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Tiroteos masivos en USA: no hay seguridad sin autodeterminación

Comunizar :: 29.05.22

Si la policía existe para proteger a los ricos (y a ellos mismos), a medida que aumenten las disparidades en la riqueza y el poder, la policía protegerá a cada vez a menos personas. Esto no es una señal de su fracaso; es precisamente lo que siempre han hecho.

Tiroteos masivos en USA: no hay seguridad sin autodeterminación

 

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Por qué ni la policía ni el control de armas son suficientes para detener los tiroteos

Ni los llamados republicanos por más armas y vigilancia, ni las demandas demócratas por más control de armas, pueden poner fin a la epidemia de tiroteos masivos en los Estados Unidos. El problema es más profundo de lo que cualquiera de estos enfoques puede afrontar.

 

Una semana y media después de que un supremacista blanco de 18 años asesinara a diez personas en un tiroteo masivo en un supermercado de Buffalo, otro joven de 18 años mató a diecinueve niños y dos maestras en una escuela en Uvalde, Texas, a la que asistían predominantemente niños de la clase trabajadora latina. El esposo de una de esas maestras murió posteriormente de un infarto provocado por el dolor.

El pueblo de Uvalde tiene un presupuesto de casi medio millón de dólares para seguridad escolar y servicios de monitoreo, aumentados por otros sesenta y nueve mil dolares por parte del gobierno estatal de Texas para detectores de metales, barreras, sistemas de seguridad, “sistemas de alarma de tirador activo en todo el campus” y similares. A pesar de recibir casi el 40% del presupuesto de la ciudad y medio millón de dólares adicionales de subvenciones estatales, la policía de Uvalde se demoró en actuar por un tiempo inusualmente largo durante la masacre, mientras los padres les rogaban que hicieran algo.

Como han documentado los anarquistas, la militarización de la policía no ha hecho nada para proteger a las personas de los tiroteos masivos. En 2020, las armas de fuego se convirtieron en la principal causa de muerte de niños en los Estados Unidos. Los asesinatos policiales ya se encontraban entre las principales causas de muerte de hombres jóvenes.

Una sociedad basada en la coerción y el control no nos protege. Todo el dinero que los gobiernos municipales, estatales y federales se ha canalizado a los departamentos de policía, lo que los ha convertido en la fuerza más poderosa en nuestra sociedad, pero esto no nos ha dado mayor seguridad. No usan esas armas para evitar que se nos haga daño, sino para protegerse, perseguir sus propios intereses y dominarnos.

Según los tribunales, los agentes de policía no tienen el deber de proteger a los estudiantes de ser asesinados como prioridad. Para eso no está la policía. El papel de la policía no es proteger, sino controlar. No existe para prevenir las crisis, sino para determinar quién sufre en ellas. Las imágenes de la policía sujetando físicamente a los padres mientras sus hijos eran asesinados explican mucho sobre esto.

Tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata están aprovechando este momento para repetir sus puntos sobre quién debería o no tener armas. Pero ninguno de los dos reconoce las causas fundamentales del problema. Ambos proponen respuestas que solo pueden alimentar el círculo vicioso que produjo esta tragedia.

 

Más policías y más guardias en las escuelas

Los republicanos, vinculados desde hace mucho tiempo a la Asociación Nacional del Rifle y a la industria de las armas, han respondido a esta masacre exigiendo más policías y más guardias en las escuelas. Siempre han tratado de desfinanciar las escuelas y limitar lo que se puede enseñar -o incluso decir- en ellas, pero proponen canalizar cada vez más recursos hacia la industria de la seguridad. Por supuesto, inundar nuestra sociedad con más armas no reducirá la cantidad de tiroteos, ya sea por parte de policías en servicio, policías fuera de servicio u otras personas que tengan acceso a sus armas.

Algunos republicanos han incluido los tiroteos masivos en su discurso, utilizando estas tragedias como una oportunidad para difundir la desinformación y el odio. El congresista de Arizona Paul Gosar, conocido por participar en conferencias de nacionalistas blancos, afirmó que el tirador era un “inmigrante ilegal de izquierda transexual”, repitiendo una mentira que había aparecido en la plataforma de reclutamiento de extrema derecha 4chan. La estrella de los medios de derecha Candace Owens también difundió esta mentira. No fue casualidad que un grupo de intolerantes repitiera esta afirmación cuando agredieron a una niña trans menor de edad poco después.

Puede que algunos republicanos de base puedan ser lo suficientemente crédulos como para aceptar estas mentiras, que se actualizan constantemente para adelantarse a los verificadores de hechos en el ciclo de noticias. Otros republicanos seguramente las reconocen como falsedades, pero en un mundo de noticias falsas, las falsedades proclamadas audazmente se interpretan como una demostración de fuerza.

Esta estrategia cínica crea un ciclo de retroalimentación. Cuanto peor se ponen las cosas, cuanto más desciende la sociedad a la violencia autodestructiva, más oportunidades hay de culpar de esta violencia a Otro, ya sea trans, izquierdista, indocumentado o negro, contra quien se requiere una fuerza cada vez más violenta. Es por eso que ninguna cantidad de tiroteos masivos -y ya ha habido 214 este año- desacreditará a los republicanos en relación con su base social.

 

¿Control de armas?

Los demócratas, por otro lado, han pedido mayor control de armas. Algunos demócratas de izquierda están comenzando a comprender que ninguna cantidad de vigilancia detendrá los tiroteos masivos. Pero el problema es: ¿quién haría cumplir leyes de restricción de armas? La policía, por supuesto. Y harían cumplir esas leyes tan selectivamente, y con tanto racismo y violencia, como hacen cumplir todas las demás leyes.

Hay más de cuatrocientos millones de armas de fuego de propiedad privada en los Estados Unidos, más de una por persona. Ahora que están en circulación, será difícil volver a meter al genio en la botella. Las campañas de recompra pueden tener un pequeño impacto, pero mientras haya nacionalistas blancos armados y policías armados, otras personas dudarán, con razón, en entregar sus armas. Hasta que nuestra sociedad esté lista para el desarme multilateral, incluido el Estado, esas armas permanecerán en circulación, y las acciones policiales para controlarlas solo conducirán a más encarcelamiento y violencia policial.

Si, al final de una represión invasiva sin precedentes, solo la policía retuviera el acceso a las armas de fuego en los Estados Unidos, eso no pondría fin a los tiroteos masivos de supremacistas blancos como el de Buffalo. La policía está desproporcionadamente involucrada en los movimientos de supremacía blanca, incluso si no contamos los asesinatos que cometen en su accionar.

Cuando los demócratas critican el comportamiento policial, por ejemplo, la cobardía de los policías en Uvalde, esto a menudo sirve para racionalizar la dirección de más recursos hacia la policía y sus reemplazos. Mientras no se cuestione la lógica del sistema de justicia punitiva, incluso las críticas más feroces se utilizarán para justificar los llamados a nuevos recintos y programas de capacitación policial.

Los republicanos no quieren obstaculizar el acceso a las armas de los vigilantes blancos, porque ven a los vigilantes blancos como esenciales para preservar el orden social prevaleciente. Los demócratas quieren que el Estado tenga el monopolio de la fuerza, porque creen que esa es la mejor manera de preservar ese mismo orden social. Bajo Biden, los demócratas han hecho todo lo posible para rehabilitar la imagen de la policía mientras asocian falsamente el aumento constante de la violencia con los movimientos para abolir la policía y los esfuerzos por eliminar las disparidades en la riqueza y el poder, a las que la policía protege.

 

¿Qué podemos hacer para poner fin a los tiroteos masivos?

Si la policía existe para proteger a los ricos (y a ellos mismos), a medida que aumenten las disparidades en la riqueza y el poder, la policía protegerá a cada vez a menos personas. Esto no es una señal de su fracaso; es precisamente lo que siempre han hecho.

La brecha entre ricos y pobres en los Estados Unidos ha aumentado constantemente durante décadas, junto con la violencia policial y los tiroteos masivos. La desesperación resultante contribuye a que las personas se conviertan en tiradores en masa. Lo mismo ocurre con el chivo expiatorio y la demagogia que surgen en una sociedad tan profundamente desigual, temerosa y enojada. Si queremos detener los tiroteos, a la larga, tenemos que abolir todos los mecanismos que crean estas desigualdades y todas las fuerzas que preservan el capitalismo, la supremacía blanca y el patriarcado. En este sentido, la lucha para detener los tiroteos masivos debe fijarse objetivos mucho más amplios para tener algún éxito.

Durante los simulacros de tirador activo en las escuelas de los Estados Unidos hoy en día, a los niños se les enseña que su mejor opción en caso de un tiroteo es contraatacar: arrojar libros de texto o sillas, o lo que sea que puedan tener en sus manos, hacia el tirador. Esta es la respuesta de una sociedad que no pretende proteger a los niños, que nunca los ha protegido. Indica que realmente estamos solos. Tenemos que entender esto y comenzar a organizarnos en consecuencia, en lugar de confiar en los políticos de cualquier partido.

Uno de los roles fundamentales de la policía es disuadirnos de resolver los problemas por nosotros mismos, por lo que delegamos tanto nuestra propia seguridad como la resolución de conflictos a las autoridades. Sin embargo, la mayoría de los padres se arriesgarán más para proteger a sus hijos de lo que jamás lo hará la policía. ¿Qué habría sido necesario para que los padres de Uvalde hubieran podido abordar con éxito el tiroteo ellos mismos, desafiando a la policía? ¿Qué organizaciones de base tendrían que existir, qué recursos y habilidades tendrían que circular? Es horrible reconocerlo, pero estamos en una situación en la que cada vez más de nosotros realmente no tenemos una mejor opción.

Si depende de nosotros abordar estos tiroteos, en lugar de esperar que los demócratas refuercen el control de armas a través de la legislación y la acción policial, podríamos comenzar preguntándonos cómo sería una campaña de acción directa dirigida a la industria de las armas. ¿Qué pasaría si pudiéramos eludir por completo la máquina de la política de partidos de Rube Goldberg para reducir los márgenes de ganancias de las corporaciones que han estado haciendo una matanza vendiendo armas de fuego?

No hay seguridad sin autodeterminación. Para estar seguros, tenemos que ser nosotros mismos los que definen lo que cuenta como seguridad, y tenemos que tener el poder de dar forma a las condiciones de nuestras vidas. Hasta ahora, los participantes más efectivos en el movimiento contra los tiroteos masivos han sido los estudiantes que organizaron huelgas en sus escuelas. Otro punto de partida es asegurarse de que las organizaciones estudiantiles tengan todo el apoyo y los recursos que necesitan mientras descubren por sí mismos la mejor manera de preservar sus vidas.

 


Publicado en inglés bajo el título «Their Guns Won’t Protect You, but They Can Get You Killed«. Versión en castellano de Catrina Jaramillo.


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