1° de febrero de 2022
Los pueblos indígenas indios, los adivasi, representan alrededor del 10 % de la población. Tras la independencia del país en la década del 40, sus territorios se vieron avasallados en nombre del desarrollo. Ante un nuevo avance sobre sus recursos, el Movimiento Pathalgari nucleó a los adivasi que resisten al sometimiento del Estado y las empresas privadas sobre sus tierras. Su particular metodología de protesta se basa en levantar rocas con mensajes.
El término “Adivasi” está compuesto por dos palabras en idioma hindi, Adi y Vasi, que juntas significan habitante original, aborigen o primer poblador. A pesar de ser pueblos indígenas de la India, la Constitución los clasifica como “tribus registradas”, lo cual solo les garantiza algunos derechos y privilegios especiales. En el país, existen 744 grupos étnicos tribales, de los cuales 705 están reconocidos como “tribus registradas”. Si se reconociera al resto de las comunidades, el aumento del porcentaje de población indígena provocaría un impacto directo en la demografía y la política del país.
Frente al Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre las Poblaciones Indígenas, el gobierno de la India ha rechazado reiteradamente la pertinencia de los adivasi como pueblos indígenas. No obstante, el 13 de septiembre de 2007, el Estado votó a favor de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Asimismo, el 5 de enero de 2011, la Corte Suprema india declaró que los pueblos tribales eran descendientes de los habitantes originarios y que eran una de las comunidades más marginalizadas y vulnerables del país.
El avance sobre los recursos de los adivasi
De acuerdo al censo de 2011, los adivasi representan el 8,6 % de los 104 millones de habitantes de la India. Este pueblo indígena vive en bosques y alrededores siguiendo el compás de la naturaleza. No solo dependen de los recursos naturales para su sustento, sino que su propia identidad, cultura, autonomía, conciencia, tradición, sistema de creencias y existencia gira en torno a ellos. Se trata de una comunidad sin castas ni clases, con un sistema de igualdad y una economía comunitaria que convive en armonía con la naturaleza. Su gobierno autónomo está basado en el consenso y la dignidad.
Sin embargo, la liberalización de la economía, la globalización y la privatización han tenido un fuerte impacto en la trama social, la economía, la política, la cultura y la concepción de desarrollo de los adivasi. En consecuencia, esta comunidad autónoma se vio obligada a depender del gobierno. Hasta entonces, los adivasi habían gozado de su derecho tradicional sobre la propiedad de sus tierras, territorios y recursos naturales sin inconvenientes. Sin embargo, todo cambió con la conformación del “Estado”. El gobierno británico de la India promulgó numerosas leyes para explotar los recursos naturales y marginalizó a los adivasi.
La liberalización de la economía, la globalización y la privatización han tenido un fuerte impacto en la trama social, la economía, la política, la cultura y la concepción de desarrollo de los adivasi.
Tras la independencia de la India en la década del ’40, la situación de los adivasi empeoró aún más. Sus tierras, bosques, fuentes de agua y minerales les fueron arrebatados en nombre del desarrollo y el interés nacional. Apelando a la protección, la preservación y la conservación de la vida silvestre, el gobierno indio extendió su control sobre los recursos naturales a través de las leyes de Protección de la Vida Silvestre (1972) y de Conservación de Bosques (1980) que les arrebataron los derechos a los adivasi.
El resultado de esta intromisión del Estado ha sido devastador. Entre 1950 y 2000, alrededor de 60 millones de personas han sido desplazadas o afectadas por proyectos de desarrollo como generadoras de energía, canales de irrigación, centrales eléctricas, mineras y cementeras. Al menos el 40 % de los afectados son adivasi y cerca del 20 % son dalit o “intocables” (como se denomina a las castas más bajas). De los afectados, solo el 25 % recibió algún tipo de compensación.
Mientras el supuesto “desarrollo” impacta sobre la naturaleza y los pueblos indígenas, los gobiernos locales buscan atraer inversores debilitando las leyes que protegen al territorio y organizando cumbres de inversores. Los bancos de tierras disponibles para las empresas han incorporado tierras comunales, bosques sagrados y tierras forestales sin el consentimiento de los consejos de las aldeas, que, según la ley india, son las autoridades supremas del pueblo Adivasi.
El uso de lápidas como mensaje político
En India, los adivasi tienen tres tipos de derechos: constitucionales, legales y tradicionales. Reconocido por la carta magna de la India, el derecho a la autodeterminación es uno de los más importantes. Sin embargo, los adivasi han sido intimidados, reprimidos y criminalizados por el simple hecho de ejercer la autonomía que han gozado durante siglos. Por acción u omisión, el Estado ha fallado por completo a la hora de hacer cumplir la Constitución y la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Frente a la falta de protección, los adivasis han comenzado a luchar para proteger su identidad, autonomía, cultura, idiomas y territorios. Por esta razón, el Estado los ha considerado como “antinacionales” y “antidesarrollo”, lo cual conlleva a su criminalización. En el mismo sentido, se los acusa falsamente, sufren torturas y son encarcelados. Paralelamente, han visto afectado su derecho a la libertad de expresión.
En este contexto, el Movimiento Pathalgari representa la resistencia y la autodeterminación autónoma de los adivasi Munda. Su objetivo consiste en reclamar los derechos colectivos de los pueblos indígenas sobre sus tierras, territorios y recursos naturales. En la actualidad, el movimiento se ha extendido sobre los cuatro estados del centro de la India: Jharkhand, Odisha, Chhattisgarh y Madhya Pradesh.
El Movimiento Pathalgari representa la resistencia y la autodeterminación autónoma de los adivasi Munda. Su objetivo consiste en reclamar los derechos colectivos de los pueblos indígenas sobre sus tierras, territorios y recursos naturales.
Conformado por los vocablos pathal (piedra) y gadi (erigir o fijar en el suelo), Pathalgari significa “levantar una roca” y simboliza los derechos consuetudinarios, las prácticas, las creencias y la cultura de los adivasi. Por costumbre, la comunidad realiza ceremonias en las que erige losas con diferentes propósitos: perpetuar la existencia de los ancestros, demarcar los límites de la aldea, demostrar la historia del asentamiento, mostrar la presencia de generaciones en las tierras, y memorizar un evento especial o un accidente.
El comienzo del uso de lápidas para transmitir mensajes políticos puede rastrearse al siglo XIX, cuando en 1880 los gobernantes británicos les solicitaron a los adivasi Munda de Khunti que probaran que tenían la propiedad de las tierras en las que cultivaban. Como respuesta, cargaron una lápida desde Khunti hasta Calcuta y se la entregaron a la autoridad británica.
La práctica se popularizó cuando el entonces oficial del Servicio Administrativo Indio, Bhagwat Dayal Sharma, y su oficial del Servicio Policial de la India, Bandi Oraon, iniciaron la práctica de levantar placas de piedra para explicar a los adivasi las disposiciones de la ley, sus protecciones legales y sus derechos constitucionales. En las últimas décadas, el Pathalgari cobró protagonismo cuando en 1996 se impuso la Ley de Extensión a las Áreas Registradas.
Un nuevo capítulo del Movimiento Pathalgari
En 2017, la comunidad adivasi Munda de la región de Khunti se movilizó para reclamar el derecho colectivo sobre sus recursos naturales. Los líderes de la organización “Adivasi Mahasabha” entendieron la importancia de esta simbología cultural del Pathalgari y lo usaron estratégicamente. El 9 de febrero, se inició un movimiento masivo en la aldea Bhandra como forma de protesta contra la reforma de las leyes de tierras del gobierno de Jharkhand.
La reforma permitía el uso comercial de tierras adivasi, habilitaba el uso de tierras agrícolas para otros fines y prohibía la transferencia de tierras. Las dos primeras modificaciones tendrían efectos adversos para los adivasi de Jharkhand porque se incorporaban 2,1 millones de acres al banco de tierras y se afectaban bosques sagrados, caminos de aldeas, parques recreativos, cementerios, tierras forestales y colinas. Como si esto fuera poco, el gobierno organizó la Cumbre Global de Inversores y firmó 210 memorándums de entendimiento con empresas inmobiliarias.
En 2017, se inició un movimiento masivo en la aldea Bhandra como forma de protesta contra la reforma de las leyes de tierras del gobierno de Jharkhand.
Como respuesta, el Movimiento Pathalgari colocó rocas en más de 200 aldeas reclamando la autoridad suprema de los consejos tradicionales. Siguiendo la costumbre, los mensajes se encontraban en grandes losas pintadas de verde y blanco. El objetivo inmediato era reemplazar el poder de decisión del gobierno central por el del Gram Sabha o consejo de aldea. Los mensajes de las placas incluían pasajes de la Constitución Nacional, sentencias o juicios de la Corte Suprema y advertencias para que los forasteros no ingresen a las aldeas sin el permiso del jefe.
Tras negarse a cooperar con el Estado indio, el Movimiento Pathalgari emitió tarjetas de identificación a los aldeanos, abrió escuelas con sus propios programas, su propio banco y hasta un sistema de salud tradicional. Asimismo, desplegaron a sus guardias tradicionales, armados con arcos y flechas, con la misión de prevenir que los forasteros ingresen sin el consentimiento previo de los jefes de las aldeas.
Como mecanismo de defensa, las aldeas fueron cercadas con bambú y se establecieron puntos de control. Cuando el gobierno destruyó las barricadas e intentó ingresar por la fuerza, los aldeanos capturaron a los oficiales administrativos de alto rango, las fuerzas policiales y los paramilitares. La respuesta del gobierno fue declarar al Pathalgari como inconstitucional, antiestado y antinacional. Más allá del ataque de la policía y las fuerzas paramilitares, fueron difamados por el Estado, por el Partido Popular Indio (BJP) que está en el poder, por los medios de comunicación, las organizaciones de la sociedad civil afines y las organizaciones adivasi de derecha.
De la criminalización a la esperanza
La represión masiva se extendió a toda la región: un aldeano fue brutalmente asesinado por la policía, se presentaron cargos contra 10.000 adivasi por sublevación, se encarcelaron a 115 adivasis y más de 3.000 aldeanos fueron declarados prófugos. Muchos debieron abandonar sus hogares por temor a ser arrestados y sus familias tuvieron que subsistir en soledad. Por la avanzada, se establecieron más de 25 campamentos militares permanentes, la mayoría en predios escolares, sin el consentimiento de los consejos de las aldeas.
El Movimiento Pathalgari fue uno de los temas principales de la última elección de la Asamblea de Jharkhand en diciembre de 2019. La alianza de grupos opositores, liderada por el actual Ministro Principal, Hemant Soren, trató el tema durante la campaña y prometió retirar todos los cargos si llegaban al poder. Esta estrategia ayudó a conseguir una mayoría cómoda. Tras asumir al frente del país, Soren anunció el retiro de todas las causas judiciales contra el Pathalgari. Sin embargo, a dos años del anuncio, todavía no se ha llevado a cabo ninguna acción concreta.
El Movimiento Pathalgari es una revolución adivasi en pleno siglo XXI para la protección de sus tierras, territorios y recursos naturales, y la defensa de los derechos colectivos de autonomía y autodeterminación. Fue completamente malinterpretado por el Estado indio y, como resultado, fue difamado y destruido. Sin embargo, le dio nueva esperanza a los adivasi al permitirles creer que todavía pueden desafiar al poder del Estado con la fuerza de su unidad y su autogobierno tradicional. Si el gobierno estatal de Jharkhand quiere restablecer la confianza y el apoyo de los adivasi, deberá retirar todos los cargos contra el Movimiento Pathalgari y proteger sus derechos constitucionales, legales y tradicionales.
Gladson Dungdung es activista por los derechos humanos, investigador, escritor y orador público de Ranchi (India). Es autor del libro Why is the State Afraid of Pathalgari? y fundador de Adivasis Publications, de Adivasis Hunkar y del Jharkhand Human Rights Movement.