Chile: el estallido de las tomas de terrenos y los campamentos de pobladores sin casa
Jaime Yovanovic (Profesor J) :: 25.03.21
La pandemia y la crisis económica, que se manifiesta en pérdida de empleos y subida de alquileres, han hecho aumentar la cantidad de gente y campamentos casi en un 100% en el último año en lo que se verifica claramente que estamos en un crecimiento sostenido que muy luego comenzará a estallar en diversos lugares como ocurrió en Renca, que en cuestión de minutos llegó una multitud que creció vertiginosamente hasta que llegó carabineros y desalojó violentamente.
Chile: el estallido de las tomas de terrenos y los campamentos de pobladores sin casa
Jaime Yovanovic (Profesor J)
La pandemia y la crisis económica, que se manifiesta en pérdida de empleos y subida de alquileres, han hecho aumentar la cantidad de gente y campamentos casi en un 100% en el último año en lo que se verifica claramente que estamos en un crecimiento sostenido que muy luego comenzará a estallar en diversos lugares como ocurrió en Renca, que en cuestión de minutos llegó una multitud que creció vertiginosamente hasta que llegó carabineros y desalojó violentamente.
Antiguamente los pobladores sin casa organizaron varios campamentos en Santiago y en todo Chile que pudieron seguir el ejemplo de los campamentos del MIR, que puso el énfasis en la economía propia que funcionaba con los almacenes populares que eran provistos por los consejos comunales campesinos y las empresas recuperadas o nacionalizadas de alimentos y productos de limpieza.
Después del golpe el MIR se quebró en mil pedazos escapando la mayoría de la militancia a los partidos que traicionaron el legado de Allende aliándose con los golpistas de la democracia cristiana, otros formaron grupos electoralistas que se aliaron al PC y hoy días se presentan para la nueva constitución que regirá el capitalismo chileno, mientras otros se dedican a construir burocracias de órganos de poder popular con algunos dirigentes sociales, algunos estudiantes y grupos de militantes partidarios. Quienes han podido seguir son aquellos que se formaron en la lucha de los barrios y que participan dispersos por miles sin procurar aquella vieja orgánica que hoy usufructúan algunos viejos aferrados a la vocación de poder y que consideran que la lucha de clases es una lucha o guerra de aparatos mientras el pueblo les suministra los combatientes y la carne de cañón necesaria.
Hoy día existen varios partidos que han organizado pobladores y los arrastran finalmente a la lucha electoral, sin percibir que se trata de los aliados estratégicos de los barrios populares periféricos y marginados de las ciudades, y no lo pueden percibir puesto que viven pendientes de la masa electoral o combatiente, sin comprender que se trata de los espacios sociales donde puede construirse la nueva sociedad, los nuevos modos de vivir.
Para comprender eso, primeramente deben dejar de mantener como objetivo la lucha por el poder y cambiarse a la línea del cambio social, el cambio civilizatorio desde abajo, desde cada barrio, para sustituir el poder estatal y constitucional por la democracia vivida en cada barrio y comuna. La multiplicación de las formas de la democracia barrial debe ser el gran objetivo junto con la autogestión generalizada que permita ir cortando desde cada barrio los lazos de dependencia con el mercado y los “servicios” del estado.
Así podemos entender que esa creciente ola de gente empujada por la falta de trabajo y la subida de los arriendos, sea capaz de juntarse (lo que no consiguen los políticos), de seleccionar y ocupar una tierra (lo que tampoco consiguen los políticos), de construir un techo y alimentar su familia.
Eso es autogestión, hacerlo con sus propias manos en contacto directo con la naturaleza. Claro que va a llegar el Techo para Chile y otras agrupaciones “a ver como pueden ayudar”, cuando en realidad van a estudiar como integrar esa toma en la cadena de la construcción, medidas y servicios estatales, o sea, transformar la dinámica social en reivindicación asimilable por el estado, lo que puede hacerse sin dejar de lado lo que puedan construir los pobladores en toma.
Sabemos que el estado no podrá absorber la creciente ola de ocupaciones y campamentos, por lo que estos organismo que se pondrán en medio de las negociaciones tienen la función de repartir aspirinas, calmar a la gente, pedir tiempo, pedir paciencia, que ya vienen, que mañana tienen reunión con el viceministro, etc para dar largas a que el estado pueda decidir si los hace esperar más o si les manda la caballería, los palos y los guanacos para destruir las viviendas y dispersar lo que costó reunir y que en tanto reunión es potencial transformador no digerible por el estado.
Después del desalojo de Renca no ha habido otro al menos de esa magnitud, lo que indica que están vigilando y preparándose para actuar según diga el gobierno de turno después de las elecciones del 10-11 de abril.
Esas elecciones mostrarán si han conseguido atraer incautos a votar y cuántos van a ser. Si son muchos habrá la bella represión en plazos cortos, si son la mitad habrá un compás de espera, pero si la abstención y el voto nulo y blanco pasan de la mitad, será una victoria popular que los va a inmovilizar un tiempo corto para afinar medias y contrainsurgencia, pero será nuestra oportunidad para desarrollar las siguientes tareas:
1.Formar comités de vivienda por barrio, catastrar entre vecinos, familias y allegados quienes necesitan vivienda o pagan arriendos altos.
2.Formar comités de apoyo con familiares, amigos y vecinos.
3.Estudiar los terrenos por fuera del radio urbano.
4.Planificar tipos de viviendas en forma de comunidad ecológica de casas individuales con áreas comunes para varias familias, áreas de dos tipos: de producción como huerta, procesamiento (hacer conservas, etc), energía alternativa, áreas de tratamiento y reciclaje de desechos y área de compartir, como cocinar juntos o comedor.
Realizar la recuperación del terreno del comité de vivienda ayudado por el comité de apoyo para el traslado de materiales y enseres, construcción rudimentaria y mapeo de la o las comunidades ecológicas.
Pueden venir partidos e instituciones a apoyar, pero ninguno de la directiva puede ser partidista.
La democracia barrial aquí funciona con la asamblea general de todos, incluidos los niños y ancianos, que elige diez personas que van a dirigir y llevar a cabo los acuerdos, mitad mujeres y mitad hombres de cualquiera edad, con dos voceros mujeres.
Todos deben estar dispuestos a tomar sus cosas y replegarse al barrio de origen en caso de represión, para lo cual hay que generar estado de alarma en el barrio y el comité de apoyo salir a proteger la retirada.
Mientras estamos allí, desde el primer día actúa el equipo jurídico negociando con los propietarios la posibilidad de compra y negociando con el estado la posibilidad de subsidios o de apoyo para la compra.
La construcción posterior sería en base a bioconstrucción con tierra y madera del sector, seleccionando partes del bosque que serán cauteladas mediante la prohibición de la comercialización posterior de la tierra, aguas, vegetales, minerales y animales.
Antes de fin del año 2021 es muy posible que tengamos decenas de comités de vivienda organizados por vecinos de cada barrio que puedan agruparse entre varias comunas y regiones para presentar enmiendas y propuestas constitucionales a la Convención Constituyente que deberá cerrar entre enero y febrero de 2022.
Si esta propuesta es asumida por partidos políticos que disputan el poder estatal, estará perdida de antemano, pero si es asumida y presentada por vecinos de las tomas organizadas y apoyada en la convención por constituyentes independientes que tengamos certeza que no están amarrados por un partido o corriente, en ese caso es posible que sea discutida y se mantenga detenida toda represión sobre nosotros al menos hasta que salga la propuesta que será votada entre mediados y fines del 2022.
Si nuestra propuesta no es aceptada por la nueva constitución, podremos expandir, consolidar y legitimar nuestra propuesta de facto mediante el recurso legal de aplicación judicial de una interpretación de los jueces que tome en cuenta la realidad social de carencia de viviendas y la situación económica y legal de que estamos pidiendo al propietario comprar el terreno y al estado los subsidios necesarios.
En ese lapso de tiempo ya habremos instituido de hecho la constitución de los pobres y podremos pedir al estado que nos deje vivir en paz para desarrollar nuestra forma de vida compartida entre nosotros y con la madre tierra.
Nuestra iniciativa nos permitirá resolver problemas y necesidades de todo tipo como nuestra propia salud y educación.
Recordamos que los zapatistas en México tomaron tierras y negociaron con el estado los Acuerdos de Santo Andrés, que finalmente no fueron aprobados, pero las comunas autónomas y los autogobiernos están allí y se extienden por todo México. Hoy esa y parecidas experiencias se repiten en todos los países del continente.
La vivienda es tarea de la democracia y no del poder.
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Alza histórica: Familias en campamentos aumentaron casi un 74% desde 2019 tras la pandemia y estallido social
Si se analizan las regiones por separado, destacan especialmente las regiones de Arica y Parinacota, con un aumento de 243,25% en la cantidad de familias; Metropolitana, con un aumento del 224,55% en la cantidad de familias y un 53,33% en la cantidad de campamentos; La Araucanía, con un aumento del 315,38% en la cantidad de familias y un 128,57% en el número de campamentos; y Valparaíso, que es la región de Chile con el mayor número de familias viviendo en estos asentamientos.
Como una situación alarmante calificaron desde la fundación Techo-Chile los resultados que arrojó el Catastro Nacional de Campamentos 2020-2021 que fueron revelados hoy junto a la Fundación Vivienda, en el que se levantaron datos entre octubre de 2019 y febrero de 2021. De acuerdo al informe, las preocupantes cifras dejan en evidencia la profunda crisis habitacional instalada en el país.
Pese a que los catastros realizados en la última década muestran un aumento sostenido de campamentos desde el 2011, la última medición revela que tras el estallido social y la pandemia, se produjo una subida explosiva en la cantidad de familias que viven en estos asentamientos. De hecho, se registró un alza histórica.Y es que el informe indica que existe un total de 81.643 familias que habitan en 969 campamentos en el país, siendo éste el dato más alto desde el año 1996. Si los números se comparan al catastro presentado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo en 2019, el aumento es del 73,52% en el número de familias y de un 20,32 en el número de campamentos.En cuanto al acceso a servicios básicos y a soluciones sanitarias en los campamentos del país, la investigación reveló que el agua potable sigue siendo el principal problema y que sólo un 6,72% pueden acceder al agua de manera formal.El catastro reveló, igualmente, que hay un total de 25 mil familias migrantes viviendo en campamentos -el 57% de ellas en la RM- lo cual representa un 30% total. Esta cifra se mantuvo en relación al catastro del Minvu de 2019, lo que indica que la cantidad de familias migrantes ha aumentado en igual proporción que las familias chilenas respecto a la última medición.Si se analizan las regiones por separado, destacan especialmente las regiones de Arica y Parinacota, con un aumento de 243,25% en la cantidad de familias; Metropolitana, con un aumento del 224,55% en la cantidad de familias y un 53,33% en la cantidad de campamentos; La Araucanía, con un aumento del 315,38% en la cantidad de familias y un 128,57% en el número de campamentos; y Valparaíso, que es la región de Chile con el mayor número de familias viviendo en estos asentamientos.Para el director ejecutivo de la entidad, Sebastián Bowen, los campamentos son sólo un síntoma de una enfermedad extendida en las ciudades, que es la falta de acceso a la vivienda.“Esa enfermedad es la realidad visible y las cerca de 82 mil familias viviendo en ellos es una cifra que nos duele y estremece, pero también hay una realidad invisible, que son más de 500-600 mil familias las que hoy necesitan una vivienda en nuestro país, que viven allegadas o hacinadas y muchísimas más si consideramos las que están bajo arriendos informales o abusivos. Y si no damos frente a esa problemática, el problema de fondo no podrá ser resuelto”, señaló.Según explica Pía Palacios, directora del Centro de Estudios Socioterritoriales (CES) de Techo-Chile y Fundación Vivienda, “el 50% de las familias que llegan a vivir a campamentos son familias que declaran, fundamentalmente, razones de índole económica o laboral, ya sea porque perdieron su trabajo, bajaron sus ingresos o subió el precio de su arriendo”.“Eso lo ven nuestros equipos en el terreno todos los días y es una problemática que se mueve con fuerza y rapidez”, agregó.