En una extensa entrevista, Besê Hozat y Cemil Bayik, co-presidentes del Consejo Ejecutivo de la Unión de Comunidades de Kurdistán (KCK), hablaron sobre el significado de la verdadera independencia para Kurdistán, las políticas económicas no capitalistas, la situación en Rojava y los logros del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK).
Además, se refirieron a la situación en las cuatro partes de Kurdistán, la política del Movimiento de Liberación de Kurdistán hacia otros grupos étnicos y religiosos de la región, su postura sobre otras luchas por la libertad en el mundo, la libertad de las mujeres y la resistencia contra el fascismo turco, como parte de una lucha más amplia contra el imperialismo de la OTAN.
A continuación, publicamos un extracto de la entrevista, que leerse íntegramente en inglés aquí.
Es importante tener en cuenta cómo entendemos exactamente el concepto de independencia. Como movimiento, entendemos la independencia como una condición en la que uno no está sujeto a la voluntad de otros poderes ni de otras personas. En este sentido, somos un movimiento independentista. Concedemos gran importancia a preservar este tipo de independencia para nosotros mismos. Podemos afirmar, claramente, que siempre hemos conservado nuestra línea y actitud independentista desde el surgimiento de nuestro movimiento. Nadie, ningún movimiento u organización política, puede afirmar que estamos bajo la influencia de otras potencias y que nuestra voluntad depende de ellas.
Debido a nuestra clara postura en este asunto, Abdullah Öcalan fue tomado como rehén en una conspiración internacional y ha estado en prisión durante 23 años, bajo el más severo aislamiento. Por la misma razón, todos los miembros de la OTAN han clasificado a nuestro movimiento de liberación como una organización terrorista. Con ello, dan legitimidad a los ataques sin cuartel contra nuestro movimiento, alimentando así estos mismos ataques. Si no hubiéramos mantenido nuestra postura independiente y nos hubiéramos sometido a la influencia de otras potencias, la actitud de la OTAN habría sido muy diferente. Esto es cierto no sólo en lo que respecta a los países de la OTAN, a cuyos intereses no corresponde la política de nuestro movimiento. Rusia y otros países, en el marco de la modernidad capitalista, también tienen una actitud negativa hacia nuestro movimiento.
Nuestro movimiento no está bajo la influencia de ninguna potencia internacional. Asimismo, ningún actor regional influye o dirige nuestro movimiento. Nuestro movimiento de liberación está muy preocupado por mantener su postura encaminada a la independencia. Algunos países, que a su vez tienen contradicciones con Turquía, pueden aprovecharse indirectamente de nuestra lucha. Sin embargo, ninguno de estos países ha conseguido someter nuestra voluntad a su influencia y dirigirla. Por lo tanto, se reconoce generalmente que, en el sentido real del término, hemos mantenido nuestra posición independiente sobre la base de una voluntad libre. Hablar de esto, utilizando los términos de la modernidad capitalista o la literatura de los últimos siglos, lleva a conclusiones erróneas. Esto es así porque la literatura política de los últimos siglos ha sido moldeada, en general, por las propias fuerzas de la modernidad capitalista. Por lo tanto, es importante no entender la independencia en el marco de las categorías “Estado-nación” o “Estado independiente”, desarrolladas por estas fuerzas. Este enfoque nos llevaría a conclusiones falsas.
Las fuerzas que defienden la libertad, la democracia y el socialismo no entienden la independencia del mismo modo que las fuerzas hegemónicas, explotadoras y opresoras. El concepto de “Estado independiente” se basa en los intereses de las respectivas burguesías nacionales. Se desarrolló sobre esta base. Esto va acompañado de la opinión de que la burguesía nacional tiene derecho a establecer su monopolio de explotación sobre la respectiva nación de la que procede la propia burguesía. El Estado independiente se convierte así en la fábrica nacional, o dominio de explotación, en el que la burguesía nacional puede implementar su proyecto de explotación. Llamar a esto Estado independiente, o independencia, no significa otra cosa que ocultar el hecho de que la nación respectiva está bajo el dominio de un monopolio explotador. Si consideramos esta cuestión desde esta perspectiva, podemos ver claramente que el Estado nación no es un Estado verdaderamente independiente. Desde luego, no es un país independiente. Por lo tanto, no sería correcto equiparar los términos “Kurdistán independiente” y “Estado independiente”. Hacerlo sólo significaría dar legitimidad y normalizar la opresión y explotación de las clases hegemónicas, que quieren establecer su monopolio de explotación y opresión sobre la nación. Por lo tanto, sería muy erróneo equiparar un Kurdistán independiente con la noción de un Estado independiente, es decir, entender automáticamente un Kurdistán independiente como un Estado-nación y crear la impresión de que la independencia puede lograrse mediante la creación de un Estado independiente.
Si no conseguimos evitar este error, no podremos desarrollar un análisis político correcto y una comprensión adecuada de la liberación nacional y de la libertad. Está absolutamente claro que el PKK persigue el objetivo de un Kurdistán libre, democrático e independiente. Pero no lo entendemos como un Estado-nación o un Estado independiente. La suposición de que la independencia se puede lograr de esta manera no es más que una mentira de la modernidad capitalista y su clase hegemónica. Además, incluso las propias fuerzas de la modernidad capitalista no defienden este tipo de estados independientes. Mientras que en el pasado argumentaban que las fronteras estatales sólidas servían a sus propios intereses, hoy lo ven de otra manera. Ahora defienden las fronteras permeables. Ya no consideran que una concepción rígida del Estado-nación sirva a los intereses del capitalismo, que ahora se encuentra en la fase de una sociedad de consumo globalizada. Se ha convertido en una de sus leyes fundamentales oponerse a la obstrucción de la circulación libre y segura del capital mediante fronteras fijas. Ciertos círculos, que se autodenominan de izquierdas, presentan hoy erróneamente al Estado nación como anticapitalista, simplemente porque el capitalismo ya no lo considera propicio para sus propios intereses en la época actual. Estos círculos se caracterizan por no reconocer la naturaleza capitalista y explotadora del Estado-nación, y por su falta de comprensión de la línea correcta de lucha contra el capitalismo global. Tienen un carácter muy dogmático, en base al cual, incluso, defienden las características reaccionarias de sus clases burguesas nacionales colaboradoras.
Se ha demostrado claramente que los países y pueblos que no derivan su fuerza de una sociedad libre y democrática no pueden tener una voluntad independiente. Sin apoyarse en una sociedad libre, fuerte y democrática, es imposible desarrollar una voluntad independiente y oponerse a otros poderes basándose en esa voluntad, es decir, ser independiente. Si el pueblo de un país se ha convertido en una sociedad libre y democrática, también posee una independencia correspondientemente fuerte. Un país no puede lograr su independencia simplemente definiendo sus fronteras. Es innegable que precisamente quienes pretenden tener un Estado independiente, con fronteras claramente definidas, muestran la peor forma de colaboración y falta de voluntad. Porque en estos estados no existe una sociedad libre y democrática. Una sociedad libre y democrática posee su propia voluntad y poder. Las fuerzas políticas que no se basan en dicha sociedad, se convierten inevitablemente en colaboracionistas. Ser independiente, antiimperialista, anticolonialista y estar en contra de la ocupación sólo es posible si se parte de una sociedad libre y democrática. De lo contrario, es imposible atribuirse estas características.
Durante la Guerra Fría, cuando el mundo estaba dividido en dos polos, algunos estados podían afirmar que eran antiimperialistas mientras se apoyaban en otras fuerzas. Otros estados, beneficiándose de los conflictos entre diversas fuerzas, consiguieron adoptar una postura independiente hasta cierto punto. Pero sería un error considerarlos como estados o países que buscaban la independencia. La relativa libertad de movimientos resultante de la línea y la coyuntura política de la época, no puede entenderse como una actitud que buscara la independencia. Considerar a estos estados o países de esta manera allana el camino para una falsa comprensión y concepto de la independencia. Cualquier punto de vista que no entienda la independencia como algo basado en una sociedad libre y democrática, es erróneo. Estos puntos de vista sólo sirven para distorsionar los hechos reales. El Estado es una herramienta de la clase dominante. Nunca debemos olvidar esto. Un Estado no puede pertenecer al pueblo ni ser socialista. Tanto la autogestión del pueblo como el socialismo sólo pueden llevarse a cabo sin el Estado. Por esta misma razón, Rêber Apo (Öcalan) expresó que nunca lucharía por un Estado, aunque se lo ofrecieran en bandeja de plata. Rêber Apo aboga por un Kurdistán democrático-autónomo, basado en una sociedad libre y democrática. Considera que un Kurdistán democrático-confederal, en el que las cuatro partes del país mantengan relaciones políticas, sociales, culturales y económicas entre sí sin cambiar las fronteras estatales existentes, es la mejor forma de liberación y unidad nacional. No considera que un Kurdistán unificado a través de la estatalidad sea el camino correcto, porque crearía muchos problemas nuevos y no resolvería los ya existentes. Además, no crearía una nación libre, democrática e independiente. En este contexto, Rêber Apo subraya que esta vía de la estatalidad sólo alejaría al Kurdistán de un estatus libre, democrático e independiente.
Hay dos formas de establecer una vida autónoma democrática sin cambiar las fronteras estatales existentes. La primera consiste en una autonomía, estrechamente definida sobre la base de las relaciones con el Estado. La segunda vía consiste en una sociedad organizada y democrática, que se desarrolla en un sistema social y político sobre una base democrática-confederal en las múltiples esferas política, social, cultural, económica, etc. Cuando la sociedad organizada y democrática se convierta en un sistema sociopolítico sobre una base democrática-confederal, será libre e independiente en el verdadero sentido. Esta forma de autonomía democrática no se asemeja a otra forma de autonomía. Es más bien una forma de autonomía basada en una sociedad organizada y libre. Una autonomía que adopta una postura clara y da poder a la nación. En el marco de esta forma de autonomía, la nación desarrolla un grado de fuerza que no puede alcanzar en ningún otro Estado o sistema. La sociedad y la nación sólo pueden potenciarse a través de las relaciones democráticas. Las naciones democráticas, basadas en una sociedad organizada, poseen fuerza y voluntad. En este sentido, este modelo de nación tiene el mayor nivel de independencia y fuerza de voluntad. Los estados no dan fuerza a la nación, sino a las clases dirigentes. En cambio, en la democracia son la sociedad y la nación las que se convierten en la fuerza decisiva. La nación es más fuerte cuando se ha desarrollado como sociedad democrática organizada en un sistema social que se sostiene sobre una base democrática-confederal. La autonomía democrática así constituida tiene un nivel de voluntad política independiente que no puede encontrarse en ningún Estado nación, o supuesto Estado independiente. Se trata, sin duda, de una situación que llamamos “democracia + Estado”. No se trata de una condición completamente democrática. Pero al mismo tiempo, es una situación en la que la sociedad o la nación se encuentran en la posición más fuerte posible en relación con el Estado.
En el mundo actual, el término “independencia total” no hace justicia a la realidad. Es más bien una situación relativa. En el mundo actual, existen relaciones de dependencia mutua. Existen ciertas influencias y circunstancias objetivas, que imponen límites a todos los estados y naciones. Lo crucial es que estas relaciones e interdependencias no destruyan la voluntad independiente de los implicados. En la fórmula “democracia + Estado” también existen limitaciones mutuas. Pero el sistema “democracia + Estado” representa, al mismo tiempo, una situación de tensiones permanentes. En nuestra época actual, es siempre la democracia la que emerge de estas tensiones con mayor fuerza y eficacia. Para nosotros, es importante que los pueblos y las sociedades vivan libres y en democracia. Abogamos por los sistemas que mejor pueden garantizarlo. En nuestra opinión, la separación, el desprendimiento, la disociación y la oposición sólo tienen sentido cuando se separan y se desprenden de la violencia, de la opresión y de la hegemonía. Convertirse en un Estado no es conducente a este objetivo.
El derecho de las naciones a la autodeterminación se ha expresado, en última instancia, en términos de la comprensión burguesa del Estado-nación. Pero los socialistas no pueden seguir tal principio ni adoptar tal postura. Para los socialistas, la libertad, la igualdad, la democracia, la sociedad y la fraternidad entre los pueblos son fundamentales. Todos los que están comprometidos con las sociedades, se esfuerzan por lograr asociaciones políticas lo más amplias posibles, basadas en la amistad entre los pueblos y la unidad democrática. Separar a las comunidades entre sí mediante fronteras estatales de forma rígida, es contrario a la realidad histórico-social. Históricamente, los pueblos, comunidades o culturas nunca han estado separados por fronteras rígidas. Por el contrario, siempre se han basado en sus relaciones simbióticas entre sí. La Unión Soviética erigió fronteras y muros inmutables, separándose del resto del mundo. Esto fue un desarrollo antinatural. En realidad, la Unión Soviética no debería haberse aislado, aunque el sistema capitalista hubiera decidido dar este paso. Sin embargo, debido a ciertas convicciones erróneas y a la falta de confianza en sí mismo, el socialismo real acabó en la situación mencionada. La estricta secesión de la Unión Soviética de los países y regiones que se definían como capitalistas es, en definitiva, otro resultado de la enfermedad que representa el Estado-nación. Históricamente, los pueblos y comunidades siempre han vivido en forma de federaciones o confederaciones. Los imperios centralizados no han existido prácticamente en este contexto. En todo caso, un imperio sólo podía existir si reconocía la voluntad política autónoma de los pueblos, culturas, comunidades de una región y zonas geográficas. En este contexto, las autonomías democráticas, las confederaciones y las federaciones representan sistemas más acordes con la tendencia histórica y pueden garantizar con mayor éxito la complementariedad de los pueblos. Sin embargo, la modernidad capitalista, debido a su concepción que gira en torno a la nación, el Estado-nación, el nacionalismo y la aniquilación de las diferentes culturas, y por razones prácticas, no logra implementar en la práctica las formas de democracia local, autonomía democrática y otras formas de autonomía que son correctas desde el punto de vista de la humanidad. No consigue resolver los problemas de la humanidad. Una vez superadas estas mentalidades y obstáculos, el mundo se convertirá en un lugar en el que los estados-nación quedarán obsoletos y surgirán amplias uniones democráticas sobre la base de la vida libre y democrática de los pueblos.
FUENTE: ANF / Edición: Kurdistán América Latina