No escribo este artículo desde una posición ideológica, sino desde la perspectiva de una persona que ha estado en primera línea de trabajo manteniendo viva la resistencia cívica desde que la insurrección popular de abril fue criminalmente aplastada por la dictadura en 2018.
Desde que se instaló oficialmente el estado policial de facto, quienes hemos estado promoviendo la resistencia cívica y pacífica desde los espacios organizados hemos aprendido tres cosas muy importantes en relación a este tema: 1) hay acciones de alto, mediano y bajo riesgo, 2) hay acciones que son simbólicas y hay acciones que de verdad impactan los cimientos del poder de la dictadura, 3) hay acciones que requieren alta, baja y mediana organización. Por ende, para planificar una acción de resistencia se debe tomar en cuenta el nivel de riesgo, el impacto sobre el poder y el nivel de organización requerido.
Luego de dos años de experimentación en las más adversas condiciones podría concluirse que hay acciones de alto impacto pero a su vez de alto riesgo, como la toma de un edificio público, un tranque, una marcha masiva o una huelga de hambre.
Hay acciones de alto riesgo, pero de bajo impacto, como un piquete exprés o un plantón. Y hay acciones de bajo riesgo y bajo impacto, como las chimbombas, las calcomanías, las firmas digitales y las acciones en redes sociales. Estas últimas tienen un alto valor simbólico y han sido muy importantes para visibilizar la incesante violación a derechos humanos en nuestro país.
¿Pero existen acciones de alto impacto y bajo riesgo que puedan doblegar a la dictadura para salir de ella por la vía pacífica? La respuesta es sí y quien las puede promover es el sector privado.
En Nicaragua el 94% de la recaudación total de impuestos proviene de los grandes contribuyentes (un gran contribuyente es una empresa que tiene grandes volúmenes de transacciones y, por ende, que recauda impuestos como el IVA, IR -y otros- en grandes cantidades. Ejemplos de éstas pueden ser las cadenas de supermercados, grandes importadores, grandes establecimientos comerciales o grandes consorcios agroindustriales).
En nuestro país los sectores donde hay más grandes contribuyentes son la industria, comercio, financiero, transporte y servicios; en estos sectores los grandes contribuyentes recaudan más del 90% del total de impuestos de su respectivo sector (es decir que de cada 100 córdobas que se recauda de impuestos en cada sector, 90 córdobas los aportan los grandes contribuyentes y solo 10 córdobas los medianos y pequeños). Es más, en rubros como rones, cervezas, gaseosas y combustible los grandes contribuyentes recaudan el 100% del total de impuestos.
¿Por qué esto es importante? Porque la dictadura necesita de los impuestos para mantener su aparato represivo y sus políticas clientelares. Si se le quita el oxígeno a su máquina de horror y compra de conciencias, se le quitan posibilidades de maniobra.
‘¡Hagamos un paro de consumo!’, decían los representantes del COSEP y de AMCHAM cada vez que exigíamos un paro nacional. Eso es un error por dos razones: 1) para que un paro de consumo tenga un efecto real y no simbólico se necesita que millones de nicaragüenses no organizados, incluyendo gente pro gobierno, decidan privarse de consumir bienes que de por sí les cuesta conseguir por las precarias condiciones de vida en las que vivimos, 2) de nada sirve que paremos de consumir (no pagar IVA) si las empresas igual pagan al Estado impuestos como el IR y otros (se debe tener presente que quienes “entregan” directamente los impuestos al Estado no somos los consumidores, son los retenedores –las empresas-).
¿Qué se puede hacer entonces? La acción que podría tener el mayor impacto al menor costo y en el plazo más corto es la desobediencia tributaria de los grandes contribuyentes, que no es más que las grandes empresas dejen de pagar los impuestos a la dictadura por un período suficientemente largo que les obligue a hacer concesiones para su salida.
‘¡Nos van a cerrar!’, dicen los grandes empresarios inmediatamente, pero es poco probable que el Gobierno cierre empresas grandes por la imagen que daría a la inversión extranjera y el costo político que tendría mandar miles de personas a la calle. Además, si cierran a las grandes empresas tendrían en la práctica el mismo efecto de la desobediencia, pues dejarían de percibir sus impuestos. ‘¡Estamos exponiendo a miles al desempleo!’, dicen también… más empleos están exponiendo al dejar que esta crisis política y humanitaria se alargue y venga la interrupción del CAFTA y el ADA, si la dictadura sigue haciendo lo que le da la gana y se queda cinco años más. ‘¡Es demasiado arriesgado!’, más arriesgado es poner el pecho en una marcha o en un tranque, o hacer una huelga de hambre en una iglesia y te agarren a balazos, te corten los servicios y echen presos a quienes te quieren ayudar. No hay empresa ni grande, ni mediana ni pequeña que valga más que una vida humana.
La desobediencia tributaria es más factible que cualquier otra acción de alto riesgo y bajo impacto (como una cadena de piquetes exprés o plantones coordinados) porque no requiere la coordinación de miles de personas no organizadas. Para promover la Desobediencia Tributaria basta que unas cuantas empresas de las más grandes, que ya están organizadas en cámaras, se pongan de acuerdo, se mantengan firmes y se acuerpen entre ellas.
El año 2021 es un año decisivo por su carácter electoral. Mal gastarlo puede significar cinco años más de calvario porque será muy difícil conseguir un adelanto de elecciones luego. Sin embargo, para lograr las reformas electorales y las condiciones habilitantes que se necesitan para que esas elecciones sean de verdad creíbles, es preciso cambiar la correlación de fuerzas para obligar a la dictadura a ceder, porque está harto demostrado que sin presión no sueltan nada.
Este mismo planteamiento, siendo miembro del Consejo Político de la Unidad Nacional Azul y Blanco, se lo hice cara a cara en enero de 2020 a los representantes del COSEP y AMCHAM que están en la Alianza Cívica, para que fuera el eje fundamental de lucha desde la Coalición Nacional, para de verdad salir de la dictadura desde su raíz. Me dijeron que si la gente se volvía a levantar ellos iban a hacer lo propio, como si vivieran en un mundo paralelo donde no hay paramilitares, jueces verdugos y ahora leyes como la de ciberdelitos y agentes extranjeros. Estando ya a 10 meses de las elecciones me pregunto. ¿qué más esperan? ¿cuándo van a reaccionar? ¿se quedarán esperando que la OEA, Estados Unidos o la Unión Europea nos resuelvan los problemas?
Escribo estas líneas con la responsabilidad histórica de que el pueblo sepa que, en su debido tiempo, opciones claras y concretas estuvieron en el conocimiento de quienes tienen algo que decir en esta lucha; pero más allá de eso, para invitar a la ciudadanía a que exijamos juntos al sector privado de Nicaragua a que de una vez por todas se defina y salgamos ya de este sufrimiento.
¡Patria Libre, para vivir!
Politólogo y miembro del Movimiento Construimos Nicaragua