Transformar los sistemas alimentarios para que estén al servicio del bien común y para que la agroindustria nos deje planeta para el futuro, requiere fortalecer las alianzas que tenemos e inventar nuevas colaboraciones y estrategias, así como prepararnos para cambios catastróficos, propone el informe Un movimiento de largo plazo por la alimentación, del Grupo ETC e IPES-Food.1 En su capítulo II describe “cuatro ingredientes básicos” que pueden fortalecer las luchas por la agricultura y la alimentación.
Transformar los sistemas alimentarios para que estén al servicio del bien común y para que la agroindustria nos deje planeta para el futuro, requiere fortalecer las alianzas que tenemos e inventar nuevas colaboraciones y estrategias, así como prepararnos para cambios catastróficos, propone el informe Un movimiento de largo plazo por la alimentación, del Grupo ETC e IPES-Food.1 En su capítulo II describe “cuatro ingredientes básicos” que pueden fortalecer las luchas por la agricultura y la alimentación.
1. Colaborar en múltiples escalas. Muchas de las victorias de los movimientos por la alimentación ocurren gracias al intercambio de información e ideas de lo local a lo global y viceversa. Logros que se consiguen a nivel local o nacional se trasladan a lo global más tarde. La oposición a la biopiratería y a las patentes sobre la vida comenzaron en los ámbitos local o nacional, y se transformaron en campañas regionales y mundiales. Los transgénicos y otras amenazas identificadas tempranamente se volvieron parte crucial de las discusiones globales. Gracias a campañas de actores muy disímbolos y de todos tamaños, en países como Chile, México y el Reino Unido se están adoptando medidas estrictas contra la comida chatarra. Hay cada vez más municipios en el mundo que hacen compras sustentables por ley, y gobiernos locales y nacionales (el más reciente, el de Canadá) han establecido políticas públicas y comités de alimentación.
Aunque la inmensa mayoría de las organizaciones y movimientos están en las comunidades y en las luchas de primera línea, quienes trabajan a nivel global son a veces más visibles. Por ello es crucial evitar la desconexión respecto de quienes están en lo profundo de las comunidades y colectivos.
El Comité Internacional de Planeación para la Soberanía Alimentaria (IPC) y el Mecanismo de la Sociedad Civil y Pueblos Indígenas para las Relaciones con la FAO, logran traducir, en exigencia a los Estados, voces de organizaciones de base colaborando a distintos niveles. La visión y definición de Soberanía Alimentaria provino de décadas de reflexiones campesinas y se presentó al mundo en la cumbre Mundial de la Alimentación de 1996. Actualmente, la Soberanía Alimentaria es parte del discurso (aunque a regañadientes) de varios países. Estos casos, con todo y lo que les falta, pueden inspirar a otras organizaciones y foros.
2. Cuidar nuestras alianzas y crecerlas. Quienes luchan por la alimentación también están en organizaciones por la salud, vivienda, seguridad laboral y empleo. Son muchos los movimientos sociales que, estirando al máximo sus recursos, vinculan su agenda alimentaria o de reforma agraria con campañas contra los acuerdos comerciales, por el clima o la biodiversidad. Por ejemplo en Brasil movimientos sociales lograron que gobiernos estatales apoyaran la creación y consolidación del Foro Social Mundial, con sus correspondientes equivalentes municipales, nacionales y hemisféricos. El cruce entre alianzas ocurre también con el sector de los productos naturales, las empresas de semillas ecológicas y las cooperativas de productores y consumidores.
Los diplomáticos y burócratas van y vienen, al igual que sus gobiernos, dice Un movimiento de largo plazo por la alimentación. “Las empresas agroalimentarias, como diría Napoleón, marchan sobre su estómago, atendiendo a necesidades de corto plazo para cumplir objetivos trimestrales, adquiriendo o segregando filiales, canibalizando unidades de negocio, y prescindiendo de directores ejecutivos al gusto de los accionistas.” En contraste, organizaciones y movimientos tienen un compromiso de por vida con la justicia, llevan en sí la memoria de los golpes y los logros, y las alianzas y colaboraciones tienen un componente muy grande de amistad. Muchas veces el puro corazón de las relaciones entre personas y organizaciones impulsa cambios significativos en tiempos límite.
3. La importancia de leer el horizonte. Muchas de las tendencias que observamos hoy en día en torno al cambio climático, la pérdida de biodiversidad y las nuevas tecnologías ya las había identificado desde antes la sociedad civil. Las organizaciones tienen un sentido colectivo del rumbo pero también es verdad que todo cambia velozmente y las realidades cotidianas rebasan los mejores planes. La lucha contra las amenazas más inmediatas como el acaparamiento de tierras, los pesticidas o el ADN digital nos agota el tiempo. El instinto natural de cooperar y planificar a largo plazo encuentra aún más obstáculos debido a la escasez de recursos. En la última década, las organizaciones desarrollan estrategias más defensivas y de reacción ante las amenazas, con poquísimo tiempo para prepararse para cambios abruptos y posiblemente catastróficos. Atender lo que leemos en el horizonte y actuar en consecuencia es vital.
4. Prepararse para el cambio y las situaciones disruptivas.Las señales de catástrofes futuras aparecen mucho antes (los pasajeros de la línea 12 en el metro de la Ciudad de México reportaron con años de anticipación las vibraciones que finalmente trozaron los rieles) y más que nadie las organizaciones en el frente de batalla tienen elementos para identificarlas, pero siempre hay poco margen para preparar una salida pues la sobrevivencia diaria no deja ni espacio ni energías. La pérdida acelerada de la fertilidad del suelo a nivel mundial y las extinciones masivas de especies, eran previsibles no tanto en cuanto a fecha o detalles, pero sí en términos de parámetros y probabilidad. El futuro podría ser más predecible de lo que pensamos: a los huracanes, las inundaciones y las sequías les siguen epidemias y hambrunas; la insuficiencia de alimentos suele tener múltiples causas; y es más que razonable suponer que cada uno de los desastres llamados “naturales” provocan a su vez desastres económicos que desencadenan inestabilidad política. Es crucial que los movimientos por la alimentación tengan un sistema de alerta que les permita anticiparse a las perturbaciones que se avecinan, y que cuenten con una estrategia para atender las crisis urgentes. ¿Qué cambios en la comunidad están avisando de una tragedia? ¿A quiénes hay que preparar y proteger, si ya sabemos que algo se difícil se viene?
Un movimiento de largo plazo por la alimentación, transformar los sistemas alimentarios para 2045 contiene cientos de ejemplos históricos y recientes, y referencias que pueden inspirar y develar logros, alianzas, colaboraciones y aciertos que por supuesto quieren mantener ocultos los tiranos de la agroindustria. No tendríamos que padecer la historia una y otra vez, si la tenemos presente.
1 El informe, en español, francés e inglés, está disponible aquí: http://www.ipes-food.org/pages/LongFoodMovement