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Perú: La autonomía de las Rondas Campesinas y la constante penetración de los partidos que han conseguido dirigir algunas de ellas

Clajadep :: 10.06.21

las rondas campesinas de Cajamarca tienen como principal característica su autonomía en todos los aspectos. Aunque no niegan la militancia de sus integrantes en algún partido político, la ronda se desliga de cualquier dirección partidaria o incluso del propio Estado.

Rondas campesinas y representación política en tiempos del conflicto Conga en Cajamarca, Perú

 

Instituto Seminario de Historia Rural Andina (ISHRA) de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM)

Letras Verdes - Revista Latinoamericana de Estudios Socioambientales - N.º 26

 

Resumen

En el año 2012, en Cajamarca (parte norte de la sierra del Perú) se desataron eventos contenciosos de gran impacto social y político, que dejaron víctimas mortales y develaron la “traición” del presidente de la República, tras apoyar la imple-mentación del proyecto minero Conga. Lejos de ser un evento aislado, el caso Conga constituye un conflicto síntesis, producto de varios años de pugna por los recursos naturales. Las rondas campesinas, organizaciones comunales de defensa social, fueron uno de los protagonistas más destacados. Este artículo estudia la representación política en tiempos de conflicto social en el terreno subnacional, examinando la participación de los jóvenes y las mujeres adultas de las rondas campesinas durante el conflicto en Cajamarca. Se plantea que eventos contenciosos como Conga impactan positivamente en la identidad rondera y en el repertorio de acción colectiva, e impulsan el alistamiento a las organizaciones. Los lazos familiares siguen siendo un determinante de la identidad y el compromiso colectivo, no obstante, develan los dilemas que tanto jóvenes como mujeres deben enfrentar. Palabras clave: acción colectiva; conflicto social; identidad; minería; Perú; repertorios de acción; rondas campesinas

 

Introducción1

Las rondas campesinas constituyen una de las organizaciones rurales de base más im-portantes de América Latina (Stan 1991). Son conocidas por su efectividad y gozan de alta confianza por parte de la comunidad, en contraposición al Estado (Meléndez 2016 Yrivarren 2017; Zavaleta 2014).Como herencia de las propuestas extractivistas del gobierno de Alberto Fujimori durante la década de los 90, entre los años 2000 y 2010 Perú pasó por un intenso proceso de presencia minera, conocido como el “boom de los recursos naturales” (Zavaleta 2014). El panorama social y político en zonas rurales como Cajamarca, Ancash y Apurímac mostraba un país convulsionado, donde los principales actores eran el Estado, las empresas mineras y las personas que vieron afectados los recursos naturales de sus territorios.Aproximarnos a la contienda implica abordar un conflicto síntesis, en tanto con-densa años de oposición ciudadana a proyectos mineros como Conga, mediante el cual se ha alimentado un tipo de identidad colectiva compartido por hombres y mu-jeres de provincias rurales como Hualhuayoc, Celendín y Bambamarca. Las rondas campesinas son unos de los grupos opositores más contundentes (Meléndez 2016; Zavaleta 2014).El presente artículo busca recoger el recuento del conflicto Conga en la voz de los jóvenes y las mujeres de las rondas campesinas, a fin de analizar su repercusión en torno a la representación política, la identidad colectiva y el repertorio de acción co-lectiva. Para una mejor organización de las ideas, el texto consta de cuatro secciones. En la primera presentamos algunas consideraciones teóricas sobre las imágenes de los actores, el carácter dual de la representación política (desde los grupos movilizados), la naturaleza relacional de la identidad colectiva, y la estructura organizativa como determinante de la efectividad del repertorio de recursos. En la segunda sección exponemos los resultados de las entrevistas a los jóvenes ronderos durante el conflicto social. Analizamos la identidad rondera, los reperto-rios de acción colectiva y las redes de aliados, preguntándonos por la posibilidad de una red de rondas conformada exclusivamente por jóvenes. En la tercera sección analizamos las rondas campesinas de mujeres adultas. Profundizamos en la lógica de esta organización en un contexto marcado por la división sexual de las actividades cotidianas. Nos aproximamos además a la construcción de identidad colectiva y la movilización de recursos que impacta en la representación de dicha agrupación ron-deril. Por último, en la cuarta sección, expondremos algunas ideas que engloben el análisis de los dos grupos entrevistados, resaltando los puntos claves coincidentes y algunos dilemas que cada grupo debe hacer frente.

 

Conflictividad social y representación colectiva

Entendemos la conflictividad social como la expresión contenciosa de una repre-sentación de intereses locales, por parte de actores con escasa confianza en las insti-tuciones del Estado. Esa representación es propia de una política de ámbito local y regional que ha adquirido mayor relevancia ante la incapacidad de los partidos po-líticos nacionales de representar intereses locales. En ella, surgen líderes vinculados a la protesta, capaces de canalizar las demandas de los grupos sociales movilizados (Panfichi 2011). Diferentes autores han centrado el análisis de la representación po-lítica en la función de los líderes o representantes (Sartori 2005), sin embargo, ¿qué sucede con la función que cumplen los grupos sociales movilizados? Consideramos relevante esta interrogante, ya que entendemos la representación política como un proceso que implica un doble movimiento: del representado hacia el representante y del representante al representado. En ese doble movimiento se generan procesos de identificación y orientaciones para la acción colectiva (Laclau 2006).Analizando uno de los movimientos implicados en la representación política (de los representados hacia el representante), sostenemos que los primeros no cumplen un rol pasivo, restringido a la expresión de determinadas demandas que son cana-lizadas por los líderes políticos. Por el contrario, la expresión de demandas plantea un complejo proceso en el que entran en juego distintos elementos sociopolíticos y culturales, entre los cuales destacamos: 1) la identidad colectiva, 2) la movilización de recursos, y 3) las imágenes que construyen de los actores políticos. La identidad políticaEl presente análisis tiene como punto de partida reconocer que toda identidad tiene carácter relacional. Nos distanciamos de cualquier concepción “esencialista” de las identidades, sosteniendo que es en las interacciones sociales, en el reconocimiento de diferencias y en los sentidos de pertenencia donde se constituyen las identidades políticas (Gramsci 2001. Esa constitución implica un proceso simultáneo de dife-renciación externa y de homogenización interna, el cual está marcado por el antago-nismo (Aboy 2001).En la constitución de las identidades políticas determinados nodos discursivos permiten condensar un conjunto de significados que orientan la acción colectiva. Estos nodos pueden apelar a narrativas constituidas en diferentes experiencias políti-cas: la defensa de los derechos humanos, la promoción de la democracia, la cuestión indígena, entre otros. Lo sustantivo aquí es la hibridación o el tejido de esas narra-tivas a través de la articulación de sentidos en la acción política (Laclau y Mouffe 2004). Las prácticas articulatorias que constituyen y organizan relaciones de sentido

 (creencias, mitos e ideologías, por ejemplo) nunca tienen lugar en un vacío discur-sivo. Toda práctica articulatoria de sentido tiene lugar en un campo parcialmente sedimentado (Aboy 2001).

 

La movilización de recursos y repertorios de acción

El tercer elemento para analizar los grupos sociales movilizados son los recursos que utilizan en su acción colectiva. Entre los que juegan papeles importantes y permiten la acción colectiva, podemos mencionar la profesionalización, los liderazgos y la experiencia. Otra variable importante al respecto es la estructura organizativa con la que cuentan los grupos sociales movilizados (Zald 1992). Diferentes investigaciones han dado cuenta de cómo en contextos de protesta son fundamentales los procesos organizativos, la existencia o no de experiencias organizativas previas, la presencia de organizaciones de diverso tipo y la intervención de agentes externos como ONG, iglesias y partidos políticos (De Echave et al. 2009).Los repertorios de acción están condicionados por el proceso político y social en el que se encuentran inmersos los grupos (Retamozo, 2010; Tarrow 2012). En nuestro caso de estudio, ese proceso está marcado por la expansión minera, la cual ha generado una competencia de “proyectos geográficos”, y ha producido conflictos sociales por el acceso a los bienes naturales y su uso.

 

Las imágenes de los actores del sistema político

Los grupos sociales movilizados comprenden el ser y quehacer del Estado y las organizaciones políticas a partir de determinadas imágenes. Esas imágenes se han forjado mediante diferentes experiencias de interacción con estos actores. Deter-minadas temáticas (el centralismo y la corrupción, por ejemplo) se convierten en un medio por el cual una imagen bastante compleja del Estado y del sistema político en su conjunto se construye simbólicamente en la cultura pública (Gupta 2015). Los imaginarios posibilitan sintetizar la experiencia fragmentaria de lo real (Cléro 2004). Consideramos que las imágenes de los actores del sistema político, que producen y reproducen los grupos sociales movilizados, se encuentran influenciadas por “prác-ticas locales contenciosas” y “luchas históricas duraderas”. La primera noción hace referencia a conflictos locales explícitos, que generan interacciones con los actores del sistema político (la resolución de un conflicto minero, por ejemplo). La segunda noción remite a largos procesos conflictivos en los que se inscriben dichas prácticas contenciosas (luchas más amplias en torno al desarrollo, la autonomía, los derechos, etc.). Ambas nociones se relacionan en tanto las luchas históricas duraderas pueden brindar un sustento identitario a través de las prácticas locales contenciosas (Escobar 2010).

 

Antecedentes

La ronda campesina, como organización de autodefensa, nace en el caserío de Cuyumalca, provincia de Chota (Cajamarca, Perú) en el año 1976. Las primeras ta-reas de la asociación se direccionaron en contra de los robos de ganado y bienes de los campesinos de la comunidad; es decir, alrededor del cuidado del orden público (Huamaní, Moscoso y Urteaga 1988; Starn 1991). Rápidamente surgieron nuevas organizaciones, con lo cual su labor se expandió. Antes del contexto propiciado por Sendero Luminoso y su arremetida contra el Estado, las rondas campesinas adopta-ron una nueva tarea: la administración de justicia, ante la pasividad y corrupción que caracterizaban a las fuerzas policiales, que, más que combatir el delito, lo defendían. Así adquirieron cierta legitimidad, al resolver de manera más eficiente y eficaz los problemas que el Estado no solucionaba. Dicha legitimidad se reforzó a través de los años. Luego de un crecimiento político del liderazgo campesino que trascendió lo ru-ral, en los años 80, Sendero Luminoso desarticuló gran parte de la organización campesina (Damonte y Glave 2016). Sin embargo, para estos mismos autores, la presencia de la agrupación subversiva en Cajamarca no fue mucha, en comparación con las regiones del centro y sur del país. Por lo tanto, es necesario esclarecer que las rondas campesinas de Cajamarca no comparten las mismas características de las organizaciones surgidas en departamentos como Ayacucho, Junín, Pasco, Apurímac, entre otros. Dichas organizaciones, denominadas Comités de Autodefensa, fueron direccionadas por el Ejército con la estricta labor de defenderse y atacar a Sendero Luminoso. Por el contrario, las rondas campesinas de Cajamarca tienen como prin-cipal característica su autonomía en todos los aspectos. Aunque no niegan la mili-tancia de sus integrantes en algún partido político, la ronda se desliga de cualquier dirección partidaria o incluso del propio Estado. En cuanto al conflicto minero en Conga, es una consecuencia del “boom minero” o “boom de los recursos naturales” (Zavaleta 2014), originado en pleno auge del sistema neoliberal implantado por el presidente Alberto Fujimori, en la década de 1990. Las políticas de apertura permitieron la “transnacionalización” del sector ex-tractivo, el proceso de privatización, el cambio de la matriz productiva y el desarrollo de nuevas tecnologías (Zavaleta 2010). Sin embargo, también surgieron nuevas for-mas de representación, nuevos actores y nuevos líderes independientes, con acción regional.

Antes de las medidas económicas de la década de 1990, Cajamarca no aportaba más del 3 % al PBI minero. Posterior a ello, se originó una fuerte conflictividad social en el marco de un inusitado crecimiento económico (Prodiálogo, Prevención y Resolución de Conflictos 2016). Luego de algunos años de preparación de los informes técnicos y el Estudio de Impacto Ambiental (EIA), en el año 2010 la Em-presa Yanacocha (encargada de la ejecución del proyecto “Minas Conga”) presentó para su aprobación el EIA a los caseríos que supuestamente formaban parte del área de influencia del proyecto. En una audiencia pública, los 32 caseríos lo aprobaron. Entre las denuncias al proceso, la principal fue que la audiencia para la aprobación no se realizó con los caseríos del área de influencia directa. Eso generó una reacción por parte de diversas organizaciones de la sociedad civil en Cajamarca y, sobre todo, de personas que conformaron las zonas afectadas. Por lo tanto, también de las rondas campesinas. No es objeto de esta investigación profundizar en la cronología de los hechos ocurridos principalmente en el año 2012. Sin embargo, es importante resaltar que marcaron un antes y un después en los ámbitos político y social del país. Permitieron cuestionar la representatividad formal ejercida por el presidente Ollanta Humala, que cambió de plan de gobierno desde Conga. También motivaron la aparición de nuevos líderes, nuevas formas de representación y la evolución de uno de los actores más importante del conflicto: las rondas campesinas. Esto se reflejó en la renovada participación de jóvenes y mujeres, en lo que ahondaremos a continuación.

 

Identidad rondera, agencia de jóvenes en las rondas

El estudio describe las acciones y recoge las percepciones de jóvenes que participa-ron activamente en el contexto de Conga desde 2012, dentro de sus espacios de activismo, ya sean la ronda campesina, la universidad o en ambos espacios simultá-neamente. La identidad rondera se forma por tradición o por algún acontecimiento que genere movilizaciones en la población ronderil, y se mantiene por convicción. Tal es el caso de Conga. Los jóvenes entrevistados caracterizan las rondas campesinas como una organización que garantiza el orden, la seguridad y la justicia a sus propios miembros. Es autónoma, independiente y reconocida constitucionalmente. Los jóvenes se unieron a las rondas bien porque son hijos de padres o madres ronderas y continúan así la tradición familiar o porque, ante un conflicto como el de Conga, buscaron organizaciones que fueran capaces de articularse en una sola voz que representase sus intereses. Son las rondas las que, por su rol de defensa, lograron captar a esa población. Mantienen su actividad ronderil porque aseguran que las rondas son el mecanismo más acertado para administrar justicia, para defender la propiedad privada, comunal y el medioambiente, así como un mecanismo de fisca-lización sobre las autoridades políticas.De esa manera, el conflicto Conga impactó en el interés de los jóvenes por su-marse a las rondas, puesto que estas habían asumido el rol de defensa territorial y de recursos (el agua, por ejemplo). Antes de Conga, algunos jóvenes ya participaban en las rondas; sin embargo, tras el estallido del conflicto, la participación e identidad se volvieron mucho más activas y se fortalecieron.El interés por integrar las rondas proviene, en primer lugar, de la influencia que generan los padres y la comunidad. Padres y madres ronderos y comunidades con rondas fuertes estimulan la participación de jóvenes (incluso niños), al llevarlos a las asambleas, a rondar y a otras actividades. Aunque la mayoría de edad suele ser un requisito que permite ocupar algún puesto dirigencial, no es indispensable para que los jóvenes puedan insertarse a temprana edad en algunas dinámicas de las rondas.Los jóvenes imprimen una alta valoración a la actividad ronderil: es dignificante y otorga capacidad de acción, sin embargo, conlleva responsabilidad. La ronda es una institución funcional y repercute en la vida diaria de la ciudadanía en su jurisdicción. Es dignificante porque ser rondero implica la continuidad de la tradición ronderil. Brinda capacidad de acción porque, al ser una institución que goza de legitimidad y aceptación entre la población, es capaz de resolver muchos problemas de manera eficiente y eficaz.Comparten el mismo perfil que todo dirigente ronderil debe cumplir: ser ins-truido (así se garantizaría su competencia), honesto, puntual, con capacidad de lide-razgo, respetuoso de sus costumbres, disciplinado, luchador y haber participado en las luchas llevadas a cabo por las rondas (de manera que comprenda que los logros obtenidos no han sido sencillos de alcanzar). Además, debe ser alguien con coraje, transparente y de carácter fuerte, para manejar situaciones complejas y tomar deci-siones adecuadas. Por otro lado, si bien la edad no es un factor preponderante, la experiencia de dirección ronderil es crucial para asumir un alto cargo.Los hechos contenciosos generan en las organizaciones que ciertos liderazgos se legitimen. El conflicto socioambiental en Conga ha modificado algunos aspectos clave en la evolución de las rondas campesinas, más allá de los cambios en el discur-so. La problemática ambiental es un nuevo punto en agenda para las rondas, dados los diversos conflictos ambientales ocurridos a partir de la última década del siglo pa-sado. Es así que la participación de jóvenes en las rondas campesinas es propia de su evolución, a raíz de sus nuevas agendas o preocupaciones. Estamos lejos de afirmar que el papel de los jóvenes ronderos antes de Conga fue inexistente; sin embargo, la nueva generación tiene ciertas características que se distinguen de las anteriores, sobre las que vale la pena reflexionar. Algunos elementos que explican la agencia (entendida como la capacidad de ope-rar para producir cambios) de los jóvenes de las rondas campesinas son la ética, la

140Páginas 133-152e-ISSN: 1390-6631Jorge Duárez-Mendoza, Jacqueline Minaya-Rodríguez, Junior Perez-Pachas y Joel Segura-CelisLetras Verdes 26 • 2019experiencia y el compromiso. La puntualidad, la honestidad y un fuerte sentido de la justicia son características fundamentales que debe tener quien aspire a ser ronde-ro y más aún, un dirigente. La comunidad confía en el papel de las rondas, ya que estas no son solo administradoras de justicia, por el contrario, se muestran como un ejemplo ético ante la comunidad. Si un rondero comete algún error, es castigado de igual manera. No obstante, y sin ánimo de generalizar, las rondas campesinas son consideradas organizaciones abiertas. Es decir, aunque tiene un orden interno de funcionamiento, no son jerárquicas ni hay privilegios entre sus miembros.

 

Repertorios de acción colectiva desde los jóvenes

El repertorio de acción es el conjunto de herramientas y capacidades desplegadas colectivamente por un grupo social o político en el marco de una coyuntura espe-cífica, para cumplir objetivos políticos inmediatos (Tarrow 1997. A su vez, estos están condicionados por el proceso político, social, cultural y económico en el que se encuentran (Retamozo 2010; McAdam, McCarthy y Zald 1999; Melucci 1989).Desde su nacimiento, las rondas campesinas han pasado por procesos de cam-bios como respuesta a distintas coyunturas que complejizaron su accionar: desde sus primeras labores en los 70, asumiendo funciones de vigilancia del territorio, hasta el actual involucramiento político en sus distintas formas. Dichos cambios han impactado en los discursos, acciones y resignificaciones ronderiles. Sin embargo, se mantienen algunas lógicas de carácter esencial para las rondas. El primer elemento es su carácter colectivo. En efecto, la colectividad es propia del discurso de todos los jóvenes entrevistados y, en muchos casos, también lo es la actividad agrícola, por lo que la tierra es una representación de la comunidad. Formar parte de una ronda implica muchas veces un doble sentido de acción: ser rondero y ser campesino.El segundo elemento característico es la asamblea como espacio de encuentro, abierto y autónomo, pues allí se eligen a los representantes, se debate y se organizan las acciones. Durante la efervescencia del conflicto Conga, la asamblea sirvió como espacio de concentración y preparación estratégica. Así lo señala Juan (30), de Ce-lendín, integrante de la ronda de su comunidad, quien en su época universitaria fue parte del Centro Federado de su escuela (ingeniería ambiental). Además, al igual que Juan, muchos jóvenes señalan que crecer en un ambiente (familia y comunidad) vinculado a la actividad rondera edifica un sentido de pertenencia.Muchos jóvenes se comprometieron de forma gradual, según las actividades en las que se iban enrolando, que van desde reuniones de la ronda de su comunidad y encuentros de redes de ronderos de la región hasta las coordinaciones de carácter na-cional, como lo fue la Central Única Nacional de Rondas Campesinas (CUNARC).

141Páginas 133-152e-ISSN: 1390-6631Rondas campesinas y representación política en tiempos del conflicto Conga en Cajamarca, PerúLetras Verdes 26 • 2019El conflicto en Conga ha significado una creciente participación juvenil, puesto que afectaba la vida diaria, más aún para quienes provenían de familias ronderas. Ello amplió la organización y permitió la expansión de acciones contenciosas renovadas. En efecto, el primer rol asumido por los jóvenes fue el liderazgo de las distintas mo-vilizaciones y el papel de “fuerza de choque” ante las embestidas policiales, a partir de la noción de su fortaleza física.En los últimos años, los jóvenes cajamarquinos están pasando por un proceso de profesionalización, como estrategia de movilidad social ascendente. Sin embargo, esto no es la regla: es posible caracterizar dos caminos tomados por ellos, según las oportu-nidades y decisiones. Un primer grupo se mantiene en las labores tradicionales agríco-las (no se desliga de su entorno más cercano) y un segundo migra a la ciudad para se-guir una carrera profesional (desligándose en muchos casos del entorno donde creció). El segundo grupo es el más cercano a nuestra investigación, aunque la información nos permite analizar algunos aspectos en un ámbito más general. Los jóvenes de ese grupo escogen carreras como Ingeniería Ambiental y Ciencias Agrarias. Refieren que su intención es aprender y proponer soluciones para mejorar la actividad del agro en sus lugares de origen. Para los jóvenes movilizados, la universidad o el instituto son es-pacios de desarrollo de repertorios de acción colectiva. Este es el caso de Elber (28), del distrito de Cortegana, egresado del Instituto Técnico de Computación e Informática, quien comenzó su participación ronderil en 2014. Ahora es el coordinador general de las rondas campesinas de la provincia de Celendín. Ronald (24), estudiante en la Universidad Nacional de Cajamarca (UNC), de la misma provincia, pertenece a la base ronderil del centro poblado de Celendín. Ambos jóvenes tuvieron sus primeros acercamientos a las rondas campesinas cuando aún estaban en el colegio y comenzaban a desatarse los distintos enfrentamientos en Celendín. Ahora, ambos son militantes del MAS (Movimiento de Afirmación Social) en Cajamarca. La profesionalización de los jóvenes es vista como un mecanismo estratégico de lucha. Se ha logrado expandir la presencia de las rondas campesinas en gran medida gracias a que los jóvenes se desenvolvieron en espacios distintos a la agricultura, creando nuevas redes de comunicación. Algunas de las tareas más importantes des-plegadas por los jóvenes ronderos son la información y la organización de acciones contenciosas. Las redes de comunicación originadas en espacios educativos sirvieron para informar sobre los reclamos y demandas de la ciudadanía de Cajamarca en con-tra del proyecto. Algunas acciones fueron el reparto de volantes y la coordinación de talleres de debate, muchas veces organizados por partidos políticos y otras asociacio-nes. La elevada inserción de jóvenes durante o inmediatamente después del conflicto Conga es relevante, no solo en las rondas campesinas, sino en partidos políticos.2Su entrada en esas organizaciones ha generado aprendizajes desde otros enfoques en torno a asuntos dirigenciales, políticos y ciudadanos. 2Sobre todo en el MAS y el partido político Tierra y Libertad.

142Páginas 133-152e-ISSN: 1390-6631Jorge Duárez-Mendoza, Jacqueline Minaya-Rodríguez, Junior Perez-Pachas y Joel Segura-CelisLetras Verdes 26 • 2019Asimismo, dentro del propio grupo juvenil existen opiniones divergentes, que nos parece importante resaltar. Heriberto (25), rondero del poblado de Santa Rosa, en Celendín, tiene una posición más crítica sobre el papel juvenil durante y luego de la contienda en Conga. Señala que muchos jóvenes estuvieron involucrados en la “lucha social” incluso desde la época escolar, debido a que a través de talleres cono-cían de la presencia de las empresas privadas en las distintas instituciones educativas. Incluso conocían actos de corrupción de empresarios, que involucraban a algunas de las autoridades de los colegios. Cuando los días de convulsión se acercaban, algunos alumnos, por su propia iniciativa, pedían permiso para asistir a las movilizaciones en defensa de los recursos naturales.Para Heriberto, gran parte de las iniciativas que tuvieron los jóvenes en las cepas del conflicto cambiaron cuando los partidos políticos comenzaron a tener mayor presencia en los medios de comunicación. En ese cambio, señala, los jóvenes cum-plían un papel utilitario a los partidos, repartiendo volantes o pegando afiches. Ellos se han enfrascado en sus “fanaticadas”, lo que limita su protagonismo, su libertad para diferir, proponer ideas o representar. Sin embargo, dentro de lo que pudiera parecer pesimismo, Heriberto cree que la actividad política es positiva siempre y cuando cumpla un verdadero papel organizativo, y que los jóvenes decidan tener un papel más activo en esos tipos de organización.

 

La red de aliados y la posibilidad de una red rondera juvenil

 

Aunque se encuentran en una etapa de apaciguamiento, las tensiones entre las dis-tintas partes del conflicto continúan hasta la actualidad. Los escenarios de conflic-tos socioambientales están compuestos por una multiplicidad de agrupaciones; cada una con perspectivas y estilos distintos, aunque en determinadas coyunturas trabajan en conjunto. Algunos de los organismos que jugaron un papel importante durante el conflicto fueron las rondas campesinas, las Juntas de Agua Potable (JAS), las organi-zaciones no gubernamentales (ONG), juntas del agua y algunos partidos políticos. Al respecto, Elber coloca en el panorama al Sindicato Unitario de Trabajadores de la Educación del Perú (SUTEP), y a las universidades y los colegios que pararon las clases durante el conflicto. Para los jóvenes, todas esas agrupaciones cumplieron determinados papeles, al unirse para defender una sola causa. Más allá de las tensiones que pueden existir cuando distintas formaciones se jun-tan, según la perspectiva de los actores, el nivel de discrepancias ha sido muy bajo. Muchos de los organismos civiles y políticos se unieron en torno a las discrepancias con el Estado, identificadas en gobiernos regionales y el gobierno central. Sin em-bargo, esto no es absoluto. Elber y Ronald (ambos militantes del MAS) reconocen que el gobierno regional organizaba eventos informativos para dar a conocer los problemas ambientales que podían acarrear los proyectos mineros como Conga. Los jóvenes refieren que ese tipo de acciones del gobierno subnacional fue clave como mecanismo de contraposición a las estrategias comunicativas de las mineras, quienes también realizaban talleres de información a su favor, lo que iba calando entre la población. A raíz del papel explicativo del gobierno regional, la ciudadanía empezó a tener una posición más crítica.El rol de otro tipo de aliado recae en la participación de actores como Milton. Él no es rondero; sin embargo, desde hace algunos años ha sido parte de la organización de diversos sectores, comprometidos con la defensa de los recursos naturales. Milton era secretario regional de la juventud en Cajamarca, cuando decidieron formar el Consejo Regional de la Juventud. En ese espacio participaban también los gremios de maestros, las mujeres, aglomeradas en sus propias organizaciones y, por supuesto, jóvenes en vías de profesionalización. Todos ellos estaban reunidos en una platafor-ma institucional.Tomando en cuenta los relativamente pocos años de la organización política ju-venil en las rondas campesinas y otros espacios organizativos, es difícil constatar una red exclusiva de jóvenes ronderos. Según los entrevistados, los jóvenes han activado labores políticas importantes en sus comunidades. A pesar de ello, no existe una fuerza política netamente impulsada por jóvenes ronderos. ¿A qué se debe esto?, ¿resultó o resulta perjudicial? Aunque las actividades de las rondas se han expandido en gran parte gracias a la labor de los jóvenes, ellos carecen de los elementos suficientes para constituir una colectividad que permita elaborar una red de aliados, como es el caso de las mujeres en Bambamarca, que explicamos más adelante. En ese sentido, las redes de aliados con las que los jóvenes comparten acciones y experiencias son las mismas con las que trabajan las rondas campesinas, en general. El cometido de los jóvenes en ese aspecto es seguir fortaleciendo el espacio tradicional de las rondas. Ello no implica un retro-ceso o estancamiento; a través de la historia, ese tipo de organización ha demostrado su capacidad de adaptación a las coyunturas que se le presentaron. Por lo tanto, se encuentran en un proceso que dista mucho de acabar. En la voz de los actores, el conflicto se ubica en una etapa de apaciguamiento y organizaciones como las rondas son “un león dormido”.

 

Rondas campesinas de mujeres: representación y dilemas

Hemos visto que las rondas campesinas han sido esenciales para el análisis de la representación política y la contienda por los recursos, desde la perspectiva de los jóvenes. Siguiendo el mismo abordaje teórico, nos aproximaremos a la experiencia y la percepción de las mujeres ronderas en Bambamarca, durante el mismo momento

  temporal, para auscultar la movilización de recursos y la identidad colectiva. Ello nos permite reflexionar sobre el valor que se le imprime a la mujer rondera y qué imagen tienen ellas de sí mismas.Entrevistamos a mujeres adultas de rondas campesinas, mayores de 29 años, la mayoría con más de dos décadas de activación en sus rondas, con grado de ins-trucción de primaria o secundaria, madres de familia con esposos ronderos. Las mujeres organizadas en las rondas constituyen una representación política reco-nocida desde sus acciones y experiencia como ronderas. La situación contenciosa vivida en Conga reforzó su identidad colectiva, pues han participado activamente en las coordinaciones y acciones estratégicas. Sin embargo, debido a la división sexual del trabajo y las actividades cotidianas, las mujeres ronderas deben sortear limitaciones para la representación en encuentros políticos importantes, como las grandes asambleas.Al igual que los jóvenes, las mujeres entrevistadas coinciden con el alto valor de las rondas campesinas, pues las reconocen como agrupaciones efectivas (en compa-ración con el Estado) en la impartición de justicia y la defensa colectiva. Además, consideran que la asamblea es el espacio de toma de acuerdos por excelencia. Todas reconocen que los sucesos de Conga en 2012 fueron altamente violentos, y que terminaron con la vida de algunos de sus compañeros ronderos. De esas matanzas responsabilizan principalmente al Estado. Por otro lado, indican que sus familias y esposos las apoyan. Aunque ha sido difícil, han logrado con sus acciones ganarse el respetode la comunidad y de su propia familia.

 

División sexual de la vida y la política

Para este estudio, es preciso reconocer el entorno de mujeres y hombres que ha-bitan un mismo espacio, dotado de múltiples significaciones, de las cuales se van formando un tipo de habitus (Bourdieu 1979) a lo largo de la vida. Como muchos otros espacios, la subsistencia en Bambamarca está establecida por ideas y acti-vidades que parten de la división sexual del trabajo, bajo un esquema patriarcal. Así, muchas actividades de las mujeres suelen vincularse a la casa y ubicarse en el ámbito privado; mientras que los hombres desempeñan actividades que generan ganancia económica, en el ámbito de lo público (Starn 1991; Córdova 2007). Starn (1991, 61) señala quelos hombres pueden salir solos de noche, viajar a su libre albedrío, embriagarse en público. Ellos controlan la economía y representan a su familia en asuntos comuna-les. Las mujeres, por el contrario, están atadas a la cocina, el lavado, el pastoreo y la crianza de los hijos.

145Páginas 133-152e-ISSN: 1390-6631Rondas campesinas y representación política en tiempos del conflicto Conga en Cajamarca, PerúLetras Verdes 26 • 2019Durante las entrevistas, las mujeres confirmaron que las actividades estaban divi-didas de forma similar a la señalada. Empero, a lo largo de las actividades políticas de las mujeres ronderas en Bambamarca, hemos podido evidenciar una ligera tendencia a la posibilidad de apoyo de las familias y los esposos, vistos en las labores domésticas en ausencia de sus parejas dirigentes, por lo general (Córdova 2004). Sin embargo, las mujeres aún deben lidiar con espacios de representación marcadamente machis-tas, especialmente las asambleas. En sus inicios, las rondas eran exclusivamente masculinas. Las mujeres solo apo-yaban en contextos de alta crisis como huelgas de gran envergadura, por ejemplo, el paro agrario de 1988 (Córdova 2004). En la formación de las rondas masculinas y femeninas fueron importantes los grupos pastorales de la comunidad. A través de personajes como el monseñor Luis Dammert, apoyaron las rondas masculinas e incentivaron la creación de las rondas de mujeres.Haciendo un paralelismo contextual y temporal en torno a la incursión de las organizaciones femeninas en contextos de problemática social en Perú, obser-vamos los Comedores Populares Autogestionarios de Lima, a finales de los años 70 y 80. Tanto las mujeres de las rondas campesinas como las de los comedores populares han sido apoyadas por la Iglesia católica, ONG y algunos partidos po-líticos de izquierda. La época demandaba organización en la búsqueda soluciones para diversos problemas. En el caso de Cajamarca, eran los robos de animales y los problemas de justicia (demarcación de tierras, por ejemplo). En Lima, la falta de servicios básicos, empleo y alimentación (Córdova 1996; Blondet y Montero 1995). En ambos casos, fue duro para las mujeres incursionar en la actividad organiza-cional. Las ronderas indican que “al inicio era muy duro ser mujer y rondera al mis-mo tiempo”, pues no podían prescindir de “sus tareas”. Al igual que las mujeres de los comedores, muchas debían despertarse horas antes que el resto de su familia, para terminar de limpiar y cocinar, y solo así salir a sus nuevas labores en la organización. Además, también vivieron violencia física y psicológica por parte de sus maridos (Minaya 2015; Córdova 2004). Las ronderas identifican actitudes machistas en su familia, aunque sus relatos marcan un nivel de violencia mucho menor que el vivido por las mujeres de los comedores populares. Luego de varios años de actividad, indican que sus familias las apoyan más y se sienten más orgullosas de su papel en la comunidad. A pesar de ello, la mujer campesina y rondera está lejos de gozar de las mismas oportunidades políticas que los varones, en espacios compartidos.

146Páginas 133-152e-ISSN: 1390-6631Jorge Duárez-Mendoza, Jacqueline Minaya-Rodríguez, Junior Perez-Pachas y Joel Segura-CelisLetras Verdes 26 • 2019

 

Movilización de recursos e identidad de las mujeres ronderas

Durante el conflicto Conga, hombres y mujeres desplegaron acciones estratégicas de enfrentamiento al proyecto minero. Sin embargo, las mujeres asumieron también acciones “propias de ellas”, como la preparación y repartición de comida para los involucrados en la protesta, y el cuidado de los hijos durante sus asambleas.La acción colectiva es producto de orientaciones intencionales desarrolladas den-tro de un campo de oportunidades y restricciones (Melucci 1989), que se consolidan desde la experiencia y la acción. Los discursos, a su vez, reafirman identidades indi-viduales (la imagen del líder) y colectivas, con fines de cohesión (la imagen de todo el colectivo). En ese sentido, la experiencia basada en los roles de género que dividen las actividades de las personas que comparten un mismo espacio social, y atravie-san todas las dimensiones de la vida, impactan las prácticas políticas, potenciando algunas y limitando otras. Así, las acciones de división por género abren y cierran posibilidades para la acción política.Las rondas de mujeres son conocidas desde antes de la explosión del conflicto Conga, debido a que ya gozaban de prestigio por su efectividad en la impartición de justicia. El Estado, por el contrario, era percibido por su incapacidad, indiferencia y acción violenta, a favor de intereses contrarios a la ciudadanía.En los años de existencia de las rondas femeninas, las mujeres han debido pasar por una serie de obstáculos construidos a partir de discursos y actividades patriarcales (Starn 1991; Córdova 2004). Desde la perspectiva de este estudio, que trata de evitar las concepciones esencialistas, rechazamos la noción de que la mujer rondera ha sido anulada en sus agencias y posibilidades de representación política. No obstante, debe-mos tomar en cuenta que, en espacios oficiales o importantes para la dinámica ronde-ril, las mujeres no se desenvuelven en igualdad de condiciones subjetivas ni objetivas. En efecto, sobre la mujer organizada pesa un “techo de cristal” (The Economist 2009; Heim y Golant 1995), entendido como las barreras casi invisibles, pero existentes en su camino profesional, político y económico. Estas pueden ser subjetivas (“la mujer es débil y su naturaleza es tierna y maternal”), discursivas (la vergüenza de hablar en pú-blico cuando hay varones porque “ellas no saben tanto de política como los hombres”) y concretas (la mujer se queda muchas veces en casa al cuidado de los hijos o de la casa y posterga su participación en coordinaciones colectivas), entre otras.La mujer rondera usa nuevos espacios de negociación y convencimiento político, como la ronda de mujeres, la casa, los comedores, los mercados, los partidos políti-cos, entre otros. No obstante, todavía encuentra obstáculos en espacios compartidos y es objeto de mayores ataques simbólicos, tanto por parte de los ciudadanos de la comunidad como de actores estatales, en comparación con los hombres organizados.Con el paso del tiempo y bajo las coyunturas surgidas a partir del caso Conga, se han configurado algunos cambios, aunque pequeños aún, hacia la nivelación den-

147Páginas 133-152e-ISSN: 1390-6631Rondas campesinas y representación política en tiempos del conflicto Conga en Cajamarca, PerúLetras Verdes 26 • 2019tro de la pareja. Ello se traduce en mayores procesos de negociación entre hombre y mujer rondera en el hogar (Córdova 2004). Como consecuencia, la identidad ronderil de las mujeres se ha robustecido, debido principalmente a la participación en diversas actividades, coordinadas en una red contenciosa para hacer frente al pro-yecto minero. Algunas ideas que refuerzan su autoimagen se reflejan en sus acciones durante el conflicto, como lo afirma Rosa (58) una mujer rondera de la comunidad de Bambamarca . “Ese año yo me enfrenté a las máquinas al lado del lago”; “luego de Conga, mi esposo y mis hijos más me apoyan como rondera”.

 

Las grandes asambleas ronderiles: la voz como representación

Tanto para los jóvenes como para las mujeres, la asamblea es el espacio primario para consolidar la toma de decisiones. Constituye por tanto una de las estrategias más po-tentes de movilización de recursos que caracteriza a este tipo de organización colec-tiva. Las mujeres ronderas de Bambamarca consideran que la asamblea sirvió como espacio de coordinación y preparación para la acción contra Conga. Asimismo, para la afirmación política, expresada a través del discurso y del debate.Durante los días de convulsión en Conga, se prepararon asambleas convocadas para hombres y mujeres ronderas. Estas sirvieron de escenario para la afirmación de la identidad política de quienes participaron, mediante las intervenciones discusivas. El discurso y la identidad se reconfirman no solo desde lo que se dice, sino de cómo se dice y, más específicamente, desde quién lo dice. Al respecto, debemos pregunta-mos: ¿quiénes hablan más veces? ¿Las mujeres son escuchadas al igual que los varo-nes? ¿En qué tareas/comisiones eran delegadas las mujeres?En espacios como las asambleas, las mujeres se encuentran subrepresentadas y limi-tadas en la acción colectiva, al igual que en sus oportunidades de reafirmación identita-ria individual y colectiva, frente a la presencia de los compañeros varones. Al respecto, algunos estudios (Córdova 2004; Starn 1991) indican que las mujeres sienten vergüen-za de hablar porque “una mujer no debe hablar en público”. Ahora bien, las entrevista-das señalan que desde hace algunos unos años han perdido el miedo a hablar en públi-co, aunque aún les cuesta manifestarse delante de hombres que “sí saben de política”. Muchas veces, ese tipo de asambleas culmina con la conformación de comisiones en las que las mujeres tienen roles de apoyo, y el papel protagonista corresponde al varón.Sin embargo, estamos lejos de afirmar que la única dimensión de poder real es la asamblea; son importantes otros espacios donde se tejen consignas o decisiones que finalmente se consolidarán en la asamblea central. En estos también participan las mujeres ronderas, a través de las conversaciones, la casa, el mercado y la calle, entre otros. Es decir, la realidad contiene múltiples dimensiones, sobre las cuales las agen-cias humanas se concretan.

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Liderazgo y experiencia organizativa femenina

Tanto los hombres como las mujeres ronderas comparten el ideal del líder o li-deresa ronderil: honesto u honesta, con experiencia, liderazgo y el respeto de la mayoría, entre otras bondades. Dentro de los recursos de acción colectiva de las mujeres, podemos mencionar el liderazgo y la experiencia organizativa. Al respec-to, las mujeres cuentan con lideresas reconocidas por su trayectoria, su entrega a la actividad ronderil, su capacidad de organizar las reuniones y de brindar opiniones, aunque casi únicamente en espacios femeninos. En el caso Conga, eran las muje-res lideresas de sus rondas quienes organizaban las reuniones y comunicaban los acuerdos y acontecimientos suscitados. Las rondas campesinas, tanto de varones como de mujeres, gozan de alta confianza y experiencia organizativa, por resolver problemáticas como los abigeos o problemas de tierras entre las familias, en su comunidad.

 

Profesionalización y comunicación de los jóvenes: opinan las mujeres

Las mujeres ronderas dieron su opinión sobre el papel de los jóvenes que participa-ron durante el conflicto Conga. Ellas consideran a los jóvenes una parte clave para el gran movimiento ronderil, puesto que, por ejemplo, muchos jóvenes universitarios informaban y participaban activamente en las movilizaciones, e incluso encabezaron algunos actos de sabotaje a los miembros de la policía.Los jóvenes universitarios jugaron un rol clave para la movilización de recursos durante 2012. Como señalamos, muchos de ellos se unieron como ronderos luego del conflicto Conga, guiados por la imagen positiva de las rondas. Sin embargo, no ocurrió lo mismo con las jóvenes. Muchas de ellas decidieron activarse políticamente en espacios universitarios o en algunos partidos políticos, y rechazaron las rondas de mujeres como una opción. Es curioso que, a pesar de que las rondas femeninas gozan de alto prestigio, no haya muchas jóvenes integrándolas, ya sea porque prefie-ren trabajar y no invertir mucho tiempo en las actividades ronderas, porque eligen otros espacios de actividad política (partidos políticos) o porque deben migrar para trabajar. No obstante, existen algunos casos de jóvenes hijas de ronderos que deciden continuar con la tradición. Así lo hicieron muchos jóvenes que provenían de familias ronderas. En ese sentido, las mujeres entrevistadas tienen una opinión favorable y apoyan la pro-fesionalización de estos, aunque implique el alejamiento de sus tierras de origen. Muchas mujeres reconocen el contexto de pobreza en el que se encuentran y anhe-lan que sus hijos “sean mejores que uno” o que “sean algo en la vida”, “para que no sufran como nosotros que trabajamos y trabajamos” (Córdova 2004). Las mujeres

149Páginas 133-152e-ISSN: 1390-6631Rondas campesinas y representación política en tiempos del conflicto Conga en Cajamarca, PerúLetras Verdes 26 • 2019aseguran que lo mejor para sus hijos es migrar a la ciudad y estudiar o conseguir “mejores condiciones de vida”, aunque por ello no los tengan “luchando en las rondas”. Así, el efecto de la movilidad social cobra un alto precio a la organización comunal, desde el ámbito de lo colectivo y de la unión familiar. Sin embargo, al-gunos jóvenes deciden profesionalizarse con la idea de aportar al desarrollo de su comunidad.

 

A modo de conclusión

El conflicto Conga impactó directamente en los imaginarios, identidades y decisio-nes de vida de grupos como jóvenes y mujeres ronderas. Para las dinámicas de las rondas campesinas, Conga ha marcado una oportunidad de renovación y fortaleci-miento de la representación política y la identidad ronderil.Esa identidad se forja desde muy temprana edad para aquellos que han crecido en medio de padres ronderos y comunidades ronderas. Sin embargo, luego del inicio del conflicto minero Conga, y en función de las acciones de defensa desplegadas, muchos jóvenes y algunas mujeres decidieron unirse a las rondas campesinas, por identificarse con sus lógicas y estrategias, que (re)significaron la representación y la acción colectiva de las rondas en Cajamarca. Las rondas campesinas siguen siendo un organismo potente, cuya principal característica es la adaptación a los contextos contenciosos. En ese sentido, desta-camos el papel de los jóvenes y el creciente proceso de profesionalización, que ha constituido una notable oportunidad para la movilización social, así como para la renovación de estrategias colectivas y redes de comunicación que vigorizan a las rondas. Existe un grupo que ha elegido carreras profesionales conexas a la proble-mática que acarrea la presencia minera. Sin embargo, la migración a otras ciudades para estudiar o trabajar dibuja un dilema en torno a la necesidad y la pertenencia a las rondas.Las rondas campesinas compuestas por mujeres constituyen una representación política reconocida por su experiencia de más de 20 años y por sus acciones coor-dinadas para hacer frente al proyecto minero Conga, durante 2012. La identidad ronderil femenina también se potenció mediante el reconocimiento y el autoreco-nocimiento por su valioso papel. Al aumentar el prestigio se produjo, hasta cierto punto, una posibilidad de negociación con la pareja y los hijos, sobre las actividades en el hogar. Sin embargo, a diferencia de los hombres, las mujeres ronderas aún deben sortear limitaciones bajo supuestos patriarcales que limitan su representación política, mediante la división sexual de las actividades de la vida cotidiana.Así, espacios como las asambleas generales (presencia de hombres y mujeres) persisten en la desigualdad de condiciones para la reafirmación política de la mujer

150Páginas 133-152e-ISSN: 1390-6631Jorge Duárez-Mendoza, Jacqueline Minaya-Rodríguez, Junior Perez-Pachas y Joel Segura-CelisLetras Verdes 26 • 2019a través del uso de la palabra. Para un estudio más profundo de esa realidad, es ne-cesario prestar atención a otros espacios no “oficiales” o no escritos de las rondas: las coordinaciones antes de las asambleas, la casa, el centro de trabajo, los merca-dos y los comedores, por ejemplo. Estos son ámbitos altamente reveladores de las agencias, posibilidades y limitaciones de las mujeres ronderas. Queda pendiente saber si tanto hombres como mujeres jóvenes seguirán reproduciendo algunas de las formas de hacer política desde enfoques machistas, aprendidos de las personas más adultas, en espacios públicos y privados. Quizás sea necesario considerar la alternancia de género para los cargos más altos de representación ronderil, como las federaciones o frentes mixtos.Por último, es necesario resaltar que el nacimiento y la evolución de formas de organización colectiva como las rondas campesinas, y más aún la integración y alta participación de jóvenes y mujeres, son una respuesta ante la poca presencia y eficacia del Estado para satisfacer las necesidades de la ciudadanía. Ante ello, el líder deja de representar la voluntad de sus seguidores y surge la necesidad de formar nuevas formas de representación, nuevos líderes y demandas. Como parte de ese proceso, actualmente en las rondas convergen diversas motivaciones, dis-cursos y prácticas acumulados a través de su historia: un fuerte sentido de justicia, capacidades administrativas, defensa de los recursos naturales, además de orgullo y respeto por el trabajo ronderil. Todas estas características son parte del significado de ser rondero.

 

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