Los partidos luchan por el poder, los pueblos por el cambio, ¿Cómo lo hacemos?
Jaime Yovanovic (ProfesorJ)
La lucha por el control del estado no ha dado resultado, las izquierdas y derechas en los gobiernos se someten al capitalismo que suministra el dinero necesario, y a pesar de que algunos se dicen anticapitalistas defienden el aparato del estado como la tabla de la salvación. Por eso no importa si son capitalistas o anticapitalistas, pues si se someten y someten a la gente al estado, entonces funcionan dando gas a las relaciones mercantiles y de propiedad del capital, con lo que su “anticapitalismo” no pasa de reformas y mejoras.
Si la meta no es la toma del poder entonces debe ser la construcción de otra forma de vivir y ya no más otro tipo de estado.
Es cierto que el mercado y el estado nos obligan a vivir del capitalismo y no nos queda otra que buscar formas de hacer dinero y sumarnos todas las mañanas a los ejércitos de niños y jóvenes que mandan a adoctrinarse en las escuelas con lo que sembramos entre todos para la reproducción del sistema que criticamos. También debemos sumarnos a los ejércitos disciplinados de gente que va a “trabajar” como le llaman a la actividad de enlazamiento funcional al circuito laboral-mercantil que nos dará dinero o a los ejércitos de vendedores ambulantes o a las tropas de la llamada delincuencia, que no existe, pues sólo hay delito si lo dictamina un juez.
Queremos que eso cambie y muchos todavía creen el cuento de que cambiando el gobierno puede haber cambios. Pero, ¿por qué queremos que eso cambie?
Porque por muy lindos que sean los gobiernos estamos en el comienzo de otra crisis que está subiendo los precios y no puede aumentar los ingresos. De la dictadura y del neoliberalismo hemos pasado a la pandemia y de ésta a la guerra que está perjudicando el comercio mundial y la distribución de alimentos y materias primas.
Porque por muy progresistas que sean los gobiernos deben obtener la mayor parte de sus ingresos del extractivismo que ha llevado al planeta a una gigantesca crisis ambiental
destruyendo bosques, ríos y demás de la madre tierra.
Y nada de eso van a arreglar los gobiernos y la situación sigue empeorando. El estallido movilizó entre cinco y siete millones de personas que protestaron contra el sistema. O sea, somos muchos los insatisfechos que queremos esos cambios y sabemos que no es por causa de una constitución y se arregla con otra. Pues la causa es el capitalismo.
En la primera vuelta presidencial Boric obtuvo apenas 25% de los votos válidos emitidos, una cuarta parte, y el total de los votos emitidos no llegó ni cerca de la mitad de los electores, o sea, que nuestro presidente actual cuenta con el apoyo de un 10% de los electores en total, pues en la segunda vuelta la gente votó contra Kast y no por el programa de Boric.
Este gobierno no tiene base de apoyo, el electorado se aleja cada vez más de las falsas soluciones por arriba y el estallido mostró que la potencia social sin programa ni estrategia ni partido dirigente se volcó en los barrios a levantar cientos y cientos de ollas comunes comenzando a invertir esfuerzos en las huertas comunitarias para alimentarlas. Asustados los partidos, iglesias y municipios pasaron plata y víveres para cooptarlas pues el pueblo no debe aprender que puede vivir sin papá-estado. El gobierno soltó el IFE y ése fue el golpe de gracia contra la iniciativa popular que con billete en mano podía sobrevivir. Ya no hacía falta la autogestión y se desinflaron.
¿Van a soltar otro IFE con la crisis que viene?
Ya ha decaído enormemente el circulante y no hay perspectivas de equilibrio hacia adelante, pues los precios siguen subiendo y los ingresos bajando, y no sólo en Chile, sino a nivel mundial. Analistas y medios de prensa informan de los riesgos de que se desencadenen nuevos estallidos en diferentes países.
No van a dar otro IFE, sino que ya están repartiendo aspirinas de todo tipo. Este gobierno tampoco quiere entregar de vuelta a los mapuche los territorios usurpados donde se han instalado enormes procesos productivos forestales, hidroeléctricos, salmones y otros destruyendo todo a su paso y arrinconando más al pueblo mapuche que desarrolla la resistencia contra la colonización chilena.
LOS CAMBIOS QUE PODEMOS REALIZAR POR ABAJO
Entonces es ahora que podemos avanzar en los cambios por abajo a condición que podamos sacarnos a los partidos de encima, porque nos venderán maravillosas pomadas cuando sólo están acumulando militancia y fuerzas para disputar el poder del estado.
Proponemos que los cambios se hagan desde los espacios donde se desenvuelve la vida comenzando con nuestra residencia para seguir con el barrio.
La única manera de comenzar realmente en esos dos espacios es que las mujeres tomen las riendas del tema, pues son ellas las que tienen la mayor autoridad moral dentro de casa y si no se asumen las tareas de cambio en el hogar, el resto queda debilitado e inseguro, pues la caridad comienza por casa. Si yo y nosotros no podemos democratizar las relaciones internas del núcleo que allí habita, o sea, no podemos cambiar allí, resulta ingenuo y sin base proponerse tareas de cambio que trascienden las relaciones del hogar.
Si yo lo hiciera pasando por encima u obviando las relaciones patriarcales, jerárquicas y autoritarias de mi hogar, estoy cayendo en dos problemitas:
El primer problema es que caería en una mirada y práctica macro, o sea, sin practicar un cotidiano positivo, estaría escondiendo mi verdad o prácticamente mintiendo al resto mostrando y practicando fríamente algo que mi cuerpo y mi energía se niegan a hacer.
Lo segundo es tal vez más problemático y se refiere a que serían mis decisiones y actitudes personales, mi yo expresándose frente al mundo o intentando descubrir un nosotros en un medio que no es mi medio, lo que sería algo artificial, un evidente desarraigo, lo que es funcional al sistema, que puede operar mejor con individualidades desarraigadas, sin raíces y sin un sujeto Nosotros desde donde hablar o proyectarse.
La diferencia la hace la mujer, en especial la madre o “dueña de casa”, pues por donde vaya irá pensando en los hijos y demás miembros del hogar, que si se alimentaron, que si les falta algo, etc. Ella por instinto es comunitaria, aunque el patriarcado, el poder, la legislación y la reproducción cultural la arrastren a las ideas del falso romanticismo del príncipe azul (el propietario) y demás, hasta al vestido blanco y el anillo que representa el grillete del matrimonio.
Para democratizar las tareas domésticas no basta con conversar, aunque es un necesario punto de partida, sino que hay que apoyarse en los sentimientos que uno tiene con los demás que serían así un buen comienzo de diálogos respetuosos, cariñosos y afectivos de aproximaciones al sujeto nosotros.
El carácter pedagógico de nuestros diálogos debe influir en los niños en los dos planos de la conversación y del ejemplo de las relaciones entre jóvenes y entre adultos, o sea ellos conversan y escuchan, pero también observan. Eso significa que el hogar es un verdadero centro de reproducción cultural y construcción de saber que debe contraponerse a la formación de la sociedad escolarizada donde las escuelas son antros de disciplinamiento, obediencia y militarización de aprendizaje vertical y autoritario de lo que determina el partido gobernante y sus ministros.
Una vez que podamos comenzar nuevos diálogos, nuevas prácticas y nuevas relaciones internas en casa es necesario que ello pueda resultar en conclusiones y avances positivos que puedan verificarse con hechos como un mejor ambiente hogareños, mejor salud, etc. y con ello podemos conversar entre todos las maneras de acercarse y hacer lo mismo con los vecinos.
Esperamos que estos temas sean conversados en el hogar y en el barrio y se comprenda que el trabajo más importante es el de profundidad, hacia adentro, hacia las relaciones internas donde pueda fluir y circular la energía, el newen, el afecto. Teniendo esa base las proyecciones son infinitas en el respeto a la diversidad, o sea las familias del barrio no tienen por qué pensar igual.
Felicidades
unlibre@gmail.com