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La ola de los feminismos en red

Guiomar Rovira Sancho y Tayrine Dias  :: 24.03.21

I Contra el poder y por los mundos de vida.
II Desplazando miradas y fronteras de la política.

8 de marzo
La ola de los feminismos en red: contra el poder y por los mundos de vida

La extensión de las redes sociales coincide con una cuarta ola feminista. Pero si el feminismo quiere cambiar el mundo, tendrá que cambiar la red.


Profesora de la UAM, México. Becaria Marie Skłodowska-Curie de la Comisión Europea H2020 en la Universitat de Girona con el proyecto “Acciones feministas globales online. Oportunidades y problemas de la campaña del #MeToo”.
 
El Salto
8 mar 2021 08:51

Desde hace unos años una ola global de movilizaciones feministas digitales sacude el mundo.  No es algo que le ocurre sólo al feminismo, sino que es un momento transversal híbrido, disperso y múltiple. Incluso se podría decir que es un cambio de sensibilidad tras el ciclo de las multitudes indignadas que se inició con la Primavera árabe. Aceitadas por la comunicación en redes digitales, las luchas de las mujeres, las protestas contra las violencias machistas y el feminicidio, interpelan el mundo desde su raíz, cuestionan los paradigmas de dominación e incluso plantean alternativas a la crisis civilizatoria, económica y ecológica. La interdependencia, la reivindicación de lo común, la lucha por la vida, su entorno ambiental y los cuidados están en el centro de los debates contra la violencia sistémica. 

La contradicción es que toda esa potencia de interconexión en redes de las luchas feministas pasa por las grandes plataformas tecnológicas y alimenta estos gigantes corporativos globales simplificados en el acróstico GAFAM. Y como señala la investigadora catalana Berta Flores: si el feminismo quiere cambiar el mundo, tiene que cambiar la red.

El activismo digital de las mujeres ha potenciado el feminismo, no sólo porque expande y visibiliza los temas feministas en la esfera pública sino también porque promueve una nueva dinámica de implicación. Las organizaciones formales ya no estructuran el movimiento feminista. La comunicación por sí misma, desde los blogs a los hashtags, se han convertido en la estructura de organización: las redes convocan y son la convocatoria.

Se habla de este fenómeno como una “cuarta ola feminista”, la que coincide con la extensión y uso de Internet. Pero el hecho tecnológico no puede ser central para nombrar esta constelación de feminismos que desordena todos los ámbitos.

No se puede desentrañar la dimensión in situ y on line de estos nuevos feminismos, los debates transnacionales gestados en red donde las discusiones son descorporeizadas e incluso anónimas, en contraste con las protestas que se autoconvocan en las calles o las asambleas presenciales, que exponen los rostros o que los tapan, y que en todo caso muestran la interpelación de los cuerpos femeninos o feminizados.

Las multitudes conectadas feministas se caracterizan entonces por poner en escena (física y digitalmente) el cuerpo. “La cuerpa”, como le dicen en América Latina, feministiza la política: es lo común, lo que borra dicotomías entre lo privado y público. Y a la vez es transnacional y onlife, a la vez figurativa y encarnada, singular y universal. De forma simbiótica, es cuerpo y máquina,  vulnerabilidad y expresión lanzada a las demás.

Las mujeres, la comunicación, Internet

La Conferencia Mundial de Mujeres de 1995 en Beijing fue la primera que pudo seguirse con detalle y a distancia por Internet. Desde los noventas, los movimientos sociales  actúan, se enlazan y organizan también en las redes. Los mismos medios alternativos devienen redes de medios.

Muchas activistas se especializan como comunicadoras eficaces e inmediatas de sus propias acciones, periodistas de su aparición pública, cronistas involucradas, narradoras situadas y fotógrafas capaces de denunciar, narrar y mostrar las violencias.

La politización feminista de mujeres comunicadoras será paulatina. Y también las periodistas cobrarán un papel cada vez más relevante en impulsar este devenir feminista, como se pudo apreciar en las convocatorias a las huelgas de mujeres para el 8 de marzo en los últimos años o en la incidencia del #MeToo. Pero no sólo ellas.

En el seno de las movilizaciones de los pueblos indígenas de América Latina, por ejemplo, desde los noventa las mujeres plantearán una denuncia incómoda contra sus propios compañeros, pueblos y costumbres, contra la violencia y la opresión patriarcal, mostrarán la urgente “lucha dentro de la lucha”. De las comunidades indígenas y de los espacios subalternos surgen interpelaciones desestabilizadoras para el feminismo. Y estos debates incursionan en las redes interpelando más allá de las fronteras.

La politización de las mujeres en las organizaciones populares y las comunidades indígenas será una revolución de las cosmovisiones. En el choque con las ONGs y con la academia, se muestran distancias ineludibles: el clasismo, el racismo, la colonialidad del género.  La vía de la autonomía, la complementariedad, la tierra y el medio ambiente, lo común serán algunas de las respuestas. La necesidad imperiosa de autorepresentación es el campo de intervención para cineastas, fotógrafas, radialistas, narradoras, grafiteras y creadoras.

En este florecimiento de vínculos de comunicación y distribución de voces en Internet, aparecen -porque siempre habían estado- las mujeres tejedoras de redes, enlazadoras de mundos. Todo tipo de formatos y géneros usarán el testimonio, la experiencia encarnada y la documentación de los agravios en primera persona. Expresar el daño y convertir el dolor en fuerza colectiva.

Ocurren procesos de indignación ante la violencia feminicida y espacios de reflexión desbordados e híbridos, en los territorios, las comunidades, las calles de las ciudades, las escuelas y universidades. Y a la vez, las mujeres ya no sólo pueden reunirse en un salón, alrededor del pozo de agua o en el mercado. A pesar de una brecha digital brutalmente feminizada, muchas se comunican sin mediar presencia, se contagian de indignación, se cuentan dolores y agravios, se transforman y reinventan. Las mujeres participan en reuniones en sus barrios o en sus pueblos, asisten a encuentros locales, regionales, nacionales, pero también juegan con los espejos del reconocimiento y el apoyo mutuo a distancia: en redes digitales. El contagio y la viralización de memes, la réplica y apropiación de formas de protesta, de lemas y carteles, de talleres y seminarios y materiales de todo tipo. Poner el cuerpo, defender el aire, la tierra y el agua. Tomar una cámara, un micrófono, una plancha de grabado, un hashtag, un canal de Youtube o  un rap. O convocar a una Agència 8M por Telegram y ver que acuden 400 comunicadoras dispuestas a documentar una Huelga internacional de mujeres.

Las hackfeministas: por una red libre

Contra esta capacidad de enunciación de las mujeres, la lluvia digital de insultos o “shitstorm” adquiere una agresividad brutal. La misma violencia disciplinadora en las calles y hogares se amplifica en las redes e intenta expulsar a las mujeres que incomodan del espacio digital. Son legiones de troles en defensa de la masculinidad. Ante esto, aparecen en los últimos años una miríada de grupos y colectivas destinadas al autocuidado en la red, la ciberseguridad y el apoyo mutuo en caso de ciberagresión.

 Pero la escasez de mujeres en los campos de la programación y de las ingenierías arroja nuevas preguntas sobre estos dispositivos digitales que no son neutrales, que traen su marca de origen con un poder devastador y colonizador. Las enormes masas de datos sobre los que hoy se construye la inteligencia artificial presentan sesgos aterradores que amplían exponencialmente la dominación, blanca, masculina, de clase, heteronormada, occidental.

Hackear el patriarcado, como dijo Montserrat Boix, es entonces un reto mayor, algo así como cambiar el sistema de raíz.

Aparecen en ese espacio las hackfeministas con la voluntad de romper y crear otra técnica, una que no esté capturada por el poder y el dinero, que revalorice la empatía y la diferencia, que abogue por las herramientas libres, la ecología y la autonomía, que esté al servicio de la vida y acabe con los monocultivos de las corporaciones tecnológicas que arrasan con la diversidad.

¿Es posible un Internet en código femenino, dice Graciela Natansohn en Brasil? Desde el TransHackFeminismo se ensayan prácticas y se desestructura un mundo binario y cerrado para encontrar nuevas terminaciones y potencias aún por escribir.

La captura neoliberal: la moda es feminista

De alguna manera, esta floreciente sensibilidad feminista contra el poder patriarcal y capitalista es capturada en un formato consumista neoliberal que se promociona y extiende como estilo.

La extensión de una moda feminista, despojada de sus elementos más subversivos, acaba haciendo apología de lo dado, donde lo femenino subordinado no es una interpelación contrahegemónica ni una exigencia de justicia, sino un recurso de marketing excéntrico, que refrenda el individualismo, la subjetividad emprendedora y el éxito a cualquier costo. Al invisibilizar las incomparables trayectorias de las mujeres, esta actitud postfeminista, post-raza, post-queer refrenda el ideal capitalista de una “self made (wo)man”. Si una mujer no es exitosa, es que no se esforzó lo suficiente. En la cultura de masas global, las “celebrities” se posicionan como feministas y animan a las mujeres a enfocarse sobre sí mismas y sus aspiraciones. 

La popularización del feminismo genera entonces un doble filo, por un lado jamás ha habido tantas mujeres exigiendo derechos y denunciando las violencias. Por otro, las mujeres son llamadas a construir sus aspiraciones dentro del sistema de méritos capitalista y patriarcal, reforzando el privilegio de raza, de clase y heteronormado, prestándose incluso a agendas neoconservadoras y xenófobas.

Paradógicamente, la frivolización del feminismo contrasta con la ineludible crítica interseccional de las mujeres afroamericanas y la reflexión sobre la colonialidad del género que hizo Maria Lugones desde América Latina. El tema del racismo, como el del ecologismo, son centrales en los nuevos feminismos.

Las paradojas

En este mundo impuro, enredado y complejo, esta contaminación entre el modelo neoliberal feminista y el feminismo como fuerza política disruptiva, puede apreciarse en muchos espacios, por ejemplo en las campañas de hashtags como el #MeToo, iniciado por las mujeres de Hollywood y extendido a 85 países, provocando reacciones en cadena en cada contexto y país. A partir de una plataforma corporativa como Twitter, se ha conseguido la mayor campaña global contra el acoso sexual en espacios laborales que jamás haya habido. Desde las actrices de Hollywood hasta las estudiantes en México y Chile.

Transversal, híbrida, impura, esta ola de feminismos en red muestra contradicciones continuamente. Y pone en escena no sólo nuevas potencias sino los puntos ciegos, los grandes problemas de desigualdad interseccional, el colonialismo de datos, la dependencia y el control, la definición misma del sujeto mujer y, en fin, la urgencia de acabar con las violencias que atraviesan y destruyen los mundos de vida.

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Feminismos
La ola de los feminismos en red (II): desplazando miradas y fronteras de la política

La pandemia del coronavirus ha supuesto pérdidas irreparables y desigualdades galopantes, pero también ha alimentado el pulso de los feminismos periféricos para seguir ’sobresistiendo’, sobreviviendo y resistiendo
 


Cientista política, doctoranda en Sociedad de la Información y el Conocimiento e investigadora de los grupos CNSC y Tecnopolítica (IN3/UOC). Actualmente investiga activismos y prácticas feministas, tecnopolítica y feminismos, datos con perspectiva de género y justicia de datos. Colabora con Datos Contra el Ruido y Digitalfems

Politóloga e investigadora de los grupos CNSC y Tecnopolítica (IN3/UOC)
El Salto
24 mar 2021 12:10

Los feminismos en las redes: el 8M de 2021 y los feminismos imparables


Los feminismos desplazan las fronteras de la política, son transfronterizos y migrantes, contra las violencias, la precariedad laboral y los feminicidios. En este artículo seguimos el conversatorio abierto por Guiomar Rovira, sobre la ola de feminismos en red. Nos centramos en algunas de las dinámicas híbridas online-offline, incorporando una visión de pájaro multisituada, al tiempo que atendemos a las conexiones entre las rebeldías y luchas feministas en la escala global, por un lado, y a las disputas por redefinir sujetos y demandas desde los feminismos, por el otro. Estos dos movimientos, cuyos entramados pueden no quedar claros a primera vista, indican inflexiones importantes impulsadas desde los feminismos periféricos para producir cambios sociales radicales.

El 5 de marzo de 2021 el Palacio Nacional de México amanecía cercado por una muralla destinada a ‘protegerlo’ de las protestas del 8M. Algo similar ocurría en la Twittersfera hispanohablante1. La rebeldía feminista Mexicana irrumpía una vez más en esta plataforma durante la semana previa al 8M para denunciar al #MexicoFeminicida y las contradicciones de un gobierno que se blinda contra las mujeres, las feministas, lxs periféricxs; el movimiento se apropiaba de las vallas en la calle y de los debates en las redes. El presidente mexicano AMLO aparecía entre las cuentas más citadas en nuestra base de datos por su postura antagonista a las manifestaciones. La respuesta gubernamental no podía, ni en las calles ni en las redes, acallar la indignación acumulada por años de violencia heteropatriarcal. 

De Chile a Argentina y el Estado Español, el 8M de 2021 se vivió desde las cuerpas como un impulso imparable. La movilización por la huelga feminista, las protestas e intervención en las estaciones de metro en Chile, hicieron de la @Coordinadora8M chilena una de las 200 cuentas más centrales en torno al 8M en Twitter. No solo las organizaciones y agrupaciones feministas y otras entidades se movilizaron y participaron del debate; también muchxs tomaban esta fecha como un día para expresarse políticamente en primera persona, redefiniendo lo personal y lo político, en ola conectada. Fechas como el 8M son acontecimientos políticos que se superponen y entrelazan en el proceso de avance de una gran ola, en los cuales se disputan las fronteras de la propia política desde los feminismos.

Como en ocasiones anteriores, en el Estado español la ultra y extrema derecha intentó apropiarse del 8M desde ataques agresivos que, usando la excusa de la pandemia del coronavirus, buscaban deslegitimar y acallar las demandas y luchas feministas, incluso prohibiendo las manifestaciones feministas convocadas en Madrid. En la imagen de abajo vemos las comunidades que marcaron el debate del 8M2021. Medios, periodistas, instituciones, partidos políticos como el PSOE y Podemos y movimientos feministas están en la comunidad lila, mientras la derecha española compone la mayoría de perfiles de la comunidad azul, en la parte superior de la figura. En verde, en el centro, podemos ver la red mexicana, donde aparece el presidente AMLO, instituciones del Estado mexicano y movimientos como la Marea Verde Mexicana. En gris oscuro, están movimientos feministas chilenos, medios e instituciones del país. En la comunidad rosa, en el centro,  muchxs ‘anónimxs’ de diferentes localidades. Analizar esta red nos lleva a algunas conclusiones: en primer lugar, que aunque este 8M se vio afectado por restricciones a las protestas públicas en la calle, fue imparable; en segundo lugar, que la polarización política sigue marcando parte del debate; y, en tercero, cabe destacar que:

La sobresistencia imparable en las luchas transfronterizas desde los feminismos

Más allá de la efervescencia de las interacciones más virales en redes sociales, la ola de los feminismos en red también se mueve por espacios menos visibles, aunque igual de potentes. ‘Vamos a cuidarnos entre nosotras’. Esa fue una de las sabias palabras que escuché conversando con compañeras sobre este 8M.

La pandemia del coronavirus ha supuesto pérdidas irreparables y desigualdades galopantes, pero también ha alimentado el pulso de los feminismos periféricos para seguir sobresistiendo, sobreviviendo y resistiendo.

Cuidarnos es resistir, resistir es cuidarnos en red.

Desde la constelación performativa en la que nos movemos estas últimas semanas (y estos últimos años), llena de ilusión e inspiración ver la potencia y fuerza, por un lado, de las trabajadoras de hogar y cuidados de Sindillar, reivindicando sus derechos como las bajas laborales, o de las Kellys y las Cuidadoras Municipales, que siguen luchando contra la subcontratación en sus plantillas. El ejemplo de sus luchas, lejos de estar aisladas, está conectado con rebeldías periféricas que retan las fronteras de la política. Desde la precariedad laboral impuesta por el heteropatriarcado capitalista y colonizador, ellxs nos interpelan desde las calles.

Cuando, desde los feminismos, decimos “poner la vida en el centro”, ¿de qué vidas concretas estamos hablando?

/Este 8M, los feminismos periféricos, lxs trabajadorxs, lxs migrantxs, lxs indígenas, lxs negrxs y afro-descendientes, las personas queer y trans han dado un empujón más para desplazar las fronteras de la política, así como las fronteras de las reivindicaciones feministas, con una mirada radicalmente transformadora. Lo hacen en un doble movimiento: construyendo redes locales, regionales y transfronterizas, y dislocando los sujetos y demandas de los feminismos, manteniendo el pulso contra opresiones sistémicas. Aunque muchxs de ellxs no aparecieran como nodos centrales en el debate en Twitter este 8M, desde el año pasado la sobresistencia a la pandemia del coronavirus y sus consecuencias devastadoras ha ido tejiendo redes activistas transfronteras, como las Feministas Transfronterizas, E.A.S.T. (Luchas Autónomas Esenciales Transnacionales) y la Transnational Migrants Coordination (Coordinación Transnacional de Migrantxs).Desde Chile, Italia, Estado Español, Rumanía o Marruecos, de Buenos Aires a Moria, estas redes vienen organizando asambleas transnacionales. Muchxs han hecho huelga este 8 de marzo con manifiestos cargados de rebeldía, con un mensaje claro: la vieja ‘normalidad’ es opresora y se la seguirá denunciando y combatiendo. Estas redes se coordinan desde la autonomía de sus organizaciones, pero también crean espacios tecnopolíticos de experiencia compartida, como asambleas públicas transfronterizas, protestas, chats, grupos, vídeos y posts en plataformas digitales;las casas y las terrazas interconectadas, articuladas en multitudes en múltiples capas, digitales y analógicas. 




Nuestra vida es esencial, los feminismos son esenciales

Con este llamado transfronterizo, multisituado y transversal, seguimos en la batalla por construir (desde) feminismos que van más allá de las reivindicaciones feministas, en una espiral de descentralización, aunque pueda sonar contradictorio. Estas redes activistas no buscan sumar o incluir demandas colgándolas a las de los feminismos hegemónicos. En lugar de eso descolocan, replantean y (de)reconstruyen activismos feministas como punta de lanza de luchas sociales por sociedades radicalmente justas. Al desestabilizar el centro de las luchas feministas, cuestionando limitarlas a la búsqueda por la emancipación de un conjunto específico de personas, estas redes están resignificando los feminismos como emancipación transfronteriza enredada. Esta no es una batalla nueva, pero es una batalla larga para que los feminismos sean de muchxs y con muchxs. Demandas como los permisos de residencia y trabajo para todxs lxs migrantxs y refugiadxs (regularización ya!), la ratificación del Convenio 189 de la OIT (que establece normas para el trabajo doméstico decente), el cierre de los CIE o la defensa de los derechos laborales, las condiciones de trabajo y los sueldos dignos nunca fueron una reivindicación de un grupo minoritario ni una especificidad que afecta a un conjunto de mujeres o de personas.

Son demandas transversales. Si no estamos constantemente preguntándonos qué vida estamos poniendo en el centro, y desde esta pregunta sacudiendo ese centro y replanteando nuestros activismos;

si no nos preguntamos en solidaridad con quiénes salimos a las calles, a los balcones, a las plazas y a las redes, nuestros feminismos dejan de ser emancipadores.

Lxs trabajadorxs en primera línea, muchas migrantxs, han aguantado y sostenido, como lo hacían antes, los cuidados y la vida durante esta pandemia, y como bien dicen las compañeras de E.A.S.T, se niegan a ser esenciales solo para ser explotadas y oprimidas. 

Los feminismos este 8M fueron imparables: resistieron a los ataques y reafirmaron sus luchas y demandas, y los feminismos periféricos dieron un paso más para desplazar las fronteras de la política. Este proceso se dio y se da en red, en diferentes capas, en distintos espacios, en clave transfronteriza; se da desde las luchas de sobresistencia que no solo desplazan las fronteras de la política, sino también de los propios feminismos y sus reivindicaciones.

El análisis de datos de esta primera sección se basa en una búsqueda de más de 2,3 millones de tweets que incluyen hashtags y términos relacionadas al 8M y a la huelga feminista. A partir de estos datos, producimos una red dirigida de retweets y menciones en Twitter, cuyos nodos son las cuentas y los vértices las interacciones. También analizamos los nodos por centralidad de PageRank, que es una medida de influencia de cada nodo en la red. Finalmente, el grafo presentado corresponde al k-core (k = 10) de la red, o sea, incluye solo los nodos con 10 o más conexiones. Los colores identifican comunidades utilizando el algoritmo de modularidad, que selecciona aquellos conjuntos cuyos nodos tienen más conexiones entre sí. Los términos de la búsqueda fueron: #hacialahuelgafeminista, #Huelga8M, #huelgafeminista, #huelgafeminista2021, #huelgafeminista8m, #internationalwomensstrike, #internationalwomenstrike, #mujeresenhuelga, #parodemujeres, #parointernacionaldemujeres, #vagafeminista, #womenstrike, #womenstrike2021, #YoVoy8M, #nosotrasparamos, #feminismoesencial, #EssentialStrike, #FeministMarch8, #EssentialStruggles8M, #huelgageneral8M, #lahuelgava, #lahuelgafeministava, #8m2021, #8marzo, #huelgageneralfeminista, #hacialahuelgafeminista2021, #8demarzo, #8M, #8MQuedateEnCasa, ‘8M’, ‘huelga feminista’

 


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