Con los resultados de las elecciones en segunda vuelta en el Perú y el triunfo del profesor rural y rondero Pedro Castillo para la designación de Presidente, alcanzando el 50,2% al haberse escrutado el total de las juntas electorales, este 9 de junio, se cierra un ciclo de procesos electorales en varios países de la región andina: Perú, Ecuador y Bolivia, que ponen de relieve la importancia que mantiene el pronunciamiento social y político de las poblaciones rurales, buena parte de ellas indígenas y campesinas, capaces de provocar movilizaciones y voluntades políticas que alteran y rompen un status quo del establecimiento gubernamental racista y dependiente.
Los procesos electorales son escenarios muy adversos y complejos para organizaciones sociales y políticas populares, así como para liderazgos que provienen de los estratos y movimientos rurales, campesinos e indígenas, pues deben enfrentar maquinarias de campaña, poder, de medios de propaganda muy aceitadas, caras y alienantes.
Es un remar contracorriente.
Por ello se aquilata aún más este pronunciamiento masivo desde las bases sociales en las zonas rurales donde golpea fuerte las condiciones de pobreza y exclusión, marcadas desde la visión de las élites como espacios atrasados y supuestamente menos trascendentes que las grandes ciudades y sus élites cosmopolitas. Qué decir del Perú con un centralismo en Lima muy acentuado.
Para que una propuesta política que emerge desde las zonas rurales, con raigambre en los y las sectores indígenas, campesinos, artesanos y profesores de escuela, que nace desde organizaciones asentadas en estas bases, con líderes que provienen de estas mismas capas sociales, que ellos mismos son parte de ese tejido social y con un proyecto de cambio social, contra el establecimiento, y que logre obtener tal fuerza que se reproduzca a nivel nacional y se torne una tendencia en todo el país, rompiendo tendencias habituales, y sea una opción de triunfo, se requieren enormes voluntades sociales, mucha cohesión, un contundente coraje contra el sistema imperante.
Es un acontecimiento trascendente.
Hablando desde el Ecuador reconocemos y valoramos este triunfo del candidato Pedro Castillo, del frente Perú Libre y del conjunto de la izquierda. Respetando las distancias y proporciones vale rescatar en el balance los logros positivos en la región que alcanzó acá la candidatura de Yaku Pérez con un 19,7% y del movimiento Pachakutik convertido en la segunda fuerza política del país y la segunda bancada parlamentaria.
Hay similitudes y diferencias, pero es necesario reconocer esta matriz común de la emergencia y presencia política enérgica, contundente, de los y las indios, runas, chagras, cholos; de los y las campesinos y trabajadores del campo; de los y las artesanos y profesores rurales, de los y las excluidos y marginados.
En ambos casos son liderazgos afirmados en la lucha social, en el caso de Yaku Pérez es en la organización indígena, en la lucha por la defensa del agua y de los recursos naturales contra el extractivismo, en el caso de Pedro Castillo es en la organización del magisterio, en la lucha de los y las educadores de escuela y colegio contra las reformas neoliberales.
Las luchas sociales siguen desempeñando un rol importante en la experiencia y pedagogía política de los sectores populares, logran enfrentar y romper las estrategias neoliberales, abrir paso y atención a nuevos discursos, que logran agrandarse hacia el espacio nacional.
Es pasar de un nivel: ¡Aquí estamos ¡, a un nivel cualitativo diferente: ¡Aquí estamos y nos atrevemos a disputar el poder político del país ¡, ¡Nos unimos para ello¡. Es enfrentarse, y en esta ocasión del Perú, ganar en la cancha de ellos, de las élites racistas y grandes propietarias que se creían los únicos predestinados y capaces de gobernar.
Pues ya no lo son.
Ahora desde lo profundo de las sociedades, desde las zonas marginadas del campo, hay una voluntad fuerte y un tejido social – político que se presenta con una fuerte voz y voluntad política, tenazmente marcada por la impronta étnica.
Una diferencia sustancial es que Yaku Pérez no pudo pasar a la segunda vuelta por un fraude, en cambio Pedro Castillo logró pasar a la segunda vuelta y enfrentando una arremetida feroz de la derecha, supo y pudo aglutinar a un gran bloque social y político que le lleva a obtener el 50,2% de la votación y ganar la Presidencia.
Es el logro la unidad de fuerzas políticas, pero mas que eso es el logro de levantar nuevas adhesiones en los barrios populares, de los marginados y excluidos en las grandes ciudades.
Sin lugar a duda las crisis económicas y sociales agudizadas en los contextos de pandemia, donde se ha evidenciado la imposibilidad del aparato estatal y los gobiernos de atender la demanda básica de proteger la vida la población, han jugado un rol importante.
Añadir los escándalos de una corrupción lacerante de aquellas mismas élites gobernantes, convocan a mirar hacia otro lado, a liderazgos auténticos provenientes de los propios sectores populares, de sus organizaciones y partidos.
Y recuperar las culturas, lenguajes y símbolos de los pueblos, como aquello de convertir en bandera de identidad el viejo lápiz de madera y carbón, o la chakana de los pueblos indígenas, y el antiguo pero vigente lema de: “solo el pueblo salva al pueblo”.
A nadie escapa los enormes desafíos y las condiciones complejas, adversas, a las cuales debe enfrentarse el gobierno de Pedro Castillo, más aun si sostiene el programa político que lo llevó a la presidencia. La tiene muy difícil.
La evolución que tenga el proceso político peruano sin lugar a duda traerá importantes experiencias y lecciones, pero lo obtenido ya es de por sí un triunfo histórico.
Y una de las enseñanzas fuerte es que en la región andina las zonas rurales, los y las marginados y excluidos, pueblos indígenas y campesinos, tienen una voz y voluntad importante, decisoria.
Es una lección del presente, en pleno siglo XXI.
También es grato constatar como las búsquedas intelectuales para entender estos abruptos fenómenos políticos llevan a recuperar pensamientos claves en la historia de nuestras naciones, como resaltar las obras de José María Arguedas y sus textos fundamentales: “Los ríos profundos” y “Todas las sangres”, que aun hoy nos dan pistas profundas para el futuro de nuestros pueblos andinos y amazónicos.
Francisco Hidalgo Flor: Profesor de Sociología Agraria en la Universidad Central del Ecuador; correo:: fjhidalgo@uce.edu.ec