El “Gran Reinicio” es el significante que se escucha desde el segundo semestre del año de la pandemia 2020 y con más fuerza en este año 2021. La “gran propuesta”, desarrollada por Klaus Schwab, presidente del Foro Económico Mundial y por Carlos de Gales, fue acogida como parte de la agenda de discusión del Foro de Davos en su primera reunión en enero del 2021. El Gran Reinicio, establece desafíos económicos, ambientales, sociales y tecnológicos, sobre la premisa de que la crisis del COVID-19 ha acelerado tendencias que eran evidentes antes del inicio de la pandemia, como la digitalización o la necesidad de un desarrollo sostenible e inclusivo.
La propuesta plantea el diseño de sistemas sostenibles y resilientes, el impulso de la transformación y el crecimiento responsable de la industria, la mejora de la administración de nuestros recursos comunes globales, el aprovechamiento de las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial, el avance de la cooperación mundial y regional. El lema del Foro de este año fue construir un mundo más sostenible e inclusivo, el mismo que puede compararse con la intención, al menos en el discurso, del Acuerdo de Bertton Woods, en lo que tiene que ver con intentar resolver los problemas sociales, no así con la nueva perspectiva ecológica y sostenible, que hace 77 años no era un desafío. Tampoco en esa época era un desafío la transformación tecnológica, como lo es hoy, quizás porque es 4ta transformación tiene implicaciones en el desarrollo humano que ninguna anterior las tenía. Probablemente la humanidad se encuentre en el umbral de una mutación no biológica, sino tecnológica de su especie.
Se podría hablar que hay dos grandes pactos en la propuesta del FEM del Gran Reinicio: uno el Green Deal y el otro el Digital Deal. ¿Cuál es la relación entre el uno y el otro? El reordenamiento del mundo que se dibuja en las ideas desarrolladas en la propuesta del llamado Gran Reseteo y que se discute en el Foro de Davos, apenas se insinúa para la consciencia de la población mundial, aunque ciertamente no empieza ahora, sino desde hace al menos el incido del siglo XX, cuando los signos de la fractura sistémica ya se veían con más claridad. En un ejercicio de contrastar perspectivas teórico-históricas con ciertos datos de la realidad que ya se deja captar, intentaré hacer una proyección conceptual lo que podría significar este Gran Reinicio y hacia qué nueva demanda de dominación apunta.
El Green Deal expresa sin lugar a dudas que las élites globales articuladas al Digital Deal han asumido que existe un daño ambiental producto del desarrollo del capitalismo, tanto en su versión liberal/neoliberal, cuanto en su versión Keynesiana. Todo el desarrollo industrial y pos industrial asentado en el uso de los combustibles fósiles, energías que ahora reconocen como sucias, y en la expansión del modelo extractivista han causado un desequilibrio ecológico que pone en riesgo la vida del ser humano el planeta que hoy lo ven como planeta triste. La producción y el consumo desmedidos del crecimiento ilimitado han topado el límite ecológico. El reconocimiento de esta realidad se muestra desde hace unos 30 años, periódicamente se han celebrado cumbres y acuerdos sobre el clima. Entre los más significativos están: La primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Alemania, el Protocolo de Kioto, la aprobación de la Enmienda de Doha y, quizás el más importante, el Acuerdo de Paris del 2015. Aunque las decisiones no han sido unánimes y no siempre se han respetado, la preocupación ya existía desde hace 4 décadas.
Es posible que, después de 40 años de intento de frenar el modelo de desarrollo productivo sin resultados reales, hayan considerado que la pandemia es la oportunidad para hacer un reseteo profundo del modelo de crecimiento ilimitado. Como toda élite a lo largo de la historia de la humanidad que cree propiedad suya el espacio natural y social de su expansión, la actual supone que el planeta es suyo y que es momento de cuidarlo, de hacerlo un planeta feliz. Hay que parar la producción y el consumo obsceno que en su momento ellos mismos impulsaron con su energía sucia. Hay que empezar cambiando el patrón energético hacia las energías limpias e ir abandonando el patrón de los combustibles fósiles.
Toda esta propuesta es quizá mucho de los que los pueblos ancestrales y los movimientos ecologistas venían exigiendo desde hace décadas, ahora parece que las dos expresiones del cooperativismo del poder, El Foro Económico Mundial y el Foro de Davos, la asumen como su gran propuesta para reiniciar la sociedad. El Gran Reinicio es casi el sueño hecho realidad, sin embargo, por el lugar de su enunciación, debería despertar en los pueblos una justificada duda de la intención de la élite global que la empuja. Duda que abre las siguientes preguntas:
¿De dónde surgió esta repentina preocupación por la salud del planeta? ¿Qué implica ésta? ¿Bajar el nivel de producción y con ello el crecimiento que ha sido un pilar en la ideología del capitalismo? ¿Construir una nueva sociedad? ¿Seremos todos los pueblos, que cohabitamos el planeta, beneficiarios de esta nueva perspectiva ecológica y tecnológica? ¿las energías limpias que proponen serán accesible a todos los habitantes de los cuatro continentes? ¿La tecnología digital nos hará más libres o más esclavos al ojo vigilante? ¿los pueblos del sur seremos parte de esta nueva sociedad ecológica y tecnológica, o seremos el desecho de su construcción? ¿este Gran Reseteo nos llevará a mayores niveles de justicia igualdad y libertad o a mayores niveles de injusticia, desigualdad y esclavitud? ¿es realmente una visión integradora o una visión radicalmente excluyente?
Hay un principio del pensamiento crítico y del deseo humano que no debemos abandonar, dudar de aquello que viene de las élites que dirigen la sociedad, dudar del lugar privilegiado de su enunciación, dudar de sus intenciones que por experiencia histórica buscan sostener sus privilegios. Es imperativo que los pueblos se pongan a estudiar críticamente esta propuesta, para que no se nos imponga como única opción social, como se han impuesto otras tantas recetas desde los centros de poder, cuyas consecuencias han sido nefastas para nuestra vida común.