e
Todo comenzó con un video publicado en las redes sociales en septiembre pasado, en el que hombres fuertemente armados, con marcado acento mexicano, expresaban lealtad al CJNG y acusaban a la policía guatemalteca de robar un cargamento de drogas.
“Ya vamos por ustedes”, decía el sujeto enmascarado que grabó el video, el cual estaba dirigido a la policía. “Tienen 24 horas para devolver las cosas”.
Aquello hizo encender las alarmas. ¿Estaba el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que ha dejado una estela de violencia en todo México, haciendo incursiones en Guatemala?
Unos meses más tarde salió a la luz una investigación que vinculaba al CJNG con las redes de narcotráfico guatemaltecas y agentes del ejército. Y en marzo de este año, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos señalaba que un clan de drogas guatemalteco traficaba cocaína, heroína y metanfetamina a Estados Unidos utilizando el CJNG.
Durante décadas, los grupos más poderosos de México, como el Cartel del Golfo, el Cartel de Sinaloa y Los Zetas, se han asociado con redes de tráfico guatemaltecas para garantizar un suministro constante de cocaína desde Centroamérica. Sin embargo, los informes de la participación del CJNG son recientes y preocupantes. El grupo es uno de los carteles más sanguinarios de México, y Guatemala aún recuerda la traumática época en que Los Zetas irrumpieron en el país a fines de la década de 2000 y principios de la década de 2010, masacrando a traficantes rivales, policías y civiles en su búsqueda de nuevos territorios.
Pero la estrategia del CJNG parece ser diferente: el grupo no ha creado una célula armada permanente en Guatemala, ni ha hecho una rápida expansión violenta allí, como en su momento lo hicieron Los Zetas.
Por el contrario, las investigaciones e informes de inteligencia preliminares indican que el CJNG está estableciendo asociaciones con redes de drogas en Guatemala, activas en la costa del Pacífico y la frontera occidental con México, que reciben cargamentos de cocaína de Colombia y Venezuela y se los entregan al cartel.
No hay una célula permanente, sino vínculos con clanes de narcotraficantes guatemaltecos
Las autoridades guatemaltecas detectaron por primera vez la presencia del CJNG en 2019, durante una investigación sobre el tráfico aéreo de cocaína que permitió descubrir conexiones entre el cartel y los traficantes de drogas locales.
Durante dicha operación, denominada Triángulo Criminal, los fiscales interceptaron llamadas telefónicas entre miembros de una red de drogas en la costa Pacífica de Guatemala y un ciudadano mexicano que las autoridades creen que trabajaba para el CJNG, según cuenta Alan Ajiatas, subdirector de la Fiscalía de Delitos de Narcoactividad del Ministerio Público de Guatemala.
“Presumimos que es del Cartel de Jalisco Nueva Generación”, afirma Ajiatas, quien agrega que el individuo era el único presunto miembro del CJNG con posibles vínculos con grupos narcotraficantes guatemaltecos detectados durante la investigación, que surgió después de una serie de allanamientos en Guatemala a fines de 2021. La investigación halló que el sospechoso estaba operando en México y no dentro de territorio guatemalteco.
“[El CJNG] probablemente está designando a personas encargadas de administrar ciertos sectores”, afirma Ajiatas. Y esta estrategia no se limita al Pacífico guatemalteco.
Durante una investigación antinarcóticos separada, que comenzó en 2021, el Ministerio Público identificó a otro presunto narcotraficante mexicano que trabajaba con una red de tráfico de cocaína en la provincia norteña de Petén, una vasta región selvática en la frontera con México utilizada durante mucho tiempo para traficar cocaína hacia el norte. Esta vez, las autoridades confirmaron que el traficante era un miembro del CJNG que podría estar moviéndose entre los dos países, según dijo Ajiatas en comunicación con InSight Crime. “Probablemente ahí [en Petén] es donde está también la influencia del CJNG”, afirma.
El gobierno de Estados Unidos, que a menudo se asocia con Guatemala en investigaciones antinarcóticos, también está alerta ante la presencia del cartel allí.
Un funcionario del Departamento de Estado le dijo a InSight Crime mediante correo electrónico que la información de Guatemala “indica que recientemente el CJNG ha comenzado a tener presencia física” en Petén y Huehuetenango.
Parece que la actividad del cartel en Huehuetenango, un departamento de Guatemala en la frontera noroeste con México, consiste en la asociación con una red de tráfico de drogas conocida como Los Huistas, uno de los clanes más antiguos del país, que por décadas se ha asociado con grupos mexicanos.
El mismo funcionario del Departamento de Estado le dijo a InSight Crime que los principales miembros de Los Huistas se han coordinado con miembros del CJNG en la Ciudad de México para organizar envíos de drogas desde Guatemala y pasarlas a través de México.
Ajiatas dice que las investigaciones conjuntas entre el Ministerio Público de Guatemala y las autoridades estadounidenses revelaron vínculos entre el CJNG y Los Huistas. Agrega que la dinámica es similar a la relación del cartel con grupos en la costa del Pacífico y en Petén, dado que el CJNG está en la búsqueda de socios a nivel local.
El ejército: ‘una conexión terciaria’
Tres años después del inicio de la investigación del Triángulo Criminal, en diciembre de 2021, el Ministerio Público de Guatemala llevó a cabo más de 30 allanamientos en seis departamentos, arrestando a más de una docena de presuntos traficantes implicados en la investigación.
Entre los arrestados se encontraban tres funcionarios del ejército del país, sospechosos de entregar inteligencia militar para facilitar el tráfico de drogas y ralentizar las operaciones del Estado en la interceptación de narcovuelos. Desde entonces, el Ministerio Público acusó formalmente a los funcionarios de asociación delictiva, tráfico y almacenamiento ilícito y de revelación de secretos.
Dichos arrestos llevaron a preguntarse si los planes de expansión del CJNG incluían el reclutamiento de las fuerzas de seguridad de Guatemala, como en su momento lo hicieron Los Zetas. Estos últimos reclutaron a militares retirados e implementaron un amplio esquema de sobornos con el fin de conseguir informantes de la policía, como parte de una campaña que buscaba usurpar territorio de las redes de drogas guatemaltecas a fines de la década de 2000.
Pero en el caso del CJNG, no hubo conexión directa entre el cartel y ninguno de los agentes del ejército arrestados, como señala Ajiatas. Más bien, dos de los funcionarios trabajaron para la red de tráfico de la costa del Pacífico investigada en el caso Triángulo Criminal, y ese grupo estaba vinculado con el ciudadano mexicano que los fiscales antinarcóticos relacionan con el CJNG.
“Es una conexión terciaria”, afirma Ajiatas.
‘Menos visibles’ que Los Zetas
A mediados de 2021, se presentaron enfrentamientos armados en varios pueblos y en las carreteras a ambos lados de la frontera entre Guatemala y México, donde fueron incendiados varios vehículos. Dichas acciones prendieron las alarmas sobre posibles guerras territoriales entre grupos narcotraficantes.
Semanas después apareció un video de autoproclamados miembros del CJNG, en los que amenazaban a la policía guatemalteca y afirmaban que habían “limpiado” uno de los pueblos guatemaltecos afectados por el conflicto: La Mesilla, ubicado en Huehuetenango. El tono del video recordaba los aciagos días de Los Zetas.
Los Zetas surgieron a fines de la década de 1990, primero como el brazo armado del Cartel del Golfo y luego como grupo independiente. Fundado por exsoldados, el grupo era conocido por sus exhibiciones de violencia, como decapitaciones y torturas que dejaban grabadas en video. Cuando Los Zetas llegaron a Guatemala en la década de 2000, llegaron “con un fuerte componente de elementos mexicanos y empezaron a tener enfrentamientos armados con narcotraficantes locales”, como dijo Carlos Menocal, exministro del Interior del país (2010-2012), a InSight Crime.
Los Zetas fueron tras algunos de los grupos más conocidos de Guatemala, incluidos clanes familiares como Los Leones, cuyo líder fue asesinado por Los Zetas durante un ataque con rifles de asalto y granadas propulsadas por cohetes. El cartel mexicano también trató de desplazar a Los Huistas, pero fracasó dado que el grupo de Huehuetenango repeló un intento de ataque de sicarios de Los Zetas en 2008.
Los Zetas también atacaron a civiles, e incluso masacraron a un grupo de trabajadores agrícolas en una granja en Petén, a muchos de los cuales decapitaron y usaron las partes mutiladas para enviar un mensaje al dueño de la hacienda, quien supuestamente le había robado drogas al grupo.
Durante las operaciones orientadas a frenar la influencia del grupo a principios de la década de 2010, las autoridades guatemaltecas incautaron unas 1,5 toneladas de cocaína, así como ametralladoras, rifles de asalto y bazucas del grupo, e identificaron una larga lista de policías y militares en la nómina de la organización, según Menocal.
“Empezaron a tener gestos de violencia más fuertes que ninguna otra organización de narcotraficantes había cometido”, apunta Menocal.
El CJNG parece estar tomando un camino diferente. Tal como están las cosas, los fiscales guatemaltecos creen que el cartel está operando de manera discreta y no planea replicar las bárbaras incursiones de Los Zetas.
Ajiatas le dijo a InSight Crime que, en todas sus investigaciones actuales, los fiscales antinarcóticos no han detectado conflictos entre grupos narcotraficantes mexicanos y guatemaltecos.
El mismo funcionario del Departamento de Estado también le dijo a InSight Crime que no ha habido informes confirmados de guerras territoriales en Guatemala o en la frontera del país con México relacionadas con el CJNG.
Hay además pocos indicios de que el CJNG posea la misma capacidad física u operativa que alguna vez tuvieron Los Zetas en Guatemala, o que el grupo quiera arrebatarles territorio a los clanes de la droga guatemaltecos.
Esto tiene cierta lógica. Un conflicto abierto iría en contra del objetivo del CJNG de conseguir nuevos socios en Guatemala. Las sangrientas guerras territoriales llaman mucho la atención, y en México el CJNG ya está involucrado en docenas de disputas, incluso con grupos fuertemente armados como el Cartel de Sinaloa y Cárteles Unidos.
Buscar alianzas en lugar de conflictos con clanes como Los Huistas, grupo que domina el narcotráfico en Huehuetenango y cuenta con una extensa red de influencia en la política, no solo le otorga al cartel acceso a las rutas de la droga, sino que además puede proporcionar valiosas conexiones con las autoridades.
En el caso de Los Zetas, las sangrientas campañas del grupo finalmente provocaron una fuerte respuesta de las autoridades guatemaltecas, que hicieron que el cartel regresara a México. Si el CJNG tiene planes a largo plazo en Guatemala, quizá prefiera mantenerse bajo el radar.
“No están siendo tan visibles”, afirma Ajiatas.
Publicado origialmente por InSight Crime