Todos podemos hoy sentirlo, la cotidianidad se llenó con la Coronacrisis de colapso. Algo está roto presentimos, algo no se recompone, algo va en picada, en caída. Se aceleró el tiempo, se contrajo el espacio, algo a veces ahoga, algo a veces aprieta, algo mata. ¿Qué es?
El giro ambiental en las Ciencias Sociales había mantenido de forma más o menos estable una serie de categorías y explicaciones a fenómenos para dar cuenta de la crisis socioambiental que atravesamos. Con cierta especificidad las cifras sobre calentamiento del planeta, pérdida de la biodiversidad que desde las ciencias “duras” advierten nos mantiene en una alerta permanente que relacionamos más a la ciencia ficción que a una realidad del presente, en especial en las grandes urbes globales. Esto siempre fue atizado por formas de ficcionalización de las crisis en los medios, que mantienen a las carteleras de cine y series llenas de estrenos distópicos, de forma paradójica representan los problemas a la vuelta de la esquina del presente moderno.
Con la pandemia, de pronto, todo se hizo colapso fuera de las pantallas. Las crisis colapsaron discursivamente. Toda categoría para explicar los social, lo ambiental, lo económico, quedó aplanada e incluida en la Coronacrisis. Sin embargo, pareciera que esa sorpresa del acontecimiento que persiste se debiese más a la poca comprensión del pasado inmediato, a la no escucha de las constataciones de las hipótesis y advertencias que se venían anunciando. Como el niño que felizmente ignora que va a morir un día. Basta recordar que en 2019 la OPS advertía la amenaza de una pandemia como uno de los principales riesgos para la salud[1].
Pero volvamos a esta idea del colapso. Colapsar implica destrucción, implica que algo se detiene o cesa en su actividad vital, algo disminuye en su posibilidad de continuar (RAE, 2021). En este sentido y como un gran cuerpo de conexiones infinitas las redes de vidas se encuentran minimizadas, cercadas e imposibilitadas para reproducirse. Esta idea de reproducción es sumamente importante porque es el corazón central que mantiene todos los sistemas, humanos y no humanos incluyendo el capitalismo.
La Crisis Civilizatoria tiene un rato contándose, narrándose, describiéndose. Una de sus marcas es el Antropoceno, o como dice Svampa un concepto síntesis de esta crisis[2]. El término fue acuñado originalmente por Stoermer y Crutzen (2000) y hace referencia a la fuerza ambiental destructiva de la humanidad que llega a escala geológica. Hay un debate sobre su punto de inicio y hay además una diferencia marcada en términos temporales en relación a otras eras geológicas, como la era anterior: el Holoceno. También se discute si a esta nueva era geológica marcada por la acción del hombre sobre el planeta se le deba nombrar en clave política y económica Capitaloceno en tanto el colapso responde a las consecuencias de lógicas de organización político-económicas y culturales particulares adjudicables a la forma del desarrollo capitalista. Sin embargo se avanza hacia cierto consenso científico y su ocurrencia es innegable[3].
Las lógicas de mantenimiento de las condiciones para la crisis actual civilizatoria requieren estrategias como los vaciamientos y violación de los territorios, por ejemplo, el imaginario de la Amazonía como un espacio vacío y explotable. Esta imagen feminizada como territorio violentable resulta parte del imaginario esencial del desarrollo en Latinoamérica. Por eso las mujeres marchan porque las violencias son diferenciadas. El colapso ambiental ha causado injusticias epistémicas parte de la deuda ecológica y patriarcal y un borramiento de las mujeres con sus comunidades como sujetos con agencia epistémica para aportar a las soluciones requeridas.
Coordenadas ecofeministas
Desde los feminismos socioambientales diversos, las ecologías políticas feministas, pero en especial desde las ecofeminismos y las economías feministas la noción de reproducción y la de sostenibilidad de la vida son fundamentales pues evidencia como la vida no se centra en las actividades productivas que son una falacia ontológica, es decir no somos lo que producimos, sino en que somos interdependiente y eco-dependientemente capaces de reproducirnos. Sin embargo, el foco sobre el mercado, el dinero, los intercambios monetizables como ejes de nuestras vidas modernas nos ha colocado en riesgo de muerte, arrasando con otras formas de vida que son racializadas, miradas androcentricamente y naturalizadas como bienes explotables que sustentan nuestro desarrollo colonial y falsamente infinito. La idea de límite hoy es experiencia, vivimos una realidad que nos confronta con los límites de nuestro modo de estar y vincularnos en redes de vidas sostenibles.
De esta manera se hace evidente que sin trabajo reproductivo no hay vida. Este trabajo ha estado sobre los cuerpos de las mujeres y cuerpos feminizados históricamente, no por razones naturales como la ciencia quiso imponer, sino por razones culturales patriarcales que colocaron al hombre por encima de la mujeres y la naturaleza, a la emoción por encima de la razón masculina, a la cultura sobre la naturaleza y un largo etcétera de relaciones de dominación, analizadas como dualismos desde los ecofeminismos, y que se dan por sentadas, normalizadas y mantienen las múltiples crisis ocasionando el colapso.
La mecanización de los procesos naturales y el avance tecnológico marcan una manera de ver la vida, una escisión, la naturaleza como una gran máquina productora de bienes. La modernidad se impuso de esta manera con esta lógica permeando los procesos productivos e invisibilizando los procesos reproductivos, la fantasía antropocéntrica de la producción económica se basa en la externalización patriarcal e invisibilización de los trabajos de cuidados, mayormente feminizados, que sostienen las redes de vida, en la explotación imposible de la naturaleza y en la falacia de que la única medida de valor de las cosas y la naturaleza es el dinero. Para mantener esta fantasía ha intentado el borramiento de toda forma de diversidad, social, cultural y ecológica, conduciendo a la muerte a la vida como la conocemos. Por ello, desde los ecofeminismos diversos, el planteamiento es que el capitalismo que sostiene como sistema la acumulación infinita por desposesión y dominación de las mujeres y nos confronta con la contradicción vida-capital (Pérez Orozco, 2011). Hoy por hoy representa para latinoamerica hiper-extractivismo para mantener las desigualdades producidas por el sistema hiper-capitalista, sólo recordemos que el 1% más rico del planeta mantiene en pobreza y esclavitud moderna al otro 99% de la humanidad y vidas todas.
La crisis civilizatoria es representada de forma diferenciada por los sujetos que la viven. Decir crisis es hablar de una multiplicidad de problemáticas que entroncan en un momento de la civilización que se encuentra en una disyuntiva, capitalismo o muerte. Extractivismo depredador, aniquilación de especies, emergencia hídrica, desmovilizados ambientales, sacralización de los estados y corporaciones que termina en sociedades autoritarias, las relaciones con estos poderes se realizan de manera transaccional, desigual y con la idea de que no existe alternativa al crecimiento y al desarrollo.
Las emergencias de las urgencias
Nombrar resulta a menudo de la expresión de una urgencia. Es marcar una diferencia. ¿Qué nombra el Antropoceno?
Como decíamos, la humanidad es una fuerza geológica caracterizada por la pérdida de diversidad biológica, deforestación y por afectaciones antropogénicas climáticas que han conducido a un colapso. ¿Qué nombra el Antropoceno? Una forma de entender al tiempo y al espacio. Marca una lógica de necesidad de perpetuación del capitalismo a toda costa. Por ello este se reactualiza discursivamente todo el tiempo y coloniza los contra-discursos resignificándolos para seguir perpetuándose, como ocurre con el discurso de la economía verde que habla de sustentabilidad, de regeneración, de sostenibilidad y vida en total contra sentido a lo que estas nociones refieren para los actores desde abajo.
Hay un lado B que no se nombra y que hoy está constituido por las emergencias en doble sentido, emergencias porque surgen y emergencias porque resultan en fuerzas de creatividad para regenerar desde la urgencia. De aquí emergen las formas de autonombrarse las resistencias y modos de estar para evitar el colapso. Hay una disputa en donde se juegan las autonomías para la vida. La diversidad es la política de la urgencia. biodiversidad, diversidad política, diversidad de estar, sexual, en sus sentidos amplios que remiten a las redes de vida y comunidades.
El marchar de las mujeres, bailar, fiestar, la indignación comunitaria, formas todas de políticas. Las constelaciones de emergencias para decirse y constituirse políticamente toman formas inesperadas y se hacen en presente. A la vez, se esparcen discursos de odio que con las tecnologías y redes sociales cobran deseos y promueven las censuras, en clara tendencia a la homogeinización y la necropolítica. Asistimos al tiempo de la disputa por la vida en sentido radical. Las raíces del modelo civilizatorio buscan afianzarse, tanto como buscan expandirse formas enraizadas de re-existencias, hay un doble movimiento. La intensificación del metabolismo social nos ha llevado a un punto decisivo donde la creatividad política es urgencia presente y no una ficción. Cuando se dicen ser Cura da Terra[4], las mujeres indígenas amazónicas se dicen cuerpos-territorios-tierra con el saber, el hacer y la posibilidad real de regeneración de la vida en clave civilizatoria. Es, son, y enactuan en contrasentido a los impactos del capitalismo (como enfermedad), regenerando desde la raíz.
[1] Organización Panamericana de la Salud (2019). Disponible en: https://www3.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=14916:ten-threats-to-global-health-in-2019&Itemid=135&lang=es
[2] Svampa (s/f) El Antropoceno, un concepto que sintetiza la crisis civilizatoria. Disponible en: http://www.unter.org.ar/imagenes/Svampa_%20Antropoceno%20y%20crisis%20civilizatoria.pdf
[3] Se pueden revisar los avances del Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno (2019) publicados en Nature. Disponible en: https://www.nature.com/articles/d41586-019-01641-5
[4] “‘Cura da terra’, se nombran las hermanas de los biomas de Amazônia, Cerrado, Pantanal, Pampa, Caatinga y Mata Atlántica en Brasil” Ver manifiesto 2020: https://curadaterra.org/ o la convocatoria a la marcha de mujeres en 2020 desde APIBI: https://apiboficial.org/2020/08/01/mulheres-indigenas-o-sagrado-da-existencia-e-a-cura-da-terra/