Esta es la historia de varios miles de combatientes de la resistencia en Roma que se organizaron como el Movimiento Comunista de Italia (MCd’I), a veces más conocido por el nombre de su publicación, Bandiera Rossa (Bandera Roja). Criticaron al PCI (Partido Comunista Italiano) de Togliatti por su política de unidad nacional con los liberales y las fuerzas demócratas cristianas que bloqueó la estrategia de convertir la lucha antifascista en una insurrección por el socialismo. El PCI usó todos sus recursos y algunas tácticas sectarias inaceptables para derrotar a esta organización de izquierda.
Reseña del libro de David Broder: The Rebirth of Italian Communism, 1943-44 (Palgrave Macmillan 2021)
Esta es la historia de varios miles de combatientes de la resistencia en Roma que se organizaron como el Movimiento Comunista de Italia (MCd’I), a veces más conocido por el nombre de su publicación, Bandiera Rossa (Bandera Roja). Criticaron al PCI (Partido Comunista Italiano) de Togliatti por su política de unidad nacional con los liberales y las fuerzas demócratas cristianas que bloqueó la estrategia de convertir la lucha antifascista en una insurrección por el socialismo. El PCI usó todos sus recursos y algunas tácticas sectarias inaceptables para derrotar a esta organización de izquierda.
Estos comunistas disidentes pasaron de liderar la resistencia en los barrios más pobres de Roma a desintegrarse como organización viable pocos años después de la Liberación en 1944. Ninguno de sus cuadros escribió análisis importantes de por qué fracasó su organización. Las historias oficiales del PCI de la resistencia marginaron a estos camaradas de la historia e incluso las historias fuera del partido no los han tratado mucho mejor. Este libro es la historia más detallada y ciertamente la única significativa en inglés.
El libro sigue la tradición de aquellos escritores que han investigado y producido historias honestas del POUM en la Guerra Civil Española -que comparte algunas similitudes con los compañeros de Bandiera Rossa- o han dicho la verdad sobre la oposición de izquierda y los trotskistas en la antigua Unión Soviética. Si contamos la historia del movimiento obrero y dejamos de lado la historia de los vencidos, podemos terminar con una historia que simplemente sea la elegida por los vencedores. Invalida la discusión de cualquier alternativa posible. Esto influye no solo en cómo leemos el pasado, sino que puede mantener la misma lógica en las discusiones políticas contemporáneas. Conduce a una especie de enfoque de realpolitik con una visión reducida basada en un análisis cínico del potencial humano.
David Broder investigó los archivos oficiales del estado y de la ciudad, leyó los archivos de las organizaciones de resistencia, consultó los boletines del Partido Comunista Italiano, revisó los documentos de inteligencia de los ejércitos aliados, leyó las memorias de los participantes más importantes y habló directamente con los pocos sobrevivientes o sus familias Para aquellos que no están familiarizados con la historia de esos años cruciales, el libro ofrece un estupendo resumen. La sección final también establece un vínculo con la política de la posguerra hasta el día de hoy. Como ha demostrado Daniel Bensaid, los diferentes tiempos de la historia interactúan y no se puede entender el presente estudiar su complejidad.
Broder no solo muestra la relativa continuidad de la línea reformista del PCI desde la resistencia hasta su propia liquidación tras la caída del Muro de Berlín, sino que también nos permite cuestionar algunos de los análisis marxistas revolucionarios demasiado simplistas de la época. Habiendo sido educados en gran parte en la tradición trotskista, muchos de nosotros aceptamos, como la leche materna, la historia de cómo Stalin ordenó a Togliatti que evitara cualquier ruptura radical en Italia, ya que estaba en el lado equivocado de la línea divisoria decidida con Churchill y Roosevelt en Yalta. Al mismo tiempo, todos sabemos cómo la resistencia liberó algunas ciudades clave del norte de Italia antes de que llegaran los Aliados. Nos deleitamos con las historias de los combatientes de la resistencia indignados, reacios a entregar sus armas y a disolverse por orden del PCI.
Como muestra Broder, si bien hubo indignación y voluntad de luchar, fue muy desigual: el sur rural había movilizado muy pocos partisanos fuera de Nápoles y la base social políticamente organizada de la izquierda era más limitada de lo que parecía. Es una ilusión decir que la mayoría de la población se unió en torno a la resistencia antes de que se asegurara la victoria.
En consecuencia, una imagen binaria simplista de las masas en un estado de fervor insurreccional bloqueadas por la traición del PCI simplemente no se ajusta a los hechos. Por supuesto, esto no justifica la línea reformista del PCI ni invalida la idea de que se podrían haber logrado objetivos mas importantes para los trabajadores que hubieran preparado políticamente a las masas para una estrategia más radical.
El MCd’I tenía sus raíces en la resistencia armada anterior al ascenso de Mussolini y agrupó a comunistas, anarquistas y otros activistas que querían luchar contra los fascistas. Se desarrolló en los barrios más pobres de Roma. No había grandes fábricas y, aunque contaba con el apoyo de los tranviarios, agrupaba a los artesanos y al semiproletariado precario. Sus cuadros y miembros eran más de clase obrera que los estudiantes e intelectuales que inicialmente compusieron la resistencia organizada por el PCI en Roma.
Bajo el fascismo y luego la ocupación nazi hubo extrema pobreza en estas zonas y gran parte del trabajo de los camaradas era organizar acciones, incluso ilegales, para proporcionar alimentos y satisfacer otras necesidades. Se tomaron en serio la educación política y organizaron su propia escuela. La mayoría fueron autodidactas y no académicos. Irónicamente el PCI explicaba sus desviaciones izquierdistas con alguna palabrería pseudomarxista sobre la falta de organización sindical en estos barrios y la fragmentación social que existía.
Mirando retrospectivamente cómo operan los activistas hoy en día en condiciones relativamente democráticas, es difícil entender como fueron capaces los militantes de la clase trabajadora de organizar su base social y editar una publicación política seria. Un factor importante también a tener en cuenta es como estaban desconectados de lo que estaba pasando fuera de Roma. De hecho, vemos en el libro cómo los exiliados del PCI que regresaban a Italia tardaron un tiempo en adaptarse y no les resultó tan fácil convencer a sus camaradas de la “línea correcta” de unidad nacional.
El aislamiento de estos grupos significó que tanto el PCI como Bandiera Rossa fueran entusiastas estalinistas. El MCd’I siempre se vio a sí mismo como una facción externa del PCI y esperaba reunificarse en una conferencia de refundación. Sin embargo, tuvieron dos interpretaciones diametralmente diferentes de lo que realmente era la línea de Stalin.
El MCd’I, como todos los comunistas, tenía la revolución de Octubre como modelo: una guerra interimperialista que provocó la derrota de su burguesía creando las condiciones para una toma revolucionaria del poder por las masas dirigidas por el Partido Comunista. Pensaron que Stalin apoyaba el mismo escenario en Italia. Un elemento adicional que alimentaba este proyecto eras las noticias de los éxitos del Ejército Rojo, que llegaría hasta Italia para sellar la victoria. Un dicho popular entre todos los comunistas de la época era ‘viene el bigotudo’ (a Stalin se le conocía como el “Baffone”).
En cuanto al PCI, Togliatti volvió a Italia tras el desembarco de los Aliados en 1943 y proclamó el giro de Salerno. Esto significó apoyar la unidad nacional, incluido el apoyo al gobierno exfascista de Badoglio. La verdadera línea de Stalin estaba clara.
Incluso después de la llegada de Togliatti, el MCd’I no creyó realmente que Stalin estuviera a favor de tal línea. Era vista como una maniobra maquiavélica, la llamada “doppiezza” (juego doble). Era solo una táctica temporal (como el pacto Hitler/Stalin) que sería abandonada una vez que comenzara la insurrección. De hecho, esta creencia en la “doppiezza” era relativamente fuerte dentro del PCI. La dirección, de manera inteligente y muy vaga, insinuó un enfoque más militante en los boletines internos. Algunos socialistas y comunistas han albergado ilusiones similares en distintos momentos: ¡llegaremos al poder y luego tendrá lugar un cambio real!
El MCd’I representaba una fuerza real, como lo muestran las cifras oficiales que sugieren que en Roma tenían 2.548 militantes frente a los 2.336 del PCI. (ver págs. 8 y 9) Incluso hubo una reunión para la reunificación que quedó en nada. El PCI no habría participado en tal reunión si el MCd’I no tuviera una implantación importante. Los datos sobre la represión avalan esta realidad. Doscientos militantes fueron deportados a Alemania y 186 fueron asesinados.
¿Por qué los comunistas disidentes no pudieron movilizar su base y desafiar a la dirección del PCI de forma más efectiva?
Podemos resumir las razones explicadas en el trabajo de Broder:
• Fueron duramente golpeados por la represión, perdiendo algunos de sus cuadros dirigentes. Su estructura celular interna era más flexible que la de los grupos PCI.
• Cuando finalmente comprendieron que Stalin había decidido el “giro de Salerno”, se desconcertaron. A diferencia del POUM en España, nunca fueron críticos con Stalin y tenían mucha menos información sobre la realidad soviética. El POUM había interactuado con Trotsky.
• Era más bien jerárquico, sin mucha democracia interna, lo que dificultaba corregir errores
• Se limitó a Roma y, a pesar de los intentos posteriores a la liberación, no pudo construir bases en otros lugares. Asistieron a una conferencia de izquierda en Nápoles que incluía a trotskistas, pero su estalinismo hizo imposible cualquier unidad.
• El PCI tomó medidas para aislarlos, utilizando sus cargos en el gobierno para limitar su acceso a las imprentas. También hubo una campaña de calumnias, del tipo de que dividían a la resistencia, eran trotskistas o incluso ayudaban objetivamente a la Gestapo. Aunque no en la escala contra el POUM en España, hubo algunos casos de eliminación violenta.
• “Doppiezza”: esta ilusión de una doble estrategia les impidió desarrollar una estrategia política alternativa coherente.
• Como dijeron acerca de los generales en la I Guerra Mundial, estaban luchando contra la última revolución en lugar de elaborar una estrategia para el contexto italiano. Aplicaron el modelo soviético de forma demasiado mecánica. A pesar de los llamamientos desesperados, no hubo insurrección en Roma y no sacaron ninguna lección de eso.
• la dirección se dividío sobre cómo actuar después de ese fracaso y el PCI debilitó aún más su capacidad.
• Aunque el PCI exageró deliberadamente la incidencia de la delincuencia común y el bandolerismo dentro y alrededor de sus filas, hubo algunas pruebas de ello, lo que le debilitó políticamente.
• Es revelador que, a pesar de producir análisis políticos con regularidad en Bandera Rossa, no hubo ningún documento político serio después de la guerra que tratara de evaluar sus errores. Esto indica sus límites políticos.
Después de la guerra y el intento fallido de construir una implantación nacional, sus militantes abandonaron la política o intentaron reincorporarse al PCI. Por supuesto, el partido sólo admitió a los ‘menos’ extremistas, pero a ninguno de los cuadros dirigentes.
El relato de Broder también recoge algunos debates sobre tácticas y estrategias políticas que han surgido regularmente en la izquierda. Por ejemplo, la cuestión de la lucha armada y cómo usarla. Los ataques a las tropas nazis implicaban la notoria política de represalia de diez a uno, los fascistas matarían a diez italianos por cada nazi asesinado. Si se tienen recursos limitados y se depende de su base en la población, hay que evaluar con mucho cuidado que se hace en esas circunstancias. El MCd’I sí cuestionó algunas de las acciones violentas contra las tropas nazis que dieron lugar a tales represalias. Quería mantener sus fuerzas para la insurrección que se avecinaba. Las unidades GAP del PCI tenían una visión diferente en ese momento. Creían que tales acciones podrían crear confianza y obligar a las personas a elegir bando.Como el autor discute en la sección final, las Brigadas Rojas tenían una noción similar de que las acciones armadas galvanizarían a la población. La discusión sobre la lucha armada y su relación con la base social y una estrategia política general fue muy importante en América Latina en los años 60 y 70. Se cometieron errores trágicos análogos.
Me hubiera gustado una discusión más larga en la sección final sobre lo que era y no era posible en este período. ¿Qué podría haber hecho una corriente revolucionaria en ese momento? Si bien la insurrección no fue posible, ¿qué otra política hubiera podido proporcionar una base para una política radical mas amplia en el período de posguerra?
Vale la pena leer este libro y es un buen recurso para la educación o el debate político. David Broder escribe de manera accesible para una audiencia no académica. Sin duda consiguió despertar mi interés en saber más sobre estos comunistas disidentes. Tenemos muy pocas fotos pero con este libro podemos leer sus publicaciones y folletos. Este libro ayuda a devolverles a la vida y respeta su memoria.
En el museo del Monumento a los Mártires, en el lugar del asesinato nazi de 335 antifascistas en las cuevas de Fosse Ardeatine, cerca de Roma, hay una placa con las últimas palabras de Tigrino Sabatini:
“No olvides por qué morimos, no explotes nuestra muerte”.
Tigrino militó en el MCd’I. Tanto el PCI como la mayoría de los políticos insisten en que murió por Italia, no por un bando en una guerra civil. Tigrino, sin duda, tenía una opinión diferente.
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