El 16 de febrero de 2021, Bill Gates, el tercer hombre más rico del planeta, lanzó su libro ‘Cómo evitar un desastre climático,
Gates no sabía nada de cambio climático hasta hace pocos años, aunque su huella climática personal y empresarial es enorme, miles de veces mayor que la de cada persona de la vasta mayoría de la población mundial. Nada propone para cambiar esa realidad. Su receta es aplicar una mezcla de tecnologías extremas de alto riesgo –energía nuclear, nuevos transgénicos y geoingeniería–, mercados de carbono y fondos de inversión, y que los gobiernos apoyen a las empresas para ello con incentivos económicos, normativas a su favor e infraestructura con dinero público.
Gates no sabía nada de cambio climático hasta hace pocos años, aunque su huella climática personal y empresarial es enorme, miles de veces mayor que la de cada persona de la vasta mayoría de la población mundial. Nada propone para cambiar esa realidad. Su receta es aplicar una mezcla de tecnologías extremas de alto riesgo –energía nuclear, nuevos transgénicos y geoingeniería–, mercados de carbono y fondos de inversión, y que los gobiernos apoyen a las empresas para ello con incentivos económicos, normativas a su favor e infraestructura con dinero público.
El libro no agrega nada a sus propuestas ya conocidas. Es más bien un resumen organizado para gobiernos, empresas e investigadores, en formato “como salvar el planeta para dummies” (o tontos, usado en manuales para referirse a principiantes). En una reciente entrevista con el periodista Anderson Cooper, Gates dice que el primer libro que leyó sobre clima hace 10 años, fue Weather for dummies (El tiempo para principiantes) (https://tinyurl.com/47×45b9v). En el libro aclara que además de otras lecturas, expertos como los promotores de la geoingeniería David Keith y Ken Caldeira le han estado informando sobre el tema.
La lista de tecnologías propuestas por Gates da vértigo: no duda en manipular desde los átomos a los genomas y el clima. La combinación de su mentalidad de ingeniero que ve al mundo, la naturaleza, el clima y los pueblos como partes de una máquina donde todo se puede mover con tecnología e inteligencia artificial, contrasta con sus rampantes declaraciones de fe de que nada de eso tendrá ningún problema, al menos ninguno que no pueda afrontar con más tecnología.
Propone, por ejemplo, desplegar masivamente reactores para energía nuclear –que asegura que ahora no tendrán problemas como los desastres de Chernóbil o Fukushima; nuevas megaplantaciones de agrocombustibles, que al ser con semillas transgénicas y microbios de biología sintética ahora no competirán con la producción de alimentos, al igual que más plantaciones de soya y maíz transgénico para fabricar carne sintética en laboratorio, tambien con microbios manipulados genéticamente. Promueve la geoingeniería tanto para remover carbono como la geoingeniería solar. Financia la tecnología de impulsores genéticos para extinguir especies que, pese a presentarla como combate a la malaria, tiene sobre todo aplicaciones en agricultura industrial y química.
Gates afirma que el mayor desafío para la humanidad es llegar a reducir las emisiones de dióxido de carbono a cero en 2050. Una meta demasiado distante para no sobrepasar un aumento de temperatura global de más 1.5 grados, según el Panel de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). Tanto Gates, como muchas empresas trasnacionales contaminantes y el Foro Económico de Davos, han anunciado compromisos de alcanzar cero emisiones netas en unas décadas.
Es una trampa: Gates aclara en el libro que se refiere a emisiones cero netas, es decir que se puede seguir emitiendo gases, incluso aumentar las emisiones, porque se puede asociar compensaciones (offset), para que la suma sea cero. Esas compensaciones se harían con mercados de carbono y tecnologías de geoingeniería para remover carbono de la atmósfera una vez emitido. Nada de eso ha funcionado para enfrentar el caos climático, ni va a funcionar. Gates lo sabe, por ello exhorta a apoyar también el desarrollo de la geoingeniería solar para bajar la temperatura, para evitar que parte de los rayos del sol lleguen a la Tierra, como un plan B, aunque reconoce que tiene grandes riesgos.
Una de las técnicas de geoingeniería que presenta el libro es la captura directa de aire, en particular la empresa Carbon Engineering, donde Gates es inversor junto a Chevron, Occidental Petroleum y la minera BHP Billiton. La técnica requiere tanta energía para capturar y filtrar carbono de la atmósfera, que aumenta las emisiones totales de CO₂ si se tiene en cuenta todo el ciclo. Salvo con megainstalaciones de energías no fósiles, que de todos modos requerirán materiales, tierra, agua y competirán con mejores usos de tales fuentes de energía. El fundador (e inversor) de Carbon Engineering es David Keith, quien también dirige desde la Universidad de Harvard el programa de geoingeniería solar, financiado por Gates y otros millonarios. En este momento en el ojo de la tormenta por el cuestionamiento a su proyecto ScoPEx para experimentar en territorios indígenas cómo bloquear la luz del sol (https://tinyurl.com/t3wr59r5).
Aunque Gates declara que él y la Fundación Gates han retirado sus inversiones en las industrias petroleras, un ilustrativo artículo de Tim Schwab muestra lo contrario (https://tinyurl.com/dkuapxbk). Además, las empresas en las que invierte, como Microsoft y Carbon Engineering, siguen haciendo negocios con ellas. Señala, que aunque Gates promueve sus propias empresas, no es porque necesite más dinero. El punto más importante que comunica no es sobre clima, sino el poder de los milmillonarios sobre los gobiernos, para avanzar en lo que quieran, y qué éstos le pavimenten el camino.