No es una novedad el hecho de que ha comenzado la carrera por la hegemonía en África por parte de las grandes potencias, pero las potencias medias pasan desapercibidas a menudo. Sin embargo, su papel es muy relevante para la configuración del continente y para su propia política exterior. Desde hace años, Turquía tiene una estrategia orientada a la expansión de las zonas de Oriente Medio, Asia y África, en detrimento de Europa. En este artículo nos centraremos en el caso de las relaciones entre el país mediterráneo y Somalia.
El cuerno de África es una región con enorme valor estratégico en la que las grandes y medias potencias se han expandido, pero el caso de Somalia estaba menos disputado por la inestabilidad y violencia constante durante las últimas décadas. Sin embargo, esto no parece haber supuesto un inconveniente para los turcos, que han demostrado poder moverse en terrenos inestables como el caso de Libia, y han llevado a cabo una estrategia de expansión en todos los ámbitos fundamentales de la política somalí.
En un primer momento, la presencia turca se basó en apoyo comercial y de seguridad. No obstante, las relaciones se han ido profundizando y diversificando al terreno militar, humanitario o empresarial. Las buenas relaciones entre los dos países pudieron constatarse en 2016, cuando tuvo lugar un golpe de Estado militar en Turquía, que fue orquestado por el clérigo musulmán Fethullah Gülen y su organización. Tras el fracaso del golpe, la organización fue designada como terrorista y comenzó su desarticulación tanto dentro como fuera de Turquía. El gobierno somalí apoyó al Ejecutivo de Erdogan inmediatamente, ordenando la clausura inminente de escuelas y hospitales vinculados a GÜllen, siendo el primer país que tomó este tipo de medidas.
Entrenamiento militar
En 2017, Turquía abría su base militar extranjera más grande hasta el momento, el campamento TURKSOM, que tiene las funciones de campo de entrenamiento y centro principal del proyecto “Águila Africana”. El objetivo es preparar a altos rangos y soldados de las fuerzas armadas de Somalia para luchar contra los insurgentes y yihadistas, y ha recibido los halagos del gobierno por ayudar a “reconstruir la nación”.
El proceso de entrenamiento está resultando muy eficaz: según las declaraciones del embajador turco en Somalia, uno de cada tres soldados somalíes ha sido entrenado por instructores de las Fuerzas Armadas de Turquía. Según las últimas cifras, los efectivos adiestrados rondan los 2.500, de los 10.000 que se prometieron en un primer momento, algo que se puede interpretar como lentitud en el proceso de adiestramiento. Al mismo tiempo, algunos de los soldados que reciben entrenamiento en el campamento TURKSOM son trasladados posteriormente a Turquía, donde reciben adiestramiento especializado en actividad contra dispositivos explosivos, operaciones especiales y lucha antiyihadista.
Los entrenamientos han tenido que suspenderse durante una temporada debido a la pandemia de COVID-19, pero en octubre de 2020 las autoridades anunciaban el inicio del entrenamiento de 450 soldados que formarán parte de la infantería del Ejército somalí.
La instrucción de tropas en suelo somalí ha hecho que la base y los turcos desplegados en la misma se conviertan en objetivos para grupos armados y yihadistas, como al-Shabbab. Los ataques se extienden desde unos pocos meses después de la apertura de la base con un atentado suicida, en el que murió una persona y dos resultaron heridas, hasta agosto de 2020 en el que otro atentado, que fue reivindicado por al-Shabbab, mató a dos personas.
La lucha antiterrorista en Somalia es un terreno de actuación para otras potencias. Sin embargo, parece que es una materia que interesa cada vez menos como en el caso de Estados Unidos, que recientemente anunciaba la retirada de sus soldados de terreno somalí para reubicarlos en otros países. Esto puede crear un importante vacío de poder que supondrá una oportunidad para Turquía. Hay que tener en cuenta que Estados Unidos basaba sus ataques antiyihadistas en drones, materia en la que los turcos comienzan a tener cierto renombre.
Al mismo tiempo que Turquía procura adiestramiento militar, también provee de armamento. Este es un punto polémico dentro de la política somalí: la oposición nacional ha pedido a Turquía posponer el envío de armas a la unidad especial de policía por temor a que sean utilizadas para determinar las elecciones.
Empresas turcas en Somalia
Como ya comentábamos al principio, las actividades turcas en Somalia se han diversificado con gran rapidez y las empresas juegan un papel importante en la política nacional del país africano. Según el diario Daily Sabah, Somalia se ha ganado el estatus especial dentro de las relaciones exteriores turcas y muchos proyectos de desarrollo rural, sanitarios y de seguridad han sido llevados a cabo por dichas empresas.
Las empresas turcas han conseguido importantes contratos de gestión de infraestructura somalí, que les hace aumentar considerablemente su peso en la región. El aeropuerto de Mogadiscio, Aden Abdulle, se encuentra actualmente gestionado por una, Favori, que ha modernizado las instalaciones. Al mismo tiempo, el puerto de la capital somalí lleva siendo gestionando desde 2013 por el operador portuario turco Albayrak: es más, recientemente se ha firmado un acuerdo que otorga la concesión de la gestión durante otros 14 años. El contrato, firmado en 2013, debía permanecer en vigor durante 20 años, pero la reestructuración económica de Somalia ha obligado a renegociarlo, aunque el tiempo de gestión no ha variado.
En el año 2019, el comercio bilateral superaba los 200 millones de dólares, posicionándose como uno de los socios más importantes de Somalia. Durante ese año, el ministro de Planificación, Inversión y Desarrollo visitó Ankara para asistir al Consejo Empresarial Turquía-Somalia con el fin de captar financiación proveniente del país mediterráneo.
Las empresas turcas asentadas en el país se han convertido también en un objetivo para grupos insurgentes y yihadistas: el 2 de enero de 2021, al-Shabbab llevó a cabo un atentado suicida que causó la muerte de tres personas, una de ellas de nacionalidad turca, y cuatro heridos. Las víctimas fueron trasladadas al hospital Recep Tayyip Erdogan, aunque también conocido como Hospital Digfer, donde recibieron la visita del primer ministro somalí.
Ayuda humanitaria
El poder blando de un país se define como el poder de influencia del mismo sobre los demás utilizando medios que no sean militares o económicos: dentro de esta categoría se puede englobar la exportación de la cultura, la diplomacia o la ayuda humanitaria. Esta última puede ser una herramienta de influencia enormemente útil y los turcos la han aplicado exitosamente en Somalia.
La sequía del año 2011 en el país africano fue el punto de inflexión para dicha estrategia, ya que la Media Luna Roja coordinó la mayor campaña humanitaria y se donaron 1.000 millones de dólares estadounidenses. Desde ese momento se multiplicaron los proyectos humanitarios de construcción de infraestructuras, saneamiento y formación académica de la juventud somalí.
El hospital antes mencionado, donde fueron trasladados los heridos del ataque suicida, forma parte del conjunto, fue abierto en 2015 con 200 camas, y supuso una mejora considerable de la imagen de Turquía en el país. Olgan Bekar, embajador de Turquía en Somalia, dice que su país ha realizado cambios reales en Mogadiscio: “Limpiamos su basura y limpiamos sus calles –afirma-. Construimos hospitales, escuelas. En este momento, hay más de 2.000 estudiantes somalíes con becas en Turquía”.
La pandemia de COVID-19 ha abierto nuevas posibilidades. En los últimos meses, Turquía ha enviado tres cargamentos de material sanitario, compuestos de dos aviones cada uno y cargados de pruebas de detección, trajes de protección, mascarillas, material sanitario y respiradores. Por aquel momento, la crisis de desabastecimiento de ventiladores se agudizaba y el presidente Erdogan aseguró que era el primer país al que Turquía enviaba esta clase de equipamiento, declarando que eran un “soplo de vida para nuestros hermanos somalíes”.
Los envíos llevaban el sello presidencial turco junto con las banderas de ambos países y un fragmento de un poema de Mevlana Rumi: “Hay esperanza después de la desesperación y muchos soles después de la oscuridad”. Según Daily Sabah, Turquía envió 5.000 ventiladores de fabricación nacional al país africano. Todas estas acciones le han valido la gratitud del gobierno somalí e influirán notablemente en las decisiones que tome el Ejecutivo africano en los próximos años.
Conclusiones
La expansión por una región o continente tiene que empezar en algún país donde consolidar su posición para después saltar a otros países con los que establecer vínculos. Turquía, en este caso, eligió un país enormemente inestable, pero ha demostrado que eso no le supone ningún impedimento. Al mismo tiempo, la región del Cuerno de África se ve abocada a una inestabilidad mayor que en años anteriores como es la crisis en la región etíope de Tigray, las tensiones entre Sudán y Etiopía. De hecho, Ankara no pierde detalle de lo que ocurre y ya sean dado pequeños pasos; por ejemplo, la Turkey’s Humanitarian Relief Foundation (IHH) ha distribuido alimentos a 2.500 familias etíopes refugiadas en Sudán. En este clima de inestabilidad, Turquía solo ve posibilidades y no me sorprendería que en medio plazo me volviese a sentar frente al ordenador para hablar de las cada vez mejores relaciones de Turquía con Etiopía o Eritrea.
FUENTE: Andrea Chamorro / Descifrando la guerra