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Una de las principales científicas francesas sostiene que el excedente generó propiedad que el macho transmitió al hijo propio tomando posesión del cuerpo de la mujer

Marylène Patou-Mathis :: 07.05.22

En la sociedad neolítica aparecen los bienes, la producción excedentaria. Antes, cuando eran recolectores, cazadores y nómadas, no se acumulaba nada. Las mujeres estaban muy ligadas a la agricultura, además de ocuparse de los niños. La protección de los bienes era tarea de los hombres, papel que estaba más ligado a la fuerza y daba prestigio. Ese prestigio hizo que se convirtieran en los propietarios de esos bienes. Cuando empiezan a existir unos bienes que hay que guardar y que el hombre quiere transmitirlos solo a sus herederos es cuando empiezan a tomar posesión del cuerpo de la mujer para cerciorarse de que el hijo es de uno. Por ello, se quedan recluidas en las actividades propias de la casa y se las empieza a subordinar.

Marylène Patou-Mathis: “No hay pruebas científicas que respalden que el hombre prehistórico era superior a la mujer”

https://elpais.com/ciencia/2021-09-18/marylene-patou-mathis-hay-muchos-estereotipos-en-la-ciencia-porque-refleja-a-la-sociedad.html

 

La investigadora desmonta en su último libro los prejuicios sobre la mujer en la prehistoria, relegada a un papel secundario por la influencia de los estereotipos

 

 

La prehistoriadora Marylène Patou-Mathis (París, 66 años) cuenta que siempre se ha sentido interesada en conocer los orígenes de los humanos, algo que considera fundamental para evitar cometer los mismos errores y así avanzar. Es directora de investigación del Centro Nacional de Investigaciones Científicas en Francia y conservadora de prehistoria en el Museo Nacional de Historia Natural en París, y ha escrito numerosos libros sobre este periodo. Además, es una de las expertas más reconocidas en los neandertales. Cuando se adentraba en estas sociedades, Patou-Mathis observó que a esta especie se la consideraba inferior al Homo sapiens, pero que no era la única discriminación que se hacía sobre la sociedad de esta etapa. En su última obra, presentada en Madrid el pasado jueves, El hombre prehistórico es también una mujer (Lumen), esta especialista denuncia los estereotipos que relegan a la mujer prehistórica a un segundo lugar en la sociedad, otorgando el estatus y las tareas de caza solo a los hombres.

Pregunta. La prehistoria como ciencia apareció en la mitad del siglo XIX, una época en la que había muchos prejuicios sobre la mujer e incluso eran consideradas inferiores a los hombres. ¿Cómo influyeron estos prejuicios en las investigaciones?

Respuesta. La prehistoria apareció como disciplina en la Europa Occidental del siglo XIX, una sociedad que era patriarcal. Los primeros prehistoriadores, que eran solo hombres, pensaron que en ese periodo ocurría lo mismo que en su sociedad, es decir, que las mujeres eran inferiores a los hombres.

P. No hay evidencias de que el hombre tuviera un mayor estatus que la mujer en la prehistoria.

R. No, no hay pruebas en absoluto. Siempre hemos caído en el prejuicio, en la idea preconcebida de que había diferencias, pero no hay pruebas científicas que lo respalden.

P. En su último libro comenta el rol de la mujer en las religiones mayoritarias, ¿cree que el papel que estas tenían en dichas religiones intervino en la percepción de este género en la prehistoria?

R. Los prehistoriadores del siglo XIX estaban muy influidos por la religión. Fue difícil pasar del creacionismo al evolucionismo con la teoría de Charles Darwin en 1859. En ese siglo se desarrolla esta ciencia y sobre todo la antropología, que también participó en subestimar a la mujer. En estos estudios, los investigadores escribieron que las mujeres eran inferiores a los hombres. Evidentemente, estaban influidos por dos cosas: la religión y la ciencia. Incluso los investigadores ateos también se apoyaban en el discurso médico y el discurso social, y como su sociedad era patriarcal, también tenían un alegato parecido.

P. ¿Esta influencia continua en la actualidad?

R. En ciertas religiones del mundo vemos que hay muchas dificultades… Cuesta mucho transmitir y que se acepte la idea de la evolución en determinados lugares. Incluso ahora, mis colegas estadounidenses tienen problemas. La influencia de la religión es algo muy potente. Por tanto, en algunos países sí.

P. Ya en la antigüedad, el papel y los derechos que tenía la mujer han ido variando, incluso han perdido espacio público en la sociedad. ¿Ocurrió algo parecido en la prehistoria, un periodo muy alargado en el tiempo?

R. Sí, yo creo que sí. No en todos los lugares, pero había algunas sociedades neolíticas donde ya se muestra que hubo un cambio en el lugar que ocupaban las mujeres. En Occidente, y en Europa en particular, se llega a la visión de los griegos y los romanos a través de ese cambio. Sin embargo, en otras sociedades no ocurrió esto. Para los celtas ellas eran y tenían un papel muy importante y participaban en todas las actividades. No es un rol similar, en absoluto, al de la sociedad griega o romana.

“Los prehistoriadores del siglo XIX estaban muy influidos por la religión”

P. ¿Depende, entonces, de las sociedades?

R. Efectivamente. Eso es lo importante. Hay que darse cuenta de eso. Incluso dentro del Paleolítico y el Neolítico, dos periodos largos, había distintas sociedades, distintas culturas. No se puede cometer el error de pensar que ocurría lo mismo en todas partes.

P. En contra de la idea de que el arte estaba más ligado al hombre, en el Paleolítico llama la atención el gran número de pinturas en las que la mujer era protagonista e incluso artista. ¿Era un reflejo de esta sociedad?

R. En estas representaciones aparecen mucho los animales y poco los humanos. Pero dentro de esas representaciones humanas se representa sobre todo a la mujer: las siluetas, las vulvas e incluso a través de las estatuillas. Durante mucho tiempo se pensó que las estatuillas eran de factura masculina, pero no hay pruebas que lo demuestren. Las fabricaban hombres, mujeres o ambos. El arte refleja la cosmogonía y el simbolismo de las sociedades prehistóricas y cuando se ve que las representaciones femeninas son importantes, muy importantes incluso, significa que, en esa vida, a la mujer se la consideraba también importante.

P. ¿Qué supusieron los cambios económicos y sociales del Neolítico en la relación entre hombres y mujeres?

R. Hay distintas hipótesis. La más interesante para mí es la de que en la sociedad neolítica aparecen los bienes, la producción excedentaria. Antes, cuando eran recolectores, cazadores y nómadas, no se acumulaba nada y no había bienes que se guardaran. La hipótesis que se propone es que las mujeres estaban muy ligadas a la agricultura, además de ocuparse de los niños. La protección de los bienes era tarea de los hombres. Ellos adaptaron ese papel que estaba más ligado a la fuerza y daba prestigio. Ese prestigio hizo que se convirtieran en los propietarios de esos bienes. Es entonces cuando se plantea la cuestión de la descendencia: ellas siempre sabían de quién era el hijo, pero el padre no lo sabía porque había clanes grandes. Cuando empiezan a existir unos bienes que hay que guardar y que el hombre quiere transmitirlos solo a sus herederos es cuando empiezan a tomar posesión del cuerpo de la mujer para cerciorarse de que el hijo es de uno. Por ello, se quedan recluidas en las actividades propias de la casa y se las empieza a subordinar.

“Durante mucho tiempo se pensó que las estatuillas eran de factura masculina, pero no hay pruebas que lo demuestren. Lo fabricaban hombres, mujeres o ambos”

P. ¿Cómo influyen las nuevas técnicas de identificación de los cuerpos prehistóricos, como los análisis de proteínas en los esqueletos, en mejorar la visibilización de la mujer?

R. Es muy importante porque se muestra que realmente esas actividades que se decían masculinas o femeninas no han existido, que esas diferencias no han existido siempre, que ha habido periodos en los que la mujer cazaba y guerreaba.

P. En 2020, se conoció el descubrimiento del cuerpo de una joven que vivió hace 8.000 años rodeada de armas de caza, lo que supuso un choque con la idea de que solo los hombres prehistóricos cazaban grandes animales.

R. Ese estudio es interesante porque no solamente es una mujer. Aparte de ese esqueleto se encontraron otros donde se veía que había otros casos de mujeres enterradas con armas de caza. Es posible pues que, en determinadas sociedades prehistóricas, ellas cazaran. Quizá en otras no cazaban, pero hay otras en las que sí.

P. ¿Cree que este descubrimiento ha supuesto algo para cambiar la invisibilización de la mujer?

R. Sí, pero es algo muy reciente como para saberlo. Hacer que la gente cambie de mentalidad es muy difícil y esto acaba de ocurrir, como quien dice.

P. ¿Por qué a pesar de que hay estudios recientes sobre las mujeres como cazadoras en la prehistoria se les sigue asociando a un papel más secundario?

R. Porque creo que incluso ahora, desgraciadamente, es muy difícil cambiar la mentalidad de la gente. Los estereotipos y los arquetipos siguen existiendo, están ahí. Siempre se tiene una visión de que es el hombre quien ha inventado las cosas y ha hecho que la civilización avance, pero no hay pruebas que lo demuestren.

“Es posible pues que, en determinadas sociedades prehistóricas, ellas cazaran”

P. ¿Considera que el estereotipo del hombre como cazador y la mujer como recolectora puede modificarse?

R. Hay que cambiarlo porque hay que diversificar. No podemos pensar que en la prehistoria todas las sociedades eran iguales. A lo largo de la historia no es así y probablemente también en la prehistoria habría sociedades donde había más equilibrio entre unos y otros, lugares donde el hombre cazaba más u otros donde la mujer era la que más lo hacía. Hay que evitar pensar que todas nuestras sociedades son iguales y que todo era como nuestra sociedad actual.

P. ¿Por qué se le da mayor importancia a la caza que a la recolección?

R. No hay ninguna razón. En muchas sociedades históricas la economía está basada en la recolección. La caza era algo complementario. Se habla de armas como algo muy masculino, como algo muy viril, y siempre parece que es más importante, pero no es una realidad económica.

P. ¿Hay muchos estereotipos en la ciencia?

R. Claro que sí porque la ciencia está impregnada de la sociedad y también la refleja. El investigador tiene su historia propia y la historia de la sociedad en la que vive. No estamos solos en una isla, todos tenemos nuestra influencia y esto también nos puede hacer reflexionar. Yo creo que, volviendo al tema de la mujer, si en un momento dado empiezo a plantearme cuestiones como ¿por qué nunca hablamos de las mujeres?, o ¿por qué siempre ponen a hombres en los libros y en las películas?, es porque a mi alrededor la sociedad lo hace.

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Marylène Patou-Mathis, historiadora francesa: “No tenemos evidencia arqueológica de que el patriarcado haya existido en el Paleolítico”

Esta investigadora plantea que la idea de que en la prehistoria las mujeres estaban encerradas en las cuevas es falsa. “Al igual que los hombres, las mujeres participaban en las diversas tareas de la vida cotidiana, como la búsqueda de alimentos y la fabricación de ornamentos”. En esta entrevista con La Tercera además dice que “los primeros prehistoriadores, todos hombres, estamparon su modelo social sobre estas sociedades, pero sin evidencia arqueológica”.

Se suponía que la historia de la discriminación de género existía desde la época de las cavernas: la mujer dentro de ella, cuidando a los niños y el fuego, y los hombres afuera, cazando. Y que entonces allí se moldeó la división sexual del trabajo, en que las mujeres quedaron relegadas dentro del espacio de lo privado, y los hombres, dominando en exclusiva el espacio público. Pero no fue así.

Bajo una luz diferente -con nuevas investigaciones y datos- los hallazgos son otros, y sorprendentes, especialmente en la relación entre los géneros. A pesar de la extendida idea de que la humanidad prehistórica era un patriarcado brutal, la historiadora francesa Marylène Patou-Mathis ha desafiado esa mirada en su nuevo libro, que ya está en Chile: El hombre prehistórico es también una mujer (Lumen), que arroja luz sobre las cavernas de ayer y también las “cavernas” de hoy.

En un muy bien documentado ensayo, no solo destruye mitos respecto de dónde realmente estaban las mujeres y qué hacían en aquella época donde -afirma- no hay pruebas de que haya sido de dominación de hombres sobre mujeres, sino que además releva su papel en aquel momento histórico. “Ahora hemos visto que en Perú se han encontrado cazadoras de hace 9.000 años. A veces en el mobiliario funerario podemos encontrar también sepulturas de cazadoras con sus armas y artilugios de caza (…). A la hora de mirar al pasado, es muy importante hacer ver a la gente que la evolución del ser humano, la cultural también, se ha llevado a cabo por los dos géneros, y no solo por los hombres”, dijo en la presentación de su libro en Europa, el año pasado.

Directora de investigación en el Centre National de la Recherche Scientifique, conservadora de Prehistoria en el Muséum national d’Histoire naturelle, es una de las mayores eminencias sobre el estudio del comportamiento de los neandertal, y entre sus libros se incluyen Préhistoire de la violence et de la guerre (2013) y Neandertal de A à Z (2018). Entre múltiples reconocimientos, fue nombrada Chevalier de la Légion d’honneur, la más alta condecoración honorífica francesa -establecida en 1802- que reconoce a quienes han prestado “servicios eminentes” a la nación.

Sobre estereotipos de género de ayer y de hoy, la importancia de una nueva Constitución paritaria y con representación de pueblos originarios en Chile, y el auge de la ultraderecha en Francia conversó con La Tercera, en parte por escrito y en parte por teléfono, a última hora de una tarde primaveral parisina.

Usted ha desmitificado una de las suposiciones más comunes sobre la prehistoria: que las mujeres estaban encerradas en las cuevas. ¿Dónde estaban realmente?

Sí, esa es una idea muy extendida y falsa. Al igual que los hombres, las mujeres prehistóricas participaban en las diversas tareas de la vida cotidiana, como la búsqueda de alimentos (caza, pesca, recolección), el desarrollo del hábitat, la fabricación de herramientas y ornamentos.

¿Por qué la historia y la prehistoria las han estereotipado?

La prehistoria como disciplina científica se desarrolló durante el siglo XIX y en Europa. Los primeros prehistoriadores, todos hombres, estamparon su modelo social, en particular el patriarcado, sobre estas sociedades antiguas, sin ninguna evidencia arqueológica.


 

Dice que también eran artistas en la prehistoria, desarrollando un patrimonio invisibilizado…

Nuevos estudios del arte paleolítico, en particular el de las “manos negativas”, atestiguan que las mujeres prehistóricas penetraron en las profundidades de las cuevas. Por tanto, es posible que las pinturas de animales junto a estas manos femeninas fueran realizadas por mujeres.

¿Cuándo y cómo comenzó el patriarcado y cómo lo definiría?

No tenemos evidencia arqueológica de que el patriarcado -dominio masculino sobre las mujeres- haya existido en el Paleolítico (que consiste en sociedades nómadas de cazadores-recolectores), ni tampoco el matriarcado. Constatamos que el estatus de los hombres no era superior al de las mujeres, por lo que reinaba cierto equilibrio entre ambos. Para algunos investigadores, el patriarcado habría aparecido durante el Neolítico (compuesto por sociedades sedentarias de agricultores y ganaderos). El cambio de economía (de depredador a productor) habría ido acompañado de un cambio social (aparición de élites y castas), lo que habría provocado una mayor dependencia de las mujeres (más hijos y muchos trabajos relacionados con la agricultura).

Dice usted: “El patriarcado no tiene base antropológica”. ¿Por qué sigue vivo incluso en el siglo XXI?

A lo largo de la historia, los hombres se han beneficiado de este sistema patriarcal que les otorgaba pleno poder sobre las mujeres (consideradas menores de edad) y sobre los niños. Les permitía ejercer los oficios que deseaban y tener poder de decisión (muchas veces prohibido para las mujeres).

¿Cuáles son las raíces del espíritu de dominio que se pueden ver en la historia humana?

Creo que hay algo que es muy, muy fuerte, y es esto de que para los hombres, para estar seguros de que los niños eran sus hijos, había que tener un dominio absoluto sobre las mujeres, sobre los cuerpos de las mujeres. Creo que eso fue un problema para ellos. Porque la mujer siempre sabe que el niño es su hijo… Yo creo que siempre ha sido una preocupación muy importante para el hombre y que tal vez eso, quien hizo eso al principio, para tranquilizarse en alguna parte, tomó posesión del cuerpo de la mujer al condenarla a la casa, prohibirle salir a otra parte, a riesgo de encontrar a otros hombres… Al final también para lograr dominar a las mujeres, necesariamente en algún momento hay violencia, violencia que se va a instalar, ya que será algo así como violencia moral, o violencia física, para imponer esto, porque las mujeres no estaban de acuerdo.

¿Cómo eliminar los estereotipos de género, los esencialismos?

Debemos concientizar a la gente de que lo que se nos ha dicho durante siglos no se basa en ninguna realidad. Las mujeres no son inferiores por naturaleza, ni son menos inteligentes que los hombres. Hay que sentir la sombra de la gran cantidad de mujeres que, a través de sus invenciones o creaciones, han hecho evolucionar a la sociedad. Ellas han sido “borradas” por los historiadores, particularmente europeos, del siglo XIX.


Las ideologías ultraconservadoras están vivas en muchos países y también en Francia, por ejemplo, donde Marine Le Pen sacó gran cantidad de votos. ¿Qué piensa usted de eso?

Yo creo que siempre hay movimientos reaccionarios, pero se dan dentro de la lógica de la historia. Porque hay una especie de revolución iniciada por el movimiento Me Too, que es una verdadera revolución, que ha llevado a muchos cambios. Y, entonces, siempre hay, en algún punto, una contrarrevolución. Es decir, tienes una contrarreacción muy fuerte. Pero yo creo que esta, aunque sea fuerte, será minoritaria. Yo creo que no podemos impedir el hecho de que cuando hay un movimiento revolucionario siempre hay un movimiento contrarrevolucionario. Siempre hay reacciones muy fuertes detrás, ahí hay que estar vigilantes. Cuanto más liberal sea lo que hagamos, más habrá detrás una contrarreacción.

“Culpables” desde el origen

Usted escribe: “Las mujeres somos culpables desde el origen”. ¿Cómo se construyó esta idea?

El siglo XIX europeo todavía estuvo muy impregnado de textos sagrados (Génesis, por ejemplo) y religiosos. En estos textos son las mujeres las responsables del sufrimiento de los humanos porque es una mujer la que cometió el pecado original (la culpa de Eva).

Usted también ha estudiado la violencia. ¿Por qué ha sido practicada y promovida por los hombres?

Es probable que durante el Neolítico, las mujeres -muy ocupadas en su rol de madres (hubo muchos más hijos con la sedentarización)- y en trabajos relacionados con la agricultura, abandonaran la actividad de defensa de la propiedad (vemos la aparición de grandes silos de cereales que atestiguan la existencia, a diferencia del Paleolítico, de excedentes alimentarios). La casta guerrera aparece durante este período.

¿Por qué cree que la violencia contra las mujeres susbsiste en este momento de la historia, que suponemos más civilizado que la prehistoria?

Yo no creo que sean más civilizados. Yo soy bastante como Jean Jacques Rousseau, y creo que es la cultura la que hace que veamos sociedades con verdaderos valores humanistas y otras que no. Las reacciones que tenemos ahora son quizás más fuertes. Es que a los hombres se les ha dicho tanto, durante siglos, que las mujeres están subordinadas, que las mujeres están a su servicio, y cuando nos rebelamos, la sociedad de repente lo siente bastante brutalmente. Hay una ruptura muy fuerte que algunos hombres no aceptan. En su cabeza es normal que las mujeres estén encerradas, a algunos les cuesta entender, pues fue así por generaciones… (Entender) por qué ellos, de repente, no tenían derecho a hacer lo que quisieran con las mujeres.

Por la pandemia hemos visto un alza en la violencia contra las mujeres. ¿Es producto justamente de una reacción a los avances?

El “malestar”, el miedo al futuro, el resentimiento o la frustración -muy presentes en este período- siempre provocan actos de violencia, (la búsqueda de un chivo expiatorio). Las mujeres se convierten entonces en blancos fáciles. Además, hay hombres que todavía piensan que los cuerpos de las mujeres están a su disposición.

¿Hay sexismo en la ciencia?

Menos ahora, especialmente desde que las mujeres han estado trabajando en profesiones científicas. En Europa y Estados Unidos, las mujeres están bien representadas en Prehistoria y Antropología.

“Es absolutamente necesario combatir la jerarquía de los humanos y de sus culturas. No existen humanos inferiores y superiores, o sociedades más evolucionadas que otras. Todos los pueblos tienen una larga y rica historia”.

Marylène Patou-Mathis, historiadora francesa

¿Ha experimentado el machismo o la misoginia en su vida?

Tuve mucha suerte porque no sufrí tales actos. Desde mis estudios, he querido realizar mi propia investigación y liderar importantes programas internacionales. Por lo tanto, rara vez dependía de un colega masculino. Además, es un trabajo colectivo.

En Chile estamos redactando una nueva Constitución, con paridad de género y representación de los pueblos originarios. Para usted, ¿qué principios son imprescindibles para navegar el resto del siglo XXI?

Lo encuentro formidable. Es absolutamente necesario combatir la jerarquía de los humanos y de sus culturas. No existen humanos inferiores y superiores, o sociedades más evolucionadas que otras. Todos los pueblos tienen una larga y rica historia. Incluso los del pasado, porque es gracias a su gran capacidad de invención y resiliencia que estamos aquí. Sobre todo, no debemos esencializar, porque las sociedades prehistóricas eran complejas y ya muy diversificadas. Sus sistemas sociales y sus cosmogonías son sin duda muy diferentes a las nuestras, así que demos un paso atrás, cambiemos de perspectiva y de mirada.


¿Cuál es el papel de los hombres hoy, en el cambio de las estructuras patriarcales?

Creo que es necesario, en mi opinión, mostrar el impacto y el papel de la mujer en la historia y en la sociedad. Demostrar que no es solo un rol de cuidar a los niños, de estar en la casa, sino que la mujer, a lo largo de la historia, ha aportado mucho. Creo que eso sería importante, porque muchos hombres no piensan eso, no lo conocen. No es cierto que las mujeres no hicieran nada. Muchas mujeres en diferentes países y en diferentes momentos han hecho muchas cosas y su participación mostró que no siempre hubo una necesidad de tener este sistema patriarcal, pues hubo épocas en las que al final la mujer tenía un papel importante en la sociedad.

¿Y cree que es posible que volvamos a una sociedad no patriarcal, o sin sexismo?

Creo que en todo caso hay que intentarlo y que es posible que tengamos una sociedad equilibrada. Es decir, en definitiva, que las actividades, la gestión de la sociedad, el poder político y otros, se den según las competencias, y no según el género. Si vamos hacia un sistema de habilidades y competencias, entonces estamos en un sistema más equilibrado, ya no hay más patriarcado ni matriarcado, no hace falta que un sexo -cualquiera que sea, el masculino o el femenino- que domine sobre otro sexo. No hay dominación. Debemos avanzar hacia una sociedad equilibrada y basada en las habilidades, que no tienen relación con la edad, ni el sexo, ni la raza, ni la religión.

¿Qué cambios en los derechos de las mujeres le gustaría que sucedieran ahora, y no en más de 100 años, como pronostica el Foro Económico Mundial?

Perfecta igualdad de derechos en todos los ámbitos.

 

 


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