Antes de la llegada de los españoles no había fronteras porque no eran necesarias, cada pueblo se movía libremente e intercambiaban lo que les faltaba con aquellos que lo tenían, cuidaban los bosques, las aguas y la madre tierra en general, pues no era el “medio ambiente”, sino que eran un todo, como los mapu che, la gente tierra o de la tierra, cuyo pueblo-nación abarcaba desde las costas del Atlántico a las costas del Pacífico.
Chile: Diferencias, semejanzas y relaciones con el pueblo argentino
Por Jaime Yovanovic (Profesor J)
Antes de la llegada de los españoles no había fronteras porque no eran necesarias, cada pueblo se movía libremente e intercambiaban lo que les faltaba con aquellos que lo tenían, cuidaban los bosques, las aguas y la madre tierra en general, pues no era el “medio ambiente”, sino que eran un todo, como los mapu che, la gente tierra o de la tierra, cuyo pueblo-nación abarcaba desde las costas del Atlántico a las costas del Pacífico.
Los españoles obsesionados por la plata pusieron ese nombre al río y a los territorios remarcando el carácter mercantil que otorgaban a la naturaleza: no era la madre ni parte de nosotros mismos, sino objetos que aseguraban el poder y la riqueza.
Hoy día es el litio, la soja transgénica y la carne: la madre tierra sigue siendo el oscuro objeto del deseo con gobiernos conservadores y gobiernos progresistas sometidos al capitalismo.
Lo mejor y más hermoso que tienen nuestros vecinos para mostrar al mundo, a sus hijos y nietos fue el estallido que derribó varios gobiernos sucesivos en 2000-2001, que también ha ocurrido en otros lugares, pero en este caso la gente no se quedó repitiendo la bronca como los partidos rebeldes chilenos que procuran un estallidito tras otro. No en esos territorios ocurrió un fenómeno digno de ser estudiado e incorporado a la historia de las luchas y estrategias de emancipación.
En Wikipedia encontramos el siguiente resumen de lo que aconteció durante varios meses y que fue ampliamente divulgado nacional e internacionalmente:
La crisis de diciembre de 2001 en Argentina, o crisis de 2001, también referida como el Cacerolazo, el Argentinazo, o habitualmente simplificada en Argentina como el 2001, fue una crisis política, económica, social e institucional, potenciada por una revuelta popular generalizada bajo el lema «¡Que se vayan todos!»,23 que causó la renuncia del entonces presidente de la Argentina Fernando de la Rúa, dando lugar a un período de inestabilidad política durante el cual cinco funcionarios ejercieron el Poder Ejecutivo Nacional en pocos meses.
La revuelta derivó en un estallido social generalizado la noche del 19 de diciembre de 2001,6 inmediatamente después de que el presidente radical Fernando de la Rúa anunciara el establecimiento del Estado de sitio, provocando la salida a la calle de decenas de miles de personas en todo el país para manifestar su descontento con el gobierno y los representantes políticos, y se extendió toda la noche y el día siguiente, cuando se impartió la orden de reprimir a los manifestantes, 39 de los cuales fueron asesinados. La mayor parte de las personas que participaron en las protestas fueron autoconvocadas y no respondían a ningún partido político, sindicato u organización social estructurada. El 20 de diciembre a las 19:37 De la Rúa renunció y dejó la Casa Rosada en helicóptero.
Las manifestaciones en la calle continuaron durante varios meses y se organizaron mediante asambleas populares en las cuales los manifestantes debatían y tomaban decisiones con la pretensión de que se realizara una refundación política que permitiera una mayor participación de la ciudadanía y control de los representantes
Era impresionante como surgían las asambleas vecinales en todas las regiones, ciudades y barrios, era un verdadero hormiguero al cual no pude entrar por prohibición de las autoridades argentinas debido al proceso que se me seguía por el ajusticiamiento del general Urzúa, intendente de Santiago, pero cuando fui declarado absuelto el 2003 partí a visitar varias ciudades entrevistando y conviviendo con asambleas, activistas y organizaciones autónomas, por lo que puede participar en reuniones de análisis y balance que permitieron sacar algunas conclusiones.
Por ejemplo en la Huerta Zaavedra se realizaba la misma acción “hacia” los vecinos que realizan los centros culturales o comunitarios de Valparaíso, es decir un intelectual colectivo o grupo de activistas que irradia otros valores realizando actividades para influir en la gente y sobre todo en los dirigentes de las organizaciones funcionales como juntas de vecinos, que por su estructura formal y vertical pueden llevar a algunos vecinos a las acciones determinadas por el foco luminoso del centro aquel, como en el caso del gran incendio de las 400 casas en Valparaíso donde trabajábamos para nuevas relaciones sociales, nuevas formas de vivir, en fin para constituir un barrio vivo, activo con posibilidades de sujeto deliberante. Los compas de un centro comunitario cercano llegaron sosteniendo que su labor se destinaba a los dirigentes de las juntas de vecinos,
o sea el manejo de las estructuras existentes, lo que resultaba funcional a las izquierdas electorales y a los que acumulan fuerzas para el asalto al poder. La vanguardia, siempre la vanguardia. La población siempre dependiente y dirigida por alguien, por los malos o los buenos, por la derecha o por la izquierda, pues no puede desplegar sus propias iniciativas como creen ellos con una arrogancia de campeonato. Es claro que disputando puestos para “dirigir” a la población nunca van a aprender y siempre estarán acostumbrados a que “alguien” tome decisiones o haga propuestas por ellos, he ahí la preparación de los vecinos para ser buenos y disciplinados ciudadanos con una guaripola delante.
A las vanguardias no les interesa ni les conviene la autonomía social, el protagonismo popular, pues los quieren arrastrar para que los lleven a ellos, los lindos, a ocupar los puestos del poder estatal como hizo Evo Morales en Bolivia.
Ese fue el drama de las asambleas argentinas, cuyo proceso unitario y autónomo desde abajo fue torpedeado y atacado abiertamente por los piqueteros de los grupos MTD (Movimiento de Trabajadores Desocupados) que viajaron a Brasil a la escuela de cuadros del brazo agrario del PT, el partido de Lula, que inculcaron –adoctrinaron- el objetivo de la toma del poder y un ataque feroz a los autónomos que ellos llamaban “anarquistas”, como si la anarquía o el no gobierno y el si al autogobierno, fuese algo malo, y en realidad era malo poara los que tenían apetito de lo que llaman vocación de poder.
De allí que en vez de procurar que los vecinos se hagan cargo de lo propio, siempre estas corrientes procuran instalar sus activistas en la cabeza para marcar el rumbo y por eso que se instala la idea del foco irradiador de las verdades y de la conciencia en los centros culturales o comunitarios y en los famosos coletos o colectivos de afinidad que se instalan por afuera y por arriba del sistema de relaciones del barrio para influir y que conozcan el camino y el método de liberación que ellos –los inteligentes- han conocido y desean trasmitir esa información para que le gente también siga esa camino de emancipación.
De más está decir que al quiebre de la autonomía y protagonismo autogestionario de las asambleas colaboraron activamente los partidos que penetraban y hacían pedazos esos puntos de encuentro de iniciativa popular para reclutar uno o dos nuevos militantes que luego reparten volantes y así crecen generando nuevas filas disciplinadas de “revolucionarios” dispuestos a apoyar un nuevo estado al estilo de las dictaduras de izquierda de Maduro en Venezuela y de Ortega en Nicaragua.
Muchos sobrevivientes de esas experiencias se están reorganizando de otros modos y es necesario intercambiar ideas y experiencias con ellos. Es claro que los que tienen una ideología se relacionan entre ellos, pero estamos hablando de relaciones entre experiencias comunitarias, autónomas de despliegue de la potencia social en formas de autogestión.
Esos intercambios serán de mucha riqueza.
unlibre@gmail.com