Apartidismo. Pensamos que el sujeto del cambio es el vecino con otros vecinos en su barrio, ya no más los partidos legales o ilegales que nos dividen entre amigos y enemigos.
Abinarismo. Entre vecinos no es posible vivir con la eterna pugna binaria entre izquierda y derecha, por lo tanto buscamos superarla.
Pacifismo. No estamos en la lucha por el poder, sino en construcción de otro modo de vivir: las formas de vida comunitaria. No creemos en la autodefensa de grupos de combate, sino en las formas que determine la comunidad de vida, como la propuesta de policía comunitaria que han presentado en el pueblo mapuche.
Autonomía. Las formas de vida comunitaria y convivencia entre vecinos no pueden hacerse detrás de intereses ajenos tales como partidos, iglesias, ideologías, poder “popular”, mercado e instituciones ligadas al estado o a las empresas capitalistas como ONGs, municipios, etc. sino confiando y utilizando nuestra propia potencia
Autogestión. Las necesidades y soluciones a problemas comunes del barrio u comuna no pueden entregarse a ser satisfechas por centros culturales, comunitarios, fundaciones, servicios externos o propuestas del mercado mercado, sino con nuestras propias manos y en contacto directo con la madre tierra
Democracia. No entendemos por democracia una metodología para incorporar ciudadanos a los mecanismos del poder, sino el método de intercambio directo y toma de decisiones entre vecinos dentro del barrio o más barrios en el caso de comunas. Priorizamos por el intercambio y el consenso antes que las votaciones o choques entre mayorías y minorías, lo que se facilita al eliminar las posturas de izquierda o derecha y el escalamiento de posiciones con seguidores para obtener cargos o espacios de poder.
Descartamos los “anti”. Pues no se puede vivir contra algo y debemos trazar nuestro camino propio. El poder nos tiene divididos, por lo tanto nuestra primera tarea es encontrarnos, no “prepararnos” leyendo mucha teoría. Así que no necesitamos ser anti-capitalistas sino pro lo otro, a favor de otro modo de vivir y ahí concentramos nuestros esfuerzos, pues resulta obvio que no somos pro-capitalistas. Sólo avanza quien disputa el poder de los que son anti-nosotros y anti-naturaleza, por eso los que compiten tienen adversarios y son anti ellos. Nosotros al ser pro otra forma de vivir tenemos algunas pequeñas coincidencia con los anti-capitalistas que quieren tomar el poder, pero cuando lo tienen son atrapados por el mercado y se transforman en capitalistas y defienden esa postura con dientes y muelas como las dictaduras de izquierda de Maduro en Venezuela y de Ortega en Nicaragua.
Feminismo. Somos feministas en tanto no reivindicamos a las mujeres, sino el rol principal que ellas ocupan como eje de las formas de vida comunitaria, de allí que no estamos contra los machos sino del papel que les ha entregado la reproducción cultural del patriarcado, entendiendo que el patriarcado nace de la propiedad y no de la propiedad privada como dicen los teóricos que luego intentan convencernos de que la propiedad estatal es mejor que la privada. No existe la propiedad común, pues si es común es de todos y si es de todos no es de nadie, omnia sunt communia, todo es común, todo es de todos.
Ecologismo. Nuestra ecología no es cuidar los arbolitos y regar las plantas, sino entender y practicar que junto a los animales y plantas somos comunidad, que cuando hablamos de nosotros también los incorporamos a ellos en ese sujeto nosotros, por lo que ya no son ellos. No es ecologista sino falso ecologista el que lucha por el poder patriarcal, lo que ha sucedido con los gobiernos de izquierda “progresista” en nuestro continente que han acrecentado el extractivismo capitalista perdiendo votantes como locos.