Después de caminar entre la mirada sorpresiva de los suizos, la presión policial. La manifestación que acompañó a los zapatistas del Escuadrón 421 cruzó el río Rin hasta llegar al campamento para continuar con las actividades como pláticas, música y pintura.
29 agosto, 2021
El Escuadrón 421 del EZLN habló en Suiza del tejido de arcoíris de 68 colores de lo que hoy es México: los pueblos indígenas. Las consignas venían en español, italiano, francés o alemán, el sonido era distinto pero el mensaje es el mismo: «Solidaridad con el pueblo” o “revolución antifascista”
BASILEA, SUIZA.- El silencio en Basilea se rompió con los gritos de manifestantes en distintas lenguas: “El pueblo unido jamás será vencido”. Luego se abrieron paso hacia las principales calles de la ciudad, pero una valla de la policía impidió que la marcha avanzara hacia el tramo que los organizadores trazaron. A los lados, al frente y en la retaguardia se pintó con los colores del arcoíris como símbolo de bienvenida a la delegación zapatista que llegó a Europa el 22 de junio.
Desde la ciudad, rincón de Francia, Alemania y Suiza, se escuchó el grito de “México” y “Zapata vive”, por parte de los colectivos que acompañaron a los zapatistas en la marcha de bienvenida en Basilea, que llegó al noroeste de Suiza el sábado pasado.
Antes de la gran caminata una de las integrantes de la comisión de recepción dijo: “La historia de este país es la de saqueo de recurso natural y de personas, la historia del robo de semilla de cacao del continente africano…”
Cuando la voz de la mujer se apagó, la aglomeración avanzó al centro de Basilea, pero a unos 200 metros, una valla de policía les cerró el paso. Los manifestantes se detuvieron unos minutos frente a los gendarmes para gritarles consignas, después dieron vuelta y tomaron otra calle.
Después de caminar entre la mirada sorpresiva de los suizos, la presión policial. La manifestación que acompañó a los zapatistas del Escuadrón 421 cruzó el río Rin hasta llegar al campamento para continuar con las actividades como pláticas, música y pintura.
Así se vive el encuentro “Por la vida” a la orilla del Rin donde llegaron mujeres y hombres de Europa del Oeste. Es la región donde el capitalismo salvaje se desarrolló, también es el lugar donde los migrantes de los países pobres pueden trabajar por sus estatus migratorios.
Cuando la voz de la Montaña del Sureste mexicano se escuchó, el silencio invadió la carpa “Rebeldía” hasta convertirse en una selva donde lo único que se oye es la voz de las aves rebeldes. Así que, Lupita, Carolina, Ximena, Yuli, Bernal, Darío y Marijose del Escuadrón 421 hablaron del tejido de arcoíris de 68 colores de lo que hoy es México: los pueblos indígenas.
Los zapatistas narraron que llegaron a Europa para contarles a los de aquí cómo sobrevivieron 500 años en las montañas, para que el colonialismo no los devorara. Hablaron mucho, los escuchas estuvieron atentos, mientras que a la intérprete se le dobló la voz. No era la misma que había gritado una y otra vez en el corazón de Basilea.
No hubo presentación para saber si fue Bernal o Darío quien empezó la plática, pero uno de ellos inició con la conversación. “Venimos a platicar con ustedes para conocer su formas de organización y contarles cómo es nuestra forma de hacerlo y por qué estamos aquí” soltó.
Así empezó la plática que duró más de una hora. Las delegadas y delegados zapatistas hablaron de los modos de producción y explotación en las fincas de México, prácticas que continúan en los campos agrícolas donde llegan los jornaleros indígenas.
El hombre habló con seguridad, narró paso a paso la historia de sus antepasados: “Nuestros padres y madres, abuelos y abuelas, tatarabuelos y tatarabuelas vivían en las fincas, haciendas de unos terratenientes que los explotaban. Los finqueros o hacendados tenían mayordomo, capataces que golpeaban a los trabajadores que no rendían en el trabajo”.
Mientras los escuchas prestaban atención a la plática, en el patio de las carpas, los comensales hicieron una formación serpenteada para recibir su comida a cambio de unos euros o francos suizos que depositaban en una alcancía.
En el parque De Wette de Basilea, se abrieron las banderas de todos los colores y retumbaron las consignas: “Zapata vive la lucha sigue, Zapata vive la lucha sigue, Zapata vive la lucha sigue sigue sigue”. Mientras que en uno de los altavoces se escuchó el himno zapatista.
El recorrido avanzó entre las principales calles de la ciudad fronteriza, donde los activistas pintaron sus huellas de la protesta. “Ni una menos”, estamparon unas mujeres con aerosol, “Viva EZLN” sellaban otros más sobre las paredes donde pasaba el contingente.
Las consignas venían en español, italiano, francés o alemán, el sonido era distinto pero el mensaje es la misma demanda del pueblo “Solidaridad con el pueblo” o “revolución antifascista”.
La marcha se convirtió en una fiesta de muchos pueblos y lenguas maternas de cada rincón del planeta para alzar la voz en contra del oprobio que la humanidad ha repetido una y otra vez en su historia.
Así las cosas, mientras la policía se pierde entre el bullicio de Basilea, el canto de la resistencia avanza hacia Dreirosenbrucke (puente de las tres rosas) donde las consignas volvieron a florecer antes de que el frío y la lluvia congelara a los zapatistas.
Periodista ñuu savi originario de la Costa Chica de Guerrero. Fue reportero del periódico El Sur de Acapulco y La Jornada Guerrero, locutor de programa bilingüe Tatyi Savi (voz de la lluvia) en Radio y Televisión de Guerrero y Radio Universidad Autónoma de Guerrero XEUAG en lengua tu’un savi. Actualmente es reportero del semanario Trinchera.