El Parlamento Indígena, aplicación inmediata de la Constitución, del ejercicio de la democracia participativa, directa, comunitaria y representativa, puede convertirse, con ampliaciones e incorporaciones, en la Asamblea efectiva y plenamente democrática de los pueblos de Bolivia. Por este camino, el de la democracia directa y comunitaria, se pueden conformar los autogobiernos, que es uno de los objetivos enunciados en la marcha.
Entrevista con Raúl Prada Alcoreza
Raúl Prada es filósofo y sociólogo boliviano, investigador docente de la Universidad Mayor de San Andrés, miembro del grupo de intelectuales militantes Comuna con sede en La Paz, y participa en la política nacional de Bolivia. Se define como “escritor crítico, activista ácrata, artesano de la poiesis y militante ecologista”. Pero sobre todo, es una persona comprometida con la lucha de las y los de abajo. Lo consultamos para conocer su impresión sobre la nueva marcha indígena de pueblos de tierras bajas, cuyo primer contingente llegó esta semana a San Cruz luego de 19 días de caminata.
Según Prada, “la actual marcha indígena de tierras bajas expresa las causas profundas del conflicto de las naciones y pueblos indígenas con el gobierno neopopulista y el Estado Plurinacional, que de ‘plurinacional’ sólo lleva el nombre”.
– ¿Podrías describir brevemente las principales características de la actual marcha indígena, en cuanto a sus razones y demandas?
– La marcha indígena del CIDOB1 orgánico – porque hay un “CIDOB” espurio, conformado por el gobierno después del conflicto del TIPNIS en 2011, VIII y IX marchas indígenas en defensa del territorio, la Constitución, los derechos de las naciones y pueblos indígenas, en defensa de la vida – se da lugar ante los avasallamientos de tierras en los territorios indígenas, parques nacionales y áreas protegidas, por parte de los mal llamados “interculturales”, que siguen siendo colonizadores, como eran nombrados antes del cambio de nombre. Se trata de un estrato social campesino, contingente demográfico campesino trasladado, en un principio, como consecuencia de la reforma agraria de 1953 con objeto de la colonización de la Amazonia, que se consideraba vacía de población humana por parte de la oligarquía gamonal de la flamante república, constituida después de la guerra de la independencia. La jerarquía del MNR, partido nacional popular, heredó esta concepción y la usó para poblar y abrir la frontera agrícola en la Amazonia.
Como puede verse, la oligarquía gamonal y la casta política liberal y nacionalista ignoraron a las naciones y pueblos indígenas de la Amazonia y el Chaco; hicieron como si no existiesen, cuando las misiones jesuitas emprendieron la colonización religiosa de la Amazonia y el Chaco, fundando parroquias y misiones, transcribiendo las lenguas de multitudes de pueblos, distribuidos en los ecosistemas amazónicos y chaqueños, moviéndose fluidamente por la Cuenca Amazónica y la Cuenca del Río de la Plata. En la contemporaneidad las castas políticas neoliberales y neopopulistas, de la misma manera que antes, ignoran taxativamente a las poblaciones nativas, como si no existieran las naciones y pueblos indígenas de tierras bajas. Esto es más grave que antes, pues la Constitución del Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico consagra los derechos de las naciones y pueblos indígenas de tierras bajas y de tierras altas. Derechos territoriales; derechos institucionales, al autogobierno; derechos culturales, legua propia y cultura propia; derechos jurídicos, normas y prácticas propios, Justicia Originaria; derechos plurinacionales, conformar la representación de la Asamblea Legislativa Plurinacional, en las proporciones correspondientes, de acuerdo a sus propias formas de elección comunitaria.
– Hablas de una re-colonización del Estado realizada por el gobierno de Evo Morales y Álvaro García. ¿Cómo se relaciona este proceso fallido y tergiversado de descolonización con la actual marcha?
– Paradójicamente, después de la promulgación de la Constitución (2009) por parte del presidente Evo Morales Ayma, la misma fue sistemáticamente vulnerada y desmantelada por el autonombrado “gobierno indígena y de los movimientos sociales”. En vez de realizar transformaciones estructurales e institucionales en aras de la construcción y conformación del Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico, se restauró el Estado Nación, colonial y subalterno al dominio del orden mundial y de la geopolítica del sistema del mundo capitalista. Sólo se cambian los nombres. Todos los órganos de poder del Estado siguen la misma lógica de restauración y, es más, de recolonización. Por ejemplo, el Congreso, en vez de conformarse como un Congreso de naciones y pueblos, se conforma liberalmente como un parlamento bicameral, de senadores y diputados.
La secuencia de los conflictos políticos y sociales que enfrenta el régimen neopopulista, en la historia reciente, expresa palmariamente el carácter anti-indígena de las gestiones de gobierno, de la forma de gubernamentalidad clientelar, además de develar el carácter subordinado de este gobierno al dominio efectivo de las empresas transnacionales: la desnacionalización de los hidrocarburos, con los Contratos de Operaciones; la supuesta suspensión de la subvención a los carburantes, con la medida, llamada popularmente, del “gasolinazo”; el conflicto del TIPNIS, después de la ratificación y legitimación oficial del avasallamiento de más de 250 mil hectáreas del territorio indígena y parque nacional, por parte de contingentes cocaleros, cultivadores de la hoja de coca excedentaria, sobre todo, una vez acordado con el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, de la República Federativa del Brasil; la construcción inconsulta de la carretera que atravesaría el bosque primario del TIPNIS; el conflicto de Mallku Cota – tierras altas -, después de la firma del presidente de un contrato minero con una empresa transnacional, sin haber hecho la consulta previa, libre e informada a los ayllus. Al respecto, sigue la secuencia de conflictos del gobierno neopopulista con los pueblos indígenas, particularmente de tierras bajas, donde se pretende perpetrar la ampliación violenta y desmesurada de la frontera agrícola, ganadera, maderera, petrolera y minera.
Recientemente han estallado conflictos en los territorios indígenas y áreas protegidas de los entornos del Río Madidi, Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Madidi, además de la Reserva de la Biósfera y Territorio Indígena Pilón Lajas, debido al Proyecto Hidroeléctrico Chepete-El Bala. Este proyecto hidroeléctrico destrozaría el ecosistema irreparablemente, afectando dramáticamente a fauna y flora, abundantes en biodiversidad, además de desplazar a las comunidades indígenas, arrancándolas de sus territorios. El conflicto más reciente ha estallado en el Yungas tucumano de Tariquía, Reserva Nacional de Flora y Fauna, del Departamento de Tarija, ante la concesión para exploración petrolera, inconsulta del gobierno neopopulista de las gestiones de Evo Morales, del gobierno neoliberal de “transición” de Jeanine Añez Chávez y del gobierno neopopulista actual de Luis Arce Catacora.
Como se puede ver, la colonialidad y el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente han continuado por los caminos que la forma de gubernamentalidad clientelar ha abierto.
– A 41 años de la primera Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad, que representó un importante viraje en las luchas bolivianas, la impresión que se tiene a la distancia es que estamos ante un nuevo cambio, en el cual los pueblos ponen en primer plano las autonomías. ¿Crees que esta marcha representa una viraje histórico como la primera?
– La primera marcha indígena de tierras bajas, en 1990, abre un nuevo horizonte de luchas anticoloniales, descolonizadoras y sociales, después de la apertura, retrospectiva, del proyecto político y cultural del movimiento katarista, que emerge de la crisis del Estado nación y de la República en el contexto del período de dictaduras militares y en la coyuntura de la masacre del Valle, perpetrada por la dictadura del general Hugo Banzer Suárez. Su consecuencia inmediata fue la ruptura del Pacto Militar Campesino, y la consecuencia mediata fue la ruptura indígena con el Estado boliviano. Para el imaginario político, la marcha indígena de las naciones y pueblos de tierras bajas se da como irrupción y develamiento de las dinámicas y problemáticas políticas y culturales del oriente boliviano, las tres cuartas parte de la geografía política del país.
Las siguientes marchas ratifican el ingreso al escenario político de las naciones y pueblos indígenas de la Amazonia y el Chaco. Las dos grandes organizaciones indígenas, de tierras bajas y de tierras altas, el CIDOB y el CONAMAQ2, marcan la agenda de las resistencias y las movilizaciones sociales. El proceso constituyente y la Asamblea Constituyente no podrían explicarse sin su participación. Se incorporó al Cabildo de Cochabamba, en plena guerra del agua, la convocatoria a la Asamblea Constituyente, y se incorporó a la Agenda de Octubre esta convocatoria por iniciativa primordial de las mentadas organizaciones matrices de las naciones y pueblos indígenas.
La actual marcha indígena de tierras bajas, principalmente del departamento del Beni, expresa patentemente la causas profundas del conflicto de las naciones y pueblos indígenas con el gobierno neopopulista y el Estado Plurinacional, que de “plurinacional” sólo lleva el nombre. La primera causa tiene que ver con que la colonialidad persiste, el carácter colonial del Estado continuó sus dominaciones polimorfas a través del discurso neopopulista y la forma de gubernamentalidad clientelar y corrupta. La clara muestra de que esto ocurre lo evidencian las talas indiscriminadas de bosques, la ampliación demoledora de las fronteras agrícolas, ganaderas, petroleras y mineras; lo devela el avasallamiento de tierras por parte de los colonizadores, mal llamados “interculturales”, traficantes de tierras, principalmente chapareños, que se hicieron entregar tierras a nombre de comunidades fantasmas. El gobierno, corroído institucionalmente, empantanado en corrupciones galopantes, dispositivo del conglomerado burgués, compuesto por la antigua burguesía y los nuevos ricos, la burguesía rentista y la burguesía de la coca excedentaria y la industria de la cocaína, impulsa la quema de bosques, la destrucción de los ecosistemas, los avasallamientos violentos, favoreciendo a la reproducción de la burguesía mafiosa. Para perpetrar tamaña destrucción desmantela la Constitución, suspendiendo las generaciones de derechos consagrados en la Carta Magna, cometiendo crímenes constitucionales y políticos, etnocidios, ecocidios y democracidios.
La actual marcha indígena es la oportunidad no solamente de resistir a los avasallamientos, defendiendo los territorios indígenas y las territorialidades de los ecosistemas, sino también de retomar las luchas descolonizadoras y de liberaciones múltiples del pueblo boliviano y de los pueblos del continente de Abya Yala. El Parlamento Indígena, aplicación inmediata de la Constitución, del ejercicio de la democracia participativa, directa, comunitaria y representativa, puede convertirse, con ampliaciones e incorporaciones, en la Asamblea efectiva y plenamente democrática de los pueblos de Bolivia. Por este camino, el de la democracia directa y comunitaria, se pueden conformar los autogobiernos, que es uno de los objetivos enunciados en la marcha.
– Hasta ahora la reacción del gobierno Arce Catacora-David Choquehuanca fue minimizar la marcha, pero el MAS de Evo moviliza a sus militantes en contra. ¿Qué crees que puede suceder en los próximos días?
– ¿De qué depende lo que pase con la marcha indígena de tierras bajas? A partir de la secuencia dramática y, a la vez, alentadora de la marcha y de su impacto en la formación social y política de Bolivia. ¿De la correlación de fuerzas, del alcance de la crisis múltiple del Estado y de la sociedad, de las condiciones de posibilidad histórico políticas económicas y culturales? En el contexto mismo de la realidad efectiva del acontecimiento dinámico, de la composición móvil de la complejidad, sinónimo de realidad, cuya configuración es de la integralidad articulada de los planos de intensidad y de los espesores de intensidad, que hacen a la realidad efectiva, en este caso, atendiendo más a su densidad social. ¿Cómo se puede evaluar la fortaleza de una movilización? No tanto después, retrospectivamente, cuando ésta ha concluido y se conocen sus logros, sus alcances, sus limitaciones, sus frustraciones o, en su caso, sus alegrías, sino en el mismo momento del despliegue de la marcha, de su dinámico desenvolvimiento, del mismo trazo que se dibuja en la geografía política, inventando el camino al andar. ¿Acaso tenemos que detenernos en las razones y en la justeza misma de las demandas de la marcha de las naciones y pueblos indígenas? ¿Acaso hay un tribunal superior que va a atender de manera justa las pretensiones de uno y otro bando en pugna, y va a dirimir con razón, sabiduría y justicia? Conscientes de que no hay tal tribunal, ni mucho menos se puede esperar de los tribunales ordinarios del sistema de administración de justicia, corroído por dentro, corrompido en sus prácticas, derrumbado ética y moralmente en su propia interioridad subjetiva, recordemos que la revolución es, al final de cuentas, una acto heroico. Que los pueblos se enfrentan a la realidad y a la historia. La revolución es victoriosa, entonces, por lo menos, en un instante; los pueblos en rebelión, insurrectos, inventan otra realidad y otra historia. De esta manera, nos situamos en el núcleo intenso de energía, de deseo y de voluntad de la acción multitudinaria de los pueblos que liberan su potencia social. Se trata de la fuerza de la voluntad, este deseo social que usa la razón crítica para interpretar y convertir el deseo en voluntad política, convertir la voluntad política en acción. Es la voluntad colectiva la que puede abrir horizontes de visibilidad, de decibilidad, de enunciabilidad y de experiencia, inventando el porvenir. Entonces, todo el peso y la responsabilidad queda en los cuerpos de los protagonistas, de las y los movilizados, de las y los marchistas, en su capacidad de lucha, en su capacidad de combate. No ceder a las presiones del poder, a los chantajes del Estado, a la represión del terrorismo de Estado y del Estado terrorista de una casta política gobernante, que lo único que sabe hacer es optar por la violencia cuando es interpelada. Se defiende de la única manera que sabe hacerlo, destruyendo, descalificando, reprimiendo, encerrando, torturando y hasta asesinando. La casta política gobernante se defiende de una manera paranoica.
En consecuencia, la posibilidad del cambio, de la ruptura, de un nuevo comienzo, se encuentra en las manos, en los pies, en el cuerpo sensible y apasionado de los y las marchistas, de los y las movilizadas, en los flujos de fuga de las naciones y pueblos indígenas. Así también de los convocados, de los que apoyan a la marcha indígena, como ocurrió con la marcha indígena en defensa del TIPNIS. La defensa de la vida se encuentra en la capacidad creativa de la potencia social. Se halla en la convicción de los que se rebelan, de los que se movilizan, de los que marchan. La posibilidad de lograrlo se halla no solamente en las razones y en la justeza de la marcha, no solamente en las reivindicaciones valiosas de la marcha, sino, sobre todo, en esa capacidad estética volitiva de transformar el mundo, de trastrocar las composiciones mismas de las realidad social, composiciones definidas institucionalmente. Realidad capturada por el poder. De lo que se trata es de liberar la potencia social, liberando, a su vez, la energía misma, inherente, inmanente, en las formas institucionales, que se mueven en la superficie de los eventos y sucesos. Entonces es cuando se logra efectuar y realizar la voluntad social, se hace efectiva.
En resumen, podemos decir que los y las movilizadas, los y las marchistas, los convocados, que corresponden no solamente al pueblo boliviano, sino a todos los pueblos del continente y, también, por qué no, a todos los pueblos del mundo, en el momento en que se inicia la marcha de interpelación contra un Estado, que sigue siendo colonial, que está al servicio del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente, han vencido. Vencen porque rompen el silencio cómplice, vencen porque mueven el suelo donde se aposentan los pies de los titiriteros y marionetas del poder, porque hacen temblar el suelo de los que gobiernan, de los que se creen la representación del pueblo. Los y las marchistas vencen porque existen, de la manera como existen, rebelándose, insubordinándose, insurreccionándose; por eso, podemos decir que la marcha indígena ha vencido.
1 Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente, Chaco y Amazonía de Bolivia.
2 Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu.