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Bitácora “suprealista” de esperanza com la Montaña zapatista en alta mar

Comunizar :: 06.06.21

No es ninguna novedad, pero en el México moderno los tiempos de elecciones institucionales dominan los escenarios calendáricos, marcados y etiquetados por la democracia en el capitalismo. Modelos modelados por las urgencias mercantiles en la pandemia son imágenes de una repetición panorámica de lo Mismo. Mientras presentadores y modeladores de los medios de comunicación dominantes moderan este mundo, imágenes dialécticas de múltiples resistencias apenas logran gestionarse a través de cortinas empolvadas por las ruinas catastróficas del mito del capitalismo y su violencia.

BITÁCORA “SUPREALISTA” DE ESPERANZA CON LA MONTAÑA ZAPATISTA EN ALTAMAR

Fernando Matamoros Ponce *

Comunizar

PRIMERA PARTE

I

No es ninguna novedad, pero en el México moderno los tiempos de elecciones institucionales dominan los escenarios calendáricos, marcados y etiquetados por lademocracia en el capitalismo. Modelos modelados por las urgencias mercantiles en lapandemia son imágenes de una repetición panorámica de lo Mismo. Mientraspresentadores y modeladores de los medios de comunicación dominantes moderan estemundo, imágenes dialécticas de múltiples resistencias apenas logran gestionarse a travésde cortinas empolvadas por las ruinas catastróficas del mito del capitalismo y suviolencia. Así, aunque vivimos en este mundo asfixiante por el embrujamiento delespejo alienado, diría Lucien Bonnafé (2002), en este texto intentamos poner enperspectivas aquellas constelaciones de suavidad de frágiles fuerzas rebeldes delpensamiento y acciones de la discontinuidad. Así, en esta bitácora, plan de viaje ocarnet de ruta y metas frente a derrotas, también, acentuaremos en la escritura cómo eneste cosmos con muchos mundos en el mundo terrestre de enormes pobrezas, losentrecruzamientos de fraternidades en los disturbios de resistencias zapatistas ponen suexperiencia de autogestión y resistencia en la inmanencia antagónica de la políticaautorizada.Pensémonos como exploradores o detectives (Kracauer, 2001) buscando en las raícesdel mal las dificultades de la ciencia que domina los “acentos”, más en lo repetitivo deldesarrollo y el progreso. Sin dejar de pensar en las “buenas intenciones”, la mayoría delas veces las contradicciones en algunos de actores se ven acorraladas o son asesinadas,por ejemplo, en los nichos de sentirse más fuerte y dominador en los premios por laeficiencia del conocimiento (Bonnafé, 2002: 53). Y no solamente en los espacios deciencia podemos sentir esas mediaciones, pues en espacios importantes de lasrepresentaciones políticas intermedias en México muestran, dramáticamente, elsinsentido y la demagogia electoral. En la flojera de pensar (Villoro J. 2021b), algunoscandidatos llegan a los extremos de ofrecer, si ganan las elecciones, regalar magias de1

pastillas azules (Viagra) o prometer que brotará cerveza en lugar de agua en las llavesde la casa. Así, para volver a intentar llegar a esa terra incognita de la historia, buscadatantas veces por los vencidos en el mundo conocido, consideramos que los zapatistasapuestan por los entremedios de contradicciones de sentidos alienados por el fetiche deldinero. Van más allá de pretendidas sociologías erigidas casi como matemáticas delridículo manifestado en las cuentas de la pobreza como verdades científicas. Y noporque sean falsas esos datos matemáticos, sino porque no salen del encierroEn tierra firme, la nave prefiguraba la navegación. Era un aula para aprender todo loque se necesita para sobrevivir al vendaval de los elementos y a amenazas aun másseveras, como el arrasador torbellino de la historia, que, según advirtió WalterBenjamin, se suele presentar con el engañoso nombre de “progreso” (Villoro J.2021).Proponen pensar de atrás para adelante. Miran al pasado para imaginar el presente en lastinieblas del mundo. Posibilidades para ir más allá del diluvio que se anunciacatastrófico en las guerras o más allá de la noche y el mal establecido. Prefiguran en eltorbellino terrestre elementos amenazadores más severos. Miran como los vientosanunciadores del progreso no solamente engañan con cantos de sirenas, sino queorganizan con sus militares las tribulaciones inscritas en las ruinas del pasado. Es decirque, en la larga noche de los más de 500 años del descubrimiento de América, comoRimbaud, Mallarmé, Baudelaire, Rulfo y otros Quijotes apuestan por las iluminacionesde resistencias que se queman el cerebro en la desesperación de campos y ciudades.Como diría Arthur Rimbaud (en Bonnafé, 2000: 29), no es la culpa que lospensamientos críticos y rebeldes se encuentren, también, en este bosque de discursos deviolín en las mañanas o de la peste que afecta los corazones, diría, también, AlbertCamus (1970). Entonces, aunque los positivismos más alucinantes acusen los corazonesde metafísicas y burradas, los encarcelen y/o condenen por ser herejes, diría AugusteBlanqui (en Benjamin, 2007: 106), la historia muestra que, a pesar de todo el pesopositivista de los castigos roedores de nuestras lenguas, los imaginarios zapatistasvuelven a conectar pleonasmos o excesos extra-ordinarios del materialismo del universocon el espíritu de resistencia; una sustancia inseparable de la vida y la muerte.Es decir que, aún con los condicionamientos de la violencia de las redes enmarcadas porel mercado y la pandemia, nos preguntamos: ¿actualmente, existen espacios fértiles paraun cierto tipo de cultura que desborde y despliegue otros conocimientos y prácticas delucha? Difíciles son las respuestas a esta cuestión, frente a procesiones históricas de laviolencia del desarrollo alienado por el fetiche de la mercancía en-marcada en lasnieblas de la modernidad. Por esto, parafraseando al encarcelado Auguste Blanqui (enBenjamin, 1989: 217), nos preguntamos como caminar con el pensamiento penetranteen esas cosas extrañas de la eternal ciencia negativa. ¿Cómo enfrentar y salir de loscubículos cristalizados en exhibiciones publicitarias? ¿Cómo no ahogarse en brillos delas finanzas, ejércitos y teocracias que, juntos, “vomitan noche, miseria y muerte sobrelas naciones”? ¿La experiencia zapatista podrá salir de tinieblas y sobrecalentamientos orenacerán más tarde con las constelaciones de planetas, luego del choque de lascivilizaciones, propuesto por Samuel P. Huntington (2000)? Nosotros hemosconsiderado que, frente a los miserables milenios del homo sapiens, las preguntas2

zapatistas, para caminar en los calabozos sombríos de la modernidad, podrán parecerpoéticas, soñadoras, virtuales o, como algunos comentarios que hemos escuchado:“mamadas metafísicas” fuera del mundo real pintado por los vencedores. Y, aun así,nadie podrá negar que el tiempo mesiánico de la libertad y justicia en espaciosparticulares coincide de manera fenomenal con esfuerzos utópicos de los indígenaszapatistas rebeldes: luces maravillosas de esperanzas del pasado actualizadas en elpresente.En otras palabras, con los ecos de la historia, pasado-presente-futuro de la cultura y latradición a contracorriente de la modernidad im-puesta en los escenarios populistas yneofascistas, consideraremos que la historia de esperanzas en la desesperanza de loscondenados de la tierra (Fanon, 2002) concentra, en contextos particulares,posibilidades de ir más allá de los conceptos de violencia autorizados por el poderestablecido en instituciones nacionales y mundiales. Veremos cómo las diversasmediaciones históricas de violencia de la crisis económica y social de la pandemia,como sucedió metabólicamente con las epidemias del siglo XVI, durante la experienciade colonización mesoamericana, son lugares de memoria. Salen con las sonrisas de susfantasmas de re-cámaras fotográficas turísticas y museos-o-mausoleos espectros de lahistoria para re-pensar palabras fértiles de las resistencias. Ponen en movimiento unaexperiencia de la contracultura de barcas que no se resignan al ensordecimiento delsilencio. Con espectros de la literatura, entre otros Gabriel García Márquez (1983)veremos cómo en los tantos-muchos Cien Años de Soledad laberíntica del capitalismo,el diluvio desatado a miles de millas de distancia pone en perspectiva la memoria contrael olvido; que los zapatistas modernos han llamado un Arca de Noé, dignarepresentación, también, de significados a contracorriente en la Biblia (Cf., Villoro J.,2021a y Bloch, 1991: III). Más allá de las especulaciones e interpretaciones del “arca divina de Noé” y señales depajaritos para refundar la humanidad y su naturaleza, destacaremos que la racionalidaddel sentido común indígena a través de los siglos enfrenta la repetición de la lluvia-tormenta-diluvio que trajeron las invasiones coloniales de los conquistadores aMesoamérica. Así, desde su existencia pública en 1994, los zapatistas han insistido(sobre todo a través de comunicaciones representativas del Subcomandante Marcos y elSupGaleano), que las locuras de la gente común significaban y significan, no solamente,salvar los cuerpos, sino, sobre todo, las posibilidades del pensamiento crítico quereflexiona y pone en acción imágenes de los sueños instalados en las genealogíashistóricas de resistencias en la larga noche del capitalismo. Así, como los caminosindígenas son largos y silenciosos con sus poesías en los atajos de tiempos cortos queconocemos en el mundo, han considerado que el camino que han recorrido son largostrechos de desesperanza y producción de conceptos. Reconstruidos con símbolos de lasresistencias de sueños quijotescos de la libertad y la justicia se han reactualizado desdelos puestos de vigilantes en ceibas de la historia. “Y, nosotros, nosotras, zapatistas miramos de reojo estos movimientos de la realidad.Ponemos entonces más atención, subimos a lo alto de la ceiba para tratar de ver máslejos, no lo que pasó, sino lo que viene. Buen, pues lo que vemos no es nada bueno.Vemos que viene algo terrible, más destructivo si posible fuera. Pero otra vez vemos3

que quienes piensan y analizan nada dicen de eso. Siguen repitiendo lo de hace 20años, 40 años, un siglo. Y vemos que organizaciones, grupos, colectivos, personas,siguen en lo mismo, presentando falsas opciones excluyentes, juzgando y condenandoa lo otro, a lo diferente. Y más: despreciándonos por lo que decimos y vemos. […]Pero bien sabemos que el mundo es muy grande, y que hay otros, otras, otroas, quetambién le hacen a eso de pensar, analizar, mirar. Entonces pensamos que necesitamospensarlo al mundo, y también pensar así su calendario y su geografía de cada quien.[…] O sea como una reunión de pensamientos […] que tiene que ser grande, muygrande, mundial se dice” (SupGaleano, 2015: 28-29).Entonces, en este recorrer caminos del pensamiento crítico frente a la hidra capitalista,veremos cómo fue para los zapatistas, desde su aparición en 1994, prepararse para ver yescuchar (con el corazón, también), desde las ceibas más altas, más lejos y con másprofundidad los tiempos de violencia que acechan la vida diaria. Y como el modo(tradición) zapatista ha sido mirar que al final está el principio de sus orígenes, nomiran lo que pasó, sino lo que se avecina en el futuro, lo que les ha permitido salvar lamemoria de lo urgente (vivir) y lo importante (solidaridad y la dignidad del sueño).Ponen en práctica posibilidades de palabras con la historia mundial. Con las preguntaspara caminar producen conceptos nuevos para mirar hacia afuera, pero vislumbrandohacia adentro las condiciones de su situación. Son conscientes que la estructura delsistema es el responsable de la Miseria en el Mundo. “El verdugo es un sistemaexplotador, patriarcal, piramidal, racista, ladrón y criminal: el capitalismo”. Ya quesaben por experiencia que “no es posible reformar” educar o domesticar la violenciaimplícita de este sistema mundial, y que el proceso capitalista de “destrucción en cursono reconoce fronteras, nacionalidades, banderas, lenguas, culturas” lanzaron a nivelmundial “Una declaración… por la vida” (Consejo Nacional Indígena, Consejo Indígenade Gobierno -CNI-CIG-, Ejercito Zapatista de Liberación Nacional -EZLN- y Frente dePueblos en defensa de la tierra y el agua: Morelos, Puebla y Tlaxcala -1 de enero de2021). En la inmediatez de las urgencias de la vida, la declaración fue firmada por 4710personalidades y colectivos de más de 70 países.Pero no miran solamente para constatar lo que ha sucedido en la historia de losvencidos, sino que reorganizan lo que han producido en sus espacios de autogestión.Así, podríamos decir que, con la memoria de Gabriel García Márquez en Cien años desoledad, la experiencia zapatista, en medio de condiciones de angustia y desesperaciónen el mundo de máscaras, detecta en vagabundeos de ensueños sonrisas de fantasmasreinstalados en múltiples terminales en la historia de los vencidos. Resistencias a laopresión que, mientras no se niegue con el individualismo dominante, lo zapatistas vanmás allá de las identidades configuradas por la dominación: detrás de nosotros estamosustedes. O, como diría Charles Baudelaire (en Bonnafé, 2002: 89): yo soy todos, todossoy yo. O, como afirma García Márquez:“Al otro lado de la lluvia, la mercancía de los bazares estaba cayéndose a pedazos, losgéneros abiertos en la puerta estaban veteados de musgo, los mostradores socavadospor el comején y las paredes carcomidas por la humedad, pero los árabes de la tercerageneración estaban sentados en el mismo lugar y en la misma actitud de sus padres ysus abuelos, taciturnos, impávidos, invulnerables al tiempo y al desastre, tan vivos otan muertos como estuvieron después de la peste del insomnio y de las treinta y dos4

guerras del coronel Aureliano Buendía. Era tan asombrosa su fortaleza de animo frentea los escombros de las mesas de juego, los puestos de fritangas, las casetas de tiro alblanco y el callejón donde se interpretaban los sueños y se adivinaba el porvenir, queAureliano Segundo les preguntó con su informalidad habitual de qué recursosmisteriosos se habían valido para no naufragar en la tormenta, cómo diablos habíanhecho para no ahogarse, y uno tras otro, de puerta en puerta, le devolvieron unasonrisa ladina y una mirada de ensueño, y todos le dieron sin ponerse de acuerdo lamisma repuesta: Nadando” (García Márquez, 2020: 136).II Doblemente demasiado cerca de mi experiencia histórica en Tlaltipac (tierra, mundo,cosmos), desarrollaré cómo, actualmente, la violencia actualiza cronologías concretasdel Capital, al mismo tiempo que un “estado de excepción” de palabras mediadas por laesperanza. Frente al drama histórico sobre la naturaleza y culturas-simbólicascolonizadas por el fetiche del dinero, subrayaremos cómo la consciencia e inconscienciase moviliza, aun con los miedos implícitos en problemáticas alienadas, incluyendo lapandemia. Veremos cómo son parte constituyente de las ruinas provocadas por elsistema formal, integro, estructural y funcional del trabajo abstracto en identidadesindígenas y nacionalismos; valor y fetichismo de la mercancía y el dinero movilizadosen la sociedad del espectáculo (Debord, 1992a y b). Congregados en el consumo y el5

placer de valores escindidos de la vida, constataremos que el crimen contra lahumanidad es el acto fundador del sistema económico que explota al hombre y lanaturaleza a través del transcurso centenario de la barbarie (Vaneigem, 2021).Insistiremos en las aspiraciones de tiempos largos de la historia que portan cuerpos ysubjetividades; una crítica a la violencia del trabajo abstracto (trabajo muerto) queaniquila el trabajo vivo. Destacaremos, también, cómo sensibilidades en poesías,leyendas y tradiciones del arte de la palabra en la literatura engendran cualidadesmemoriales para la producción de espacios alternativos a la violencia discrecional delderecho. En otras palabras, con la indignación en movimiento, creemos que laexperiencia de autogestión zapatista cristaliza correspondencias importantes de ladignidad solitaria del corazón. Mediados por la militarización y paramilitarización,discursos teles-copiados en las estrategias del choque de civilizaciones participanactivamente con la determinación de pensar y actuar con la humanidad en los momentosde la catástrofe que amenaza cada instante con sus guerras.En este dialogo con espectros de la tradición crítica situada en el combate de la historia(Karl Marx, Theodor Adorno, Walter Benjamin, Guy Debord, Daniel Bensaïd y tantasotras sonrisas del pensamiento a contrapelo de la historia de violencia), notaremos cómoespiritualidades del tiempo teológico se renuevan contra las tiranías oscuras de fe en elídolo-progreso-dinero-militarizado y selladas en el miedo a la muerte.Por esto, para irmás allá de repeticiones catastróficas pre-post-des-colonialistas, lo Mismo revolcado porlos reformismos del momento, consideramos que los indígenas zapatistas se embarcaronen una Montaña de Altamar para perseverar en el descubrimiento de nuevas formas devida que no sean la reproducción de identidades fetichizadas. Pequeña, sencilla y frágiles esa minúscula resistencia, pero a contracorriente, otra vez, de nuevas normalidadesimpuestas por la crisis del capitalismo. Pensamos que la iniciativa zapatista mueve laspiezas del puzzle en estos caminos dolorosos de la historia. Su travesía por el OcéanoAtlántico con una bitácora del tiempo de la resistencia va de atrás hacia adelante. Van aEuropa sin animo de revancha. Tampoco van a pedir perdón, pues, como dijeron en uncomunicado en enero de 1994: ¿quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarloen un sistema con la “gigantesca carga histórica de desprecio y abandono”? Si consideramos que el pasado sigue siendo parte del presente, con tiempos cortos ytiempos largos, constataremos que las palabras de los sublevados zapatistas contra lacontinuidad de violencia se corresponden con el espejo del orden establecido por eldesarrollo y progreso capitalista: atraso económico, desigualdad y racismo vinculado alproselitismo mítico de mestizajes y nacionalismos cargados de místicas paródicas eilusorias. Como en el caso de la crisis surgida en 1994, las particularidades de pueblosindígenas se reflejaron o hicieron eco con las piedras que, por cierto, también, gritaron,diría Carlos Fuentes (1994). Por debajo de granitos instalados en las ruinasarqueológicas de la historia podemos observar cómo memoriales históricos revelanexperiencias de descontento; márgenes y discontinuidades a contrapelo de lasestructuras económicas, sociales y políticas dominantes. Así, a través de la historia acontrapelo del cercano siglo pasado, y de los pocos primeros años de este siglo, verificaremos que el surgimiento zapatista moderno en 1994 se entrelaza consignificaciones acumuladas en los tiempos cortos y largos de historia de imperialismos administradores de las desigualdades.

 

Así, nuestro esfuerzo de escritura sobre la pandemia como condicionamientos estructurales intenta mirar cómo materialidades de atraso, pobreza y marginalidad deamplios sectores de la población no son solamente los espejos de estructuracionesnaturalizadas por el sistema. Son, también, experiencias de sucesos sociales y políticostraducidos, estratégicamente, en discursos alienados por el desarrollo y el progreso delcapitalismo. Sin embargo, al mismo tiempo y felizmente, veremos como ritmos y gestosde una estética indígena reflejan temporalidades de largo aliento. Maduración de fuerzasy actores en los espacios políticos muestran cómo procesos históricos, por ejemplo, elcierre de la reforma agraria, al final del periodo del presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940), abrió y maduró procesos de conflicto contra los vaciamientos del sentido delarticulo 27, constelación de la lucha de clases en la revolución mexicana de 1910 (Gilly,1995: 274 y García de León, 2002: 22 y Matamoros Ponce, 2009: 151–157). Larepresión contra derechos agrarios y políticos se intensificaron conforme avanzaban laspolíticas de desarrollo capitalista. Pero, aún así, contra los condicionamientos de larealidad empírica en los acontecimientos visibles de continuidad, la racionalidad deresistencias iluminó imaginarios políticos de la historia del México profundo (BonfilBatalla, 1994). Veremos cómo en la producción de discursos y acciones existe unamezcla de mitos y divinidades instaladas en una crítica a la violencia. Puestas enescenarios políticos contra condicionamientos históricos de exclusión en las estructurasde lapsos largos del desarrollo, incluyendo la Cuarta Transformación (4T) del partidoMovimiento de Regeneración Nacional (MORENA), subrayaremos cómo recuerdosinscritos en la memoria conflictual de la Revolución Mexicana y Mesoamérica antiguaregresan. Aunque parezcan tautologías o repeticiones de lo Mismo se actualizan estosmemoriales mediante una critica a la violencia efectiva del derecho establecido por losvencedores en la vida cotidiana. Es decir que, aunque los procesos de la dominación seguían su curso con políticasinstitucionales de desarrollo, se abrió en la historia un proceso de reencuentros microlocales, regionales y nacionales de resistencias. Así, aquí y ahora, aun con nuestra caídaen la modernidad (Gilly, 1992), constatamos que los condicionamientos exteriores en elmundo moderno mexicano son continuidades y discontinuidades de los limitesimpuestos por las barreras del exterior, pero también son fallas “tectónicas” detradiciones en luchas del pasado fusionadas con el presente mexicano. Desde el secretode las profundidades de la historia, las discontinuidades son testarudas en la producciónde espacios alternativos. Así, se proveen con las causas estructurales, pero con lasprofundidades de pertenencias culturales para la inspiración de la sublevación. Así, enestos campos de batalla de la historia (Traverso, 2011), constataremos cómo elestandarte de Emiliano Zapata sigue el curso de la génesis y maduración de unpensamiento y una práctica a contrapelo del abismo de la historia institucionalizada. Esdecir, rastrearemos en los frívolos decorados del poder político cómo quierendesaparecer significaciones de resistencia para apreciar en las correspondencias cómofrágiles fuerzas evidencian en las singularidades representaciones de lógicas sociales ehistóricas. Lo nuevo es siempre viejo y lo viejo siempre nuevo en discontinuidadesregistradas por la experiencia asentada en las repeticiones remodeladas por lasdiscontinuidades. Parafraseando a Marc Augé, podríamos decir con el espíritu deloptimismo antropológico irreductible que: 7

“El presente y los recuerdos son solamente la punta de un iceberg. Inmersos en el mar,el pasado resurge continuamente en las construcciones de la historia. Para elantropólogo Marc Augé [1998: 29-30], los recuerdos están dibujados por el olvido.‘Durante milenios, el océano prosiguió ciegamente su trabajo de socavar y deremodelar; algo de las resistencias y de las fragilidades debe decir el resultado [delpaisaje] de la orilla. […] Pero la fuerza y el sentido de las resistencias y fragilidadesdependen también de las formas de los relieves submarinos – esa prolongación delpaisaje terrestre’” (Matamoros, 2009: 64).Así, en su versión zapatista, sin hacer mitos reproductores del paisaje terrestre ycatastrófico que domina el mundo, ponemos en el ajedrez de la política moderna, elgenio del paganismo (Augé, 1982). En la crisis espectacular de lo que han llamado el“fin de la historia”, el zapatismo revela, al mismo tiempo, que la resistencia deautogestión en el mundo fragmentado se agencia de otras fuerzas culturales acumuladasen los imaginarios de los más frágiles de la humanidad. Desgraciadamente, erradicar lainjusticia actual tiene sus consecuencias catastróficas de condena y muerte en losescenarios de la actualidad. Pero, para exorcizar los miedos y no petrificarnos conimágenes amarillistas, mostraremos cómo intereses de esas minúsculas resistencias y elgenio del paganismo confluyen en los momentos de peligro, donde ni los muertos estána salvo, pues en los campos de batalla de las palabras históricas los héroes se encuentranen el centro de las contradicciones en la Cuarta Transformación (4T), por ejemplo. Desde luego, nadie tiene las verdades secretas del futuro, pues los limites últimos de labúsqueda de perfectibilidad en el presente muestran que lo único posible hoy en día sonpresentimientos vagos y fugaces, como los cometas incandescentes (Löwy, 2020) queiluminan la esperanza de los surrealismos que reaparecen en la estética y el arte de lapalabra. En efecto, como esa estrella de la mañana(Löwy, 2000), o los relámpagos enla larga noche del capitalismo, veremos no solamente los velos que cubren los caminos,sino también brechas que pudieran conducir al derecho negado a los vencidos decomunas. Como la memorable comuna de París o la comuna de Oaxaca con susmemoriales de agravios en 2006 (Matamoros, 2008: 27-32), los zapatistas no tienen ensus mochilas el mapa completo de la emancipación, pero son, a pesar de todo, como enla Otra Campaña de 2006 (Matamoros, 2006), un sendero abierto de signos en losjardines secretos de imágenes de sueños contra los tronos orgullosos y tiránicos del sellomítico del derecho de los mas fuertes.IIISiguiendo a Walter Benjamin (2000: I; 242), destacaremos cómo la violenciarevolucionaria de la lucha de clases, en sus formas más nobles de solidaridad, justicia ylibertad, enfrenta cuestiones esenciales de violencia mítica, visible en sus formas más“bastardas”, discrecionales y conservadoras ligadas al derecho y el poder. Con estadisposición, no solamente enfatizaremos en las formas estatutarias del mito soterrado yviolento del derecho y el mercado en sus formas de hegemonía establecida por las8

luchas por el poder. Veremos, también, en las ondas del capitalismo cómo se constituyeel centro de inflexiones de la crisis y desesperanza, pero para los combates de laesperanza y utopías a contrapelo de las continuidades de violencia. Afectadas por larepetición de reformas a ese famoso artículo 27 de la constitución mexicana (referido ala propiedad de la tierra y sus recursos), el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional(EZLN) constituyó en 1994 una reconfiguración con los ruidos de fondo de unamemoria mediada por tensiones, conflictos y rupturas hibridas en las historiasparticulares del desarrollo capitalista en Chiapas y México (García de León, 2002). En este contexto, la aparición del EZLN, en sus relaciones con las comunidades y laIglesia de los Pobres de la Teología de la Liberación, en el escenario político actualizóconflictos postergados del pasado. No son una casualidad. Las luchas por el derecho a latierra, reconocimientos de grupos excluidos por el desarrollo capitalista cristalizaron lasdistorsiones de las formas míticas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), almismo tiempo que los tiempos discontinuos acumulados en la larga noche de lascomunidades de Chiapas. Los vencidos de la historia regresaron a los escenarios de estesiglo para detener el curso de los relojes de políticas neoliberales. Así, consideramosque las constelaciones de la rebelión zapatista del siglo XX fueron tanto el centro deexperiencias de resistencia de comunidades indígenas de Chiapas como una de lasimportantes piezas importantes en los cambios que se sucedieron en el ajedrez de lapolítica mexicana en los últimos años. Así, podemos destacar: la crisis y caída electoraldel PRI (vencido electoralmente por la derecha tradicional del Partido de AcciónNacional -PAN- en 2002); las desviaciones en alianzas políticas con la derecha de unaizquierda demócrata (Partido de la Revolución Democrática -PRD); y la aparición deMORENA como asociación civil (2011), que apoyaba la candidatura de Andrés ManuelLópez Obrador (AMLO), devenida partido político en 2014. Por lo tanto, no podemos ignorar que la experiencia de renovación acumulada en lasluchas concretas, singulares y particulares en Chiapas y en otras partes de México, sonexpresiones de la duración histórica de tiempos cortos y largos acumulados ymadurados por las mutaciones y crisis del capitalismo. Es decir, si miramos en lasprofundidades de la historia lineal y homogénea de lo que vemos existen chispas delpasado que conforman bases sociales del descontento y desconfianza a los discursosestatales del Progreso y su Modernidad. Temporalidades que recuerdan los procesos decolonización ajustada en los procesos de alienación y fetichismo de la sociedad delespectáculo del consumo. Entre ruinas sobre ruinas de tristeza melancólicaencontraremos los entrecruzamientos de tiempos largos de violencia en México. Pero nosolamente por los caminos minados de violencia, sino por las recomposicionessimbólicas de la cultura de corrientes antagónicas que se mueven en ciclos largos demelancolías que, diría Edmund Freud (en Traverso, 2016: 59), reconecta el dueloimposible de realizar. Contra dimisiones y traiciones, cambios de camisetas partidarias,terrenos fértiles de una experiencia de resistencias múltiples en los mismos espacios delas derrotas de la historia. En este sentido, consideramos que, en el laberinto de la soledad (Paz, 1972) delzapatismo moderno, las constelaciones transindividualidades de los vencidos (pasado-presente) reconfiguran símbolos en las imágenes que se reconectan con esperanzas9

invisibilizadas en el pasado. Es decir, la carga subversiva y liberadora del duelo delespíritu crítico es difícil de realizar en conmemoraciones y centros de la memoria quecontrolan y fiscalizan los datos históricos. Por esto, se actualiza mediante la melancolíade esperanzas en la espera de ser reactivadas. Así, por ejemplo, los contenidos deliberación en la guerra de independencia de 1810 restablecen las relaciones de latradición escondida y melancolía de las causas perdidas. En una guerra de clases por losderechos a la tierra, las luchas labradas con la paciencia de la desesperanza de nuevosconceptos nos permiten verificar cómo las fuerzas independentistas constituyeronnuevos conceptos contra el colonialismo y sus instituciones. Con símbolos bordados conla historia de héroes y divinidades mesoamericanas, verificaremos cómo materialidadesen vírgenes y santos patronos devienen resistencias en los diversos espacioscontemporáneos del México Profundo. Podríamos mencionar que el ejercito y la Iglesia,aliados a la Corona española, fueron los que vencieron ciertas fuerzas del Méxicobárbaro y rebelde dirigidas por los independentistas Miguel Hidalgo, José MaríaMorelos y Pavón, por ejemplo. Pero, también, aún con las contradicciones de lasheroicidades, las tradiciones de resistencias silenciosas en las comunidades remodelaronla memoria de duelo y melancolía a través de luchas agraristas revolucionarias cuyasraíces se nutren de movimientos anarquistas del siglo XIX. Por lo tanto, insistimos en lacarga subversiva contenida en el duelo de los vencidos de la historia. Según AdolfoGilly (1995 y 1973), las utopías sociales introducidas por los movimientosrevolucionarios anarquistas durante el siglo XIX (por ejemplo, la Escuela del Rayo y elSocialismo, fundada en Chalco por Plotino Rhodakanati, influenciado por las ideas deCharles Fourier) no eran el móvil central de las rebeliones indígenas, pero si conectabanmotivaciones ideológicas contra los efectos de la expansión capitalista. Así, en las cárceles eternales de la larga duración (en las que estamos encerradosdiariamente, diría Auguste Blanqui en la Eternidad por los Astros -2002) la continuidadde la repetición del eterno retorno de violencia es asombrosa en Chiapas. Dominación,poder y violencia depositan sus polvaredas sobre temporalidades de resistencias yrevoluciones. Entierran o encierran en los museos las promesas de felicidademancipadora, a la manera de una memoria enlatada. Pero, al mismo tiempo,anotaremos cómo los pixeles de esperanzas se vuelven imágenes dialécticas delpensamiento negativo en iconografías de la palabra y sus representaciones artísticas ysignificativas. Así, después de la derrota de los héroes independentistas, se abrió unproceso de recomposiciones que dormitaban en su seno. Por ejemplo, en unasublevación de 1869 en Chiapas, Antonio García de León (2002: 15 y 1985: I; 92)señala que dirigentes indígenas no solamente fueron identificados por los servicios deseguridad militar como guardianes “de las piedras parlantes caídas del cielo y quellamaban a la rebeldía”, sino que, también, los catalogaban con definiciones de gentesbuenas, clasificaciones empolvadas del colonialismo condescendiente y racista quesofoca la historia. Al igual que misioneros y colonos del siglo XVI, los serviciospolítico-militares consideraron a los indígenas gentes fáciles de engañar y manipular poresos extranjeros anarquistas y comunistas. O, como lo recontaban los misionerosacompañados de militares durante la conquista: en el imperio del demonio (Rozat, 1995)eran maniobrados por el espíritu maligno que les hablaba a través de susrepresentaciones y fiestas paganas. Si conectamos estos caminos de violencia con losprocesos de producción de conceptos nuevos en los grandes momentos de la historia del10

indigenismo mexicano (Villoro, 1979), podemos constatar cómo, durante ellevantamiento del EZLN en 1994, los indígenas fueron, nuevamente, catalogados comogentes manipuladas por agentes externos a las comunidades: comunistas, teólogos yantropólogos subversivos de las ciudades. Pero, al mismo tiempo, desde los primerosencuentros de las estrategias de conquista militar y espiritual de los invasores europeosse dio un proceso de reconversiones con tradiciones ocultas en las mismas imágenes delcristianismo. La “guerra de los dioses” y conceptos se transformó en un combate por lavida contra la violencia instaurada en las definiciones de identidad y guerra de castas delimperio español (Matamoros, 2015).Esta situación de los indígenas rebeldes en Chiapas no fue la excepción. Sabemos queen todo el territorio mexicano hubo sublevaciones indígenas y campesinas, por ejemplo,en el siglo XIX. Dejando de lado la Guerra de Castas en el sur de México, Adolfo Gilly(1995: 277) señaló que en documentos históricos se contabilizan 59 sublevacionesindígenas en el siglo XIX. Por ejemplo, Julio Chávez López, quien fusionaba ideas deFourier y Rhodakanaty, lanzó en 1869, desde Chalco en el estado de México, elManifiesto a todos los oprimidos y pobres de México y del Universo (Gilly, 1995: 22 y23). Las palabras contenidas en este manifiesto se configuraron con las constelacionesde luchas indígenas por sus territorios. Afinidades electivas del buen sentido (Benjamin,2007 y 2000: III, en tesis X del concepto de historia) se recompusieron en historiaslocales indígenas y utopías de Fourier. Así, consideraremos cómo afinidades electivas,en diversos espacios de lucha, se encontraron en esos caminos subterráneos de lamelancolía de causas perdidas. Múltiples imaginarios con divinidades nutridas de lanaturaleza con la luna y las estrellas iluminaban la noche terrestre con jaguares y lunasserpenteantes al servicio del hombre. Se reconfiguraron en estos procesos de resistenciay rebeldía. Así, heroicidades de imaginarios del mundo indígena latinoamericanodevinieron, cuarenta años más tarde, inspiraciones de la revolución zapatista de 1910contra los condicionamientos del trabajo muerto (Capital) que deja a su paso polvaredasde miseria y sangre del trabajo vivo. A esta tradición de luchas de los zapatistasmodernos, podríamos sumar las luchas de la izquierda dirigida por Lázaro Cárdenas en1940; fusiones que alimentarán posibilidades en las luchas por la tierra del movimientozapatista moderno.A estos movimientos de la lucha de clases agregamos las nuevas generaciones surgidasdel movimiento de 1968 y de la evolución contradictoria de la Iglesia católica.Afinidades electivas que, en un proceso de fusión con un catolicismo social y popular,fortalecieron estrategias de resistencia a la represión, sobre todo en el encuentro delCongreso Indígena de 1974 organizado con pilares de la teología de la liberaciónliderada por el obispo Samuel Ruiz, llamado por los indígenas Tata o Tatic (Papa-Dios)(Matamoros, 1998: 25-26). Estos encuentros políticos e ideológicos vigorizaroncontactos y puntos de vista de tradiciones de izquierda y teologías múltiples del legadosocial. Basadas en una crítica a la violencia mítica del Estado, fundadora del derechoque administra la represión, los encuentros en ese Congreso Indígena no solamenteamalgamaron tradiciones de resistencias de tiempos largos, sino posibilitaron laconformación de una experiencia acumulada a través de siglos. Desde luego, estosaspectos pueden ser considerados de metafísicas abstractas sin sustento en discursos yprácticas sociopolíticas que dominan los panoramas de calamidades que se elevan hasta11

las nubes por el sobrecalentamiento solar. Sin embargo, con palabras y ritualesencarnizados por tradiciones locales podemos considerar que movimientos ancestralesde resistencia se formalizaron con tradiciones milenarias, profundamente arraigadas enresistencias y utopías de comunidades indígenas (García de León, 1985). Seculares ytrascendentes, con una mística revolucionaria de rituales y rememoraciones acumuladasen las comunidades, enfrentaron y enfrentan en carne, hueso y espíritu a los sectoresmás conservadores del mito del Progreso que los despoja de sus tierras.IVLa maduración de temporalidades memoriales de luchas por la emancipación ha seguidosu curso durante las últimas décadas de las Seis declaraciones de la Selva Lacandona,todas inscritas en iniciativas de encuentros con el Otro. Así veremos cómo laexperiencia de zarpar en una pequeña barca, llamada La Montaña, una montaña enaltamar, con dirección a Europa, no es una ocurrencia sin perspectivas políticas deencuentros y reforzamientos sociales. Esta decisión del EZLN y sus bases decomunidades zapatistas, junto al Consejo Nacional Indígena y el Consejo Indígena deGobierno (CNI-CIG) proviene de los enfrentamientos con sus muertos y muertasmemoriales y revela que su experiencia se encuentra mediada por una geografía12

universal de violencia capitalista, pero con una rica gama de colores y sonrisas deespectros en las resistencias.Al oriente el sol, apenas asomado al horizonte, detiene un poco su necia y cotidianaronda. Le ha parecido ver que una montaña, con una corona de seres humanos,camina. Pero más allá del sol y de unas nubes grises que la noche dejó olvidadas,nadie aquí parece sorprenderse. “De por sí así estaba escrito”, dice el Viejo Antoniomientras afila el machete de doble filo, y la Doña Juanita asiente con un suspiro. En elfogón huele a café y a maíz cocido. En la radio comunitaria se escucha una cumbia. Laletra habla de una leyenda imposible: una montaña navegando a contrapelo de lahistoria […] Siete personas, siete zapatistas, forman la fracción marítima de ladelegación que visitará Europa. Cuatro son mujeres, dos son varones y unoa es otroa.4, 2, 1. El escuadrón 421 se [encontró] en el llamado “Centro de AdiestramientoMarítimo-Terrestre Zapatista”, ubicado en el Semillero Comandanta Ramona de lazona Tzotz Choj” (SupGaleano, abril 2021).Finalmente, veremos que salieron el 3 de mayo, día de la Santa Cruz, símbolo delpasado en el presente de los mayas que se rebelaron en la Guerra de Castas en Yucatan,Campeche y Chiapas. Como lo ha mencionado el SupGaleano, si logran desembarcar, sino se ahogan en el camino, pondrán a disposición del mundo palabras galantes de loprimitivo y sentimientos de sus corazones. Esperan abrazar las resistencias y rebeldíasde ese continente en la guerra establecida en su forma neoliberal contra la humanidadentera. Si logran llegar, consideran que debería haber renovación de conceptos paraenfrentar con palabras y acciones de resistencias y esperanzas, nuevamente, la tragediarepetitiva que recorre el mundo. Están dispuestos a dialogar, aprender y compartir suexperiencia que no es una resignación, sino un-otro camino que se entrecruza conesperanzas inconclusas en ese continente. Entonces habrá fiesta, baile, canciones, y cumbias y caderas estremecerán suelos ycielos distantes entre si. Y en ambos lados del océano, un mensaje breve inundará todoel espectro electromagnético, el ciberespacio y eco será en los corazones […] Y talvez, sólo tal vez, Ixchel, diosa luna, será entonces luminaria en nuestro camino y,como en esta madrugada, luz y destino” (SupGaleano, abril de 2021).Esta disposición podrá parecer un juego teatral sin sentido, pero los zapatistas hanagarrado la constelación que su propia época ha formado con las épocas anteriores parasituarse en la situación del mundo moderno. Como lo sugería Walter Benjamin en laObra de arte en la época de reproducción técnica, y Michel de Certeau en las artes delhacer, a pesar del silencio y olvido, los zapatistas han producido con invencionescotidianas un concepto nuevo de presente en sus singularidades y particularidadesespaciales, pero con las constelaciones del pasado universal de los vencidos. Sudisposición rítmica es romper las lógicas del tiempo homogéneo y vacío de los mitos dela civilización y su Progreso. Como en el teatro brechtiano, en el mundo de desolación,o como en el viaje surrealista en lengua maya de Armand Gatti (2006), con loszapatistas, para hacer brillar posibilidades de temporalidades de esperanza en el tiempode intrigas maquiavélicas del poder, veremos cómo movilizan, en el drama que vivimos,posibilidades de un arte escénico para crear, con su frágil fuerza, una interrupción a lasescenas ordinarias que conocemos diariamente. En la repetición y el aburrimiento en la13

reproducción técnica del arte, preso en galerías o museos, vueltos mausoleos, queencierran a las bellezas de recuerdos de los muertos, los zapatistas son, por el contrario,según Armand Gatti (2006: 13), “esos guardianes imprevisibles del calendario maya”; osurrealistas que habitan con sus palabras “el glifo para vivirlo, haciendo una casaviviente”.En efecto, si la existencia entera reproduce imágenes con los mismos vestidos ycomportamientos en el universo (diría Auguste Blanqui -2002), vivimos en el calabozouniversal de la repetición del eterno retorno de una perfectibilidad infinita del monstruode miles de cabezas, que hoy se han cambiado con términos paradójicos a uncapitalismo ecológico del bienestar y con derechos humanos administrados por elmercado, desde luego. Podríamos reírnos o llorar ante esta fatalidad mítica del orgullode una eternidad de tormentos ocasionados por la racionalidad instrumental delcapitalismo, incluyendo los derechos humanos que nos fragmentan en identidadesviolentas. Por esto, salir del encerramiento de la tierra dominada por este racionalismoaplanado de socialdemocracias y liberales, neofascistas y populistas, también, es lafuerza de revuelta de la autogestión centenaria del pensamiento indígena zapatista. Nose han inclinado frente al vaso medio lleno o vacío del inmovilismo de individualidadesmanipuladas por caudillismos de nuevos gobernantes que se disfrazan de indios y/ocampesinos para la escena teatral y política. No se inscriben en las reformas y proyectosde trenes y parques industriales para cubrir las necesidades del infinito genocida que serepite con violencia todos los días. Tampoco se han encerrado en la administración desus identidades dañadas en clasificaciones y categorías de los neoculturalismosindigenistas a la moda, insípidos, pero virulentos con los cuerpos y subjetividadesmutiladas. Incluso, el genocidio es enorme en la historia. Son demasiadas las victimasindígenas, judíos, armenios, africanos latinoamericanos codificados en anales y parquesde recreo de los derechos humanos. Pero como afirma Theodor Adorno (2003: 262), lacodificación sistémica del sufrimiento es cerrada y elevada a concepto por el sistemaque prohíbe y rechaza la posibilidad de re-conocer a la misma institución delcapitalismo que rechaza la atrocidad del genocidio sistémico del Capital.Esta sería la voluntad en las nuevas acciones del movimiento zapatista. Enfrentan, conlas constelaciones de tradiciones de la izquierda, a la hidra, medusa, esa representaciónmítica del Capital y el Estado que petrifica en una agonía glacial los corazones,subjetividades y cuerpos en el mundo de la guerra y la catástrofe que se anuncia en lacrisis de la modernidad. Que la apuesta zapatista tiene los riesgos de perder en lasdecoraciones del mundo moderno, no lo dudamos. Que es una mistificación deresignación melancólica, tal vez. No es una resignación, pues son conscientes de lastraiciones y racismos que trajeron las naves de Hernán Cortés. Aunque muchas vecesviven en la desesperanza creada por la represión y militarización del país, tienen laconfianza de superar, otra vez, con el pensamiento crítico los traumas sufridos. Así, enel fondo de naufragios repetitivos de la derrota, la movilización de la Montaña zapatistaen Altamar es un intento más de congregar con el espíritu de la lucha tantas melancolíasy aspiraciones de las izquierdas radicales, afinidades fantasmales y espectros contra latristeza de mundos interiores secuestrados por la obligatoria barrera guerrera de muros yfronteras nacionales e identidades mortuorias en el espacio. 14

Con pequeñas voces de indígenas campesinos, la apuesta de la autogestión y revueltazapatista contra el Progreso ha conjuntado una crítica a la historia colonial. Con elpensamiento de Walter Benjamin, los zapatistas saben o sienten que pertenecen a esafrágil fuerza mesiánica en medio del caos administrado por muñecos condicionados porhilos que aparecen invisibles. Pero, también, asumen que su minúscula resistencia esparte de las herencias del pasado de los vencidos. Fusionan las tradiciones de una fuerzaescondida en los fondos de mares y tierras con el fin de abrir caminos en medio de lacatástrofe. Como lo sugiere Enzo Traverso (2016) con Walter Benjamin (2007 y 2000),en la Melancolía de izquierda existe la fuerza de una tradición escondida que en susalto del tigre al pasado de derrotas actualiza en el presente sonrisas de esos saltosdialecticos por la revolución, tal como la concebía el mismo Marx. Como el CheGuevara que, a pesar de su derrota y antes de ser asesinado, consideró que los sueños delos intentos de las revoluciones por la liberación son inmortales. Así, con muchosesfuerzos los zapatistas se alejan, conscientes, de los poderes establecidos en larepetición perpetua de un movimiento inmutable; que encarcela a los seres humanos enel infierno ineluctable de la continuidad. Pero no se alejan para encerrarse en unnihilismo sin sentido, sino para producir posibilidades frente al destino señalado por laslógicas del Capital. Como Auguste Blanqui, los zapatistas miran en el universo dederrotas cómo en los campos terrestres existe el mismo drama, la misma decoración deuna política narcotizada y enloquecida por la grandeza de ejércitos y armas destructivasadministradas por políticos profesionales. Esos jefes administradores, creyéndose eluniverso, viven, y vivimos, en la prisión de esta monstruosidad vampiresa que lleva alglobo terrestre hacia el abismo. Como lo ha señalado Alan Bihr (2021), el trabajoabstracto (trabajo muerto-Capital) chupa como un vampiro la fuerza del trabajo vivopara mantenerse, prosperar y acumular sus riquezas. De esta manera, priva al trabajovivo y concreto de su riqueza y transforma sus cuerpos y subjetividades en zombistransfigurados por sus propias huellas monstruosas y mortíferas del ídolo-fetiche-mercancía. Así, la situación creada por los zapatistas en las décadas de su existencia es una apuestaque implica necesariamente el riesgo de las fallas más humanas en el mundofragmentado. Sin embargo, como Pascal (1964), con todas las distancias que ameritanlas comparaciones, creemos que este esfuerzo “uliseano” y zapatista de una Montaña enAltamar por el Océano Atlántico pone al orden del día, otra vez, prediccionesalternativas de éxito en los recursos rebeldes de la memoria a contrapelo de la historia.En su camino al andar, la tradición oculta no olvida las posibilidades del pensamientocrítico para el futuro (Villoro J. 2021b). Casi desesperante esta apuesta en el infiernodantesco del destino y caracteres asignados por el poder establecido, la esperanzazapatista, aunque silenciada por los ruidos escandalosos de los vencedores siguepareciéndose a esa morada construida con la calma que amerita la consciencia de lasarmas de destrucción de enfrente. Como profundizaban León Trotsky, Rosa Luxemburgy Antonio Gramsci, frente a las guerras nacionalistas, imperialistas y fascistas quedominan el mundo, la única alternativa sigue siendo esa necesidad urgente de la lucha(Traverso, 2016: 71). Así, en el antagonismo inmanente contra la barbarie que sigue dominando los espectrosde los ausentes ensangrentados por las derrotas, los zapatistas vuelven a reafirmar que,15

aun con los gruñidos de la bestia capitalista, la mundialización de luchas no solamentees urgente para sobrevivir, sino importante para volver a creer y producir aquellasapuestas seculares de una comunidad humana. Apoyándonos en Lucien Goldmann(1959), frente a las imágenes catastróficas del mundo, consideramos que la apuestazapatista contiene las significaciones de Pascal y Racine de ese Dios escondido. Notenemos dudas en subrayar que el espíritu de cuerpos mutilados por la barbariecapitalista no es una creencia mística ni religiosa de transcendencia anclada en lasteocracias del poder, sino ilusión de esperanzas que se embarcan en el mundo. Esta matriz teórica y política de las raíces materiales de la esperanza zapatista nosincitará a insistir que los problemas de las comunidades indígenas están inscritos en laedad de los extremos: alternativas mundiales a la barbarie de violencia que vivimosactualmente. Así, veremos que los problemas que destacan los zapatistas en su búsquedade alternativas en el mundo son, por lo menos, originales en la exploración yreconfiguración de constelaciones de resistencias. Frente a las derrotas del pasado,cortocircuitadas por lógicas de poder y dogmatismos, su experiencia no se sitúa en lasmodas de localismos culturales, la globalización y mundialización del mercado, sino enla producción de espacios alternativos a la violencia cotidiana. Por esto, como lo hanrepetido, no van a Europa a educar y menos a imponer una política única de solución alos problemas en el mundo. La comisión del EZLN, CNI y CIG va como mensajero dehombres y mujeres violentados por las lógicas del poder, de la dominación ydesesperanza.A buen ojo de pájaro, desde las ceibas de tierras chiapanecas, la apuesta de loszapatistas pone en movimiento la necesidad de la lucha, por todos los medios, paraalcanzar ese fin deseado en los miserables milenios de la historia de la humanidad. Esmás, el embarque que lleva esa Montaña en Altamar no es el ideal vacuo y sincontenido de una sabiduría individual o local, sino las condiciones exteriores queencarnan los valores de una realidad objetiva. La vida de las comunidades se transfiguraen una apuesta sobre el triunfo de sus esfuerzos en las acciones. Conectar la existenciade afinidades electivas (más allá de los mitos de fuerzas transindividuales o locales) esla apuesta de ganar, aún con los peligros de la derrota, diría Lucien Goldmann (en Naïry Löwy, 1973: 113). Modestamente, como no hay sujeto puro, lo que los indígenaszapatistas ofrecerán, desde su experiencia de autogestión, no es dar lecciones deresistencia, sino concretar posibilidades de piezas en el ajedrez para la existencia y parafortalecer posibilidades del triunfo de la humanidad. Desde luego, esto supone unanegación a todo comienzo absoluto y mítico de la cuestión indígena y losnacionalismos, pues todo objeto y sujeto en su subjetividad se penetran y se estructuranmutualmente. Así, por importantes que pudieran parecer las diferencias que habitan y producenespacios en el devenir histórico de mundos en los cuatro puntos cardinales, la idea delEscuadrón 421 es relacionar la mónada que han construido en sus largos años deresistencia con otras resistencias en sus diferentes modalidades. Como una parte más deaspiraciones de la historia de los vencidos contra la reificación del mundo de lamercancía, los zapatistas quieren tejer sus hilos con los hilos heredados por tradicionesque no olvidan las posibilidades de futuro. Incluso, los 500 años de espera activa de las resistencias indígenas (Matamoros, 2020 y 2021) constituye, según nosotros, eslabonesque argollan, desde las diferencias, algunas esperanzas en el presente. Una Odisea másenmarcada en el drama y tragedia que seguimos viviendo en las medidas genocidas dela Modernidad. Confieso, es una confianza más en las contingencias de esperanzas acumuladas en lahistoria de los vencidos. Ojalá y signos de la resistencia zapatista se conecten con lasimperturbables significaciones significantes del antagonismo para la producción delespacio de esa fiesta esperada por los vencidos. Manifiesto, no es un culto, pero si elreconocimiento a los entrecruzamientos inciertos de aquellas tantas sonrisas que nocedieron en la historia de los vencedores. En cuanto a mi admiración por los esfuerzosde las frágiles fuerzas del Escuadrón 421 en el mundo, reconozco, como Daniel Bensaïd(1999: 125), que mis elogios por la resistencia forman parte de una lucha constante porlo incierto en la miseria del mundo. Entonces, si ocurre ese encuentro con otrasresistencias en el mundo, creo, homenajearíamos con el dialogo y el intercambiosonrisas heréticas de los vencidos. La grandeza de la política que mira con atención lasproblemáticas de la gestión de los profesionales de la política, pero para producir lasituación del acontecimiento con la política como arte estratégico (Bensaïd: 2011) enlos campos de batalla de la historia. Los vencedores hablan del fin de la historia con elculto a los muertos enclaustrados en los memoriales de la violencia, pero su política esla prolongación de la guerra bajo formas silenciosas reinscritas en la sociedad y lasinstituciones con sus desigualdades económicas. Los vencidos, como los indígenas enMéxico han metabolizado aquellas partículas de las derrotas para movilizar en el dramay la tragedia de la historia, otra vez, la apuesta secular de la política por otro mundo.

 

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* Fernando Matamoros Ponce es profesor-investigador Posgrado de Sociología, Instituto deCiencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la Benemérita UniversidadAutónoma de Puebla (ICSyH-BUAP). E-mail:fermatafr@yahoo.frEntre sus libros:Pensamiento colonial. Descubrimiento, conquista y “guerra de los dioses” en México, (2015);Néozapatisme. Échos et Traces des Révoltes Indigènes (2012); Memoria y Utopía en México:Mitos, imaginarios en la génesis del neozapatismo (2009). Coautor: García Vela, Garza Zepeday Hernández Lara (2019), Estado, Capitalismo y Subjetividad. Dignidad y esperanza enconfiguraciones revolucionarias del sujeto rebelde; Bautista Martínez y Garza Zepeda (2015),Participación y rupturas de la política en México, Subjetividad, luchas y horizontes deesperanza; Garza Zepeda, Bautista Martínez y García Vela, (2016), Oaxaca 2006-2016.Antagonismo, subjetividades y esperanza; Holloway y Tischler (2007), Negatividad yrevolución; Theodor W. Adorno y la Política; Además es autor de diversos artículos que sepueden consultar aquí.


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