Tenemos una ardua tarea para detener desde la Justicia ancestral la frontera: ambiental, petrolera, minera y agrícola para la pervivencia mediante la activación de los planes de vida desde la oralidad de los pueblos y naciones en reconocimiento de la diversidad y los distintos enfoques de género, mujer, familia y generación.
Por: Armando Wouriyu Valbuena.
“En el espacio vital aéreo, marítimo y terrestre, están las historias de orígenes de los pueblos y naciones nómadas, sedentarios y seminómadas, sus deidades y espíritus, principios de armonía y equilibrio, solidaridad y reciprocidad, complementariedad con responsabilidad, acorde al ecosistema de donde somos originarios o nos hemos establecido, desiertos, llanuras, bosques, sabanas, montañas y costas; de allí la diversidad en sistemas económicos y alimentarios, estructuras sociales, políticas y militares.” (A. Wouriyu Vabuena.)
Los Pueblos y Naciones nómadas hemos sido desposecionados del espacio vital por acciones de orden administrativo mediante la figura de Baldíos [la palabra “baldío” viene del árabe بليد (balyd = vano, aburrido, sin valor). De ahí también las palabra balda y la expresión “en balde”] la república continuo las acciones recurrentes del imperio católico español mediante su institución administrativa del Virreinato de la Nueva Granada, afectando los sistemas económicos y alimentarios, con las consecuencias de la desestructuración social y política con sus instituciones, aún resistimos los Yukpá, Wamonaes y mucho más.
En los años posteriores a lo denominado “independencia” por los republicanos bajo la figura de baldíos, se entregaron miles y miles de hectáreas al cuerpo de militares que participaron en estas labores de expulsar al imperio católico español, y estas tierras son las de los pueblos y naciones nómadas, sedentarios y seminómadas, de allí que las constituciones y leyes no reconocían los derechos de la propiedad de los pueblos y naciones originarias, solo hasta 1890 mediante la ley 89 se nos reconoció el uso y goce de los derechos civiles mediante la figura de resguardos, luego de varias décadas de anular resguardos creados por el imperio católico, en algunos momentos se reconocía y en otros se desconocía.
La Ley 89 de 1890 fue destinada para someter a la vida civilizada a las personas de las naciones y pueblos originarios a la vida civilizada, considerados salvajes por la república.
La política pública de adjudicación de los territorios de los pueblos y naciones originarias bajo el nombre de baldíos viene del no reconocimiento como seres humanos y su asimilación a los animales bajo el peyorativo de salvajes o irracionales usados por todos los estamentos sociales, desde el legislador hasta los cuerpos militares y policivos que favorecen los desalojos de los desalojos o los propios campesinos, se ha utilizado para la adjudicación de tierras a grandes latifundistas y campesinos, para fines públicos como son las vías férreas, carreteras áreas de colonización, pagos de deuda interna, incentivo para la inmigración internacional, etcétera, esta situación se ha desarrollado con fuerte intensidad en estos dos últimos siglos en el Caribe, pacifico, llanos, amazonia y el centro oriente, causando serios deterioros a la vida de las familias de los pueblos nómadas y al ecosistema, instaurando un tipo de economía depredadora.
La dinámica de adjudicación de baldíos creó situaciones difíciles con leyes, decretos y demás normas al pueblo Bari con los azotes de colonización, donde se articulaban recursos económicos desde el ministerio de hacienda, se fortalecía la policía rural, se abrían caminos y mediante acciones de guerra se asesinaban a seres humanos expropiándoles el espacio vital para sus economías de recolección, pesca y cacería y los lugares espirituales sagrados para la armonía de la vida y la proyección de futuras generaciones.
Al inicio de la explotación de petróleo del subsuelo de los nómadas uno de los más afectados a comienzos del 1900 fue el Pueblo Bari, quienes con sus flechas y arcos confrontaban en acciones de guerra al ministerio de defensa en resistencia del espacio vital, sus economías y soberanía alimentaria, esta guerra de la republica contra la nación Bari, dio un compás de espera en los años setenta del siglo pasado, luego de perder al sitio sagrado hoy conocido como Tibú.
La Organización Nacional Indígena de Colombia - ONIC en su Asamblea Nacional Constituyente (Décimo Congreso) llama al restablecimiento de las leyes de origen para la recuperación del espacio vital de los pueblos y naciones nómadas en el proceso de fortalecimiento de la resistencia para el reposicionamiento de los derechos de los pueblos indígenas y los derechos de los derechos humanos y paz, tarea fundamental correspondiente a la consejería mencionada.
Tenemos una ardua tarea para detener desde la Justicia ancestral la frontera: ambiental, petrolera, minera y agrícola para la pervivencia mediante la activación de los planes de vida desde la oralidad de los pueblos y naciones en reconocimiento de la diversidad y los distintos enfoques de género, mujer, familia y generación.
La tarea es compleja y dura en el recupera de la dignidad para la libertad y la paz desde los principios del vivir en armonía con las leyes de la naturaleza.
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