PRIMERO DE MAYO Y EL FIN DEL TRABAJO
Por Jaime Yovanovic (Profesor J)
El trabajo es la condición de sometimiento de la población a los propietarios que ejercen sobre ellos el poder doble de impedirles el acceso abierto a la relación libre con la madre tierra por una parte y permitirle a algunos el acceso mediante formas y procedimientos que transformen a los frutos y partes de la naturaleza en mercancías por la otra.
Eso necesitó que el propietario aniquilara la forma de vida en comunidad, pues ese conjunto unido férreamente por los lazos biológicos y del amor, no se prestaba para el chiste. Y lo consiguió fácilmente capturando una que otra mujer esclavizándola como un perro dócil y con esos hijos más esclavos prisioneros formó sus propias tribus iniciándose el período de las guerras tribales, donde los propietarios y sus guerreros se lanzaban contra las formas de vida comunitaria destruyéndolas completamente saqueando y atrapando más mano de obra para el trabajo.
La historia europea y de oriente medio fue el principal escenario de esta cruel y genocida forma de buscar mano de obra y el imperio romano el principal actor inmediatamente tras los griegos que habían derrotado al oikos mediante la polis, pese a las advertencias de Aristóteles, el poder y la política de los propietarios se instaló mediante una democracia donde el demos eran solamente señores patriarcas propietarios de extensiones de tierras de determinado tamaño hacia arriba y poseedores de más de cierta cantidad de esclavos.
Los romanos se enemistaron con todos intentando someter a las comunidades de toda Europa, norte de África y Oriente Medio, pero debían dividir las tierras conquistadas que llamaron colonatos que fueron una especia de transición entre la esclavitud y el feudalismo. Muchos gobernadores quedaron muy a gusto dejándose ganancias que debían enviar a Roma, al tanto que dejaban de suministrar hombres al ejército imperial para acrecentar su mano de obra. Eso contribuyó al debilitamiento de Roma hasta que finalmente fue derrotaba por los bárbaros que multiplicaron el sistema del colonato al regresar llenando Europa de feudos, llevando encima las garrapatas de la iglesia católica consiguiendo que el 50% de esos feudos pasaran a ser dirigidos por esa iglesia.
Hasta ahora el trabajo no era digno, pues no es para nada digno atacar la naturaleza para transformarla en mercancía. Veamos cómo se pasó a la relación capitalista:
Los artesanos provenientes de las labores en los feudos al salir de allí se instalaban donde cruzan los caminos y hay mucha circulación. Al herrero le iba bien porque no faltaba la carreta que necesitara un arreglo, un caballo una herradura, un caballero una espada, etc. También le iba bien al sastre, al panadero, etc. Se formaban las villas, llegaba más gente a vivir y más herreros, sastres y etc. Hasta que los mismos artesanos debieron poner límites, sacando estatutos o ley de gremios donde el artesano fue llamado maestro y contaba con un oficial y un aprendiz, nada más, y no podían haber más de cierto número de un oficio en cada villa.
Aumentaba la circulación de personas, carruajes, tropas, comercio, etc. Junto a ello la llegada de muchos artesanos que no encontraban su lugar y campesinos en busca de nuevos rumbos. La ley de gremios fue un obstáculo y en cada villa algunos artesanos de los mismos gremios comenzaron a organizar talleres clandestinos donde invitaban amablemente a esa mano de obra a que pusieran a disposición su fuerza de trabajo por una paga miserable. Nace el capitalismo como nuevo modo de producción.
El capitalismo es una relación que establece el propietario que posee una máquina y partes de la naturaleza por un lado y la mano de obra que recibirá la paga sólo si incorpora nuevo valor a la mercancía. La materia prima es transformada en esa mercancía, por ejemplo, en 10 horas de trabajo y se paga solamente tres. Esa parte que no se paga del trabajo es la plusvalía y de allí saca el capitalista la ganancia.
La lucha de los obreros del primero de mayo recuerda a los mártires de Chicago en 1886 donde se trabajaba de 12 a 18 horas diarias y pedían 88 mil obreros en las calles la reducción de la jornada laboral a 8 horas. Las condiciones del capital estaban dadas para ceder, pues estaban en pleno ascenso de la productividad del trabajo debido a que la revolución industrial había alcanzado saltos como el motor de combustión interna y la energía eléctrica.
Marx había escrito en 1857-1858, es decir 28 años atrás en pleno apogeo de la revolución industrial:
“En la medida en que la gran industria se desarrolla, la creación de la riqueza efectiva se vuelve menos dependiente del tiempo de trabajo y del cuanto de trabajo empleados, que del poder de los agentes puestos en movimiento durante el tiempo de trabajo, poder que a su vez -su powerful effectiveness– no guarda relación alguna con el tiempo de trabajo inmediato que cuesta su producción, sino que depende más bien del estado general de la ciencia y del progreso de la tecnología, o de la aplicación de esta ciencia a la producción. (El desarrollo de esta ciencia, esencialmente de la ciencia natural y con ella de todas las demás, está a su vez en relación con el desarrollo de la producción material.)
[Karl Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858)
En su ley de tendencia decreciente de la tasa de ganancia precisa que la máquina sustituye la mano de obra que produce la plusvalía por lo que de seguir acrecentándose la tecnología será cada vez menor la tasa (la cuota) de ganancia. Si cada mercancía tiene menos ganancia entonces hay que fabricar más, vender más, bajar costos de producción, obtener más materias primas y crece fuertemente el extractivismo. Viene el libre mercado con el neoliberalismo.
El capitalismo no caerá por sí solo, por lo que Mark, atento a las luchas sociales, hizo un detallado estudio del autogobierno obrero de la comuna de París del 18 de marzo-28 de mayo de 1871concluyendo que los obreros no necesitan un programa acabado, bastando el vago anhelo de la república social, que no necesitan en ejército profesional bastando el pueblo en armas y que la comuna cumple las funciones del estado.
A Engels no le gustó mucho y esperó 10 años a que Marx falleciera para escribir una introducción al libro “La guerra civil en Francia” donde dice muy suelto de cuerpo que a Marx “hay que interpretarlo” y le cambió las ideas.
Otra cosa que estudió Marx, que tampoco fue del agrado de Engels,
cuando aprendió que la comuna sustituye al estado sintió la necesidad de estudiar la comunidad y se adentró en el conocimiento de las comunidades campesinas rusas, chinas y de nuestro continente llegando a descubrir un cuarto modo de producción, el asiático.
CONCLUSIÓN
Si el capital ha sustituido las máquinas expulsando o liberando la mano de obra del trabajo, entonces se está acabando el trabajo y sólo quedan operadores especializados de máquinas.
Los viejos partidos obreros son sustituidos por juventud universitaria ilustrada, pequeña burguesía en disputa entre el fascismo y la socialdemocracia.
La enorme cantidad de la población queda a la buena de dios imaginando por los discursos del poder que habrá trabajo o tierra en alguna parte instalándose millones de inmigrantes que vagan de sur a norte.
El estado ni para calmar aguas o repartir aspirinas sirve hoy día, salvo para reprimir inconformes. Los zapatistas y los kurdos, como tantos otros en muchas partes, han dejado de luchar por el poder para organizar la vida con autonomía y autogestión en resistencia contra quienes quieren despojarlos de sus tierra.
La gente está estallando en todas partes y los de siempre llegan después a ofrecer otro estado mejor. Todos los que andan con el asunto del estado sirven a su amo capitalista, el verdadero propietario del apara estatal, del color que sea.
Que vivan los mártires de Chicago!
Abajo el trabajo!
Autodeterminación y devolución de los territorios mapuche.
Arriba la autogestión en la comuna que sustituye el poder del estado.
Multiplicar la democracia en todos los barrios, pero no su democracia, sino la del pueblo, directa, democracia directa que delibera y ejecuta, empezando por los barrios periféricos donde hay que fortalecer el autogobierno y la administración de la cosa pública, de todos, entre todos.