales de la década de 1990 y, excluyendo la Gran Recesión, estaba en un mínimo histórico.
Desde el referéndum de 2016, la rentabilidad del Reino Unido ha caído casi un 9%, en comparación con los pequeños aumentos en la zona euro y los EE. UU. ¡Y el pronóstico de la rentabilidad de AMECO de la zona euro dejará al Reino Unido un 18% por debajo de los niveles de 2015 para 2022!
Como resultado, la inversión del capital británico se hundirá y se prevé que disminuirá un asombroso 60% para 2022 en comparación con el año del referéndum de 2016.
Pero tal vez el Reino Unido pueda superar estos sombríos pronósticos, como afirma el gobierno, porque la industria del Reino Unido y la City de Londres ahora podrán expandirse por todo el mundo “libres de las ataduras” de las regulaciones de la UE. Y es cada vez más evidente cómo cree que puede hacerlo, convirtiendo a Gran Bretaña en una base libre de impuestos y regulaciones para las multinacionales extranjeras. El gobierno está planificando “puertos libres” o zonas; áreas con poco o ningún impuesto para fomentar la actividad económica. Si bien se encuentran geográficamente dentro del país, esencialmente existen fuera de sus fronteras a efectos fiscales. Las empresas que operan dentro de los puertos francos pueden beneficiarse de aplazamientos en el pago de impuestos hasta que sus productos se trasladen a otro lugar o pueden evitarlos por completo si llevan mercancías para almacenarlas o fabricarlas en ese lugar antes de exportarlas nuevamente.
Desafortunadamente, para el gobierno, los estudios muestran que los puertos libres solo pueden aplazar el pago de los impuestos, ya que las importaciones tienen que llegar en cualquier caso a los clientes finales en todo el país. Y los incentivos también pueden promover la reubicación de la actividad que habría tenido lugar de todos modos, de una parte del Reino Unido a otra. Además, las exenciones fiscales podrían significar una pérdida de ingresos para Hacienda. Y los puertos libres corren el riesgo de facilitar el lavado de dinero y la evasión de impuestos, ya que las mercancías generalmente no están sujetas a controles que son estándar en otros lugares. Una Gran Bretaña desregulada no restaurará el crecimiento económico, y mucho menos empleos decentes y bien remunerados para una fuerza de trabajo educada y cualificada. Solo aumentará las ganancias de las multinacionales, utilizando mano de obra barata y no cualificada.
En resumen, el acuerdo sobre el Brexit es otro obstáculo para el crecimiento económico sostenido de Gran Bretaña. Pero la crisis por la pandemia de COVID y la debilidad subyacente del capital británico son mucho más dañinas para el futuro económico del Reino Unido que el Brexit. El Brexit es solo una carga adicional que debe enfrentar el capital británico; como también lo será para los hogares británicos.