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La Izquierda y el Oscurantismo: notas sobre Imperio

07.04.04

Jeudiel Martinez
Venezuela
La Fogata

No hay ninguna razón por la que la critica deba ser tolerante, o deba aceptar los términos de aquello en que se vuelca, no hay razón para que a priori se le reconozca un valor intrínseco; sin embargo, si se realiza la critica de un discurso y no se atina a su organización, a su disposición estamos de seguro en el camino de embestir al aire, o a nuestras propias imaginaciones.

El malestar generado en los círculos del marxismo tradicional por el libro Imperio, dio paso a una violenta reacción en la mayoría de los críticos que es más una batalla contra sus propios demonios que contra las tesis del libro (el más notorio de todos es la post-modernidad) en pocas palabras Imperio desagrada tanto en ciertos círculos en principio por su jerga, tanto como por lo que en sus tesis desentona con cierto marxismo establecido con mucha comodidad.

Esto debe ser visto con cuidado, pues entre la izquierda se usa fácil la acusación de formar parte de algún Establisment o comulgar con las “ideas dominantes”, si bien estos son mas bien tópicos útiles para despachar rápidamente ciertas ideas, muchas veces tienen, por supuesto, firmes asideros, especialmente por que no hace falta adscribirse a una gran organización o usufructuar algún puesto para hacerse defensor y gerente de ciertos intereses establecidos.

Lo que mas preocupa cuando la crítica a unas tesis transita las vías de denunciar la “enrarecida atmósfera intelectual de Paris” o el “postmodernismo” es que se tiene la certidumbre de que se están buscando excusas para no pensar, que se despacha aquello cuyos términos no son reconocibles, lo que es una empresa mas bien triste, pues mas practico seria ignorarlo. Detrás de esto esta una intención mas bien torva: suturar el marxismo tan torva como suturar la revolución al marxismo, esta intención teológica, política dogmática, trata de aislarlo del devenir y darlo como hecho en el estilo de un “fin de la historia” interno al marxismo que seria mas bien el fin del pensamiento marxista.

Pues en efecto, el fin de la historia no es un congelamiento de hechos, sino una constatación de que todo ya esta visto o dicho, que no hay nada que buscar, y este es precisamente el sentido de las reclamaciones del tipo: el manifiesto comunista esta más vigente que nunca, o la teoría de lenin no ha perdido su vigencia. Al contrario de lo que piensan sus autores tales proclamas no hablan a favor de Marx o Lenin sino en contra del Movimiento, el movimiento real como tal vez gustarían ellos decir, pero al darle la prorroga a las tesis de lenin o Marx tomadas en su literalidad lo que se pretende es prorrogar el dominio de algunos sobre cierto discurso o cierto ámbito de la realidad así sea este muy mezquino.

La resistencia de los intelectuales y militantes de izquierda al establecimiento de nuevas periodizaciones históricas como las de imperio, tiene sin embargo cierto fundamento: los teóricos de la nueva derecha las han usado para que armatostes como “sociedades post-industriales” o incluso “post-capitalismo” ayuden a dejar en el pasado todo el lastre de explotación y dominio que ellos quisieran se viese como algo arqueológico. Sin embargo, pensar que el Capitalismo o el Marxismo como saber puedan permanecer idénticos a si mismos después de transformaciones fundamentales, no solo viene de un autentico resentimiento contra el devenir, sino de una mutilación previa del pensamiento marxista y de la herencia leninista.

Esto se hace manifiesto en las Criticas del Profesor Boron a Imperio cuando dice que del manifiesto comunista: lo esencial está vigente, por ejemplo nos dice: Lo que ha cambiado es la morfología del imperialismo. Así como tú cambias cuando creces, y una adolescente no es lo mismo que una mujer de 30 años -cambia la piel, la cara, el pelo, aparecen arrugas.-, pero es la misma persona. Ha pasado lo mismo con el imperialismo. Ha cambiado, pero sigue siendo el mismo, y en lo esencial, ha acentuado sus rasgos más representativos, y eso lo estamos viendo de una manera brutal en todo el mundo. No solo en el sistema internacional, en su relación con Cuba, sino en todos los ámbitos, e incluso, dentro de los países desarrollados. Por eso digo que es superfluo pensar en un Manifiesto del Siglo XXI.

Consideremos por un momento a un marxista que piensa en términos de Ha cambiado, pero sigue siendo el mismo ¿puede un marxista pensar en términos de de que algo en los modos de producción se sustrae al movimiento? , sobre una línea de razonamiento como esta - que no tiene los beneficios de la abstracción sino que es ahistorica- se podrían considerar iguales en lo esencial a todos los modos de producción posteriores al “comunismo primitivo” o a las sociedades sin estado, como se les quiera llamar, pues todos suponen el la existencia de clases, la explotación y el dominio de una clase sobre otra, pues en esos términos lo esencial no ha cambiado.

Estas tesis -de una conmovedora ingenuidad filosófica- serian de plano imperdonables en un marxista, si no se tomase en tantos círculos el marxismo menos como una mirada o un conjunto de instrumentos, que como un corpus de juicios; como esto es así y se piensa más en términos de concordar con ciertos asertos que en poner a trabajar los conceptos, sin embargo el establecimiento de ese corpus que se considera es el marxismo, no tiene nada de inocente, si se suprime por ejemplo el Gundrisse, es imposible entender algunas de las tesis de Negri y se abre el camino para pintarrajear de post-moderno, algo que simplemente esta en Marx, que es pensable desde Marx -pues la clave del concepto de Imperio como una instancia global, inmanente y sin afuera esta en la Subsuncion Real, idea marxista donde las halla.

El problema entonces esta menos en el entendimiento de lo que seria lo esencial del Capitalismo -pues la esencia no es lo que permanece, es lo que difiere y permite definir y diferenciar- sino en sostener la validez de un discurso y de ciertas autoridades intelectuales que dependen de ciertas elaboraciones. Lo que críticos como Boron no entienden, es que la continuidad de ciertas relaciones fundamentales es lo que determina el cambio constante del modo de producción, tanto por que desencadenan un proceso (el desarrollo de las fuerzas productivas, la subsunciòn real) como por que genera cambios fundamentales para poder sobrevivir (como al asumir la Socialdemocracia y el Keynesianismo), o dicho de otra manera, de la continuidad de tendencias como las definidas en el Manifiesto no se sigue que el mundo siga siendo el mismo, sino que al contrario se vera revolucionado constantemente.

Es mucho mas fácil repetir que lo esencial ya esta dicho que leer en el manifiesto algo como: La burguesía no puede existir si no es revolucionando incesantemente los instrumentos de la producción, que tanto vale decir el sistema todo de la producción, y con él todo el régimen social. Lo contrario de cuantas clases sociales la precedieron, que tenían todas por condición primaria de vida la intangibilidad del régimen de producción vigente y hacer del pensamiento y la lucha política medios plásticos que se muevan a la velocidad del capitalismo. ¿Como, como podría ser igual el régimen de producción si los instrumentos y medios de producción han mutado de formas tan sorprendentes; si el capital se cierne sobre el tejido de la vida para torcerlo, si los medios de producción ya no son solo grandes maquinarias productoras de sólidos, para ser también pequeñas herramientas portátiles, si las condiciones del intercambio y la valorización cambian por la velocidad de las comunicaciones?.

Es sencillo darle la espalda a estas mutaciones, torcer el ceño cuando alguien dice que las arquitecturas de información son instrumentos de producción, o que el trabajo se hace cada vez mas intelectual, patear el suelo y decir que hay mas obreros que en ninguna otra época en una retórica que parece mas un elogio del fordismo que otra cosa; fácil despachar como posmoderno al intelectual y la teoría que investiga como se transforma el trabajo en tales condiciones, que posiciones de clase nuevas surgen, que nuevas subjetividades, aun cuando los elementos para tales indagaciones estén en gran medida en el Gundrisse y el Capital.

De ahí la incomprensión al concepto de Multitud que los críticos reducen a su significación cotidiana, despachando la elaboración previa: multitud es lo que deriva hacia lo múltiple, hacia una singularidad colectiva, la perspectiva que lo presenta como algo amorfo e inorgánico es un producto de que se piensa desde el “paradigma” opuesto, desde la ecuación estado-pueblo; pero también, tristemente, del intento de los críticos de demolerla sin haber reconocido sus términos. Ojala Boron hubiese ofrecido una crítica de la idea de una multiplicidad de hombres articulada por la determinaciones mas abstractas: el trabajo y el lenguaje; en lugar de eso encontramos la descalificación del concepto en beneficio del significado común de la palabra - y de la ingenuidad absoluta sobre el campo en que tal significado emerge- por eso no entiende la relación entre la obra previa de Negri sobre las transformaciones en el mundo del trabajo e Imperio.

De ahí la incomprensión del hecho de que el imperialismo termino justamente por la realización del proceso descrito en el manifiesto: Entre los lamentos de los reaccionarios (la burguesía) destruye los cimientos nacionales de la industria. Las viejas industrias nacionales se vienen a tierra, arrolladas por otras nuevas, cuya instauración es problema vital para todas las naciones civilizadas..Brotan necesidades nuevas que ya no bastan a satisfacer, como en otro tiempo, los frutos del país, sino que reclaman para su satisfacción los productos de tierras remotas.ahora, la red del comercio es universal y en ella entran, unidas por vínculos de interdependencia, todas las naciones. Y lo que acontece con la producción material, acontece también con la del espíritu. Los productos espirituales de las diferentes naciones vienen a formar un acervo común. Las limitaciones y peculiaridades del carácter nacional van pasando a segundo plano, y las literaturas locales y nacionales confluyen todas en una literatura universal.Crea un mundo hecho a su imagen y semejanza.

El imperio es ese mundo a imagen y semejanza del capital, el mundo en que esta “profecía” se ha realizado al abolirse las fronteras y limites, donde le Mercado mundial (corporaciones, Bancos) gobierna casi sin mediaciones; ahora bien ¿Quién habla aquí, Foucault, Deleuze, Baudrillard? . El asunto del estado a este respecto se presta a molestos equívocos, pues los que denuncian el anuncio de Negri del Ocaso de las soberanías generan respuestas que parecen mas una defensa del estado en tanto que tal que una contra argumentación sobre el tema; en el que por demás se pueden hacer muchas observaciones a Negri, que acaso confunde la desaparición del estado, con una variación en sus funciones y naturaleza - peor, subestima la presencia de las súper soberanías como la Norteamericana que son estados-continente mas que estados-nación-
La respuesta dogmática, se hace mas evidente en el uso de epítetos como “modas intelectuales” para despachar expresiones teóricas, que de seguro los críticos no manejan; Boron da un buen ejemplo cuando descalifica a Foucault, por que no descubre nada nuevo y lo renombra: de nuevo la lógica implacable del ya todo esta dicho y dicho en nuestros terminos, no nos queda claro si Boron conoce el alcance de la idea de Disciplina, como tecnología general que preside un periodo, o la relación entre saber y ejercicio de poder, pero ya sea que se la acepte o no, responde a un saber completamente original y tan susceptible de ser convertido en moda -o en dogmática- como el marxismo.

Resumiendo, creemos que la postmodernidad, mas allá del debate sobre la continuidad de lo moderno, una conspiración o un pretexto; del pensamiento débil para adornar retóricas pueriles, pero sobre todo de la dogmática para no pensar, para poder prescindir (sacarse de encima) 40 años de elaboraciones filosóficas, de practicas políticas, de modos de vida, que no cuadran no con el marxismo en general sino con un pensamiento ya suturado e incluso a un talante simplemente conservador. El Marxismo, como sea, no puede ser clausurado por estos afanes, el dogmatismo se clausura a si mismo.


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