La llegada de la delegación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) a Europa despierta ya entusiasmo, cautela y también crítica entre diversas personas de este lado del planeta. Desde viejos conocidos hasta generaciones que eran adolescentes cuando el EZLN irrumpió en la escena mundial, la Gira por la Vida zapatista levanta mucha expectativa
La presencia de la delegación zapatista en Europa genera entusiasmo entre sus simpatizantes, que celebran su voz anticapitalista que se estaba perdiendo en la izquierda, aunque reconocen que el impacto será limitado por estar confinado a círculos muy específicos
FRANCIA.- La llegada de la delegación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) a Europa despierta ya entusiasmo, cautela y también crítica entre diversas personas de este lado del planeta. Desde viejos conocidos hasta generaciones que eran adolescentes cuando el EZLN irrumpió en la escena mundial, la Gira por la Vida zapatista levanta mucha expectativa pero también varias preguntas en quienes se interesan en estos temas. Cuando todavía ni arrancan las actividades formales de este recorrido por Europa, el intercambio de opiniones y lecturas ha comenzado a darse.
El motivo para esta gira, que llevará a una comitiva indígena por más de 30 países en Europa y alrededores, se debe a los 500 años de la caída de Tenochtitlan ante Hernán Cortés y el inicio de lo que, históricamente, se conoce como «la Conquista”.
Y el escenario previo no podía estar más controvertido. Por un lado, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, envió hace meses una carta al Papa y a la monarquía española solicitándoles «pedir perdón» por la Conquista. A la par, el gobierno mexicano también ha tenido encontronazos con ciertas empresas españolas (mediáticas y de energía) que operan en México, acusándolas de abuso y de “ver a México como tierra de conquista», señalando que eso se ha acabado: «no somos colonia de ningún gobierno extranjero».
Por otro flanco, el EZLN reviró la carta de AMLO emitiendo un comunicado (“Una montaña en alta mar”, octubre de 2020, firmada por el Subcomandante Moisés) donde señala que ni el Estado español ni la Iglesia tienen que pedir perdón de nada y que esas pretensiones hacen «ecos de farsantes» que buscan «sembrar el rencor social», que «no nos conquistaron, (pues) seguimos en resistencia y rebeldía».
“Por desgracia hubo Conquista y también colonización, incluida la colonización mental”, dice Arantxa Tirado, politóloga catalana especializada en América Latina y a quien le llamaron la atención ciertos fraseos de esa carta zapatista, como cuando hace una reivindicación de ciertas referencias culturales españolas como argumento para no pedir, tampoco, el perdón de los españoles.
“Sorprende porque AMLO no le está pidiendo [la solicitud de] el perdón al pueblo español sino a las instituciones que simbolizan el poder del Estado español y que son las responsables a pesar de las distancias históricas. Son la línea de continuidad de lo que fue la Corona española.” Este perdón que solicita AMLO “es simbólico, no es un perdón que sirva de nada e incluso puede servir dentro de lo propagandístico”, detalla la especialista.
Para ella “hubo tanta conquista y tanta colonización que esa resistencia que reivindican los zapatistas no sólo al neoliberalismo sino también al orden pigmentocrático de la sociedad mexicana” es fruto de ese hecho histórico. “Para muchas personas fue un genocidio cultural y humano, y los focos de resistencia que existen desde entonces no han tenido la suficiente fuerza para decantar la balanza en un sentido contrario. Por eso sigue habiendo un centro en los países occidentales, en Europa y en el papel que las potencias quieren relegar a los países de América Latina y el Caribe”.
A Bernard Duterme, el sociólogo que más ha estudiado al zapatismo en Bélgica, el quiebre en la relación Europa-América Latina que promueve la gira le entusiasma:
“Me alegra que se invierta la clásica relación visitantes-visitados, que ‘el Sur’ venga a caminar ‘el Norte’, que militantes indígenas mayas desembarquen en Madrid 500 años después de Hernán Cortés en México-Tenochtitlán para intercambiar puntos de vista con quienes en Europa (‘abajo y a la izquierda’, según su fórmula) cuestionan el modelo dominante.”
Bernard Duterme, sociólogo.
“La delegación zapatista (en Europa) es una gran noticia, un momento privilegiado para los movimientos populares franceses”, opina desde Francia, Christophe Ventura, director de investigación y encargado del programa América Latina-Caribe en el IRIS (Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas, con sede en París).
Es muy probable que cuando el EZLN saltó a la luz pública en 1994, Ventura cursaba apenas el collège (la secundaria). Sin embargo, su interés por la política lo llevó más temprano que tarde a los zapatistas.
“La simbología de los zapatistas es muy importante. Un pueblo humilde pero organizado que cruzó el mar a pesar de las fronteras geográficas, naturales e históricas para crear un vínculo con luchas comunes. Es una lección muy fuerte. Acoger a la delegación será un motivo de entusiasmo para los movimientos europeos. Estoy seguro que se sembrarán semillas para nutrir los debates y reconstrucción de la izquierda”.
“Me interesa mucho ver cuáles son sus nuevos planteamientos y cómo en Europa pueden ser útiles”, confiesa Federico Mariani desde Roma, Italia.
Mariani fue parte de los llamados Monos Blancos (Tute Bianchi), aquel grupo de italianas e italianos que fungieron como escudo protector de los zapatistas cuando realizaron en 2001 la llamada Marcha por el color de la Tierra. Es por esto que la visita de viejos conocidos lo entusiasma:
“Hay un cambio enorme de los 90 a la actualidad. Tenemos ahora en Italia un gobierno de extrema derecha xenófoba, el de la Liga de (Matteo) Salvini. Una gran parte de la mal llamada izquierda gobierna con Salvini. Es un aliento esperanzador que esta llegada mueva conciencias.”
Federico fue de los primeros europeos en interesarse directamente por el levantamiento zapatista. Entrevistó y filmó al subcomandante Marcos y promovió la palabra zapatista en su país, situación que dio frutos porque, hasta el momento, todo analista del zapatismo coincide en que fue en Italia donde se dio uno de los apoyos más fuertes en el extranjero al movimiento. Mariani, por tal motivo, estuvo yendo y viniendo de Chiapas durante casi 10 años. Él, junto a otras personas, participó en la construcción y puesta en marcha de la planta de energía eléctrica del municipio zapatista de La Realidad (hoy un Caracol).
“Personalmente las cosas de la vida me llevaron a alejarme. Tengo más de 15 años de no ir a México. No conozco (su realidad actual) y mi costumbre siempre ha sido conocer en primera persona. No sé cómo se han desarrollado las cosas. Pasé más de 10 años en solidaridad con el zapatismo pero esta idea del viaje, de la montaña, del barco que viene hacia Europa me entusiasma”.
Los siete zapatistas que conforman el Escuadrón 421 (cuatro mujeres, dos hombres y una mujer trans, “unoa otroa”) están ya en Europa. Comenzarán en breve su periplo por el continente, el cual tendrá como uno de sus momentos culminantes la llegada a Madrid, España, el 13 de agosto próximos, al cumplirse 500 años de la caída de Tenochtitlan tras el sitio impuesto por Hernán Cortés.
Los zapatistas llegan a Europa para decir “no nos conquistaron y estamos en resistencia” y para también “realizar encuentros, diálogos, intercambios de ideas, experiencias, análisis y valoraciones entre quienes nos encontramos empeñados, desde distintas concepciones y en diferentes terrenos, en la lucha por la vida. Después, cada quien seguirá su camino o no”.
Partieron del Caribe mexicano el 2 de mayo pasado bajo los designios de una leyenda maya, la de Ixchel, diosa del amor y la fertilidad. El viaje lo realizaron en el Stahlratte, un barco de vela de manufactura holandesa construido en 1903 para pescar pero que desde fines de los ochenta cambió de actividad para convertirse en una “fundación sin fines de lucro” alemana que es escuela de vela y transporte marítimo de personas y motos. Tras 50 días navegando, viaje a cargo del capitán Ludwig Hoffmann, finalmente llegaron a Europa.
El Escuadrón 421 no estará solo en estas tierras. En los próximos días si no es que horas se sumará otra delegación que llegará por avión. E igualmente no sólo el EZLN estará representado sino también el Congreso Nacional Indígena y el Frente de Pueblos en Defensa del Agua y de la Tierra de Morelos, Puebla y Tlaxcala.
A decir de la lista de organizaciones adherentes a la gira zapatista en Europa, que se enumeran por país en el comunicado llamado “Una declaración… por la vida”, la inmensa mayoría son de corte autonomista, autogestivo, anarquista. Hay poco o nada de sindicatos y ningún asomo de izquierdas de gobierno, partidistas, institucional o académicas. ¿A qué se debe esto?, preguntamos a las voces de nuestro texto.
Duterme, quien es director del Centro Tricontinental (CETRI, un espacio de estudio e investigación sobre las relaciones norte-sur con sede en Louvain-la-Neuve, al sureste de Bruselas), cree que el impacto de la gira será limitado por estar “confinado a los círculos de simpatizantes zapatistas -llamados aquí como ‘zapatizantes’ – y a una serie de luchas particulares: grupos de solidaridad con migrantes, iniciativas agroecológicas, ocupaciones urbanas por el derecho a la vivienda, movimientos contra proyectos comerciales, industriales, aeroportuarios; asociaciones feministas, comunidades autogestionadas…”
“Son más bien los activistas de este polo minoritario (que los ‘universalistas’ califican como ‘comunitarista’) con los que se encontrarán. Ahí donde florecen las perspectivas ‘interseccionales’ (pluralidad de discriminaciones de clase, sexo, raza), la cultura ‘woke’, las posiciones ‘decoloniales’.”
A consideración del sociólogo belga, también coordinador del libro Zapatismo, la rebelión que persiste, ni siquiera ciertos sectores de las izquierdas en Europa están enteradas de la visita zapatista. “Mientras la prensa dominante no hable mucho del tema es posible que la información ni les llegue. Es lamentable, por supuesto. Tanto los movimientos sociales europeos como los movimientos sociales mexicanos como el zapatista tienen mucho que ganar con intercambios y cooperación en importantes temas políticos y económicos.”
Arantxa Tirado, también doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), coincide con Duterme en lo característico del perfil político de los grupos que se han plegado a la gira. “Desconozco si harán visitas institucionales, por ejemplo, al Ayuntamiento de Barcelona, gobernado por Ada Colau (política surgida del movimiento okupa y activista del altermundialismo de inicios de siglo) o con diputadas o diputados de Unidas Podemos, de corrientes de izquierda institucional o del Partido Comunista y sus variantes”.
“Me consta que en América Latina, en concreto Bolivia, (los zapatistas) tuvieron invitaciones por parte de gobiernos de izquierda más revolucionaria (Evo Morales) pero no quieren mezclarse con esas otras experiencias incluso indigenistas. Quizá es intercambiar experiencias dentro de una misma afinidad política, reforzar ideas previas, simpatías previas y experiencias que se enmarcan dentro de una misma lógica de ver el mundo, actuar y hacer política.”
Tras la caída del Muro de Berlín, el fin del llamado socialismo real, el decreto del “fin de la historia”, la borrachera mundial del triunfo neoliberal y -en el contexto local- la supuesta entrada de México “al primer mundo”, nadie vio venir el levantamiento armado en las montañas del sureste mexicano aquella madrugada del 1 de enero de 1994.
Una guerrilla de mujeres y hombres indígenas se alzaba en armas. Pero lejos de articular el discurso marxista-leninista ortodoxo de las guerrillas de la época, hablaba más de democracia directa, del reconocimiento de las identidades de los pueblos originarios, de participación política, invitando a todos a hacerlo, desde socialdemócratas, partidos de izquierda, comunistas, anarquistas, gays, feministas, lesbianas, hombres y mujeres. Un movimiento más transversal y menos jerárquico. Más de trabajo personal y colectivo y menos de “lo que diga el partido”. Aparte, asumían que habían tomado las armas para darle voz a la palabra y que no querían tomar el poder. Y por si fuera poco, impregnaban sus comunicados con referencias literarias y hartos guiños a la cultura pop. Es decir, una guerrilla totalmente fuera de lo hasta entonces conocido.
Fue así que poco a poco el zapatismo comenzó a concentrar mucho interés de gente ávida de conocer más sobre el movimiento. De México, Estados Unidos, América Latina, Europa. En los noventa toda la izquierda quería pasar por La Realidad y Guadalupe Tepeyac, municipios hoy convertidos en Caracoles.
De Italia, por ejemplo, gente de Rifondazione Comunista, el entonces poderoso partido rojo italiano. Del Estado español, músicos como Fermín Muguruza, Manu Chao o Joaquín Sabina. Escritores como Manuel Vázquez Montalbán o el portugués y nobel José Saramago. De Francia casos como el activista altermundialista José Bové, el intelectual Régis Debray, la activista Danielle Mitterand, sociólogos como Alain Touraine o Yvon Le Bot (a quien contactamos para esta entrevista pero amablemente nos dijo que su “información sobre la evolución del movimiento no es lo suficientemente actualizada y precisa para responder a una entrevista; sin embargo, observo con mucho interés y simpatía la iniciativa zapatista”).
En fin, hasta la firma italiana de moda Benetton, de la mano de su publicista Oliviero Toscani, quiso aterrizar en Chiapas, aunque ellos sí fueron rechazados por el zapatismo, dado que querían hacer una campaña de consumo de su ropa a partir del uso de la rebeldía (tan Benetton).
Para Christophe Ventura la influencia del zapatismo en los movimientos altermundistas es innegable: “Hay que reconocer que el movimiento zapatista a pesar de ser un movimiento local ha sido también quizás el primer movimiento de amplitud global, con la visión de una lucha local que tenía que ver con un enfrentamiento global.”
El movimiento altermundista en Italia y su máxima expresión realizada en Génova en julio de 2001, cuando más de 150 mil manifestantes salieron a las calles para sitiar la reunión del G8, no puede entenderse sin la participación activa de los Monos Blancos.
“Los zapatistas vienen a ver qué fue de los antiglobalistas de inicios del siglo XXI. ¿Qué fue de ellos?”, se cuestiona Mariani. “Quizá miles de ellos terminaron en Francia dentro del movimiento de los Chalecos Amarillos, que tienen algunas cosas buenas y otras bastante malas. ¿Cómo ha cambiado esa izquierda europea? Esa pregunta es un honor que la pongan los zapatistas pero también es un gran dolor que ellos lo hagan cuando nosotros deberíamos hacerlo.”
La llegada al gobierno en México de la opción de centro-izquierda originó entusiasmo en sus pares de Europa. Tanto políticos como dirigentes, legisladores, partidos y analistas de izquierda de aquel continente saludaron ese cambio de gobierno y observan, con diversos niveles de apoyo, el transcurrir de la administración de la llamada Cuarta Transformación. Son precisamente este tipo de grupos de la izquierda europea los que no se encontrarán, hasta ahora y al menos en teoría, con la gira zapatista.
Desde antes que llegara AMLO al gobierno de México, el zapatismo ya era duro con él y con el movimiento que representa. Desde el año 2005, con la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, es notorio el cambio de visión del EZLN hacia las izquierdas institucionales, rompimiento nacido tras el albazo que el Congreso federal, con todas las fuerzas políticas, diera a los Acuerdos de San Andrés. “Podrán cambiar el capataz, los mayordomos y caporales, pero el finquero sigue siendo el mismo”, señalaron en su momento.
Lejos quedaron aquellos años en que los dos dirigentes, Marcos y AMLO, tendían lazos e intercambiaban puntos. Ante los duros y fuertes desencuentros entre la izquierda institucional y la antigobierno, la respuesta de Tirado y Duterme tiene consenso: “es el gran y complicado tema” de cuál es la vía privilegiada para cambiar las cosas. ¿Posneoliberalismo o la abierta y frontal lucha anticapitalista?
“¿Reformismo o revolución?”, se pregunta Arantxa Tirado. “Con sus múltiples variantes, tácticas y estrategias. Porque a veces hay diferencias tácticas pero un mismo fin estratégico y en otros no, simplemente hay una izquierda que no quiere transformar y se escuda en el posibilismo para no hacer cambios. Pero del otro lado está esa izquierda que no ve la real correlación de fuerzas y hace interpretaciones a su criterio. Este nivel de ingenuidad sencillamente no lo entiendo, y menos de gente autodenominada ultrahipermega revolucionaria.”
“En el caso de México, si no entiendes lo que implica estar pegado a Estados Unidos y el significado económico y político entre estos dos estados y lo que eso supone de margen de maniobra para cualquier gobierno, por muy revolucionario que fuera, si no haces tus observaciones tomando este primordial punto en consideración, pues tu análisis estará errado”.
Para la politóloga catalana, quien vivió en México varios años cuando hizo su doctorado en Estudios Latinoamericanos en la UNAM, municipios como los zapatistas o el de Cherán (en Michoacán) son muy meritorios en sus luchas, pues han demostrado que se puede la autoorganización, pero son aún experiencias muy reducidas, lejos de la escala macro de una ciudad, un estado o la federación en su conjunto, entidades que ya se relacionan con muchos intereses muchísimo más fuertes alrededor. Por eso “hay que ir intentado también otras vías en lo que iríamos transitando a ese orden que nos proponen”.
Para Bernard Duterme, tras años de analizar al zapatismo, estos cambios de línea más dura son parte de su devenir: “La naturaleza evolutiva de la relación de los zapatistas con la política, su concepción del Estado y de vías privilegiadas para cambio social son un hecho. El propio Sup Galeano (antes Sup Marcos) ha hablado durante mucho tiempo, irónicamente, de ’indefinición’ sobre el perfil ideológico de la rebelión. En 25 o 30 años de zapatismo hemos pasado de una tendencia más bien ‘estatista’ (jacobina, marxista-leninista, revolucionaria, ‘de arriba’) a una tendencia más ‘autonomista’ (libertaria, horizontal, ‘de abajo’, ‘mandar obedeciendo’).”
“Sin embargo, esencializar esta última tendencia o incluso reducirla al zapatismo equivale al mismo tiempo a subestimar su carácter altamente circunstancial y a olvidar los reflejos más ‘verticalistas’ o más ‘delegativos’ que aún operan en el EZLN. De ahí -un ejemplo entre muchos- la sorpresa para algunos de los ‘zapatizantes’ europeos del anuncio de la candidatura indígena de Marichuy en las elecciones pasadas. Una candidatura zapatistas que se arriesgó ante la mirada de los partidarios de ‘cambiar el mundo sin tomar el poder’, de relegitimar la forma clásica del juego político.”
“No se puede replicar la experiencia rural de indígenas que viven en las montañas en una sociedad de capitalismo desarrollado, urbana. Es imposible. Ellos viven en un lugar, entre comillas, ‘privilegiado’, con respecto a quien vive en lugares urbanos”, reflexiona Mariani sobre el uso politiquero que del zapatismo se hace en Europa.
“Hubo una idea oportunista de utilizar el mensaje zapatista llevándolo hacia un país de capital desarrollado donde la realidad no es rural sino una realidad metropolitana, de megalópolis, donde los nexos del poder no pueden ser enfrentados de la misma forma. De hecho, lo que se ha construido en estos 20 años a través de esa idea, es hablar de ‘comunidades independientes que construyen los ladrillos de una sociedad futura’ y es pura retórica porque no está ahí la cuestión. Los zapatistas en ningún momento llamaron a la izquierda mundial a formar en los países de capital avanzado comunidades independientes, esa fue una interpretación. Siempre han dicho: construyan con los medios y formas que mejor se adapten a su propia realidad.”
Federico Mariani, ‘Mono Blanco’
“¿Es más probable que el poscapitalismo llegue vía Estado o vía autónoma? No lo sé”, se pregunta también Duterme. “Algunos actores continúan apostando entre uno y otro según las circunstancias y la correlación de fuerzas. Este es el caso, en mi opinión, del EZLN, cuya dimensión histórica guevarista no se ha disuelto en la autogestión participativa de los Caracoles.”
Para Arantxa la visita zapatista tendría poca incidencia y molestia en el espectro de las derechas europeas, que en los últimos años experimentan avances constantes en espacios de poder.
“Yo creo que a las derechas la izquierda autonomista en términos generales no le estorba tanto como la izquierda institucional, porque ella sí le disputa el poder y la autonomista desiste de ello. Yo no creo que el poder esté en todos lados y sea difuso, tiene una jerarquía muy marcada.”
“A las derechas españolas, por ejemplo, les podría incomodar esta visita si los zapatistas salieran del circuito autogestionario y se metieran a un circuito más institucional. Yo creo que para estas derechas es más problemático un López Obrador solicitando el perdón a la monarquía, porque toca una de sus emblemas, o al Estado español, porque toca su identidad y la hispanidad y todo esto con que se llenan la boca, que la gira zapatista”.
A la par, Arantxa reconoce que del tema de la gira no se habla mucho en España. Y no tanto por una falta de promoción o por el carácter de los grupos anfitriones sino por una despolitización marcada en varios sectores de la sociedad española: “Aquí en España las nuevas generaciones no conocen qué es el zapatismo pero tampoco saben muchos qué fue el 15M (el movimiento español de los indignados de 2011-2015), algo más próximo a nosotros.”
El panorama para Federico en Italia es similar: “Italia pasó de ser el país que tenía el más grande partido Comunista con un movimiento obrero sindicalizado muy fuerte a ser el último en estos rubros, el más cloroformizado y dormido a nivel de protestas. Y una responsabilidad muy grande es parte de esa izquierda que se dice zapatista y que de zapatismo no tiene nada”.
No es la Gira por la Vida la primera experiencia que lleva a delegaciones zapatistas o afines a él a Europa. Ha habido otras.
En otoño de 1996, el EZLN designó a dos representantes, Javier Elorriaga y Gloria Benavides, para saltar el charco y romper el cerco impuesto por el gobierno mexicano. En aquel entonces llegaron a Francia y se entrevistaron con organizaciones políticas, sindicatos (el CGT, uno de los dos más grande de Francia), intelectuales, con el Partido Comunista Francés, el partido ecologista, los del Partido Socialista, Danielle Mitterrand y hasta con la publicación de sátira política Charlie Hebdo, a decir de una nota periodística del diario L’Humanité de ese entonces.
Otra ocasión ya más reciente, cuando en 2019 María de Jesús Patricio, Marichuy, visitó ciudades vascas y españolas encomendada por el Congreso Nacional Indígena (CNI, una iniciativa formada a partir de un planteamiento zapatista) para denunciar al gobierno de AMLO por temas como la Guardia Nacional (que consideran una fuerza represiva y de persecusión para el movimiento), por los megaproyectos de su administración (como el Tren del Istmo y el Tren Maya), entre otros puntos.
Otra acción europea del EZLN en Europa, aunque de manera indirecta y epistolar, fue cuando a finales de 2002 Marcos promovió abrir un espacio de diálogo (El País Vasco: caminos, se llamó) para dar salida al conflicto armado en esa región, iniciativa que no prosperó. El Estado español vio el acto como un apoyo velado a ETA a la vez que la propia ETA respondió descalificando la propuesta diciendo que era una “pantomima”.
“Para mí el zapatismo es un movimiento legítimo. A los zapatistas que están construyendo en los municipios autónomos, ¿quién soy yo para decirles lo que tienen que hacer? Si tengo críticas son para un debate teórico sobre táctica y estrategia, cosas que me interpelan como académica y por mi trayectoria de militancia”, acota Arantxa Tirado.
“Si algo tengo claro es que la izquierda tiene que unir fuerzas porque el enemigo es muy grande, muy fuerte y le interesa tener a la izquierda dividida. Yo tengo compañeros que defienden la 4T y compañeros en el lado zapatista y se agarran sin ningún tipo de entendimiento en ningún tema. Y el desencuentro viene de antes pero como ya gobierna AMLO es peor, porque -como todo gobierno- incurre en contradicciones. Es como acá en España con Unidas Podemos, que todo lo que decía siendo oposición ahora se lo sacan y no los bajan de incoherentes. Hay una izquierda ultracrítica que para ellos el acto de gobernar en capitalismo es gestionar crisis y otra que considera que poco a poco hay que avanzar, apoyar de manera crítica y movilizarse siempre para presionar.”
«Esta gira servirá para recordarle a Europa que el zapatismo sigue existiendo y resistiendo. Además, es muy positivo tener voces anticapitalistas porque esa visión se estaba perdiendo en la izquierda. Y ese horizonte, aunque se trate de defender por vías que no se comparten o desde un sectarismo o desde un criticismo extremo, igualmente es necesario porque sirve para azuzar y para no olvidar que tiene que haber alternativas ante el actual sistema. Ahora que está tan en boga el discurso ambiental hasta con el establishment tratando de cooptar el discurso del medio ambiente, me parece que el zapatismo es un buen antídoto para evitar que nos vendan la moto de un capitalismo verde”.
Arantxa
“Es un movimiento que nos invita a la crítica del capitalismo y más allá del capitalismo”, cierra Christophe Ventura, también en sincronía con Arantxa. “No importa tener convergencias o divergencias, hay que crear espacios en los que se pueda dialogar e intercambiar posiciones.”
Para Bernard Duterme la gira es otro más de los reacomodos que ha experimentado el zapatismo en su historia. “La estrategia política zapatista está hecha de continuidades y rupturas, ajustes y sobresaltos. Esta ‘invasión’ europea (y las de otros continentes que deberían seguir) se asemeja a iniciativas anteriores: ‘romper el cerco’ una vez más para existir, para ir a discutir con los demás ese ‘otro mundo’, rompiendo con los diferentes registros de dominación frente a los cuales la perspectiva emancipadora zapatista se ha gradualmente desarrollado con el tiempo: búsqueda de reconocimiento y redistribución, respeto por la diversidad y justicia social. ‘Queremos ser iguales y diferentes’, han estado diciendo durante años. Mayas y mexicanos, nativos y ciudadanos plenos. La rebelión ha buscado siempre la autonomía sin separación y la integración sin asimilación. (… ) Sobre el terreno, el EZLN padece una alta vulnerabilidad y un relativo aislamiento. Todo esto hace que su extraordinaria durabilidad sea aún más sorprendente.”
Todas y todos a quienes entrevistamos asistirán a escuchar a los zapatistas cuando pasen por Barcelona, Roma, Bruselas o París.
Para Federico será como una bocanada de aire: “En la Montaña que navegó sobre el mar vienen ‘unos cuates’ que me gustará reencontrar”.
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