La toma de la ex Glorieta de Colón (ya sin la estatua de Colón, que fue removida por el gobierno capitalino) por cientos de mujeres que la renombraron Glorieta de las Mujeres que Luchan, y colocaron la silueta de una mujer con el puño en alto en el pedestal, no fue una acción improvisada ni provocadora, sino una iniciativa colectiva que involucra la voluntad de miles de mujeres que exigen el reconocimiento de sus pares como un acto de justicia y reafirmación de la memoria de la lucha de las mujeres
, explicaron en un comunicado luego del anuncio del gobierno de la ciudad de que colocará ahí una réplica en piedra de La joven de Amajac, escultura de la Huasteca veracruzana perteneciente al periodo posclásico tardío.
Pero las mujeres organizadas no están dispuestas a abandonar el emblemático espacio sobre la avenida Reforma, donde, advierten, antes estaban únicamente las imágenes de algunos personajes y momentos emblemáticos de la historia contada desde el poder
, situación que ha ido cambiando debido a que diversos movimientos sociales decidieron la creación de los llamados antimonumentos
, levantados para visibilizar la impunidad, la injusticia, el feminicidio y los crímenes de Estado.
Otra acción de resignificación del espacio tuvo lugar esta misma semana, al cumplirse un año de la toma del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) por la comunidad otomí que radica desde hace más de cuatro décadas en la Ciudad de México. El 12 de octubre bajaron las enormes letras del INPI de lo alto del edificio y lo renombraron como la Casa de los Pueblos y las Comunidades Indígenas Samir Flores Soberanes.
La comunidad otomí advirtió, al igual que las mujeres que luchan, que está decidida a no entregar las instalaciones e iniciará el proceso correspondiente para “arrancar este patrimonio a los malos gobiernos para que pase a ser patrimonio de los pueblos y comunidades indígenas que integran el CNI-CIG (Congreso Nacional Indígena – Concejo Indígena de Gobierno)”, red de pueblos que justo ese día cumplió 25 años de existencia.
Mujeres e indígenas están en el frente de batalla. No será fácil seguir ignorándolas. Y no están pidiendo permiso.