Críticas y Alternativas al urbanismo neoliberal
Las múltiples crisis del capitalismo globalizado son también la crisis del modelo urbano que ha promocionado. Según el Banco Mundial, en el año 2020, alrededor de 4.500 millones de personas vivían en ciudades, aproximadamente el 55% de la población mundial. Bajo las condiciones actuales, este crecimiento alcanzaría los 6.000 millones de personas en el año 2050. El desarrollo de un mundo globalizado es la consecuencia del desarrollo capitalista de los últimos dos siglos. Sin embargo, la pulsión urbanizadora del capitalismo también ha demostrado ser el eslabón débil para hacer frente a estas múltiples crisis. En el mundo globalizado en el que las urbes actúan como nodos, las enfermedades como el coronavirus se transmiten casi a la misma velocidad que los flujos financieros o de información. El modelo urbanizador capitalista es además responsable de la crisis ecológica en su conjunto, como demuestra el propio caso del coronavirus: la zoonosis causante de la transmisión del coronavirus a la especie humana está directamente relacionada con la depredación de la naturaleza por parte de un modelo de desarrollo productivista y urbanizador.
La creciente urbanización de la población mundial lleva en ella la generación de desigualdades sociales cada vez mayores. Lejos de ser un sinónimo de desarrollo, las tendencias contemporáneas de la urbanización a nivel mundial se traducen en la multiplicación de lo que Mike Davis llamaba ciudades miseria. Sin embargo, tal y como muestran las previsiones del Banco Mundial, el proceso urbanizador está destinado a seguir progresando, siendo fundamental para el desarrollo del capitalismo. La clave de esta contradicción se encuentra en la doble naturaleza de las ciudades como expresión de las contradicciones del capitalismo, a la vez que para el propio capitalismo son potenciales fuentes de solución a su crisis. En este texto intentaremos plasmar algunos de los elementos de este funcionamiento desde la perspectiva marxista.
La lógica neoliberal del desarrollo urbanístico
Desde el punto de vista histórico, el desarrollo urbano ha ido de la mano con el desarrollo de las fuerzas productivas. En aquellos países donde se desarrolló en primer lugar el capitalismo industrial, la necesidad de concentración de mano de obra mediante la desposesión de medios de subsistencia como la tierra y la necesidad de conectar diferentes actividades manufactureras fueron los primeros motores del crecimiento urbano. Esta relación causal se ha visto alterada y transformada durante los últimos cuarenta años, al calor de un capitalismo que entró en una situación de crisis crónica. Una manera de observar este fenómeno es centrándonos en analizar el reparto del empleo por sectores en las ciudades. Los datos ofrecidos por el Banco Mundial entre 1991 y 2019 muestran que en el año 2012 se alcanzó un pico en términos de los empleos industriales en las últimas tres décadas, alcanzando el 23,11% de los empleos mundiales, cayendo desde entonces hasta el 22,5%. Es evidente que el propio desarrollo económico desigual hace que estas cifras tengan muchos matices en función del país y la región del planeta en la que se encuentre. Sin embargo, más allá de tener en cuenta las especificidades regionales, tomando los datos de China, estos arrojan una imagen casi idéntica a la media mundial (datos anteriores a la pandemia Covid-19). A las cifras de los empleos industriales podemos contraponer los empleos existentes en el sector servicios, que han ido creciendo ininterrumpidamente a nivel mundial desde el 35% de los empleos totales en 1991 a superar el 50% en 2019 (en el caso de China pasando del 19 al 47%) 4/. Mientras las ciudades seguían creciendo, la producción de mercancías ha perdido peso en términos de empleo frente a la prestación de servicios.
En el caso del Estado español, el descenso global del empleo en la industria ha pasado del 32% al 20%, mientras que los empleos en los servicios han pasado del 57% al 75%. De este 75%, al menos un 11% corresponde al sector turístico, en el que la economía española ha tendido a especializarse. Comparando estos datos demográficos del crecimiento de las ciudades, existe una correlación entre el desarrollo de los empleos de servicios y el crecimiento urbano. Si bien es cierto que esta urbanización fue más rápida entre las décadas de 1960 y 1980 (época de mayor ímpetu en el desarrollo industrial), el proceso de urbanización ha seguido su curso durante los últimos 40 años, acogiendo al 80% de la población española. Poner de relieve la relación entre los cambios en la estructura del empleo y el desarrollo de las ciudades nos permite explicar el papel singular que las ciudades han pasado a ocupar en el proceso de acumulación capitalista en las últimas décadas, así como entender las modalidades de apropiación que el capital ha desplegado en los últimos años.
Crisis del capital y la ciudad como espacio de reproducción de las relaciones capitalistas
Para adentrarnos en los mecanismos del desarrollo urbano actual conviene echar la vista atrás y entender el desarrollo del capital a partir de la crisis económica de los años setenta. El largo período de crecimiento y de desarrollo productivo que precedió esta crisis a partir de finales de los años cuarenta fue una causa decisiva para el desarrollo de las ciudades europeas. La rapidez y profundidad de las transformaciones espaciales que dejó el capitalismo a nivel de las inéditas aglomeraciones de población abrió la puerta a debates y reflexiones en torno a las razones de la propia estructuración de las ciudades (especialmente entre Henri Lefbvre y Manuel Castells), así como sobre la propia disposición espacial de espacios productivos como las fábricas (principalmente por el operaísmo italiano). Estos debates, cuyas coordenadas siguen en gran parte vigentes a día de hoy, giraron en torno a la idea de la capacidad del capital para producir el espacio, tanto según sus necesidades para la producción y circulación de mercancías como con el objetivo de asegurar su dominio ideológico.
La relativa paradoja que podríamos señalar aquí sería que, tras el final de esta onda larga expansiva, a partir de los años setenta, la relación del capital con el espacio físico no se relajó, sino que incluso se incrementó. Las fuertes implicaciones que tuvo en términos de intensidad de la transformación del espacio y de la subsunción del medio rural por el medio urbano llevaron al pensador marxista Henri Lefebvre a definir este proceso como una “revolución urbana” (Lefebvre, 1970).
Una manera de aproximarnos a este fenómeno es a través de la necesidad, identificada por Karl Marx, que tiene el capital de reproducirse de manera ampliada. La crisis del capitalismo de los años setenta, que marcó el fin de la onda larga creciente, tuvo como consecuencia una reestructuración de la producción a nivel mundial (Mandel, 1979). La ampliación de las escalas de producción, la constitución de cadenas globales de valor permitía desgajar márgenes de beneficio que se iban ajustando progresivamente en los procesos productivos. Siguiendo el enfoque que Karl Marx desarrolla en El Capital, estas estrategias estaban destinadas a poder generar mejores condiciones que propiciaran el proceso de “reproducción ampliada del capital” (entendido como la reproducción directa de las relaciones de producción y consumo que permiten valorizar una inversión de capital). Sin embargo, los márgenes para esta reproducción ampliada dentro de la economía productiva resultaban ser cada vez más estrechos, de modo que la respuesta del capital se basó en la extensión de los espacios y condiciones de extracción de plusvalía. Este desarrollo se ha traducido en una multiplicidad de procesos: desde la integración de nuevos sectores de la población al trabajo asalariado y el desarrollo del sector financiero hasta la privatización de servicios públicos, pasando por una relación con el espacio físico cada vez más basada en su mercantilización. Estos avances en el proceso de reproducción ampliada permitían además el desplazamiento de las contradicciones en el tiempo y en el espacio.
David Harvey, autor de referencia en el análisis de estos procesos en el espacio, y en particular en las ciudades, relaciona el proceso de expansión de la reproducción con el proceso de “acumulación por desposesión” (Harvey, 2005). Esta acumulación por desposesión permitiría actualizar el concepto desarrollado por Marx relativo al proceso de “acumulación primitiva”, y que identificó como necesaria para que pudiese tener lugar el proceso de acumulación industrial. Para Harvey, las ofensivas sobre los derechos sociales, así como sobre los territorios, mostraban que este proceso no estaba históricamente circunscrito al periodo de los inicios del capitalismo industrial, sino que tiende a intensificarse en los momentos de crisis en el proceso de acumulación productiva.
Más allá, Harvey elabora un marco conceptual para explicar la relación existente entre un capital productivo en declive, el desarrollo urbano y el crecimiento fulgurante del capital financiero a partir de los años ochenta. Para Harvey, la saturación en la acumulación del capital manufacturero conducía a un proceso de “cambios en el capital” (capital switching en inglés), en el que el capital saltaba del “circuito primario” (el proceso de la producción de mercancías) al circuito llamado “secundario” (o de desarrollo de las infraestructuras). Este desarrollo del circuito secundario es el que habría alimentado el crecimiento de las ciudades a partir de la crisis de los años setenta. En última instancia, autores como Manuel Aalbers (2008) argumentan que el proceso de “cambio en el capital” se da entre el capital financiero y el capital físico, sin que haya una conexión directa con la esfera productiva propiamente dicha.
Este marco conceptual nos sirve de hoja de ruta para entender los desarrollos urbanos como el español, basado en la construcción y en el endeudamiento. El Estado español, contando con una economía de segundo orden dentro de los procesos de valorización europeos y mundiales, mostró de manera acusada la crisis de las relaciones productivas y la necesidad de ampliar los procesos de extensión de la actividad del capital. La precarización de la clase trabajadora y la creciente especialización en el turismo son dos caras de este proceso de reproducción basado en el desarrollo del capital inmobiliario y financiero.
El desarrollo urbano español a la luz de la crisis de reproducción del capital
A pesar de la cierta abstracción de los conceptos anteriormente descritos, estos son importantes para entender el lugar que han ocupado el sector turístico y el de la construcción como especialización dentro de las economías europeas. Desde el punto de vista de cómo el capital ha reorganizado sus fuerzas y sus inversiones, podemos analizar el desarrollo urbanístico español en torno a tres grandes ejes: la especialización en el turismo como sector económico, el desarrollo inmobiliario y el modelo de gobierno municipal.
En primer lugar, el desarrollo del turismo como una especialización de la economía española. Este sector conforma un 12,1% del PIB español en 2019 5/, con un 11% de la fuerza de trabajo empleada y contabilizada. Los grandes focos turísticos han pasado o pasan por procesos de intensa urbanización, como atestigua el desarrollo urbanístico de las costas mediterráneas. Además, antes de la pandemia de coronavirus, este sector ha vivido un intenso crecimiento, habiendo crecido más del 50% en términos de recaudación entre 2015 y 2019. Recordemos que el turismo demanda grandes cantidades de trabajo barato, para tareas altamente precarizadas.
En segundo lugar, debemos citar el desarrollo inmobiliario, principal motor del crecimiento económico hasta la crisis del 2008. Las posibilidades de desarrollo del sector de la construcción estuvieron determinadas por su papel estratégico para las posibilidades de inversión del capital financiero: en contextos de incertidumbre, la inversión en capital inmobiliario permite fijar el valor del capital financiero en activos fijos. Un segundo elemento explicativo de este desarrollo se encuentra en el conjunto de innovaciones financieras que se constituyeron alrededor de los mercados hipotecarios y fueron la base del desarrollo de títulos financieros que permitieron la expansión de los capitales ficticios en torno a la deuda basada sobre el capital inmobiliario. Por último, el boom de la construcción jugó el papel de ofrecer una vía hacia al ascensor social mediante el endeudamiento, en un contexto de retroceso en las condiciones laborales y de la fragmentación social relativa a la pérdida de derechos. De hecho, frente a un sistema de bienestar menos garantista que en otros países europeos, la promoción de la vivienda en propiedad y la transmisión del patrimonio ha jugado un papel fundamental desde la época del franquismo.
En tercer lugar, más allá de discursos simplistas sobre el papel del Estado en el contexto de la economía neoliberal, hay que subrayar que las políticas municipales han jugado un papel clave en permitir y alabar los dos fenómenos anteriores. En la línea del enfoque desarrollado por Harvey, el rol asumido por las administraciones municipales se convirtió en el de la promoción de la iniciativa privada para poder desarrollar las ciudades. El desarrollo de un gobierno de las ciudades de tipo neoliberal sentó las bases para que la promoción de la inversión inmobiliaria se pudiera desarrollar. La competición para atraer proyectos de desarrollo inmobiliario lleva a las administraciones tanto a facilitar licitaciones para la construcción de promociones inmobiliarias como a comprometer grandes cantidades presupuestarias para el desarrollo de grandes eventos destinados a poner las ciudades en el mapa. En general, estos eventos tenían como resultado la valorización del suelo de las ciudades, procesos de desplazamiento forzados o inducidos mediante la gentrificación y el endeudamiento masivo de la propia administración municipal.
La transformación de las ciudades tras la crisis de 2008
La crisis de 2008 puso fin a la burbuja inmobiliaria sin alterar la intensa relación que mantiene el capital financiero con el capital inmobiliario. Hacer aquí una panorámica excede el espacio de este texto, pero sí que apuntaremos dos elementos marcantes para la relación con el espacio urbano.
El primero, la crisis y su gestión ha llevado al capital financiero a diversificar su presencia en el mercado inmobiliario y extenderse al mercado del alquiler, que estaba abocado a crecer tras el estallido de la crisis y la ola de desahucios que implicó. La entrada en este mercado ha sido apoyada y acompañada por parte del Estado. La compra mediante el FROB de una gran parte de los llamados activos tóxicos (básicamente hipotecas de dudoso cobro) y su posterior saneamiento por parte de la SAREB han significado una transmisión de estas viviendas a fondos de inversión (Gabarre, 2019). La gestión de estos bienes se ha llevado a cabo por parte de las sicav, cuyas regulaciones se flexibilizaron en 2012. Estos fondos han encontrado en el mercado del alquiler un punto de apoyo importante para poder seguir extrayendo rentas del capital inmobiliario, jugando un papel fundamental en la inflación de precios del alquiler.
El segundo elemento que ha integrado lógicas mercantilizadoras en los entornos urbanos es el del desarrollo de la economía de las plataformas. Estas estructuras se han desarrollado durante la última década insertándose en el ámbito de la circulación de mercancías y la prestación de servicios. Estas plataformas basan su negocio en cuatro principios: en primer lugar, son nichos para la extracción de rentas en procesos ya existentes (como el alojamiento o el reparto de mercancías); segundo, actúan bajo el principio de la (falsa) horizontalidad entre proveedores y consumidores, pero con la capacidad y voluntad de saltarse regulaciones laborales y fiscales esenciales; tercero, este papel de extractores de riqueza está íntimamente ligado a su papel (casi) monopolista, lo cual les provee de una papel crucial en el sentido de la acumulación, gestión y venta de datos de las y los consumidores. Según Snircek (2017), esta parte del negocio incluso superaría en términos de beneficios el verdadero cometido de estas plataformas. Por último, se trata de estructuras fuertemente integradas en los mercados financieros, generando activos financieros en base a los servicios prestados.
Conclusión
Con este texto hemos pretendido ofrecer unas breves pinceladas del sentido de la forma ciudad bajo el capitalismo actual, siendo no solo un producto de las necesidades del capital, sino además un mecanismo para la extracción de riquezas sobre las clases trabajadoras. El caso de la relación entre capital y vivienda muestra la capacidad de innovación que el capital está dispuesto a desarrollar para abrir nuevos espacios para la acumulación, combinando el negocio del mercado hipotecario con la financiarización del mercado del alquiler. La apropiación capitalista de la ciudad también funciona como nexo de las relaciones entre ámbito productivo y reproductivo. Así, mientras que en la introducción a este texto establecimos la relación existente entre urbanización y crisis climática, la financiarización de las ciudades es una causa fundamental para explicar la invisibilización y/o precarización de las tareas reproductivas y por extensión de las mujeres, principales encargadas de asegurar estas tareas.
La crisis sanitaria y el creciente impacto de la crisis climática sacaron a relucir algunas de las miserias de la forma urbana contemporánea. Sin embargo, frente a esta crisis no debemos esperar a que se desarrollen soluciones que le hagan frente y que permitan construir ciudades democráticamente desde las necesidades humanas. Al contrario, el papel estratégico que juegan las ciudades para el capitalismo hace que cualquier solución que se plantee desde la perspectiva del capital pasará por una creciente absorción del espacio y de las relaciones sociales en el proceso de acumulación del capital.
Mats Lucia Bayer es miembro del CADTM (Comité por la Abolición de la Deuda del Tercer Mundo)
2 junio 2022
Referencias
Aalbers, Manuel B. (2008) “The Financialization of Home and the Mortgage Market Crisis”. Competition & Change, 12(2), 148-166.
Harvey, David (2005) El “nuevo” imperialismo: acumulación por desposesión. Madrid: Akal.
Gabarre de Sus, Manuel (2019) Tocar fondo. La mano invisible detrás de la subida del alquiler. Madrid: Traficantes de Sueños.
Lefebvre, Henri (1970) La revolución urbana. Madrid: Alianza Editorial.
Srnicek, Niock (2017) Platform capitalism. Cambridge: Polity.