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Femicidios de Ciudad Juárez

Rita Segato :: 20.03.22

Rita Segato aborda los femicidios en Ciudad Juárez, las nuevas formas de guerra sobre los cuerpos de las mujeres, el disciplinamiento patriarcal, la colonialidad y el patriarcado moderno y el femigenocidio como crimen en el fuero internacional de Derechos Humanos. A continuación, un repaso sobre los ejes centrales de la primera sección: “La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Territorio, Soberanía y Crímenes de Segundo Estado”.

 

Femicidios de Ciudad Juárez

Victoria Santesteban *
20/03/2022 - 00.05.hs


 

Rita Segato escribe “La Guerra contra las Mujeres” en 2016, en medio del retorno conservador al discurso moral en América -con Macri, Temer, Trump y compañía- que profundizó la demonización de la cuestión de género.

En América Latina aparece la expresión “ideología de género” como categoría de acusación y es este estilo truculento y reactivo que avizora la autora, el motor para producir los textos de “La Guerra contra las Mujeres”. A lo largo de seis capítulos, Rita Segato aborda los femicidios en Ciudad Juárez, las nuevas formas de guerra sobre los cuerpos de las mujeres, el disciplinamiento patriarcal, la colonialidad y el patriarcado moderno y el femigenocidio como crimen en el fuero internacional de Derechos Humanos. A continuación, un repaso sobre los ejes centrales de la primera sección: “La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Territorio, Soberanía y Crímenes de Segundo Estado”.

 

 

Femicidios.

 

Ciudad Juárez, en el Estado de Chihuahua, México, es lugar emblemático de sufrimiento de las mujeres, describe Segato a la vez que relata su experiencia en primera persona en esa ciudad donde el lema “cuerpo de mujer: peligro de muerte” se respira, se siente aún más real que en otros paisajes. La autora había sido invitada a Ciudad Juárez para formular sus hipótesis acerca de los crímenes enigmáticos en el lugar: numerosas y continuas muertes de mujeres desde los noventa, perpetrados con excesos de crueldad, con evidencia de violaciones y torturas. Segato en principio da cuenta de la invisibilización de estos crímenes sistémicos en un contexto de terror, del que tuvo que escapar para preservarse, dadas las señales mafiosas de alerta sobre su integridad. La antropóloga detalla la zona de frontera que es Ciudad Juárez como espacio de tráfico ilegal de todo tipo hacia el otro lado. “La frontera del tráfico más lucrativo del mundo: tráfico de drogas, tráfico de cuerpos. La frontera que separa una de las manos de obra más caras del mundo de una de las manos de obra más baratas. Esa frontera es el escenario del mayor y más prolongado número de ataques y asesinatos de mujeres con modus operandi semejante del que se tiene noticia en ‘tiempos de paz’”. Segato da cuenta que tanto autoridades como medios de comunicación relativizan los crímenes misóginos de Ciudad Juárez, comparándolos a lo que acontece en toda la región, normalizando una percepción que no repara en la particularidad y sistematicidad de estos delitos en el lugar. El modus operandi se repite y la cortina de humo frente a la violación masiva de Derechos Humanos neutraliza toda acción que busque desentrañar la verdad: “secuestro de mujeres jóvenes con un tipo físico definido y en su mayoría trabajadoras o estudiantes, privación de libertad por algunos días, torturas, violación ‘tumultuaria’ (como declaró en el foro el ex jefe de peritos Oscar Máynez, más de 17 una vez), mutilación, estrangulamiento, muerte segura, mezcla o extravío de pistas y evidencias por parte de las fuerzas de la ley, amenazas y atentados contra abogados y periodistas, presión deliberada de las autoridades para culpar a chivos expiatorios a las claras inocentes y continuidad ininterrumpida de los crímenes desde 1993 hasta hoy”. Ninguna línea de investigación arroja resultados. Frente a la producción y reproducción de la impunidad y a la sistematicidad de los estos crímenes, Segato intuye: “ningún crimen realizado por marginales comunes se prolonga por tanto tiempo en total impunidad”.

 

Violencia sexual.

 

La autora expone su elaboración teórica acerca de los delitos sexuales para ensayar sus hipótesis sobre las violencias ininterrumpidas contra las mujeres en Ciudad Juárez. Al respecto, describe a las violaciones como crímenes que responden al mandato que emana de la estructura de género con dos coordinadas bien identificadas: una vertical, dirigida del agresor hacia la víctima para su disciplinamiento, como acto de soberanía sobre su cuerpo y otra horizontal, direccionada a los demás varones como demostración de su hermandad viril. Y es allí, en estas exigencias de pertenencia al grupo de pares donde la antropóloga considera se encuentran por detrás del enigma de Ciudad Juárez. “Estas exigencias y formas de exhibicionismo son características del régimen patriarcal en un orden mafioso”.

 

 

Impunidad.

 

La estrategia clásica del poder soberano para reproducirse como tal es divulgar e incluso espectacularizar el hecho de que se encuentra más allá de la ley, recuerda Segato para elaborar su hipótesis. En vez de pensar a los femicidios de Ciudad Juárez como consecuencia de la impunidad, la autora propone conceptualizarlos como productores y reproductores de impunidad: como propósito de los perpetradores, sellar, con la complicidad colectiva en la ejecución, un pacto de silencio capaz de garantizar la lealtad inviolable a cofradías mafiosas que operan a través de la frontera más patrullada del mundo. Dar prueba también de la capacidad de crueldad y el poder de muerte que negocios de alta peligrosidad requieren. “El ritual sacrificial, violento y macabro, une a los miembros de la mafia y vuelve su vínculo inviolable”.

 

Significado.

 

De esta forma, los asesinatos pasan a comportarse como un sistema de comunicación. “Los feminicidios son mensajes emanados de un sujeto autor que solo puede ser identificado, localizado, perfilado, mediante una ‘escucha’ rigurosa de estos crímenes como actos comunicativos”. De esta forma, Segato destaca que si el femicidio es entendido como mensaje, estamos frente a una lengua donde funcionan eficazmente para los entendidos, los avisados, los que la hablan. Instalado este alfabeto violento como lenguaje estable, pasa a comportarse con el casi automatismo de cualquier idioma, y allí las dificultades extremas para eliminarlo. Segato revela el mensaje encriptado en los cuerpos de mujeres que desaparecen: “Ciudad Juárez tiene dueños, y que esos dueños matan mujeres para mostrar que lo son”. Y continúa en su traducción: “La lengua del feminicidio utiliza el significante cuerpo femenino para indicar la posición de lo que puede ser sacrificado en aras de un bien mayor, de un bien colectivo, como es la constitución de una fratría mafiosa”.

 

Totalitarismos.

 

Rita Segato describe así a los femicidios de Ciudad Juárez como crímenes corporativos de dominio territorial, de Segundo Estado, de un Estado paralelo, que se asemejan a los rituales que cimientan sociedades secretas y totalitarismos. Así, estos femicidios aparecen más cerca de la figura de crímenes de Estado, de lesa humanidad, en los que este Estado paralelo no puede ser perseguido jurídicamente por falta de figuras penales que encuadren en la categoría. Segato denuncia esta insuficiencia legal, y recuerda: no son crímenes comunes de género como disfrazan las autoridades y medios del lugar, son crímenes de corporación en los que la dimensión expresiva del control totalitario prevalece. Es en la exclusión y la capacidad de supresión de otros y otras propias de los totalitarismos, donde el capital se consagra. “¿Y qué más emblemático del lugar de sometimiento que el cuerpo de la mujer mestiza, de la mujer pobre, de la hija y hermana de los otros que son pobres y mestizos? ¿Dónde podría significarse mejor la otredad producida justamente para ser vencida? ¿Qué trofeo serviría mejor de emblema a la prebenda de óptimos negocios más allá de cualquier regla o restricción? Esa doblemente otra mujer emerge así en la escena como el lugar de la producción y de la significación de la última forma de control territorial totalitario -de cuerpos y terrenos, de cuerpos como parte de terrenos- por el acto de su humillación y supresión”.

 

* Abogada, Magíster en Derechos Humanos y Libertades Civiles

 


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