¡Ya lo volanteo! Me decía de inmediato, cuando le mandaba una denuncia sobre cualquier injusticia que se comete en Nicaragua. Porque a su edad, seguía siendo también un activista. Un luchador incansable.
Murió en Argentina Abel Bohoslavsky, el internacionalista “Leonel Urbano” víctima del COVID. A los dos días de que lo diagnosticaron positivo grabó un mensaje de más de 7 minutos para sus amigos y amigas. Con su voz ronca y pausada, afectada ya por la enfermedad, dedicó más tiempo al análisis de las deficientes políticas que se toman en Argentina frente a la pandemia y adelantar datos de una investigación que como médico estaba realizando sobre la misma, que a hablar de su propia situación. Y terminaba diciendo:
“Si sobrevivo ante la falta de atención institucional, pero la muy buena atención camaraderíl, bueno, seguiremos con la investigación. Por ahora debo parar porque me canso mucho. Un abrazo y salud y revolución. Salud que hace falta mucho, y revolución ¡más necesaria que nunca!
Militante del PRT de Argentina, tuvo que exiliarse en la peor época de la represión. Salió a México y de ahí vino a Nicaragua a participar en la Revolución. Trabajó en el Diario Barricada, pero luego prefirió aportar como médico en el Hospital Alemán. Sus experiencias militantes las pudo describir en su libro Los Cheguevaristas (Imago Mundi) que nos dedicó con mucho afecto y donde ofrece un amplio espacio para contar también sus vivencias en la Nicaragua de los años 80.
Nos entristece su partida, porque no sólo era entrañable compañero, un amigo fraterno y generoso, con quien compartimos empanadas y vino argentino, sino mesas de exposición sobre la situación de Nicaragua. Desde que estuvimos allá, presentando las Memorias de la Luchas Sandinista, o en el propio 2018 en CLACSO, donde compartió sus análisis e indignación sobre la traicionada revolución.
Porque Abel, por ser un verdadero hombre de izquierda, era profundamente comprometido con la libertad y la justicia. Era duro, pero no dogmático. Cuestionaba el socialismo burocrático desde sus primeras experiencias. Era anti estalinista, y por ende entendió muy bien las mutaciones del sandinismo en Nicaragua. Vivía modestamente de su trabajo como médico laboral, pero siempre encontró tiempo para pronunciarse y divulgar sobre las luchas en Chile, en Nicaragua, en Ecuador, en Colombia, en Palestina y en donde quiera que injusticias se produjeran.
En nuestro ultimo viaje nos acompañó en el encuentro con Norita Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo - línea fundadora-. Nos facilitó encuentros con otros luchadores argentinos y sufrió por ello los ataques de los orteguistas que se encuentran agazapados en todos lados, argumentando que defienden la revolución, cuando lo que están defendiendo es a un cruel dictador. Abel nunca se amilanó para debatir y argumentar con gran sabiduría, y lo hacía desde una estatura moral incuestionable.
Desde esta Nicaragüita que el tanto quería y en la que seguimos batallando en tiempos grises, no le decimos adiós Abel, sino ¡Hasta siempre! Te seguiremos teniendo presente, para volantear tu ejemplo, entre las nuevas generaciones de cheguevaristas!
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