El próximo 17 es el Día Internacional de la Lucha Campesina en memoria y homenaje a las múltiples resistencias y acciones que llevan adelante día a día les campesines que cuidan del monte, apostando a la agricultura familiar y defendiendo la tierra. Las comunidades campesinas siguen resistiendo ante un Estado que atenta contra la posesión ancestral de sus tierras. El martes pasado, ocurrió un nuevo desalojo en nuestra provincia. Conversamos con Sofía Sánchez, que nos comparte algunas reflexiones sobre la realidad local.
El 17 de abril de 1996, asesinaron a 19 campesines integrantes del Movimiento Sin Tierra (MST) en el Dorado dos Carajas en Brasil; los responsables aún siguen impunes. Es una fecha para recordar su lucha -aún vigente- frente a la avanzada de las empresas transnacionales y el Estado en la expropiación de tierras ancestrales y campesinas. El monte y los bienes naturales se ven amenazados en los intentos de privatización y mercantilización de la tierra, la agricultura y la naturaleza. Las luchas y resistencias campesinas se multiplican en Latinoamérica ofrendando su vida por un mundo mejor, por la reforma agraria y la soberanía alimentaria, en la defensa y cuidado de la naturaleza, de las semillas, del agua.
Este martes 12 de abril a las 8 de la mañana, en medio del frío húmedo prematuro del otoño, desalojaron a Argelia Sánchez y a su familia en el Paraje Juan García, a unos 15 km de la ruta nacional 60, que depende de la comuna de Avellaneda. Vive allí desde toda su vida. “Fue un desalojo totalmente cruel, bajo la lluvia. Nuestros compañeros no tenían a dónde meter los animales, las cabras, ovejas, caballos, conejos y gallinas. No saben qué harán, porque no tienen dónde ponerlos”, nos cuenta Sofía Sánchez, integrante del Movimiento Campesino de Córdoba que forma parte del Movimiento Nacional Indígena Somos Tierra.
La realidad de los desalojos es una foto que se repite a lo largo y ancho de Latinoamérica. Cientos de familias campesinas siguen siendo forzadas a dejar sus tierras, sus animales, su historia. El año pasado, desde el Movimiento Campesino de Córdoba acompañaron más de 14 conflictos de tierra y órdenes de desalojo en contexto de pandemia. En medio de la emergencia sanitaria, la (in)Justicia cordobesa y nacional avanzó con órdenes de desalojo e imputaciones a familias campesinas. Los desalojos en general, y en esta situación límite en particular, son considerados violencia habitacional, violencia de género y violencia institucional. La violencia habitacional también es una forma de violencia patrimonial en la que se niega la posibilidad de acceder a una vivienda digna. Es una grave violación de derechos sociales que afecta a les campesines en su derecho a la posesión ancestral de las tierras.
Sofía responsabiliza al Estado que está totalmente ausente, tanto por parte de la comuna como de la gestión provincial. “Este 17 de abril, se convierte en un día de resistencia y visibilidad, acompañando el desalojo, este desenlace tan triste para nosotras”, agrega.
En diálogo con La tinta, nos cuenta que estos últimos años tuvieron que organizarse para resistir en varios frentes, “donde no solamente se ponía en cuestionamiento la situación de la tierra, sino también la pandemia, el cuidado sanitario, el acceso al agua, a la vivienda. Nuestras compañeras en Villa Alicia siguen esperando una respuesta del Estado y de los distintos ministerios, y demandan una política de vivienda digna, ya que hace 4 años que están viviendo bajo los ranchos de nylon”, comenta Sofía y continúa: “Es necesario decirlo y traerlo a colación en este día tan importante para nosotros porque son las luchas por las que murió Ramona (Bustamante) y vienen tantas mujeres y hombres sosteniendo la bandera hace tanto tiempo en base al cuidado del monte, en base al cuidado de la agricultura familiar y me parece que, en ese sentido, es necesario hoy reivindicar y traerlo a discusión”.
Los feminismos campesinos
Sofía enfatiza que la relación entre el feminismo, la lucha y defensa de la tierra es enteramente necesaria. “El feminismo viene a mostrar las prácticas capitalistas y a denunciar las expresiones patriarcales y ecocidas que desde hace un montón de tiempo ya no están funcionando y que no le hacen bien al planeta, a las mujeres y a ningún territorio. La denuncia al agronegocio y a los emprendimientos inmobiliarios de este modelo capitalista se va a romper y lo va a hacer el feminismo. La defensa de la tierra para nosotras está dada, seguimos produciendo, resistiendo, soñando una soberanía alimentaria, que salga de nuestros territorios y que seguiremos insistiendo para que se traduzcan en políticas públicas más grandes”.
Reconoce que los principales objetivos y desafíos son seguir organizadas dentro del campo y las comunidades viviendo en sus tierras, para seguir produciendo allí. La lucha campesina, el cuidado de la tierra y la agricultura familiar son transversales para pensar las políticas públicas con respuestas concretas a estas necesidades. “Como mujeres campesinas, me parece, tenemos que desafiarnos a formar parte de la agenda pública, tomar la palabra y animarnos a romper esos esquemas viejos de representatividad. No solamente tiene que ver con las mujeres, sino con el sector y la lucha campesina es fundamental en ese sentido”, dice con mucha convicción la entrevistada.
El canto de los encuentros y las marchas resuena, alerta… que camina la lucha campesina, aunque a muchos les pese, aunque violenten con los operativos, en estos territorios se resiste, como yuyito del monte. Siembran y cosechan, producen y sueñan territorios y pueblos con soberanía alimentaria.