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Comenzaron los Cursos de Invierno para trabajar y profundizar críticamente los viejos paradigmas

Jaime Yovanovic (Profesor J) :: 09.06.22

Entregamos hoy el material y cuestionarios del primer capítulo de los cursos de Pedagogía Comunitaria con el análisis crítico de la “concientización para la liberación” (similar a la evangelización de los curas que acompañaron a Colón) de Paulo Freire, y el primero de Ciencias Políticas no Estatales que analiza al Marx de la Comuna de París por fuera de las “interpretaciones” que hace Engels al libro de Marx “La guerra civil en Francia”, interpretaciones que son la base del manual del estatismo de izquierda de Lenin en su “El estado y la revolución”.

Nota previa: Los lectores que lo deseen pueden participar entregando de su cosecha en el correo unlibre@gmail.com o en el grupo face https://web.facebook.com/groups/ULibreLaMancomunal o directamente en está página web sea para profudizar la crítica o refutándola. Si le parece necesario para la época que vivimos, puede circular los cursos

independientemente de si nos cita o no. No les daremos descanso!

Profesor J

 

 

PAULO FREIRE  

 

Pedagogía Comunitaria. Capítulo 1

 

Fragmento del libro de Pablo Freire “Pedagogía de los sueños posibles”

 

“No me interesa luchar contra la escuela privada, cuya historia en Brasil tiene una presencia fundamental e importante, sino luchar por que el Estado cumpla con su deber de ofrecer una escuela seria, una escuela en cantidad y una escuela en calidad. El Estado no puede llegar aquí y decir: «Usted no puede hacer una escuela; ese es mi deber y mi derecho». ¡No! Al contrario, el Estado debería colaborar con los organismos privados que hacen su aporte, con las escuelas privadas que hacen su aporte, pero sin dejar de cumplir su deber, que es ofrecer una escuela seria, una escuela democrática, una escuela abierta donde el educando experimente la posibilidad que ofrece la educación y reconozca los límites de su educación”.

 

De esa manera los métodos y técnicas tan aplaudidos de este autor son buenos, pero buenos para concientizar, para evangelizar, que no es otra cosa que lavado de cerebro. Todo estado tiene como función la escolarización donde podrán sembrarse valores y comportamientos a los estudiantes preparándolos para aceptar a vivir y sobrevivir en esta sociedad capitalista, aunque nos digan que después del capitalismo sobrevendrá el socialismo, sin embargo las sociedades socialistas se defienden del propio pueblo instalando dictaduras como Venezuela y Nicaragua.

 

Por eso definimos a Freire como estatista, partidario del estado como eje de los cambios posibles, lo que se ha demostrado que no funciona, pues al continuar con el mercado capitalista se está blindando y así evita los cambios posibles.

 

El que concientiza está diciendo que ya es consciente, definiendo a los demás como alienados o faltos de conciencia y se designa a sí mismo como responsable de concientizar a los demás. Eso significa separarnos del resto por vía intelectual, asumirnos como superiores o avanzados definiendo que los demás deben alcanzar nuestro nivel. Esa es una concepción religiosa, pues Freire se apoya en la teología de la liberación, que viene siendo lo mismo que la pedagogía de la liberación y fue aplicada por los curas que venían con los colonizadores entregando decenas y cientos de indios a un latifundista encomendero que debía tenerlos como esclavos hasta que el cura a cargo los evangelizara.

 

Por otra parte los estados se instalan encima de los territorios usurpados a las comunidades que aquí habitan y lavarles el cerebro era parte del plan colonizador. La evangelización o concientización o adoctrinamiento se usó y se usa para acabar con la cosmovisión de los pueblos y así la educación o pedagogía en forma de escuelas se usa para instalar la idea o la ideología del poder. No se enseña la sumisión, ya que de eso se encargan las religiones y las tropas, sino a competir para alcanzar puestos y beneficios de la estructura mercantil capitalista aplastando a los demás. Es decir se enseña el individualismo, que es lo contrario del sentido de comunidad. Se enseña la propiedad que es contraria al común, el todo es de todos que era la regla antes de “enseñarnos” a vivir civilizadamente, es decir, bajo las reglas de la civilización patriarcal.

 

Así el hacer conciencia es tarea de curas y lo que quiere Freire es que sea tarea de la capa o categoría superior de los conscientes, los que ya han llegado, que se hacen cargo de los demás así como se harán cargo del estado y así entendemos el actual gobierno chileno de las capas medias profesionales universitarias ilustrada que ni siquiera pueden dialogar con los estudiantes universitarios o con los mapuche. Concientizar entonces es un ejercicio de poder.

 

CUESTIONARIO

Diga por qué la concientización es ejercicio de poder

Diga por qué las iglesias y los partidos políticos utilizan la concientización de Freire

Diga las funciones de la escolarización, además de ser aparato de poder para diseminar la concientización o lavado de cerebro (adoctrinamiento).

Explique cómo la toma de escuelas de los pingüinos el año 2006 podría haber enfrentado la concientización.

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Ciencias políticas no estatales. Capítulo 1

 

MARX Y MARXISMO

 

LA COMUNA DE PARÍS, 1871. MANIFIESTO ANARQUISTA DE MARX. LA COMUNA COMO FORMA POLÍTICA DE LA EMANCIPACIÓN SOCIAL. EL FIN DE LA POLÍTICA.

M. Rubel y L. Janover - Marx Anarquista - pág. 40

 

Es presumible pensar que Marx tomó la decisión de glorificar la Comuna no sin una segunda intención perfectamente justificada: la de acabar de una vez por todas con sus detractores “antiautoritarios”, oponiéndoles un verdadero manifiesto anarquista: si no emplea el término, es porque su anarquismo no está esencialmente hecho de retórica y romanticismo, de aventurismo individualista incluso, sin verdadera relación con el desarrollo histórico, sin raí[1]ces en el movimiento proletario moderno y, por ello, condenado a quedar como episódico y estéril, como el de sus adversarios y críticos. He ahí el motivo del lugar que ocupan en este texto los recuerdos históricos, el motivo de la vehemencia en la denuncia del “monstruo” llamado Estado, las invectivas contra el “terrorismo burgués” practicado por la “república burguesa”, tanto en los esbozos como en el texto definitivo. Lo que se desprende de las diversas observaciones sobre las medidas sociales ordenadas por la Comuna es la visión de una sociedad auto-organizada y auto[1]gestionada, liberada de las servidumbres políticas y policiales, donde cada medida tiene valor de síntoma, y cada síntoma valor de estructura establecida, de conquista definitiva.

La adhesión a la Comuna -o más exactamente a una visión pre[1]viamente sublimada de la Comuna- toma al momento figura de profesión de fe anarquista: La Comuna no fue pues una revolución contra tal o cual forma del poder de Estado, legitimista, constitucional, republi[1]cana o imperial. La Comuna fue una revolución contra el Es[1]tado como tal, contra ese aborto sobrenatural de la sociedad; fue una resurrección para el pueblo, la resurrección de la pro[1]pia vida social del pueblo. No fue una revolución tendiente a transferir el poder de Estado de una fracción de las clases do[1]minantes a otra, sino una revolución para romper esa horrible máquina de la misma dominación de clase. No fue uno de esos combates menores entre la dominación de clases bajo forma del poder ejecutivo y las formas parlamentarias de dicha domina[1]ción, sino una revuelta contra ambas formas que se completan y cuya forma parlamentaria es sólo una prolongación engañosa del poder ejecutivo. El segundo Imperio fue la última forma de esta usurpación política.

 

La Comuna fue la negación decisiva de ese poder de Estado y, en consecuencia, el inicio de la revo[1]lución social del siglo XIX.(Comunicado, primer borrador, 1871, p.165 ss. Edic. Pekín 1966). En esta imagen de la Comuna, experiencia efímera y limitada, Marx proyectó los recuerdos e impresiones de todas las lecturas utópicas que contribuyeron a dar a su pensamiento una orientación netamente anarquista: La Comuna: es la toma del poder del Estado por la sociedad como su propia fuerza viviente, sustituyendo al poder que sub[1]yuga la sociedad y la oprime; es la toma del poder del Estado por las masas populares que crean su propio poder y sustituyen al poder organizado de la opresión; es la forma política de su emancipación social en lugar del poder fáctico (…) de la socie[1]dad manipulada por sus enemigos para dominarla. Esa forma era simple como es simple todo cuanto es grande. (ibid., 168). Más preciso que en la redacción definitiva del Comunicado, Marx se muestra al mismo tiempo más reflexivo, más prudente, como dándose cuenta repetidamente de que ha dejado el campo excesivamente libre a la imaginación, mientras que el destino de la Comuna distaba de autorizar esperanzas tan extravagantes: Tal es la Comuna: la forma política de la emancipación so[1]cial, del trabajo liberado de la usurpación de los medios de tra[1]bajo, creados por los trabajadores mismos u ofrecidos por la naturaleza.

Así como el aparato de Estado y el parlamentarismo no son la vida real de las clases dominantes sino únicamente los instrumentos generales y organizados de su dominación, las ga[1]rantías políticas, las formas y modos de expresión del viejo or[1]den de cosas, la Comuna no es el movimiento social de la clase obrera ni, en consecuencia, (el movimiento) de la regeneración general de la humanidad; es sólo el medio organizado de su ac[1]ción. La Comuna no suprime la lucha de clases mediante la cual la clase obrera tiende a abolir todas las clases y, en conse[1]cuencia, toda dominación de clase (…), pero crea el medio ra[1]cional en cuyo seno esta lucha de clases puede pasar por sus distintas fases de la manera más racional y más humana (ibid.). En el texto definitivo Marx, sin duda deliberadamente, dejó de lado toda reflexión hipotética que sólo sugiriera una imagen provi[1]sional de la Comuna, una idea de etapa intermedia (“rational médium”, dice el texto original); en suma, ese primer borrador pro[1]pone una definición casi completa de lo que la Comuna habría rea[1]lizado si hubiera podido instaurar esa “dictadura del proletariado” que, veinte años después, Engels se creyó autorizado a descubrir en el mismo. Si esa expresión ni siquiera figura en los dos primeros borradores del Comunicado de 1871, es que Marx no quiso identi[1]ficar un episodio histórico de las luchas obreras.

Por glorioso que haya sido el gesto de entrega de los comuneros al que, según su teoría del desarrollo social, sólo podía ser una etapa definitiva del movimiento obrero una vez culminada esa emancipación política que habrá de preceder el final de la política. Antes incluso de que le llegara la noticia de la caída de la Comuna, Marx daba libre curso a su imaginación, presto a concentrar sobre este acontecimiento úni[1]co los atributos y las virtudes del acontecimiento esperado y soña[1]do: Es posible que la Comuna de París caiga, pero la Revolu[1]ción social que ha inaugurado triunfará. Su lugar de nacimiento está por doquier. (1871, op. cit., p.237). Por sus virtualidades revolucionarias la Comuna fue, a ojos de Marx, la prefiguración de una dictadura proletaria; en cuanto a su naturaleza real, su “verdadero secreto” fue el siguiente: Fue esencialmente un gobierno de la clase obrera, el resul[1]tado de la lucha de la clase de los productores contra la clase de los acaparadores, la forma política por fin descubierta bajo la que va a realizarse la emancipación económica del Trabajo. (Comunicado, 1871, ibid., p.72). La unanimidad con la que todas las secciones de la A.I.T. sin excepción acogieron el Comunicado sobre la guerra civil en Fran[1]cia sólo permite una única conclusión: “autoritarios” y “anti[1]autoritarios” aceptaban sin reserva el principio de un gobierno obrero”, es decir de la “forma política” de una emancipación con[1]siderada como estadio preparatorio e intermedio que ha de desem[1]bocar en una forma definitiva de liberación, en el final de la escla[1]vitud asalariada. Si Marx habla de un “descubrimiento” sin precisar el tema o el autor, es que piensa simultáneamente en la acción de los comuneros y en su propia trayectoria intelectual. En suma, el proletariado francés ha “descubierto” en 1871 lo que Marx se había esforzado en revelarle unos veinte años antes al explorar el fenó[1]meno bonapartista: Releyendo el último capítulo de mi Dieciocho Brumario, verás que al hablar de la próxima tentativa de la revolución francesa, declaro allí que ya no va a tratarse de trasladar el aparato burocrático-militar de una mano a otra, como ocurrió hasta el momento, sino de romperlo, y ahí radica la condición preliminar de toda revolución verdaderamente popular en el continente. He aquí lo que intentan de hecho nuestros heroicos camaradas de partido en París. (Correspondencia de Marx a Kugelmann, 12.4.1871).

Es la idea central del Comunicado, expuesta tanto en el texto definitivo como en los borradores. Figuraba en el primer manifiesto de los responsables de la Comuna, documento del que Marx cita estos extractos: “Los proletarios de la capital, en medio de los des[1]fallecimientos y traiciones de las clases gobernantes, comprendie[1]ron que les había llegado la hora de salvar la situación tomando en sus manos la dirección de los asuntos públicos… El proletariado… comprendió que era imperioso deber suyo y absoluto derecho suyo el tomar en sus manos sus destinos, y el asegurar su triunfo apo[1]derándose del poder” (Diario oficial, 20.3.1871).

 

Esas frases sirven en cierto modo de exordio a lo que parece una digresión histórica sobre la génesis del Estado, exposición que es como una interven[1]ción en un diálogo desarrollado con los comuneros: Pero la clase obrera no puede simplemente tomar posesión del aparato de Estado completamente preparado y hacerlo funcionar por su propia cuenta. (Comunicado, op. cit, p. 64). En otras palabras, ya no se trata de una simple transferencia de un instrumento de sumisión de una clase a otra, sino de una acción “contra el Estado mismo”: Pero el proletariado no puede, como lo hicieran las clases dominantes y sus diversas fracciones rivales inmediatamente después de su triunfo, tomar simplemente posesión del cuerpo del Estado existente y hacer funcionar ese aparato para sus propios fines. La primera condición para conservar el poder político es transformar el mecanismo actuante y destruirlo en tanto que instrumento de dominación de clase. (Borrador II, op. cit., p.227). Más adelante, Marx añade esta precisión: El instrumento político de su sumisión no puede servir de instrumento político de su emancipación. (ibíd., p. 228). La ausencia de esos párrafos en el texto definitivo no debilitó en absoluto su carácter “anarquista”, como lo prueba la aprobación unánime de los ‘anti-autoritarios’, a quienes les hubiera sido difícil descubrir en él cualquier rasgo de ese “comunismo de Estado” que Bakunin, sin cesar de proclamar su admiración por el autor del Comunicado, gustaba de reprochar a su antagonista; además, sa[1]biendo muy bien cual era la posición de Marx en ese campo, seguía haciéndole responsable de las posiciones políticas y doctrinarias de los socialistas alemanes (lassallianos incluidos). Preocupado por conservar la organización secreta de la que la Alianza de la demo[1]cracia socialista era la fachada oficialmente reconocida por el con[1]sejo general de Londres, Bakunin caía en las mismas exageraciones que Marx, sin preocuparse nunca por aportar la prueba textual, la refutación teórica, del pretendido ‘comunismo de Estado’ de su adversario.

En cuanto a Marx, aunque reconocía la necesidad de la organización secreta en los países privados de estatuto democráti[1]co, estaba convencido de que la Internacional obrera podía evitar esa necesidad mientras sus secciones se conformaran según las reglas de conducta definidas por su carta constitutiva: ¿Hubo jamás una asociación que prosiguiera su actividad sin recurrir a medios privados y públicos? Sin embargo, sería desconocer por completo la naturaleza de la Internacional hablar de instrucciones secretas procedentes de Londres, co[1]mo si se tratara de decretos en materia de fe y de moral ema[1]nado de algún centro pontificio de dominación e intriga. Ello implicaría una forma centralizada de gobierno para la Inter[1]nacional, cuando su verdadera forma es explícitamente la que, por iniciativa local, conceda mayor campo de acción a la energía y al espíritu de independencia. De hecho, la Interna[1]cional no es en absoluto el gobierno de la clase obrera, es un vínculo, no un poder. (Interview, 3.7.1871; trad. 1971).

 

 

Cuestionario:

 

Diga en pocas palabras por qué la comuna cumple las funciones del estado.

Cuál es la forma organizativa de la comuna.

¿Es necesario tener el programa acabado de los cambios para luchar por ellos? Explique.

¿Qué significa el vago anhelo de la república social?

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