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¿Quienbes fueron los escitas?

Patrick Scott Smith :: 09.12.21

El gobierno escita se parecía más a una confederación de tribus y jefes, organización social bastante común en el Asia Central.
No tienen ciudades o fortalezas establecidas, sino que todos son nómadas y arqueros de a caballo, que no viven de labrar la tierra sino de la cría de ganado y cargan sus moradas en carretas.
La contribución de todos a las actividades cotidianas de atención a los animales, el comercio, la artesanía y la caza, así como la guerra, era visible y esencial.

Extensión territorial de los escitas

 

 

Entre los siglos VII y III a. C., los escitas deambulaban y ejercían dominio sobre un territorio de 12.231 km (7600 millas) de perímetro y unos 2,4 millones de kilómetros cuadrados (1,5 millón de millas cuadradas). Aunque nunca fue de su interés construir un imperio, la superficie territorial que ocupaban los escitas era notable y fueron inconquistables debido a varios factores: la forma de gobierno, la estructura social y la maquinaria militar.

 

Orígenes

su FORMA DE GOBIERNO PROMOVÍA LA IDENTIDAD DE GRUPO Y LA LEALTAD TRIBAL, lo que les permitió aferrarse a un territorio tan extenso.

Si bien es cierto que existe un amplio debate respecto al origen de los escitas, «Herodoto afirma, y la mayoría de los especialistas de la actualidad están de acuerdo: se desplazaron desde Asia [hacia el oeste] en dirección a Europa a través del gran corredor estepario» (Alexeyev, 23). Aun así, en el siglo I a. C., el historiador griego Diodorus Siculus asevera que los primeros escitas emigraron hacia el norte desde el río armenio Araxes hasta el área septentrional del Mar Negro. En la actualidad, la opinión tradicional es que eran «descendientes de la cultura srubna que entre mediados del segundo milenio a. C. y finales del siglo VII a. C. se trasladó [hacia el sur] desde las estepas de la región Volga-Ural en varias oleadas y penetró el norte del Mar Negro» (Melyukova, 99). En sus escritos del siglo V a. C. Herodoto también describe a los sármatas como un grupo que se separó de los escitas del Mar Negro, en dirección al este. En Tuvá, en el macizo de Altái, se han hecho descubrimientos arqueológicos recientes que fechan asentamientos escitas en el siglo IX a. C., lo que sugiere que su procedencia más antigua está en el este. Sin embargo, si se tiene en cuenta que varios narradores chinos del siglo I d. C. hablan de sus cabellos rojos y ojos azules, que tenían una fisonomía caucásica y hablaban una lengua indo-europea, tiene sentido que sus orígenes se encuentren en el oeste, a principios de la Edad de Bronce. Es probable que provengan de los celtas.

Considerando la fluidez de movimiento que permite la estepa del Asia Central, no resulta sorprendente que hubiera muchos desplazamientos de avance y retroceso, pero las distintas direcciones de las migraciones hacen que sea difícil precisar el origen. Por último, teniendo todo en cuenta, es posible que después de una temprana expansión general desde el oeste existieran ulteriores migraciones desde todas las direcciones. Aunque aún se discute su procedencia, hay consenso general en que las culturas escitas comprenden cuatro grupos principales:

  • Los escitas del Ponto, alrededor del Mar Negro.
  • Los sármatas del norte del Mar Caspio y de las áreas de los ríos Volga y Don, de la actual Rusia.
  • Los masagetas en la estepa desértica del Asia Central.
  • Los sakā del este del Asia Central.

El gobierno escita

Una de las cuestiones que permitió a los escitas aferrarse al enorme territorio que consideraban su hogar fue una forma de gobierno que promovía la identidad de grupo y la lealtad tribal. En vez de un mandato centralizado, como el del Imperio Persa y los romanos, el gobierno de Escitia distribuía el poder. Aunque Herodoto se refiere a los «reyes» escitas, algunos de ellos por nombre, el gobierno escita se parecía más a una confederación de tribus y jefes, organización social bastante común en el Asia Central. Lo que cuenta Herodoto revela que mientras un encumbrado rey o alto jefe representaba a la nación escita en las comunicaciones entre notables, otros subjefes también emitían opiniones y poseían significativa autoridad en la instrumentación de las acciones.


 


 

En relación con los éxitos escitas no puede dejar de mencionarse que la organización militar comunal fue tan importante como su estructura tribal. Una jarra de oro elaborada en el siglo IV a. C., del kurgán de Kul Oba de Crimea, muestra escenas de camaradería entre los soldados acampados. Otro artefacto del mismo kurgán muestra en relieve de oro un ritual común en el que dos guerreros beben juntos de un cuerno. Tales representaciones revelan estilos de vida cuya intención era inculcar un objetivo común, donde los individuos que luchan por sus amigos contra el enemigo crean un frente más unido y resiliente. Aunque la lealtad entre los soldados escitas era sólida, la fidelidad era hacia su tribu y su jefe. Tal cohesión fue clave para proteger los territorios de incursiones externas.

La sociedad escita

La topografía de la estepa por donde discurrían definía, más que cualquier otra característica, el modo de vida escita y los límites de sus territorios. Incluso la práctica de un tribalismo confederado nomádico en estrecho matrimonio con la estepa quizás explique la renuencia a extender su dominio fuera del área con la que estaban familiarizados. Herodoto explica:

Los escitas han hecho un excelente descubrimiento: se las ingenian para que nadie que les ataque pueda escapar y nadie pueda capturarlos. Pues cuando los hombres no tienen ciudades o fortalezas establecidas, sino que todos son nómadas y arqueros de a caballo, que no viven de labrar la tierra sino de la cría de ganado y cargan sus moradas en carretas, ¿cómo no van a ser invencibles? Han hecho este descubrimiento en una tierra que sirve a sus propósitos y tienen a los ríos como aliados; porque su país es llano y herboso y bien irrigado. (Historias, 4.46.2-47.1).

Otras fuentes también mencionan que llevaban sus casas sobre ruedas, pero estas carretas no eran del tipo que tenían los colonizadores norteamericanos para trasladarse a sus asentamientos. Algunas carretas, tiradas por yuntas de bueyes, podían tener hasta dos o tres habitaciones. Según el rango del habitante, los pisos y las paredes se podían adornar de manera exuberante. Además, cuando las carretas se reunían generaban la apariencia de una ciudad. De esta manera, en comparación con los centros urbanos de las sociedades agrícolas más estratificadas, es posible que la propia naturaleza del estilo de vida nómada con carretas haya engendrado un mayor grado de participación en el logro de sus objetivos y generado una sociedad más abierta para los escitas. Aunque había jefes, como nación, vivían todos de forma similar y se movían de manera simultánea. Por razones prácticas, el tamaño de las carretas no variaba drásticamente. La vida nómada impedía que hubiera grandes palacios de altos muros que requirieran protocolos de separación social para la élite.

 

Cuando se instalaban, las celebraciones o actividades ceremoniales eran eventos en los que todos participaban. Además, la excesiva acumulación de riquezas por unos pocos habría tenido un efecto discordante sobre una comunidad interdependiente de personas en movimiento. La contribución de todos a las actividades cotidianas de atención a los animales, el comercio, la artesanía y la caza, así como la guerra, era visible y esencial. Los escitas no solo eran un pueblo sumamente interdependiente que compartía la causa común de defender con vigor su territorio, sino que además eran difíciles de batir debido a su nomadismo. Al estar en constante movimiento era difícil ubicarlos, al no poseer ciudades que conquistar ni intereses agrícolas de los cuales apoderarse, cualquier ejército invasor tendría que preguntarse, ¿por qué hacerlo? Además, la maquinaria de guerra escita era perfecta.

La guerra escita

El material de guerra que empleaban los escitas para ensanchar y proteger sus territorios incluía una amplia gama de armamentos. Además de su efectividad en el manejo del caballo y de sus habilidades en el empleo del arco, utilizaban hachas de combate, mazas, lanzas y espadas, así como escudos, armaduras y cascos para protección personal. Debido a su ágil caballería y la habilidad colectiva de permanecer en movimiento, fueron, al decir de Herodoto, «invencibles e imposibles de alcanzar» (4.46.3). Con tales pertrechos y destrezas tácticas a su disposición, no resulta sorprendente que distintas naciones solieran solicitar los servicios militares escitas. Por ejemplo, en el 490 a. C., arqueros montados sakā ayudaron a los persas contra los griegos en la batalla de Maratón y de nuevo en la batalla de Platea en el 479 a. C. De manera similar, los guerreros escitas estuvieron entre los llamados a filas por Darío III (reinó entre el 336 y el 330 a. C.) contra Alejandro Magno en la batalla de Gaugamela en el 331 a. C.

ENTRETANTO LAS FUENTES DE LA ANTIGÜEDAD AYUDAN A DETERMINAR LAS ÁREAS GENERALES DE DOMINIO ESCITA, LOS DESCUBRIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS CONTRIBUYEN A UNA MEJOR EVALUACIÓN DE SUS LÍMITES TERRITORIALES.

Los escitas, por otra parte, no solo eran poderosos aliados. En lo que respecta a proteger y ganar territorios obtuvieron victorias espectaculares. Al hacer fracasar una invasión persa, Tomyris, la reina guerrera de los masagetas, contribuyó a consolidar la frontera sureste de Escitia en el área del río Syr Daryá al vencer en batalla a Ciro el Grande (r. entre c. 550 y 530 a. C.). El flanco del extremo sureste, cuadrante territorial compartido con los masagetas, fue protegido por los escitas sakā, de tendencia mercenaria. Luego, cuando los persas del Imperio Aqueménida los atacaron de nuevo desde el norte, el confín noroeste de Escitia quedó firmemente establecido cuando Idanthyrsus y los jefes que lo acompañaban forzaron a Darío I (r. entre 552 y 486 a. C.) a retirarse de sus tierras. Además, Ateas (c. 429-339 a. C.), rey de los escitas del Ponto, expandió su territorio al penetrar en Tracia y con ello estableció uno de los límites más occidentales de Escitia, desde el Don hasta el Danubio. Por último, los sármatas fueron los que hicieron sólida la parte central de la frontera norte de Escitia. Estos descendientes de las amazonas que habían participado en campañas de conjunto con los escitas del Ponto, migraron hacia el noreste desde el Mar Negro, para ocupar el área de los ríos Volga y Ural.

Extensión territorial

A menudo los mapas del mundo antiguo como los de Escitia, son, en el mejor de los casos, aproximaciones. Entretanto las historias de las guerras y del origen de Escitia mencionadas por fuentes de la antigüedad ayudan a determinar las áreas generales bajo su dominio, los descubrimientos arqueológicos contribuyen a lograr una mejor evaluación de sus acotamientos territoriales. Los sitios de inhumación de iguales características culturales calificados de «escitas» pueden emplearse para trazar los contornos geográficos globales de su dominio cultural. Más aún: el uso de sitios de entierro como marcadores específicos de los límites fronterizos es confiable; su certitud viene dada por la similar relación de proximidad geográfica existente entre los principales centros de inhumación y los núcleos de poder de mayor jerarquía, como queda ejemplificado por los túmulos del Mar Negro en relación con las áreas de poder escitas del Ponto.

 


 

Además, como el territorio escita depende de qué se define como «escita», entran en juego identificadores culturales específicos como el diseño artístico, las formas de conducir la guerra, las creencias religiosas y las técnicas de subsistencia, entre otros marcadores de costumbres cotidianas como la moda, la vestimenta y las formas de entretenimiento. También son relevantes las características étnicas. Los escitas de descendencia europea llegaron a vivir en lugares tan al este como Mongolia y China. El factor calificador que sin duda compartían eran sus características culturales, que otros copiaron y al mismo tiempo se entremezclaron con las de los demás. Así es como los inhumados en Pazyryk, aunque en primer lugar eran de origen europeo, usaban elementos de lujo provenientes de China y tenían ADN mongol. Por último, en consecuencia, aunque la definición de «escita» es hasta cierto punto relativa, sí se puede definir con claridad sus identificadores culturales y fronterizos.

La frontera sur

De oeste a este, el límite del extremo sur habría sido definido por los Montes Balcanes al oeste del Mar Negro, en Bulgaria; el Mar Negro, el Cáucaso, el Mar Caspio, el área desértica al este del Mar Caspio hasta el Mar de Aral y más el este, la zona del río Syr Daryá hasta la punta meridional de Issyk, sobre el lago de Issyk. Aunque los escitas pueden haber mantenido un dominio temporal sobre el sur del Caúcaso y hasta cierto punto en el sur del Mar Negro, el poderoso Imperio Aqueménida y más tarde el Imperio Seléucida y Partia impidieron su permanencia en esos territorios. Los escitas sakā controlaron la vecindad del Mar de Aral, pero el área al este del río Syr Daryá se mantuvo como zona de disputas con los sogdianos y bactrianos de más al sur.

 

 

La frontera este

El extremo oriental está definido por las cordilleras montañosas de Sayan-Altai-Dzhunger-Tian Shan, que se podría denominar como cordillera del Gran Altái, en la frontera este con Mongolia y China. Numerosos asentamientos se han encontrado a lo largo de este trayecto norte-sur que determina el linde oriental de Escitia. En la región de Tuvá, uno de los sitios más al norte, Arzhan, a 56 km (35 mi) del río Yenisei y a 161 km (100 mi) al norte del lago Uvs, contribuye a ubicar la esquina noreste de la frontera de Escitia. Un poco al suroeste de Arzhan se encuentra el famoso sitio de Pazyryk. El límite más oriental, desde la esquina noreste de Arzhan, hasta Issyk, en el sur, se despliega de forma oblicua desde el este hacia el oeste siguiendo la cordillera del Gran Altái; la distancia aproximada entre el asentamiento norteño de Arzhan y el de Issyk, en el sur, es de 1609 km (1000 mi).

La frontera norte

En el sentido del este hacia el oeste, la frontera del extremo norte (Kazajstán, Rusia y la Ucrania de hoy) está definida por la estepa y por los ríos que a través de esta fluyen hacia el sur, que vacían sus aguas en los mares Caspio y Negro. Debido a que los escitas eran ante todo guerreros nómadas, la transición de la estepa al bosque determina el lindero norte, tanto como la distancia río arriba a la que se aventuraban. En el confín sur de los Montes Urales, donde el río Ural tuerce y fluye hacia el oeste a lo largo de 483 km (300 mi), en el recodo occidental, antes de cambiar de nuevo el flujo hacia el sur para desembocar en el Mar Caspio, se encontró «una concentración inusual de entierros en túmulos». Este corredor, determinado por los Montes Urales en el norte, «vincula la estepa del Ponto con la estepa kazaja» y marca el centro de la frontera septentrional de Escitia. (Cunliffe, 26).

 


 

La distancia desde el codo occidental del tramo este-oeste del río Ural hasta el Mar Caspio se aproxima a 483 km (300 mi). Al oeste de dicho corredor se encuentra el río Volga que también desemboca en el Mar Caspio. La separación entre los ríos Volga y Ural varía desde 241 hasta unos 483 km (150 hasta 300 mi). Cunliffe menciona que el territorio sármata se extiende hasta “los límites inferiores del Volga” (121). Es natural que los escitas hayan mantenido hacia el oeste, desde el río Ural hasta el río Volga, el mismo lindero norte. Al oeste del Volga, hasta el área del río Don, los sármatas, según Herodoto, andaban una jornada de 15 días desde los límites superiores del Mar de Azov (4.21). Por lo general se acepta que lo que en la antigüedad significaba una jornada de un día eran 32 km (20 mi). Resulta interesante que al avanzar 483 km (300 mi) desde el Mar de Azov hacia el norte se llega a la misma latitud en la frontera norte de Escitia que la de los ríos Volga y Ural.

Límites occidentales

En la medida en que se avanza hacia el oeste, para establecer los márgenes de la frontera norte de Escitia hay que considerar que la estepa se hace menos ancha al llegar a Europa oriental y los límites norte y sur también se ahúsan. Pero las fronteras no solo constituían una indicación de las demarcaciones políticas y militares, sino que servían como zonas protectoras de amortiguamiento, concebidas para absorber y repeler incursiones. Por lo tanto para los escitas habría que considerar similares márgenes en la parte noroeste del Mar Negro, del mismo modo que los tenían a lo largo del lindero norte. Por ello, mientras los entierros reales de Chertomlyk y de Solokha se encuentran en la sección este-oeste del Dnieper, a una distancia aproximada de 161 km (100 mi) al norte del Mar Negro, los sepulcros de Ilyintsy, Zhurovka y Melgunov, entre los ríos Dnieper y y Bug, se encuentran en la vecindad de la desembocadura del río Sula sobre el Dnieper. En esta confluencia está ubicada la moderna ciudad de Zhovnyne, en Ucrania, a 193 km (120 mi) río abajo de Kiev. Zhovnyne está a 322 km (200 mi) al norte de la costa norte del Mar Negro y a alrededor de 644 km (400 mi) de una línea casi paralela a los Montes Balcanes, al oeste, con el Caúcaso hacia el este.

 





 

Es cierto que ninguna fuente de la antigüedad confirma presencia escita en la Cuenca de los Cárpatos, al oeste del Mar Negro, limitada por el norte por la franqueable Cordillera de los Cárpatos. Por otra parte las investigaciones arqueológicas han hallado «todos los atributos fundamentales de una cultura escita bien establecida» en esa hondonada de topografía de estepa, también conocida como Gran Llanura Húngara (Cunliffe, 150). Esto representa el límite más occidental de Escitia. El área se encuentra a más de 644 km (400+ mi) al oeste del Mar Negro. Es probable que la punta más suroeste de la extensión territorial occidental escita estuviera bloqueda por los Montes Balcanes del oeste del Mar Negro y por el Cáucaso, entre los mares Negro y Caspio.

Conclusión

Mientras los escitas eran más una confederación de tribus que compartían características culturales comunes, su modo de vida nómada también estimulaba un alto grado de participación colaborativa en sus propósitos. Al estar en constante movimiento y no poseer centros urbanos susceptibles de ser conquistados, su cohesión social combinada con tácticas de golpes y retiradas relámpago llevadas a cabo por una consumada caballería, hicieron de los escitas formidables defensores de sus tierras natales. Debido a que la suya era una cultura nómada equina que dependía de un entorno llano, hubo dos aspectos que definieron la extensión de los territorios escitas: la topografía de la estepa y los linderos naturales que la delimitaban. Por esto, los escitas florecieron donde las llanuras de Eurasia facilitaban las migraciones de sus carretas y el ágil y veloz movimiento de sus arqueros de a caballo.

 



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