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Madrid: los de arriba se reparten cargos del poder y los de abajo recuperan edificio de 120 habitaciones

El Salto :: 08.05.21

Un viejo hotel abandonado con más de 120 habitaciones en un barrio sin vecinos y en una ciudad gentrificada que expulsa a su gente. Ante esas lógicas, resurgen las Oficinas de Derechos Sociales de la mano de La Ingobernable.

La Ingobernable o cómo dar vida a un edificio abandonado

Un viejo hotel abandonado con más de 120 habitaciones en un barrio sin vecinos y en una ciudad gentrificada que expulsa a su gente. Ante esas lógicas, resurgen las Oficinas de Derechos Sociales de la mano de La Ingobernable.
 
 
El Salto
 
8 may 2021 08:00

Cuatro plantas, más de 2.000 metros cuadrados, unas 120 habitaciones. Vacías. Llenas de polvo, con algún techo caído, sin gente, sin vida. Justo detrás, otro edificio vacío. Con peor pinta todavía, es un estado lamentable y con unas telas asfálticas intentando cubrir un techo destrozado para que no se filtre el agua, pero que no parece tener mucho éxito. Justo enfrente, encima de una de esas ajetreadas terrazas de cuatro euros la cerveza, otra planta entera con las ventanas tapiadas. Todo ello en el Madrid de la gentrificación, de las familias desahuciadas sin alternativa habitacional, en el centro que expulsa a sus habitantes y a tan solo metros de varias plazas donde cada noche duermen decenas de personas que no tienen un techo.

Nos referimos al antiguo Hotel Cantabria, en la Calle Cruz 3 y 5. Justo a medio camino entre el Congreso de los Diputados y la Real Casa de Correos, sede del Gobierno regional, y kilómetro cero del país. El edificio llevaba más de cinco años abandonado (un calendario en la cocina se quedó en septiembre de 2014), hasta que hace unos días el colectivo La Ingobernable lo recuperaba para crear una Oficina de Derechos Sociales. Lo liberaba de su abandono y progresivo deterioro, para darle una nueva vida. Para convertirlo en un lugar donde “desarrollar, proteger y luchar por los derechos sociales”. Y ya se han puesto manos a la obra, porque hay muchas manos con ganas de dar vida al espacio. Han empezado ya a limpiar polvo, a recoger escombro, a convertirlo en un lugar para que lo habitemos todas y todos. Y lo harán, tal y como hicieron con los 2.000 metros cuadrados también abandonados de la calle Goberandor.

El domingo pasado se anunció la recuperación del edificio. La calle se llenó de personas que apoyaban la liberación del espacio y su devolución a la gente. También había mucha policía, mucha y muy armada. Se gritó, cantó y hasta bailó. Hubo mucha alegría, pero también mucha tensión. Y entre toda esa tensión y gritos, mirabas hacia arriba… y nada. Nadie asomado a los balcones, ninguna vecina o vecino preguntando. Nada. Porque no existe. Porque el centro es un barrio que no es barrio, no es para la gente, por lo menos no para la gente de Madrid. En eso se han convertido el centro de Madrid: en vecindarios sin vecinas, con edificios abandonados sin gente y gente abandonada sin casa.

Una simple búsqueda en ese conocido portal inmobiliario nos da alguna pista más: solo dos pisos en alquiler en las cercanías. Uno de tres habitaciones por 3.000 euros al mes, otro de cuatro habitaciones por 2.300 euros. En medio de una de las mayores crisis económicas, sanitarias y habitacionales a las que nos hemos enfrentado nunca, un edificio con 120 habitaciones a pasos de pisos que valen miles de euros está abandonado y cerrado. ¿Qué lógica tiene eso? Solo una: la especulativa, la del capital. Y mientras, a tan solo unos pasos de ahí, en el Congreso discuten el problema de la vivienda y repiten mantras como que “hay que construir más viviendas para que bajen los precios” y ponen soluciones sobre la mesa como que los grandes propietarios se puedan desgravar hacienda por hacer negocio con un bien tan básico como el techo. ¿Construir más viviendas cuando Madrid está llena de lugares vacíos? ¿Más hoteles de lujo en un centro donde vivir es un lujo que las y los madrileños no se pueden permitir?

La Ingobernable aguanta y seguirá aguantando. Y si les expulsan de la calle Cruz, pues como suelen decir: “Un desalojo, otra ocupación”. Se reclaman “derechos para cambiarlo todo” y están dispuestos a cambiarlo todo en la lucha por esos derechos. Incluso cambiar las lógicas salvajes capitalistas que convierten barrios preciosos en calles sin vecinas. Lógicas que expulsan a la gente de sus casas y donde los especuladores son los que deciden si existen los derechos o no. Lógicas abrazadas por la mayoría de partidos políticos, pero que los colectivos que forman parte de ese paraguas social en el que se ha convertido La Ingobernable están dispuestas a confrontar con esa politización de lo cotidiano. Ante los edificios tapiados, escobas y alegría. Frente a los especuladores, asambleas horizontales. Contra los edificios vacíos… 10, 100, 1.000 centros sociales. Disfrutad de esta fotogalería, porque La Ingobernable también es vuestra.

 


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