El nombramiento del primer Ejecutivo del presidente, Pedro Castillo, en Perú ha dejado en claro que el maestro rural apuesta mucho por la izquierda, muy poco por las mujeres y deja una enorme incertidumbre en el lado económico.
Los nombramientos, polémicos y duramente criticados, ubican a Castillo más cerca de la izquierda radical que defiende el partido Perú Libre que de la moderación que exhibió en la campaña electoral, con un equipo más orientado a contentar a los diferentes sectores de la izquierda que a unir a un país radicalmente fragmentado y polarizado.
Estas son algunas de las claves que explican la situación en el Perú.
Economía
A Castillo le costó mucho encontrar a un Ministro de Economía. Su mejor opción para reafirmar la moderación y el manejo sin sobresaltos de la economía era Pedro Francke, su principal asesor en la materia hasta la fecha y fue quien terminó quedándose con la cartera para alivio de mercados y gran parte de la ciudadanía.
Francke, de 60 años, había sido criticado duramente por Bellido y por el líder de Perú Libre, Vladimir Cerrón, en varias ocasiones por sus posturas centradas y conciliadoras con la ortodoxia económica y el jueves abandonó el Teatro Nacional de Lima, donde juraron los demás ministros, apenas minutos antes de la ceremonia.
Sin embargo, el economista sostuvo luego una nueva reunión con Castillo y este viernes el primer ministro Bellido le expresó su respaldo público en un mensaje publicado en Twitter.
“El economista Pedro Francke tiene todo nuestro respaldo para la aplicación de la política económica de estabilidad, expresada en el plan del Bicentenario sin corrupción en el país. Trabajaremos en conjunto y unidad por la patria”, sostuvo Bellido.
Al asumir el cargo, Francke juró “por un avance sostenido hacia el buen vivir, por la igualdad de oportunidades sin distinción de género, identidad étnica ni orientación sexual, por la democracia y la concertación nacional”.
El peso de cerrón
Todas las decisiones tomadas por Castillo apuntan a que Cerrón, un controvertido médico marxista, exgobernador regional condenado por corrupción e impedido legalmente de ocupar a un cargo público, influye más en las decisiones del presidente que lo que éste admitió.
La figura de Cerrón es tóxica para muchos, incluso para gran parte de los que votaron por Castillo y que confiaban en que se distanciaría de la misma.
Nombrar a Bellido como premier, un político homófobo, que cree que Cuba es una democracia y al que le cuesta calificar de terrorismo a las atrocidades de Sendero Luminoso, es un paso opuesto.
La única virtud política de Bellido parece ser su proximidad al líder del partido.
“La alianza de Castillo con Cerrón es clara. La elección de Bellido y mantenerlo en el poder sobre figuras como Francke, lo que hace es simplemente transparentarlo”, resumió Venturo.
Izquierda antigua
El Ejecutivo es eminentemente político y cuenta con representantes de diversos sectores de la izquierda entre diputados, ex diputados, ex candidatos, figuras históricas y sindicalistas.
Lo que no tiene son independientes de centro que permitan dar un mensaje de apertura, “de ancha base” y con vocación de diálogo.
“Es una izquierda provinciana, que está acostumbrada a la confrontación y polarización para negociar desde ese escenario de conflicto. Pero no entienden que el escenario de Perú hoy día no es adecuado para esa forma de hacer política”, señaló Venturo.
Más allá de eso, se trata también de un gobierno de izquierda conservadora, tradicional y “anacrónica”, como denotan perfiles como el canciller Héctor Béjar, un sociólogo y exguerrillero de 85 años, Ciro Gálvez, un notario quechuablante e indigenista de 72 años que será ministro de Culturas.
“Son cosas del pasado. Que este gobierno ni se acerque a la paridad de género es algo no visto en varias décadas. Y tengo la impresión de que aterrizará una gestión estatista en la que el Estado será el principio y el final de toda dinámica social y política. Eso es lo que estamos viendo”, dijo Venturo.
Género y minorías
La ausencia de mujeres, por un lado, y los comentarios homófobos de Bellido, por otro, dibujan claramente algo que ya se sabía: Castillo, cuyos orígenes son muy conservadores y religiosos, no se plantea los temas de equidad y discriminación como una prioridad.
En este aspecto las críticas han recaído en el papel del partido Nuevo Perú, la izquierda progresista dirigida por la ex candidata presidencial Verónika Mendoza, que ha sido el único grupo político destacado más allá de Perú Libre en saludar al gobierno de Castillo.
También le han aportado a Anahí Durand, una socióloga feminista muy próxima a Mendoza que será la ministra de la Mujer, cuya labor principal será la de defender en el seno de un ejecutivo abrumadoramente masculino y masculinizado, los tenues avances en políticas de género que ha tenido el país.
Sin embargo, las primeras voces feministas y de activistas LGTBI han sido de abierta crítica y consideran a este Ejecutivo como un paso atrás “de quince años”.
El congreso y la bala de plata
Los cuestionamientos hacia el Ejecutivo son de tal calibre que muchos ven en él una estrategia deliberada para que el Congreso, dominado por una oposición que va de la extrema derecha al centro liberal, le niegue la confianza y desencadenar así una crisis de Gobierno.
El Congreso puede negar su confianza al gabinete ministerial en pleno y forzar su reemplazo, pero sólo lo puede hacer dos veces en la legislatura de cinco años.
Si eso sucede, la Constitución habilita al presidente a disolver la cámara y convocar nuevas elecciones, por lo que quemar esta “bala de plata” apenas días después de iniciada la legislatura es arriesgado.
De momento, Castillo cuenta con el apoyo de sus 37 diputados en el Congreso, los 5 de Juntos por el Perú (la coalición donde está Nuevo Perú) y algunos diputados del centro político que de momento impiden la posibilidad de un proceso de destitución presidencial.
El Congreso sí tiene la opción de censurar ministros y forzar su salida uno a la vez si así lo quisiera.